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17 de Enero de 2008

Abdul Hamid II, Sultan del Imperio Otomano

Transcripción automática

0:00:00 Buenas noches, muchas gracias, muy amables a mucha gente esta noche, aquí en el teatro Auditorium
0:00:23 de Mar de Plata, desde donde comenzamos esta temporada. Estamos con mi amigo Gabriel Rolón
0:00:32 y con Pollo Máctase esta noche y con otros amigos que se van incorporando a lo largo del
0:00:38 programa de la función, como ustedes quieran llamar.
0:00:41 Señores, antes de comenzar con la charla correspondiente a este programa, voy a convocar a nuestros
0:00:49 queridos amigos, músicos, cantantes que nos van a ayudar hoy.
0:00:55 Adelante Federico Misraje, el legendario compositor, arreglador y director.
0:01:05 Adelante Karina Björlegi, querida amiga y compañera de cantas, aventuras musicales,
0:01:19 lo mismo puedo decir de Soña Rolón, con quien hemos cantado desde hace mucho mucho tiempo.
0:01:29 Si ellas y Federico nos darán una pequeña mano para ilustrar algunas cosas de esta charla con que
0:01:36 iniciaremos la temporada. Hablaremos de Abdur Hamid, que era un sultan, un sultan turco.
0:01:45 Nos han preguntado con qué convenía ilustrar la primera charla, el primer programa del año
0:01:55 y evidentemente un sultan loco está bien.
0:01:59 Porque se acostumbran los medios sabladés.
0:02:03 No, porque era lo que tenía.
0:02:05 Obiquémonos para ello en Constantinopla, un lugar muy adecuado para sultanes turcos,
0:02:11 a mediados del siglo XIX, es decir ya en la agonía del Imperio Otomano.
0:02:16 El sultan Abdur Mesit tuvo entre 1848, 11 hijos, uno atrás del otro.
0:02:27 Uno atrás del otro es un agregado medio.
0:02:30 El nacimiento de cada hijo real era anunciado a Cañonazos.
0:02:34 Las salvas por cada hijo varón se repetían cinco veces al día durante siete días.
0:02:42 Para el nacimiento de una hija las salvas se disparaban durante tres días.
0:02:46 Es decir, si usted quería saber si el sultan había tenido un hijo o una hija,
0:02:51 se enteraba recién al cuarto día.
0:02:53 Si había salvas, era varón.
0:02:56 Si por el contrario las salvas solo habían durado tres días, era una hija.
0:03:00 Con lo cual el quinto día ya era una redundancia innecesaria.
0:03:03 Era una redundancia innecesaria como casi todo en este mundo.
0:03:08 Entre los hijos que había tenido Abdur Mesit, estaba Abdur Hamid,
0:03:16 de la que hablaremos hoy.
0:03:18 La madre de Abdur Hamid era una de las mujeres del aren del sultan.
0:03:22 El sultan como cualquier sultan tenía un aren.
0:03:25 ¿Para qué es sultan uno?
0:03:27 Para tener un aren.
0:03:29 Antes de que Abdur Hamid se convirtiera en sultan,
0:03:32 le tocó gobernar a un hermanastro mayor,
0:03:37 un hermano mayor de él, gobernó antes que él.
0:03:41 Se llamaba Murat Quinto.
0:03:44 No, miga, como el mariscal de Napoleón, sino Murat, porque era turco.
0:03:48 Y estaba loco.
0:03:50 Si lo digo usted.
0:03:52 No tengo horario, disculpe.
0:03:54 Y andaba siempre borracho,
0:03:56 de tal modo que cuando se mandaba alguna macana,
0:03:58 no se sabía si era por loco o por borracho.
0:04:01 Yo conocía a alguien que era muy borracho,
0:04:04 y hacía cosas muy extravagantes, muy llenas de peligro para todos.
0:04:11 Entonces sus amigos le aconsejaron que dejar el alcohol.
0:04:14 Entonces comprendieron que estaba loco.
0:04:17 Porque no, pero...
0:04:22 Pero este que lo conozco...
0:04:24 Era que había disparando armas en los cinemas.
0:04:33 El caso es que Murat Quinto, que era un hermano mayor de Abdur Hamid,
0:04:39 estaba loco y era borracho.
0:04:41 Mientras gobernaba este hombre,
0:04:43 Abdur vivía en la café o jaula.
0:04:47 La jaula era un lugar que se utilizaba en una sala de palacio,
0:04:52 en la palacio Topkapi, que ahora creo que es un museo,
0:04:55 en donde se confinaba a los hermanos menores de los sultanes reinantes.
0:04:59 Vivían allí con comodidad, pero totalmente aislados del mundo.
0:05:03 Los únicos compañeros de estos príncipes cautivos eran los sedunucos y algunas mujeres.
0:05:10 Si el sultán no conseguía descendencia,
0:05:13 le tocaba el trono a algunos de estos hermanos,
0:05:16 a los cuales el encierro solía perturbar gravemente.
0:05:20 Y el hombre se preguntaba, ¿para qué lo encerraba?
0:05:22 Para que no conspirara.
0:05:24 Para que no conspirara.
0:05:26 Ah, Abdur Hamid le tocó reinar porque, como se ha dicho,
0:05:30 Murat Quinto estaba loco y por eso se lo desplazó.
0:05:33 Murat parece que sentía miedo por muchas cosas,
0:05:38 entre otras, los clérigos ortodoxos griegos.
0:05:41 Cada vez que veía uno, salía corriendo a los gritos y se encerraba en su habitación.
0:05:45 En cambio, adoraba a los payasos.
0:05:48 Y le provocaban tanta risa que parece que se desgraciaba delante de todos
0:05:56 y no permitía que lo cambiaran de ropa.
0:06:00 Además, Murat Quinto escupía a cada momento
0:06:05 y escupía porque creía que tenía la saliva envenenada.
0:06:09 Entonces no quería tragarse la, si me permita la expresión,
0:06:13 y se la pasaba escupiendo.
0:06:15 Llamaron a unos magos para que lo curaran con encantamientos.
0:06:20 Después con sangrías, pero lo dejaron peor.
0:06:23 Y un día, el Consejo Imperial Otomano,
0:06:26 harto de que el tipo se muriera de risa ante los payasos,
0:06:31 a-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah.
0:06:36 Quiso que lo atendera el doctor Leidersdorf,
0:06:39 que era un alienista de Viena.
0:06:42 Ahora los ministros no dejaron que Sultan fuera trasladado a Viena,
0:06:45 por lo cual Leidersdorf tuvo que trasladarse a Turquía,
0:06:50 después abandonó el caso.
0:06:52 Finalmente el gabinete de ministros decidió de poner eso a él,
0:06:58 al Sultan por incapacidad mental.
0:07:00 Lo mandaron a él también a la jaula del Topkapi.
0:07:04 Mientras, eh, eh, no, pusieron como sultan, a Abdulhamid.
0:07:12 Y así, eh, 100 cañonazos saludaron al nuevo sultan.
0:07:16 Cuando vos oíais 100 cañonazos, eh,
0:07:19 Constantinopla en Istanbul, eh, sabías que el sultan era,
0:07:24 había sido cambiado.
0:07:26 Y es curiosa forma de comunicar, ¿no?
0:07:29 Sí, sí, todos los cañonazos, es una mujer trícita.
0:07:32 Después se apareció la radio y todo esto.
0:07:34 Sí, cambió.
0:07:36 Bueno, Abdulhamid inició su reinado en agosto de 1876,
0:07:40 muy cerca de nuestro tiempo, tenía 34 años de edad.
0:07:44 Muy bien, poco después de llegar al sultanato,
0:07:47 se le ocurrió a Abdul que por ahí su hermano,
0:07:51 el manastro de puesto, podía vengarse de él.
0:07:54 Y empezó a temer la venganza de Murat.
0:08:00 Esta paranoia fue creciendo con el tiempo y lo transformó
0:08:04 en uno de los sultanes más despotas de la historia automana.
0:08:08 Pueblos enteros padecieron su tiranía y ya lo veremos.
0:08:12 Al comienzo parecía que sólo era un sultan estrabagante como tantos.
0:08:16 Eh, parece que el excelente carpintero,
0:08:19 pasaba mucho tiempo en el taller,
0:08:21 armaba las camas de las mujeres del aren
0:08:24 y parece que se amueblaron varias dependencias con sus obras.
0:08:27 Tenía un museo de animales dissecados,
0:08:30 mandó construir un hospital para los perros
0:08:33 y también se compró un león.
0:08:35 Compró un león y lo quería tener en una habitación del palacio,
0:08:38 pero los destrozos y los rugidos del animal molestaban a todo el mundo,
0:08:42 imagínense, eh, así que lo envió a un zoológico.
0:08:46 Ya por esos días tenía la manía de espiar a todos los que lo rodeaban.
0:08:50 A menudo se lo veía mal escondido, no sé, se condía mal.
0:08:56 Escuchando a sus hermanos y hermanas
0:08:59 para enterarse de los asuntos de la corte.
0:09:02 A Abdulhamed le gustaba andar por la ciudad,
0:09:05 compraba él las cosas de las tiendas, cada tanto iba a un café
0:09:09 y aunque tenía una arena a su disposición,
0:09:12 se enamoró de una vendedora que tenía una tienda,
0:09:17 era velga esta chica,
0:09:19 y tenía una tienda de ropa en la calle de Pera.
0:09:21 Se llamaba Flora Cordier y era hermosa.
0:09:25 Le habían traído a Turquía engañada,
0:09:27 le habían sacado del barrio donde vivía, en Bruselas,
0:09:31 y con engaños le habían llevado a Istanbul,
0:09:35 y así le habían abandonado, pero él se sobrepuso hacia Abandono,
0:09:39 y en Tierra Extraña trabajó duramente
0:09:43 y pudo hacerse vendedora de su propia tienda de ropa.
0:09:49 Parece que el sultan tenía la costumbre a ir a ese negocio para verla,
0:09:52 y como era muy tímido, no se le ocurría nada y compraba guantes.
0:09:57 Esta intimidad la contó Bensameh Disrael,
0:10:00 que fue el primer ministro inglés, en una carta a Lord Salisbury,
0:10:06 dicen que en el mismo negocio, en la tienda,
0:10:10 se produjo un casamiento secreto, aunque siempre se negó oficialmente.
0:10:15 Parece que una vez, ya había ido a comprar guantes como 20 veces,
0:10:19 tenía como mil guantes.
0:10:21 Y el sultan entonces se acercó a Flora
0:10:24 y le preguntó redonamente si podía casarse con él.
0:10:28 Ella aceptó y se fue a vivir a un palacio secundario,
0:10:31 a las orillas del Bósforo, ahí el canal,
0:10:34 y se separa Asia de Europa.
0:10:38 El romance entre Abdul y Flora Cordíe duró un año,
0:10:42 pero a causa de la oposición de los parientes y de la corte
0:10:46 se suspendió.
0:10:49 Nada se dice de lo que fue de ella después de la ruptura.
0:10:53 La tienda de la calle Pera, así se llamaba la calle,
0:10:59 apareció cerrada,
0:11:01 corrieron rumores de que Flora había sido enviada de vuelta a Bélgica
0:11:05 con una estampilla en la espalda.
0:11:07 Pero no se subió para decir las cosas.
0:11:12 No estaba Flora en el palacio de las lágrimas,
0:11:17 que era el aren que solían tener los sultanes
0:11:20 para las concubinas que cayen en desgracia.
0:11:24 Cayen en desgracia por feas, porque empecesían.
0:11:29 Entonces la dejaban cesante, las jubilaban como amantes.
0:11:34 Si vos tenías alguna duda de que tu belleza se había ido,
0:11:38 estas dudas se disipaban cuando te mandaban al palacio de las lágrimas.
0:11:43 Y así se aburrían naturalmente, lloraban de pena
0:11:48 y a veces cantaban canciones recordando el tiempo en que todavía eran bellas.
0:12:08 El día adenturoso del amor,
0:12:13 puedo pensar y aún no se abrió la puerta del deseo y la pasión.
0:12:24 Permítame que le diga una cosa,
0:12:28 tal vez en sueños, aun soy hermosa.
0:12:35 Lo dice usted.
0:12:38 Lo digo yo,
0:12:41 yo sé que el tiempo no es más fuerte que el amor.
0:12:47 Venga a vivir otra vez,
0:12:52 los sueños locos del ayer.
0:12:58 Ay, si pudiera creer
0:13:03 que la ilusión puede volver.
0:13:10 Pero basta de soñar,
0:13:15 estás esperando la verdad.
0:13:33 El caso es que la pobre flora ni siquiera conoció el palacio de las lágrimas.
0:13:41 A Abdul le gustaba el teatro,
0:13:44 contrató a una compañía ambulante de actores italianos dirigidos por Arturo Strabollo.
0:13:51 Abdul quería veces que se cambiaran los argumentos de las obras
0:13:57 y no gustaban los finales desgraciados.
0:14:03 La traviata, por ejemplo, la extraviada, fue llamada Madan Camelia.
0:14:11 ¿Qué después de todo? No está mal.
0:14:13 No está tan lejos.
0:14:15 Pero allí Violeta recuperaba la salud en el último acto.
0:14:21 Para satisfacer la sultana.
0:14:24 En algún punto, la misma Violeta, creo que ese es el final.
0:14:29 En el último acto aparece el médico, no sé si se acuerda.
0:14:33 Y Violeta por ahí canta y hizo un canto de esperanza y se recográ la salud.
0:14:39 Y yo cuando la vi por primera vez, pensé que se salvaba.
0:14:45 Además venía al médico a cada rato, me acuerdo, me llamaba al médico.
0:14:48 Pero a mí me di cuenta que tiene mucho que cantar poco.
0:14:51 ¿Cómo son los médicos?
0:14:54 Bueno, cambiaron el final. Se salvaba Violeta y extraordinario.
0:15:02 Era también un gran lector, Abdul, al menos un lector boraz.
0:15:06 No un gran lector, un lector boraz, porque leía muchas novelas policiales.
0:15:11 Y en realidad ni siquiera leía él, sino que se les hacía leer por Ismael Beik,
0:15:15 de verdad, ropa imperial.
0:15:17 Parece que se sentaba oculto, le traje una puerta de un biombo y le leía.
0:15:23 El favorito del sultán era Conan Doyle, así que las novelas de Sherlock Holmes,
0:15:30 en las que leía. Cada vez que aparecía un nuevo episodio de Sherlock Holmes,
0:15:35 ordenaba que se lo tradujera en una noche.
0:15:38 Y para eso trabajaba un departamento de traducciones en el palacio.
0:15:42 Sus ministros y secretarios podían ser llamados a su presencia a cualquier hora de la noche,
0:15:47 porque Abdul sufría de insomnio y sodió a dar órdenes a la madrugada.
0:15:52 ¿Cómo se ha dicho aquí?
0:15:54 Abdul temía que se produjese una conspiración para restaurar a su hermano Murat en el trono.
0:16:00 Para evitarla, cerró el palacio a todos los que no tuvieran una autorización expresa de él para evitarlo.
0:16:07 Pero, al principio de entonces, casi nadie lo veía en público.
0:16:11 Por sus miedos llegó a permanecer encerrado un mes en su habitación.
0:16:17 Su violencia para evitar conspiraciones encontró lugar con los armeños.
0:16:22 ¿A quién empieza el asunto de los armeños?
0:16:25 Turquía estaba en pie de guerra con Rusia, un país que apoyaba a los nacionalistas armeños.
0:16:31 Y desde luego estaban sojujados, por el sultán.
0:16:34 En 1996, unos nacionalistas armeños retiraron una bomba al paso de Abdul Hamid cuando iba a la mezquita, creemos.
0:16:43 Salió Ileso pero murieron algunos guardias.
0:16:46 Y en la primera represalia, no más, fueron asesinados 10.000 armeños que vivían en Istanbul.
0:16:52 Y las masacres, como usted sabe, continuaron.
0:16:55 Y el primer ministro inglés, que ya es otro muy célebre, la Mén Glaston, lo llamó Abdul gran asesino.
0:17:02 Mientras que en Francia, Clemenso, en Tigre, se refrió a él como el sultán sangrianto.
0:17:09 A todo esto su hermano, Murat, languidecía en la jaula sin intrigar en absoluto, no hacía nada al tiempo.
0:17:16 Su estadía así se limitaba a la lectura, al encuentro con muchachas de un aren subsidiario.
0:17:22 Y al pedido de pájaros de colores, le gustaban los pájaros de colores.
0:17:28 Murat murió en 1904, después de 28 años de encierto.
0:17:32 Abdul Hamid, denigrado en occidente, le llamaban el sultán sangrianto, etc.
0:17:38 Mantuvo en los últimos años de su reinado la misma ferocida.
0:17:46 Pero sí fue otro palacio, un palacio que se llama Yildiz Sarayi.
0:17:50 Una prisión prácticamente, y se encerró del adentro para que nadie pudiera dañarlo.
0:17:56 En julio de 1905 hubo otro atentado contra el sultán.
0:18:00 Se salvó una vez más con el hilo de una pata.
0:18:03 El jefe de la policía, por comodidad, le hizo la culpa a los armeños.
0:18:08 Abdul temió a todo el mundo, sospechó de su ejército, del personal que lo rodeaba, de sus mujeres.
0:18:14 Su gobierno se hizo cada vez más despótico, censuró libros, periódicos, obras de teatro.
0:18:19 Lo echó nomás al italiano Srabolo, y encarceló a todo el que le parecía sospechoso.
0:18:27 En realidad encarceló a todos.
0:18:29 Y apareció allí, algunos aficionados a la historia, lo recordarán,
0:18:34 el grupo llamado los jóvenes turcos, que eran republicanos.
0:18:38 Este grupo se opuso a la tiranía, y con ellos empezó la decadencia y luego la caída del imperio otomano.
0:18:45 Los jóvenes turcos llamaron al derrocamiento de Abdul Hamid en pro de la democracia,
0:18:51 aunque fuese necesario el uso de la violencia, decían.
0:18:54 Y a la lucha que habían despertado los jóvenes turcos,
0:18:58 soñaron algunos hombres del ejército de Mahamut Pasha,
0:19:03 entraron tropas a Istanbul, los guardias del palacio desertaron, y Abdul quedó indefenso.
0:19:10 Y las mujeres del aren, imagínese, entraron en pánico, ay, qué sello, no me gusta cómo salió,
0:19:17 ay, qué sello, la entrada en pánico de la mujer del aren.
0:19:21 Centenares de dama desesperadas temieron los ultrajes de los soldados,
0:19:27 vieron venir los soldados y decieron, ¿qué viene atrás del soldado?
0:19:30 El ultraje.
0:19:32 Y empezaron a gritar, algunas se suicidaron.
0:19:36 Pero el soldad, el soldad se entregó.
0:19:40 Una improvisada asamblea lo declaró indigno de Reinar, lo había hecho durante 32 años,
0:19:46 pidió vivir en un palacio alejado de la ciudad, se le negó esa posibilidad y lo exiliaron a Tesalónica.
0:19:53 Fue en un tren, junto con cuatro de sus hijos, tres esposas, cuatro con cubinas, cuatro eunucos,
0:19:59 algunos gatos y un perro san Bernardo.
0:20:03 Las damas que quedaban del aren fueron desalojadas del palacio,
0:20:09 una de las procesiones más tristes de las numerosas retiradas de grandesas caídas,
0:20:16 era esa compuesta por damas que no sabían dónde ir.
0:20:22 Eran de todas las edades y tantas, hicieron falta 31 carruajes para sacarlas de gildez
0:20:30 con las novia de este sultán.
0:20:35 El nuevo gobierno entró en contacto con las poblaciones de donde provenían aquellas mujeres.
0:20:41 También a ellas las habían sacado de sus barrios.
0:20:44 Imagino que los sultanes tenían mirandas que andaban por todo el mundo.
0:20:51 Cuando vivían una mina linda, no le notaban, hablaban con el viejo y se escuché,
0:20:56 yo soy productor de no sé cuánto.
0:21:00 Se la voy a hacer famosa.
0:21:04 Te voy a sacar unas cuantas fotos, que sé yo.
0:21:08 Y alguien que le amettiara en un carro y se la llevaban para el aren del sultán y la preguntaba después.
0:21:14 Y caso es que algunas nadie las reclamaban o la querían en su casa o no sabían de dónde venía.
0:21:21 Y quedaron ahí.
0:21:24 Finalmente el gobierno se apiadó y declaró que serían mantenidas por el Estado.
0:21:29 Pero hasta que fueran pedidas en matrimonio.
0:21:32 Después a no.
0:21:34 Más tarde una comisión fue al deshabitado palacio de Abdul para realizar un inventario de las propiedades del sultán
0:21:41 y se produjo un extraño incidente.
0:21:43 Le va a gustar mucho a usted y a mí me ha gustado mucho.
0:21:48 Los sultanos y los sultanos en el trabajo vieron, al entrar en una habitación, estaban por entrar y hicieron voces dentro.
0:21:57 Unas palabras que decían, larga vida al sultán, larga vida al sultán.
0:22:02 Entonces un guardio entró violentamente a la habitación pensando que había unos seguidores de Abdul
0:22:08 y el grito no procedía en grupo de reaccionarios sino de cientos de hambrientos loros enjaulados
0:22:18 a los que se les había enseñado aquella frase.
0:22:24 Bueno, nominalmente ocupó el sultanato un hermanastro menor de Abdul.
0:22:28 De todos modos el control del gobierno lo tenía la Unión de Jóvenes Turcos
0:22:32 y en 2014 embarcaron al imperio en la Primera Guerra Mundial como aliada de Alemania
0:22:38 y esa fue una decisión fatal para el Imperio Otomano.
0:22:42 Usted recordará aquella frase que se decía en Inglaterra.
0:22:49 El Imperio Otomano ha cometido suicidio.
0:22:53 Cuando resolvieron participar en la guerra.
0:22:57 Después de la guerra el Imperio de Jóvenes existía.
0:23:00 Abdul Hamid murió en 1918.
0:23:02 Un año antes todas sus esposas y sus concubinas, menos una, habían pedido permiso a la Asamblea para abandonarlo.
0:23:09 Las pocas que se habían quedado con él y pudieron irse.
0:23:13 Una tal musfica se quedó con él hasta el final.
0:23:17 Abdul Hamid murió en brazos de esta chica.
0:23:22 Sí, mucho, Alejandro.
0:23:25 Me gustó esto.
0:23:28 Me gustó esa procesión triste, de concubinas esantes.
0:23:35 Y me gustó también...
0:23:38 No es que me guste.
0:23:40 Me produce lo que uno siente cuando lee una novela triste.
0:23:44 Un placer del intelecto.
0:23:46 No es que me resulte placer, pero saber que Rodión Rascónico asesina una vieja.
0:23:54 No, lo que me gusta es la novela de Oztoyevsky, ¿no?
0:23:56 Un asesinato de vieja.
0:23:58 A mí tampoco me gusta la idea de una esposa asesante, pero sí la idea artística de una procesión...
0:24:05 Casi cinematográfica.
0:24:07 Casi cinematográfica, desde luego.
0:24:09 Y el paráceo de las lágrimas también.
0:24:12 Tiene ese carácter casi teatral, de un lugar pensado para mujeres que han perdido sus belleces.
0:24:21 Una crueldad concebible.
0:24:24 Sin embargo, el mundo todo es un palacio de lágrimas.
0:24:29 Eso le iba a preguntar.
0:24:31 ¿Qué otra cosa en mi casa?
0:24:34 Ahora, fíjese, ¿no?
0:24:38 A lo mejor el mundo permite algún tipo de intersección diferente, ¿no?
0:24:42 Quiero decir, es probable...
0:24:44 Légame algo que me devuelva la fe.
0:24:46 Justamente, es probable que mientras estemos dentro del palacio de las lágrimas de algunas personas, estemos fuera del palacio de las lágrimas para otras.
0:24:56 Hay una edad especialmente en que uno está muy dentro del corazón de algunas personas, muy fuera desde otras.
0:25:01 Enteramente, casi...
0:25:03 Dice, pero caramba, este es el mismo planeta que hacía.
0:25:07 Lo que es correcto es creer que todas son hospitalarias.
0:25:11 Y también es incorrecto creer que todas no lo son.
0:25:13 Entonces hay que tomarse el trabajo, de indagar, a ver si la casa donde uno está, es un palacio de lágrimas o es el arena oficial.
0:25:20 Y proceder en consecuencia.
0:25:22 Y si el arena oficial, muy bien, manos a la obra.
0:25:25 ¿Es el palacio de las lágrimas?
0:25:27 Pero siempre hay que entrenar loros.
0:25:30 Y hay que tener una percepción muy certida para no poner manos a la obra en el palacio de las lágrimas.
0:25:40 Pero bueno, me gusta esa idea, Alejandro, de poder ubicarse uno estando en el mismo sísiendo quien uno es en el palacio de las lágrimas de algunas personas y a lo mejor en el centro del deseo de otras.
0:25:51 Porque eso funciona más o menos así.
0:25:53 Yo quiero dedicar esto a la pobre flora, que ella es bella mujer.
0:25:57 Sí, no había mielga.
0:25:58 Que ni siquiera pasó por ahí.
0:26:00 Ni siquiera fue.
0:26:01 Las sacaron del barrio.
0:26:02 Las echaron del barrio.
0:26:03 Pobre flora.
0:26:04 Su nombre anuncia unas insatisfacciones muy pronunciadas.
0:26:09 No se conformaba con nada.
0:26:10 Que nada le venía bien.
0:26:12 Y estaba pensando, Alejandro, en esta especie de temor, en este temor paranoico de los sultanes, que fíjese, por un lado escondían a las mujeres, por otro escondían y encerraban a los rivales.
0:26:24 Y pienso que esta es una conducta bastante común en los malos enamorados.
0:26:27 Esto de querer tener presas a sus mujeres y lejos a sus rivales.
0:26:30 Yo quiero dedicar esto a los enamorados que saben que viven en permanente riesgo de que alguien les quiera quitar el lugar.
0:26:39 Que este es un riesgo permanente y que aún así no encierra a nadie ni aparta a nadie.
0:26:42 No, seguro, hay que abrirles la puerta.
0:26:44 Exactamente. Ellos se los dedico.
0:26:46 Y abrirles la puerta.
0:26:48 ¡Pasá!
0:26:49 ¡Tómate algo!
0:26:51 ¡Tómate un mate!
0:26:53 Eso va a la dedicar.
0:26:55 Señores, hemos escuchado a Sonia y después el dúo de Sonia con Karina.
0:27:02 Y ahora vamos a escuchar...
0:27:04 No encontramos ningún disco, es la verdad.
0:27:06 Nos olvidamos, traemos de trata.
0:27:09 Otra conquista de Asia por no bajarse del caballo.
0:27:13 Como no encontramos ningún disco,
0:27:16 hicimos viajar a Sonia, Karina y a Federico.
0:27:20 Y ahora Karina Björlegg, dedicado a Flora Cordier,
0:27:23 que fue sacada de su barrio, nos va a cantar un precioso y sencillo tango
0:27:30 que cantaba Susena y que se llama...
0:27:33 No salgas de tu bar.
0:27:53 No salgas de tu barrio.
0:27:55 No salgas de tu barrio.
0:28:25 Se muera muchachita,
0:28:27 cansarte por nombre
0:28:29 que sea como vos.
0:28:31 que sea como vos.
0:28:33 y aún en la miseria
0:28:35 y aún en la miseria
0:28:37 sabrás vencer tu pena
0:28:39 sabrás vencer tu pena
0:28:41 y ya se dará un día
0:28:43 y ya se dará un día
0:28:45 en que te ayude Dios
0:28:47 en que te ayude Dios
0:28:49 como vos, yo muchachita
0:28:51 que era linda y era buena
0:28:53 pero humilde y te ar abacaba
0:28:55 como vos en un taller
0:28:57 deje al novio que me ababa
0:28:59 con repito y con perduda
0:29:01 por un niño encominado
0:29:03 que me estera jualca, varé
0:29:05 perseñó todos sus vicios
0:29:07 pisoteó mis ilusiones
0:29:09 y hizo de mierte de pojo
0:29:11 muchachita
0:29:13 que ativa
0:29:15 y me ha hecho
0:29:17 una chica que aquí ves
0:29:23 nos salga de tu barrio
0:29:25 nos salga de tu barrio
0:29:27 se muera muchachita
0:29:29 cantarte con un hombre
0:29:31 que sea como vos
0:29:33 que sea como vos
0:29:35 y aún en la miseria
0:29:39 sabrás vencer tu pena
0:29:45 y ya se dará un día
0:29:47 en que te ayude
0:29:49 en que te ayude
0:29:51 Dios
0:29:53 Dios
0:30:15 Dios

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