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5 de Julio de 2007

Antiguas asociaciones de ladrones

Transcripción automática

0:00:00 Hablaremos ya que estamos de antiguas asociaciones de ladrones. Atención amigos.
0:00:07 Viodoro de Sicilia ha referido que cuando un egipcio quería dedicarse al robo, no tenía que hacer más que presentarse frente a un jefe de partida y alistarse en una banda.
0:00:20 Desde ese momento trabajaba por cuenta de ese jefe a quien debía llevarle todo el producto de sus afanos a cambio de ciertos beneficios que se le aseguraban.
0:00:31 Esa es lo que se llama una organización perfecta del choreo.
0:00:35 Se habían dictado incluso terribles castigos contra los afiliados poco escrupulosos, quienes por ahí retenían una parte del botín en vez de acusarlo enteramente.
0:00:48 Es curioso ver que los ladrones defienden la inviolabilidad de cierta propiedad, justamente en el momento en que esas propiedades caen en sus manos, no antes.
0:01:03 Se pongase usted una joya, hasta el momento en que la afanamos no es. Se puede robar, pero una vez que la robamos ya entonces no, entre nosotros no.
0:01:16 Cuando es nuestra, es sagrada.
0:01:22 Bien, cuando en Egipto una persona era víctima de un robo, se dirigía a los jefes de las partidas conocidas, de las asociaciones, describía la clase de objeto que le habían hecho, el lugar, las circunstancias del robo, y mediante el abono de la cuarta parte de su valor recograba los sustraídos.
0:01:42 No es el detalle muy curioso para el que ha andado mucho por el gran Buenos Aires, así que no hace falta buscar en el antiguo Egipto.
0:01:51 En la India, la ley de Manú, por su redacción, hace suponer que en aquel lugar había muchas cuadrillas de salteadores.
0:02:01 En un apartado, la ley reclama que el rey se dedique con la mayor solicitud a castigar todo atentado contra los bienes de los particulares, y aparecen en esa ley consejos prácticos.
0:02:13 Por ejemplo, que el rey para descubrir a los ladrones se sirva de hábiles espías.
0:02:19 Estos espías deben asociarse con los ladrones y ponerse al corriente de sus maniobras y proyectos para poder delatarlos convenientemente.
0:02:30 En la India había familia famosa de chorros, aquí también.
0:02:35 Nombros de la India, los barhaks, los sotorias, los molongi, esos son de vengala.
0:02:43 Los ramossi en Bombay, los karabashdhu, lo dije mal, Karashbandhu de Jain.
0:02:53 Cada miembro de esta familia se dedicaba al robo hasta el 30 de su vida.
0:02:58 Cuando llegaba viejo debía incluso aconsejar y dirigir a los más jóvenes en estos asuntos.
0:03:07 Este hecho tenía que ver con ciertas vertientes del pensamiento hindú, según el cual cada criatura se encontraba infaliblemente, inevitablemente mejor dicho, destinada desde su nacimiento al bien o al mal.
0:03:27 Incluso muchos ladrones de estas familias, al defenderse ante la ley, argugían que no hacían otra cosa que seguir su destino, que era previsto en el cielo.
0:03:39 A lo que los jueces, que los condenaban a las más terribles penas, respondían lo siguiente,
0:03:47 nosotros también no hacemos otras cosas que cumplir con nuestro destino.
0:03:52 Si su destino me querió, amigo, es robar y ser capturado, acaso, mi destino es condenar sus robos y ya está, y así es la cosa.
0:04:07 Las cuadrillas más ingeniosas de ladrones hindúes eran las que entraban en las llamadas cenanas con zeta.
0:04:16 No sé cómo lo escribirían en sáctrito.
0:04:19 Las cenanas eran los establecimientos reservados a las mujeres en las viviendas opulentas.
0:04:29 Ahí era donde los macanudos tenían todas las menas.
0:04:34 Estos grupos procuraban afanar las joyas en esas habitaciones, que en general, desde luego, estaban en los sitios más inaccesibles de los palacios,
0:04:43 mitad por los ladrones, mitad por los piolas.
0:04:46 Se levantaban las minaduras.
0:04:50 Bueno, parece que los ladrones o las cuadrillas de ladrones hacían túneles, eran excruyantes,
0:04:56 abrían galerías subterráneas a bastante distancia de la casa, caminaban bajo tierra, llegaban debajo del piso de las habitaciones,
0:05:04 y recién entonces, con todas clases de precauciones, entraban en aquellas dependencias durante la noche,
0:05:10 y ahí se afanaban, qué sello, broches de piedra preciosa, cinturones, fajas, prendedores de oro, no sé,
0:05:20 turbantes con penachos de rubíes.
0:05:23 Para llegar a ser jefe de estas cuadrillas, digo, las que robaban las cenanas, era preciso tener mucha audacia y mucho ingenio para ser robos sutiles.
0:05:38 Imagino, por ejemplo, que tenías que saber cómo sacarle una mina, un aro, un collar, una sortija mientras estaba durmiendo.
0:05:50 Estos ladrones, por eso que con mano magistral, robaban y a las chicas ni se les movía un pelo.
0:05:58 Había una estrategia que usaban los ladrones hindúes de otra, más bien los del campo,
0:06:09 que a mí me resulta interesantísima, más allá de estos que robaban las habitaciones de las mujeres.
0:06:15 Estos muchachos se colocaban en actitudes tales que sus miembros nervudos y retorcidos,
0:06:24 ya que siempre se trataba de personas flacas, vistos de lejos parecían árboles.
0:06:29 Se colocaban en posición arabórea.
0:06:33 También se ponían para que la ilusión funcionase mejor unas cuantas hojas encima.
0:06:43 La policía los veía y decía, son árboles que pueden robar y no lo vigilaban.
0:06:53 Y así en estas posiciones permanecían inmóviles, luego cuando pasaban a la policía más inmóviles.
0:07:02 Todavía las policías le pasaban por al lado a ver si se rascaban la espalda contra los supuestos árboles,
0:07:08 por no poner un ejemplo más pesado.
0:07:12 Y los tipos, bueno, cuando pasaba a un hill, abandonaban su situación de árbol
0:07:18 y con el clásico arriba a las manos o algo así, los ha saltado.
0:07:23 Pasemos a Roma si no le molesta.
0:07:26 En la cuna de Roma, en el palatino, había en principio una guarida de ladrones
0:07:33 a quienes Rómulo les dio asilo y protección.
0:07:36 Allí andaban los sicarios que alquilaban sus servicios criminales para apuñalar con su cica
0:07:42 a los enemigos de los hombres políticos.
0:07:45 Estos eran asesinos a suelo.
0:07:47 Pero también estaban los grasatores, unos bandoleros romanos que pagaban por los caminos públicos
0:07:54 y desvalijaban a los viajeros que cometían la imprudencia de cruzar los bosques sin escolta.
0:08:01 Estaban también organizados que más de una vez entraron de improviso en Roma,
0:08:08 en días, por ejemplo, de fiestas públicas, y se apoderaban del dinero y de las salajas de los espectadores.
0:08:15 Quiero decir lo que estaban ahí. Imagínense, en 25 de mayo entran a Roma, fiesta pública,
0:08:22 están todos mirando el de file, o los juegos de las carreras de sortijas o de embolsados,
0:08:28 entraban los ladrones y afanaban todo.
0:08:31 En los primeros tiempos del Imperio Romano, la gente atribuía a ciertos bandidos delicadezas sorprendentes.
0:08:39 Bueno, este afán de atribuir delicadeza a los bandidos sigue hasta nuestros días.
0:08:47 A mucha gente le gusta, siente halagada su ingenuidad, creciendo que los bandoleros son personas más nobles
0:08:55 que, por ejemplo, los empleados del correo.
0:08:59 Los autores antiguos dicen que, digo para ilustrar esta benevolencia de los bandoleros,
0:09:08 dicen que un gramático llamado Palemón cayó en una emboscada de los ladrones.
0:09:15 Y bastó que el sabio hiciera gala de sus conocimientos para que los bandidos lo pusieran inmediatamente en libertad.
0:09:26 Los bandoleros actuales no parecen tener en gran estima el estudio de la gramática.
0:09:34 Haga así la siguiente experiencia. Estudie ese gramática hasta obtener el doctorado en esa disciplina.
0:09:43 Luego camínese por barrios frecuentados por los ladrones.
0:09:49 En caso de asalto podrá comprobarse cómo los ladrones se abstienen de toda piedad con el gramático y le roban como si se tratara de un ciudadano común.
0:10:00 Se medirá que es una experiencia cuyo previsible resultado no america las arduas condiciones de la experimentación.
0:10:11 Pasemos entonces a la China Imperial.
0:10:16 Casi la única que existe.
0:10:19 Allí existían cuadrillas que robaban e incendiaban todo a su paso, todo lo que encontraban.
0:10:29 Quiero decir, algunas cosas las robaban y otras las incendiaban.
0:10:33 Por ejemplo, primero robaban todas las cosas y después las incendiaban, si no tendría mucho sentido.
0:10:38 El caso es que estas asociaciones tenían nombres extraños pero bellos. Por ejemplo los jinetes que cortan el aire.
0:10:52 Las langostas de vuelo rápido.
0:10:56 Los hermanos de Sable Cortante.
0:10:59 Y la banda más conocida de Hanchew, aquella ciudad que conocí Marcopolo.
0:11:03 Aquella ciudad que allá en el siglo XIII tenía más de un millón de habitantes.
0:11:08 La banda más conocida se llamaba Asociación de ladrones en detalle.
0:11:13 Xiaolu Lu Wei, como saben todos los que hablan chino.
0:11:18 Estos ladrones en detalle se contentaban con registrar los bolsillos de los viajeros pero no atentaban contra su vida.
0:11:27 No te mataban.
0:11:28 Tenían en todos los barrios de la ciudad corresponsales encargados de sus relaciones con el público, con la gente.
0:11:36 Si el afanado no era demasiado rencoroso podía recuperar el objeto sustraído mediante el pago de una cantidad que nunca exigía del tercero, el valor del mismo.
0:11:47 Si eran un poco más careros que los de Egipto y los del Gran Buenos Aires.
0:11:51 Otra cuadrilla de ladrones que gozaba de inmensa popularidad en China era la sociedad de los burros comerciantes en sal.
0:12:00 Que operaban de siguiente modo.
0:12:03 Se contrataban como trabajadores en algún lugar que operara con sal y después algún día salían rajando y se afanaban la sal.
0:12:12 Robaban sal.
0:12:14 En la Edad Media en Europa la palabra band, banda o cuadrilla, designó en un principio una pequeña tropa de mercenarios o ladrones reunidos para marchar bajo el band o bandera del jefe que los alistaba.
0:12:31 Breton los describe así.
0:12:34 Vestido con más descuido que limpieza, llevaban puestas las camisas dos y tres meses sin cambiárselas.
0:12:43 Todas llevaban marcadas la flor de lice en la espalda, en Francia, de luego.
0:12:50 Era la flor que les marcaba la cana de heri cuando los casaban robando.
0:12:56 Algunos ya venían desorejados, andaban sin sombrero pero también sin orejas porque a veces les cortaban las orejas a los criminales.
0:13:07 Venía a hacer un registro judicial, nadie piensa que había crueldad en aquello.
0:13:13 Era un registro judicial como pueden ser las impresiones digitales o la libreta en rolamiento.
0:13:19 Ya te marcaban una flor de lice, no te cortaban las orejas, ya estaba.
0:13:25 Tenías antecedentes, no tenías que andar en la computadora media hora.
0:13:29 Lo mira a la cara y listo.
0:13:36 Francisco I, nuestro amigo, Francisco I de Valois, 500 años después de estos episodios de la flor de lice,
0:13:45 cansado de que sus enviados fueran atacados y afanados en el bosque de Saint Germain,
0:13:52 dispuso en 1534 la pena de muerte, previo suplicio, naturalmente.
0:13:58 El suplicio previo a muerte no tiene sentido.
0:14:02 El suplicio era de la rueda, a quien agrupará ladrones o asesinos.
0:14:08 En tiempos de la revolución francés, después aparecieron asociaciones de bandidos conocidos con el nombre de Jo-Fan,
0:14:17 o sea, calentadores.
0:14:19 Pero, acá debe haber un error, que afanaban a la orilla de Sena, que no eran lo que son ahora.
0:14:26 Se los llamaban calentadores porque para obligar a sus víctimas a entregarles sus tres zoros le quemaban las patas.
0:14:33 Qué raro, ¿no? No está claro cómo obligaban a sus víctimas a poner los pies para que ellos se los quemaran.
0:14:40 Me entiene, primero hay que reducir a una persona para después quemarle los pies,
0:14:45 donde queman los pies para reducirlo.
0:14:48 Es muy poco práctico para reducirlo, hay que pegar una trompada o un garotazo, por ejemplo,
0:14:53 pero no quemarle los pies.
0:14:57 No, no me gustó.
0:14:59 Yo creo que lo que le gustaba a estos tipos no era fanar, era quemar pies.
0:15:05 Ahí sí, ahí entiende.
0:15:07 Bueno, ¿cuáles de estos zorros le han gustado más, Roland?
0:15:11 Los chinos, los chinos.
0:15:13 A mí también, los chinos.
0:15:15 Pues yo también eran poetas.
0:15:17 Ah, bueno, está bien.
0:15:19 Los nombres de las bandas, los guinetes que cortan el aire, las langostas de vuelo rápido, hermanos de llave cortante.
0:15:23 Son nombres buenísimos.
0:15:26 Y además, no te mataban.
0:15:29 También a los ladrones egipcios que permitían que uno siguiera con vida, ¿no?
0:15:33 ¿Qué sentido tiene?
0:15:35 Matar.
0:15:37 Y los de la China también me hacen gracia el famoso argumento del determinismo,
0:15:41 no me condenen, señor juez, porque yo, sin así, pasé el chorro.
0:15:44 Y bueno, yo dice, ¿de qué puedo hacer yo sin así, pasé el juez?
0:15:49 ¿Qué implica justiciar a los chorros?
0:15:52 Somos todos esclavos de nuestro destino.
0:15:55 El determinismo no es buen consejero, el albemólico.
0:16:00 Por más que en la ciencia impera el determinismo,
0:16:05 pero siempre contamos la paradoja del príncipe determinista, hemos tenido uno,
0:16:16 que decía que nadie muere en la víspera.
0:16:19 Entonces, bueno, lo peor que puede pasar, que un príncipe sea determinista, imagínense,
0:16:23 si todo está escrito para que poner barandas en los balcones,
0:16:29 para evitar que la gente se caiga, ¿te va a hacer caer igual o no te va a hacer caer?
0:16:33 Para que poner barreras en los pasos a nivel, para que mantenimiento de los aviones.
0:16:40 ¿Hospital?
0:16:44 Para que los médicos.
0:16:47 Eso es todo lo que tenía que decir de estas bandas de chorros.
0:16:51 Bueno, pero hay unas asociaciones interesantes a la hora de dedicar a Alejandro.
0:16:57 Me gustaría dedicar a dos chorros mitológicos, al conocido Hermes, que ya era chorro de chiquito.
0:17:07 El chiquito de bebé.
0:17:09 7-8 días ya era chorro.
0:17:11 Sí, señor, también al que a un chorro, al cual tenemos mucho que agradecerle,
0:17:15 digo, los seres humanos, ¿no, amigo, promete?
0:17:17 Sí, promete que le afanó el fuego a los dioses.
0:17:20 Sí, a un chorro que nos traiga tanto alguna anécdota de sus bolsillos al revés como el Alexander Mondey,
0:17:26 el ladrón sin destino, pero que es el roduán.
0:17:29 Tenía un pantalón con bolsillo al revés, pero cuando se colgaba cabeza abajo,
0:17:33 y entraba por el techo de algún lugar donde había un diamante custodiado por andar a saber qué alarma.
0:17:39 Bueno, a mi amigo el caco, ya que tiene un nombre y sí, mitológico de chorro.
0:17:44 Y a los dos chorros del arte que a mí más me gustan, que son el amigo Jean Valjean,
0:17:51 y aquel otro que cuando fuera muchos años después, interpelado, dijera, yo era el hombre de aquella noche.
0:17:58 Oh, y éste era...
0:18:00 Carlos Arguelle.
0:18:03 Julio Arguelle.
0:18:05 O sea, el amigo Carlos Arguelle.
0:18:07 El hijo de Carlos Arguelle.
0:18:09 Yo era el ladrón de aquella noche.
0:18:11 Yo era el hijo de Carlos Arguelle.
0:18:12 Bueno, y también estaba el buen ladrón.
0:18:14 El buen ladrón.
0:18:16 El único de quien sabemos positivamente que está en el paraíso.
0:18:21 Lo demás no sabe.
0:18:23 Lo demás muerto no sabemos si está en el infierno o el paraíso.
0:18:25 Pero ese venía con acomodo.
0:18:27 Esta noche estarás a mi lado, ¿no?
0:18:30 Bueno, eso son las dedicatorias.
0:18:32 ¿Qué se quedó para el ladrón?
0:18:34 Estando de acordarme el final del poema dos ladrones.
0:18:38 El lomfa.
0:18:39 El lomfa de Boedo.
0:18:41 Unos que hacían sonetos en lomfa.
0:18:49 Se cuenta la historia.
0:18:51 Y un diálogo de Jesús con el mal ladrón.
0:18:56 Que le dice...
0:18:58 ¡Sos el rey de los moyes!
0:19:00 ¡Descolgate!
0:19:02 ¡Sos el hijo de Dios!
0:19:04 Vení, salvate!
0:19:06 Jesús ni se mosqueó.
0:19:07 ¡Sos el hijo del buen chorro!
0:19:09 ¡Está te piola!
0:19:11 Que hoy marcharás conmigo al paraíso.
0:19:13 ¡Se le irán!
0:19:16 Me falta andar cheguizo.
0:19:21 Un día lo recitaré.
0:19:23 Hablando de la India, aquellos que estaban por asones de familia,
0:19:30 por asones de este carácter impenetrable,
0:19:32 de las castas y de los destinos en la India,
0:19:34 estaban, digo, condenados a ser chorros
0:19:37 y fueron incurable.
0:19:39 E incurable se llama este tango que vamos a escuchar hoy por Carlos Gardel,
0:19:43 que justamente esta vez habla de un chorro.
0:19:46 Fue compuesto para un chorro y habla de un chorro y no hay disimulo del letrista.
0:19:51 Como que la vez sí.
0:19:53 Es incurable y es incurable de puro chorro.
0:19:57 Adelante, don Carlos.
0:20:37 Mi amor, un raro, quiero ganar tu cariño
0:20:40 y llorar en lo común un niño que llena hacia el corazón.
0:20:45 Más pasada una semana
0:20:48 del solende curamento
0:20:52 supe el trento del acuento
0:20:55 que seguí con la patria
0:20:59 supe que la otra patria
0:21:02 marcha hacia el despertamento
0:21:06 por el que le apanace el veto
0:21:09 a un tal reconstitucion
0:21:13 Sólo no puedo querer este porqué la gente perdido
0:21:18 mi corazón está erido, ya no puedo sufrir más
0:21:21 pues la verdad que mi hijo de enamorada llevaba
0:21:25 rompió el velo que ocultaba tu vida de caña más
0:21:29 mataste mis ilusiones, olvidaste de mi nombre
0:21:32 tu sinos, tu piste, te dón, bella, no mereces perdón
0:21:36 por tu vídeo sin curabiles siempre vivirás en caña
0:21:40 serán su amante y hermana las recas de la perejilla
0:21:45 quiero dar tu recopimia
0:21:48 en tu toda fiamarcura
0:21:52 cuando piense por veredura
0:21:56 un minuto al mi dolor
0:21:58 reconozca este querido
0:22:02 que te dejó de constar
0:22:05 y que mi alma de solosaba
0:22:09 sufrió mucho por tu amor

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