Transcripción automática
0:00:00 Bueno, tenemos dos impostores hoy, eh. Así que vamos con el primero, ubiquémonos en Berlín en 1906.
0:00:09 Un zapatiro de 57 años llamado Bergen-Koyst vivía obsesionado por los uniformes militares.
0:00:19 La verdad es que, eh, era muy conocedor en la materia, durante 27 años había estado preso por varios delitos menores y se habían entretenido estudiando los uniformes militares.
0:00:35 Recién liberado de la cárcel, vio en una vidriera un uniforme de capitán que colgaba en una tienda de 30 de segunda mano, entró a la tienda, se probó el uniforme y se lo compró.
0:00:48 Parece que lo que ansiaba Bergen era un poco de respeto y algún dinero.
0:00:56 Entonces tramo algo. Lo primero que hizo fue un estudio minucioso de la milicia local, como marchaban, como saludaban, como daban las ordenes, como las recibían.
0:01:08 Después decidió hacer un ensayo. Había una feria de cerveceros en Berlín y este se puso el uniforme de capitán y fue.
0:01:19 Entró majestuosamente y en cada puesto los comerciantes lo saludaban, los soldados le hacían la venia, pero lo que lo halagó enormemente fue otra cosa.
0:01:32 Las ramas les dirigían miradas de esos ladros. Tímidas pero aprobatorias. Incluso esa misma tarde se consiguió una mente.
0:01:42 Bergen dio entonces los toques finales de su verdadero plan. Era una treta para aprovechar al máximo la admiración cruciana por la autoridad y al mismo tiempo para vengarse de los funcionales gubernamentales de El Kaiser, quienes se habían negado a darle su pasaporte y su carnet de identidad después de su periodo en la cárcel.
0:02:07 Un día Bergen se dirigió disfrazado con su uniforme de capitán a uno de los grandes cuarteles de Berlín.
0:02:15 Por ahí se cruzó con un caúl, cinco soldados que venían caminando hacia la puerta para entrar.
0:02:24 Bergen se dirigió al caúl y dijo, ¿a dónde lleva esos hombres?
0:02:30 El caúl dejó de vuelta al cuartel. Bueno, se quedaban conmigo porque tenía una misión para eso.
0:02:35 Y los tipos fueron. En el camino les ordenó a otros cuatro soldados que se vinieran al grupo y ya con diez hombres detrás de él, Béldar, viajó a Coppenic, un distrito ahí en la sacuela de Berlín como que un vasamicidio.
0:02:51 Al llegar así, alineó a la tropa y se encaminó directamente al Ayuntamiento, con los bien y atos que tenía.
0:03:03 Habló con el burgo maestre, el doctor Langerhaus, y le dijo que estaba arrestado.
0:03:12 Y le explicó que había sido enviado desde Berlín para investigar la desaparición de fondos municipales y que todos ospreisaban del burgo maestre, y que por eso lo detenía.
0:03:23 Después, Bielhahn fue a donde estaba el tesorero de Coppenic, también lo arrestó, dijo que quedaban confiscados los fondos.
0:03:32 El tesorero abrigó a las cacas fuertes y le entregó al capitán cinco mil marcos.
0:03:36 Más tarde, Bielhahn se puso en busca y en el Ayuntamiento, dio un pasaporte y un carnet de identidad en los cajones paés que no tenían, pero no encontró.
0:03:47 Después le ordenó al capitán de la policía que requisara por la fuerza varios carruajes de los lugareños ricos,
0:03:54 y hizo que metieran a todos los funcionarios municipales del pueblo en aquellos carruajes y que los enviaran para haberle arrestados y con escota armada.
0:04:03 Y así se hizo.
0:04:07 Llegaron a Berlín, se los entregaron a General Moltke, y al darse cuenta de lo absurdo de la situación, los despachó de vuelta.
0:04:15 También tomó la precaución de enviar una partida armada de regreso a Coppenic para arrestar al capitán, pero era demasiado tarde porque Bielhahn ya se las había tomado.
0:04:24 Al día siguiente, todos los periódicos hablaban de las proesas de un misterioso hombre que había burlado al ejército.
0:04:31 Bielhahn estaba encantado, estaba nos presidiendo una recompensa de 25 mil marcos por su cabeza.
0:04:40 Pero eso lo ponía muy contento este hombre, ¿no?
0:04:44 Tenía un fuerte cirostratismo, una ansia patológica de notoriedad.
0:04:52 Pero pasaban los días y nadie lo encontraba.
0:04:56 Entonces mandó una foto el mismo para ayudar a la policía.
0:05:02 Y a los 10 días lo arrestaron.
0:05:05 Le dieron 4 años de prisión, sin embargo no cumplió toda su condena porque el Kaiser, al enterarse de sus proesas, se dio a la simpatía pública y lo perdonó, después de 20 meses.
0:05:18 Finalmente, Bielhahn, fue abandonó la cárcel, convertido en una figura famosa y con todas sus ambiciones satisfechas, menos la de la guita porque la guita se la hicieron devolver.
0:05:34 Emigró a los Estados Unidos, participó de comedias musicales como actor.
0:05:40 Una viuda vino a cambiar su vida porque, cautivada por la gracia de sus actos, le concedió una pensión de por vida que le permitió retirarse cómodamente a Luxemburgo y él murió de viejo.
0:05:55 ¡Rodinario, Bielhahn!
0:05:57 Y ese es el primer impuesto.
0:06:02 El segundo está bien.
0:06:05 En 1921 se produjo un engaño en el edificio de la Real Marina Inglesa conocido como Weymouth.
0:06:17 El fin de la encostura no era otro que llevar a cabo una broma.
0:06:22 Aquí no había ansia de que salía.
0:06:29 Un noble filósofo, un miembro de la nobleza que también era filósofo, William de Berskowel, se hizo pasar por Herbert Schombel-Dethle
0:06:44 y pertenecer al Ministro de Asuntos Exteriores y mandó un telegrama de la Real Marina para programar la visita de un grupo de príncipes avisiños.
0:06:57 Los miembros de la Armada pidieron aceptar la llegada de los extranjeros y se dio paso al protocolo.
0:07:06 El 7 de febrero de 1923 cuatro personas, difrasadas con barbas y túnicas, tomaron trenes en la estación de Paddington, que fue de Londres.
0:07:19 Y después llegaron a Londres unas horas más tarde, los había vestido un experto en maquillaje teatral llamada William Jackson.
0:07:28 Bajo los difrases y caminos al edificio militar, iban cuatro amigos de William de Berskowel.
0:07:38 Y la pleta, Anthony Baxham, el artista Duncan Grant, la escritora Virginia Woods, aquí todos lo conocen, y el hermano de Virginia Adriano.
0:07:51 También iba Guy Ridley, el hijo de un juez, que iba en calidad de intérprete, ese estaba disfrutado de intérprete.
0:08:01 Los acompañaron también con, por supuesto, con el nombre de John Mondessley, el hombre del Ministerio de Asuntos Exteriores.
0:08:08 Y, claro, al edificio y la recepción fue mejor de lo que los impostores jamás hubieran sonado.
0:08:14 Un alfonga roja se tendía desde el tren hasta una plataforma y de allí hasta el vestígulo abierto de la estación.
0:08:22 Más allá, lo que era una guardia de honor, pasaron revistas.
0:08:26 Después llevaron a los príncipes al edificio de la Real Marina en un barco militar a través del támesis.
0:08:33 Mientras pasaban por la nave, repartían trastarjetas de presentación, impresas en un idioma inexistente, de luego.
0:08:41 Y hablaban en realidad latín con acento extraño.
0:08:44 Cada tanto decían vinga vinga, cuando le mostraban algo imponente.
0:08:51 El edificio de la Armada había sido adornado con bandera para la visita real.
0:08:56 En el escalón central tocaba la Orquesta Militar de Londres.
0:09:00 Virginia Woolf dijo más tarde que sobreactuaban a tal punto que no podían creer que no se quebrara la verosimilitud de sus frases.
0:09:10 A la tardecita solicitaron colchoñetas para rezar durante el ocaso y conferieron distinciones a vicinias a algunos de los oficiales de mayor rango, que las llevaron puestas durante largo tiempo.
0:09:26 Tres veces estuvieron a punto de ser descubriantes.
0:09:29 La primera vez cuando se les ofreció una cena principia a bordo de la nave que lo llevaba.
0:09:38 Y tuvieron que negarse.
0:09:43 Dijeron que las costumbres deliciosas de los príncipes les impedía comer o beber sobre el agua.
0:09:50 La verdad es que el maquilador Claxton les había advertido que si trataban de comer cualquier cosa, les iban a caer los falsos labios.
0:10:00 Después los impostores se asustaron cuando les presentaron a un oficial que era pariente de Virginia Woolf, pero no a la reconocida.
0:10:09 Y el tercer momento del pánico ocurrió cuando, a la tlesta, Claxton estornudó y la mitad de algunos subigotes salió volando.
0:10:18 Pero por suerte se lo pegó antes de que no hayas oído al dueño.
0:10:24 La visita terminó con fotografía para la prensa, saludos por Telegrama del Rey, Jorge V, y un tratado amistad que fue firmado entre el Principado de Avicínia y Londres.
0:10:36 Los príncipes se despidieron, recibieron una imitación de la corona británica carísima, y se las llevaron, varios escudos de protocolos.
0:10:48 Después de la despedida, reunidos en Londres y ya sin sus disfrazes, los impostores redactaron un pedido de perdón a la más alta jerarquía de la Real Madrid.
0:11:00 La vergüenza de los oficiales fue tal que se limitaron a cobrarles una multa de 4.000 libras por los gastos, y también les pidieron de vuelta los regalos.
0:11:12 Los impostores pagaron y así terminó aquella altura.
0:11:16 Pero ya, mi caso más sirve.
0:11:19 Ahorrillo, ¿sabes?
0:11:21 Y los tiempos en que se podían hacer esta broma.
0:11:27 Pero además, sí pongo que esta broma sirve en una medida en que están bien hechas.
0:11:42 Estoy pensando, me parece que la gracia está en burlarse de los poderosos.
0:11:49 Miren, solo que decir algo.
0:11:53 Cuando llegó al colegio, hay algunos romestras, aquí otra cosa va a un alcolegio secundario, sino hacer bromas de toda clase.
0:11:59 Alcarciparse en estas cosas, ¿no?
0:12:03 ¿Había algunos romestras interesantes, arriesgados?
0:12:09 No, solo hacían bromas por tierras graciosas, sino que sabían que si los descubrían, estaban poniendo un juego incluso, o años.
0:12:17 ¿Habían ponido partículas, alumnos regulares?
0:12:20 Cuando llegó la víspera de la finalización del año, y creo que del último año se trataba.
0:12:32 Se aflojó la disciplina, ya no se habían entregado los globolefines.
0:12:36 Entonces, algunos cobardes que no se habían atrevido jamás a abrir la boca en clase,
0:12:44 andaban por ahí en esta tirar cuepe, que ser versitos.
0:12:48 Claro, porque era gratis.
0:12:52 Y yo recuerdo la imagen de un compañero, que no nombró a él.
0:12:58 Y estaba parado contra una pareja un día, quizá lo último.
0:13:03 En que hordas de estudiantes llevaban en Andas a Collado al jefe de senadores, que era un tipo peligrosísimo.
0:13:10 Un tipo peligrosísimo, tenía muchísimo miedo, todo.
0:13:14 Pero ese día, como en todos, o casi todos, los llevaban en Andas a Collado y gritaban cosas, le goleaban tinte.
0:13:26 Y este estaba parado, ¿qué sé?
0:13:32 Y había tres o cuatro que estaban de lo más concernado.
0:13:36 Decía sí que era así.
0:13:38 Y nombró a él tres o cuatro.
0:13:41 Si lo hacen burlarnos, y tano y menjando, no observaban muy bueno.
0:13:48 La gracia estaba en el peligro.
0:13:51 La gracia estaba en burlarse de los que intentaban el poder y que podían ponerte en peligro.
0:14:00 De este mismo modo, creo que burlarse de transegúntes, cámaras ocultas con obreros, más alariados, a lo mejor no están divertidos.
0:14:11 Lo piola es divertirse con los que podrían enojarse y perjudicar.
0:14:24 Así que está bien, esto de todo modo.
0:14:27 Por ahí, mucho mejor que las bromas son otras cosas.
0:14:31 Así, mi amigo Antonio Carriso, dijo,
0:14:37 si en este momento lo dijo en el bufue de radio de Reo de la Vía, un día que estaban ahí todos muy disculpidos,
0:14:45 si en este momento entrar aquí, pongamos por caso, dijo, el más grande de los sabios vivientes.
0:14:55 A ser tantos años que sería guay.
0:15:01 Seguro que todos los que estamos aquí los cargaríamos.
0:15:06 Ya haríamos creer algo, ya haríamos comer un sanguche de mortadela, con un así muy picante dentro.
0:15:16 Ya haríamos creer que Carritos Reyes, el marajá del Capurtala,
0:15:21 le encajaríamos, dice, este paso de dotería, y nos burlaríamos durante un rato muchísimo.
0:15:31 Y después, claro, él seguía y seguía inventando, investigando y descubriendo asuntos prodiciosos,
0:15:43 y nosotros seguíamos aquí haciendo chile.
0:15:48 Es decir, ¿quién es el piobre?
0:15:52 El que carga al sabio y le encaja un cartel de hilo adentro de la empanada,
0:16:04 o el sabio que se va por su camino de gloria, digo el sabio y digo cualquiera.
0:16:10 La criatura de selección que se va rumbo a suvar, que rumbo a su ciencia, rumbo a su excelencia,
0:16:18 y nos deja nosotros que somos los piolas poniendo carteles de hilo adentro.
0:16:23 Así que por ahí no están más largos, pero nunca deben ser el centro de nuestra vida,
0:16:31 nunca deben constituir una profesión.
0:16:34 La profesión de bromista es patriarctica.
0:16:43 Bueno, a veces me gusta, Alejandro, porque no nos cae bien,
0:16:48 a veces nos acompaña en alguna fita en este programa.
0:16:54 Bueno, el compañero mío que estaba parado contra la taquera,
0:17:00 que no quiso participar de esas sacurnalias permitidas.
0:17:08 Usted se preguntará qué vamos a poner para ilustrar estas dos imposturas,
0:17:14 sustituciones, estas dos falsificaciones,
0:17:18 la de un capitán alemán primero y la de unos príncipes avisinos después.
0:17:23 Escucharemos la canción que se llama Moneda falsa,
0:17:29 no falsa moneda, moneda falsa, que pertenece al sitio del Badre Nipi Arnón,
0:17:34 que no al disco, y que canta Carina Biornegi y Ruth Ataglid.
0:17:39 Es una canción muy breve.
0:17:56 Moneda falsa, que pertenece al sitio del Badre Nipi Arnón,
0:18:01 para que no entiendan cuándo se curen y si
0:18:12 no se puede ver, no se puede ver.
0:18:17 Ya no soy la de ayer, ya no soy la de hoy,
0:18:28 soy una extraña para vos, soy una extraña para mí.
0:18:50 La voz del amor es del amor del cielo, el amor del pelo y su ilusión.
0:19:05 Nada es lo que parece ser, ni siquiera es la canción.
0:19:26 Ha cantado Carina Biornegi y Ruth Atagile Moneda falsa.
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