Transcripción automática
0:00:00 El aseo y la limpieza. Ah, sí, señor.
0:00:04 En temas como interferencia, es un tema interesante, particularmente para los niños reuniosos que escuchan este programa.
0:00:10 Algunos dirán, pero ya han hablado alguna vez del aseo.
0:00:16 Bueno, hoy hablaremos de la aseo en la historia, pero no como hemos hecho otras veces de la antigüedad clásica, de la armadía,
0:00:26 época sozó, que a las cuales hemos dicho mucho.
0:00:29 Hablamos de las prostitutas griegas que se tapaban, la cara con miel,
0:00:34 hablamos de Cleopatra que se dañaba el leche de burra, y se había escrito un tratado de belleza
0:00:41 sobre los hindúes y sus abluciones en estiércol, estiércol de vaca, para lavar el alma,
0:00:48 esto ya que no es el cuerpo. Pero bueno, también hablamos hasta de los orinos importados de España para verse los dientes.
0:00:55 Hoy hablaremos de lo que sucedió en el siglo XVII y XVIII.
0:01:01 Enferancia diferencia al resto de los países europeos, donde preferían el color en las mejillas,
0:01:10 trataba de conservar o aumentar la blancura de la piel.
0:01:17 Se usaban combinaciones extrañas a base de pizza, azufre, pepines y cal.
0:01:24 Las consecuencias eran terribles para el escracho.
0:01:29 Algunas mujeres no les ponían en la mezcla para ir a las fiestas cortesanas,
0:01:35 pero luego parece que tenían que guardarse por largas temporadas para recomponer el rocro
0:01:40 a causa de las quemaduras y la secedad sobrevenientes.
0:01:45 Por una noche de buen aspecto, o en todo caso lo que eso consideraba buen aspecto,
0:01:51 tenían que pasar de varios meses recomponiendo los desastres que se mejorcieron en la cara.
0:01:57 Existían, sin embargo, blanqueadores menos fuertes, menos nocivos, que se hacían con flores de agua,
0:02:03 con agua estilada de los líos, con jugo de limón, con aceite de talco,
0:02:09 leche original de la cual no se explica su procedencia.
0:02:19 Bueno, parece que todos estos ingredientes debían colocarse en un tarro,
0:02:23 taparse bien y enterrarse, no, la señora, en el tarro, o poner los bajos el sol de verano durante un mes.
0:02:33 Recién después funcionaba, o quizá lo hacía mal, pero funcionaba.
0:02:38 Si usaban también cremas de día, cremas de noche, en el siglo XVIII las cremas de diecis,
0:02:44 a la caben de Borte, en París, tenían mucho auge.
0:02:49 Hablían unos vendedores ambulantes un poco charlatanes que viajaban junto con los sacamuelas
0:02:54 y vendedores de Elixir.
0:02:57 Y parece que habían vendido una crema, llamada crema de jabón,
0:03:04 que tenía la siguiente instrucción, en el flasco, ¿no?
0:03:08 Tan perfecta para la piel, que es imposible darse cuenta de que la belleza que proporciona
0:03:13 en los años que quitan no viene de la naturaleza sino del arte de los divos.
0:03:17 Parece que eran tarro grandes.
0:03:20 El rey Luis Catorce, que era muy viejo, en ese caso, estaba hablando de 1708,
0:03:25 por eso digo el siglo XVIII al principio.
0:03:28 Bueno, parece que el viejo Luis se compró 500 frascos, ni uno menos.
0:03:34 Y todas las noches se surtía junto con los masajes que le daban una mena,
0:03:40 se surtía una buena dosis de un guento.
0:03:43 Y el nombre del producto proviene de los mitos clásicos.
0:03:47 Jabón era un héroe de la isla de Lesbos.
0:03:51 Era barquero, tenía un barquito para cruzar a la gente.
0:03:55 Y un día siendo ya bastante viejo, feo y pobre, ya me has dicho aquí que es preferible,
0:04:01 ser joven y rico que no viejo y pobre.
0:04:08 Se le presentó la diosa Afrodita, difraso de Anziana.
0:04:12 Jabón, ¿no?
0:04:14 Y le pidió que la cruzara con el botea hasta la costa cercana.
0:04:19 Y Jabón no le quiso cobrar el viaje a la vieja o a la supuesta vieja.
0:04:23 Entonces, en recompensa afrodita, le dio un frasco que contenía un extraño bálsamo,
0:04:29 con el que parece ser que iba a ser a todos los días.
0:04:32 Afrodita era, nada más, de la diosa y de la belleza, ¿no?
0:04:35 Jabón lo aceptó y un cuantito empezó a usarlo,
0:04:39 adquirió una extraordinaria belleza y se enamoraron de él todas las mujeres de la isla.
0:04:45 Especialmente se enamoró del jajo de Lejos.
0:04:48 Miren qué cosa rara, ¿no?
0:04:50 Nada menos que el jajo.
0:04:51 Digo, qué cosa rara porque el jajo es famosa por haber sido la inventora del amor entre mujeres.
0:04:58 Claro, ahí se hizo un nombre del lejualismo, ¿no?
0:05:01 Bueno, jajo se le incinó a Jabón, pero Jabón no le dio bolís.
0:05:07 Y entonces, mitad por el despenso, jajos se tiró desde el acantilado de Léncade,
0:05:13 en el cual hemos hablado en algún libro.
0:05:16 ¿Y qué es lo que hacemos todos nosotros cuando alguien nos da bolísia?
0:05:21 Nos precipitamos al mar desde el acantilado de Léncade.
0:05:24 Ya me conocen a mí en Léncade.
0:05:26 Cuando nos vení para la cancillería.
0:05:28 Prácticamente todas las semanas, la calculen.
0:05:30 Cada vez que alguien nos da bolísia.
0:05:34 Entonces ya no me hago nada por si ha achirido la experiencia de un clavalista de acafulco.
0:05:41 Al principio me moría redondamente, pero ahora casi es una sambujera de placer.
0:05:46 Ya me la de olímpica.
0:05:48 Cuando tengo un poco de calor me hago abandonar por alguna mena.
0:05:51 Me precipito desde el acantilado de Léncade.
0:05:54 Ahora vengo precisamente de así.
0:05:57 A final del siglo XVIII, todas las preciosas de París
0:06:01 se untaban la jeta con esos cuentos mencionados
0:06:05 y la crema de favor para ver qué pasaba.
0:06:08 Otra moda curiosa, entranciaron los lunares artificiales.
0:06:13 Las minas se acostumbraron a comprarse un lunar
0:06:17 y se lo ponían en la cara.
0:06:20 Se colocaban en puntos diversos de la cara.
0:06:24 Entonces había un lenguaje particular en lugar de la cara en donde se pusiera el lunar.
0:06:29 Como el abanico entre las dames españolas en siglo XIX.
0:06:33 En las dames españolas tenían un código
0:06:37 que significaba conforme la forma que tuvieran de tomar el abanico.
0:06:43 Si lo abrían o se lo ponían frente a la cara.
0:06:48 Hay un código de los lunares.
0:06:51 La mujer que se ponía un lunar debajo del ojo izquierdo
0:06:54 es la que estaba comprometida.
0:06:57 Que lo hacía al costado derecho de la boca,
0:07:01 que buscaban, obviamente.
0:07:03 Las casas se ponían un lunar en el mentón de así.
0:07:09 Las quebradas fragulentas en el entrecejo.
0:07:12 Hay miles de posibilidades para inirles de situaciones.
0:07:16 Puede ser señalada por un lunar.
0:07:20 Ne hablemos si los lunares son dos o tres.
0:07:23 Ya se ha llegado el caso y puede hasta hacer una especie de alfabeto morse de los lunares.
0:07:28 Pero en la moda llegó hasta tal punto
0:07:31 que las mujeres se dibujaban hasta ocho o nueve lunares en la cara.
0:07:35 Había un célebre predicador armacidón
0:07:39 que producción de la cor consermó muy encendido en contra de los lunares.
0:07:46 Cermón que terminó diciendo
0:07:48 lo único que fue antes que se pongan lunares en la pechuga.
0:07:52 Al otro día varias ramas
0:07:54 llevaban lunares allí mismo donde había visto el predicador.
0:07:58 Y los llamaban justamente lunares de Macillón.
0:08:02 Qué lindo lunares de Macillón que tiene usted, señora Marquesa,
0:08:06 allí donde le dije,
0:08:08 es el paso de esta lata.
0:08:11 A Luis XIV les gustaban las rubias.
0:08:14 Ya hemos hablado tantas veces de Luis
0:08:17 y de su famoso amante,
0:08:19 en una de sus famosos amantes,
0:08:21 13 de la más famosa de todas,
0:08:23 Marán de Montepan,
0:08:25 Morena de la Moroza,
0:08:27 hizo toda clase de maniobras
0:08:31 para que el cabello le gustara a Luis.
0:08:34 Entonces se lo tenía o se cambiaba el color como podía
0:08:37 y para eso recurrió a la famosa bruja, la boasón,
0:08:40 que fue aquella que le fabricó también unos cintros de amor
0:08:43 para el rey,
0:08:45 pero que casi terminan con la vida de Luis XIV.
0:08:48 El caso es que Madame de Montepan se ponía en la cabeza cualquier cosa,
0:08:53 ácidos, frutas, orines,
0:08:56 y así durante mucho tiempo llevaba un color más o menos clarista
0:09:00 que quiere que le diga.
0:09:02 Había en aquel entonces también rolón de pilatorios
0:09:05 para suprimir los llamados pelos superfluos.
0:09:09 Dijo de Japón.
0:09:14 Estos de pilatorios tenían una receta un poco pintoré.
0:09:18 Había que usar las cáscaras de 50 o 60 huevos,
0:09:21 bien pulverizadas,
0:09:23 mezcladas de culpeón con excrementos de gato
0:09:26 reducidos a polvo,
0:09:29 aquí verlo, sí.
0:09:32 Y todo mezclado con vinagre fuerte.
0:09:34 Con eso había que untarse, se decía,
0:09:37 aquellos lugares que uno quisiera depilar.
0:09:42 Luis XIII, el hijo de Enrique Cuarto,
0:09:46 fue el que estableció la moda de la peluca para hombres.
0:09:50 Parece que se había quedado pelado, muy joven,
0:09:53 y entonces se puso una peluca de esa que tuvieron de moda
0:09:57 después hasta la revolución francesa.
0:10:00 En un principio de las pelucas conservaban el color natural,
0:10:03 rubio, moreno o blanco para los canosos.
0:10:06 Las pelucas canosos eran difíciles de conseguir,
0:10:09 porque había pocos canosos que quisieran vender su pelo.
0:10:13 Cuando uno llegaba a canoso ya era pudiente.
0:10:19 Entonces tendrían el uso de empolvar la peluca para hacer la canosa.
0:10:27 También las muchachas tenían mucha preocupación,
0:10:30 disculpen ustedes, no, por sus senos.
0:10:33 ¿Por mí?
0:10:35 No, no, por los senos deachta.
0:10:40 Es una preocupación compartida, pero a uno de nosotros.
0:10:44 La cerebrigada nombrada, Boasén,
0:10:47 vendía productos destinados a proporcionar mágicamente
0:10:52 un aumento de tamaño de esas regiones.
0:10:56 Sin embargo, parece que las recetas no daban ninguna preocupación
0:10:59 en una carta.
0:11:01 En una carta, a una amiga, la de Montespan le escribió,
0:11:06 profunda es mi queja y mi tristeza,
0:11:10 cuanto más pronto menos sale.
0:11:12 Hablemos de la suciedad, que era normal en los palacios,
0:11:17 donde los cortesanos hacían sus necesidades
0:11:21 ahí donde ponían, donde podían,
0:11:24 y también donde ponían para que llegaron.
0:11:27 Y los baños no abundaban, si el que se cuenta.
0:11:32 Los burguesos argentinos gustan de contar que en Versalles
0:11:35 no había baño, como si uno fuera al palacio de Versalles
0:11:39 hacer sus necesidades.
0:11:41 Claro, andalo ahora de la quina.
0:11:43 Andalo de la quina, si que bien.
0:11:46 Y ahí está Fernando de Nápoles,
0:11:49 que parece que tenía la costumbre de usar sus hijas de trete
0:11:54 delante de los cortesanos, era una costumbre.
0:11:58 Pero Fernando de Nápoles hacía que su esposa
0:12:02 tocara el arpa con los músicos,
0:12:04 mientras él usaba sus hijas de trete.
0:12:07 Socaría mal, me imagino.
0:12:13 ¿Cómo toca su esposa, Mellon?
0:12:16 Diríginos que male.
0:12:18 Con respecto a los perfumes,
0:12:20 se aplicaba en forma muy especial,
0:12:22 como no había vaporizadores,
0:12:24 para perfumar un ambiente grande,
0:12:26 llamaban a una criada,
0:12:28 le llenaban la boca perfumes,
0:12:30 y estas criadas desarrollaron una técnica interlabial,
0:12:35 o intervental,
0:12:37 para desparramar del modo más democrático.
0:12:40 El agua de olor.
0:12:42 No había vaporizador, si que...
0:12:49 También era muy usado los pañoros percumados,
0:12:52 que la gente se llevaba a la nariz,
0:12:55 cuando la pestilencia de algún foro
0:12:57 alcanzaba un carácter inaguantable.
0:13:00 María de Mellis, que era la esposa de Enrique IV,
0:13:04 tenía una colección de pañoros percumados muy vastas.
0:13:07 Los usaba en los aposentos de su marido,
0:13:09 Enrique IV de Francia, que era un buen rey,
0:13:12 pero tenía un mal olor verdaderamente principé.
0:13:17 Las crónicas, dicen,
0:13:19 debajo de las ceras y los encajes,
0:13:21 señoreaba la roña.
0:13:24 Bueno, Catalina de Mellis,
0:13:29 que no era María de Mellis,
0:13:31 era bastante anterior,
0:13:33 pero lo conoció Enrique IV también.
0:13:35 Catalina de Mellis fue suegra en Enrique IV.
0:13:39 La primera mujer de Enrique IV
0:13:41 fue la hija de Catalina de Mellis,
0:13:44 Margot de Marguá.
0:13:48 Después Enrique se separó de Margot
0:13:50 y se pasó con María de Mellis,
0:13:52 que ella, María Florez, era de la misma calímica de Catalina,
0:13:55 y va con ella.
0:13:57 Bueno, Catalina tenía muchos amigos percumusos.
0:14:02 Tiene paso, solían hacer una contribución gratuita,
0:14:05 la política del rey,
0:14:07 y no remelando algunas personas.
0:14:10 Otra consideración esta la hace voltar.
0:14:14 El casamiento en Oriente
0:14:17 era la época de la vida
0:14:19 en que el hombre dejaba de afectarse.
0:14:22 Se dejaba la barba,
0:14:23 incluso para denotar su condición de hombre mayor.
0:14:26 En Europa, la barbaική ha seen varias modas.
0:14:30 La mayoría de los cortesanos usaban la barba
0:14:33 según el corte del rey,
0:14:35 durante el Grinado y los 14 se usó la barba descuivada.
0:14:40 Es muy difícil cuidar de que nuestra barba luzca descuidad.
0:14:45 Es casi como conseguir una prosa espontánea.
0:14:49 Perquirir una página de prosa espontánea hay que estar un mes escribiendo.
0:14:53 Bueno, en la época de Luis XIII se llevaba la barba corta, terminada en punta.
0:14:57 Henry IV lo estaba cuadrada. Carlos V de España, Carlos I de España, Carlos V del Imperio.
0:15:06 Julio II el Papa, Francisco I de Francia, pusieron de moda los cortes de barba larga y peinada.
0:15:13 Un último retraso.
0:15:16 Al día por 1770 apareció el cepillo de dientes en Inglaterra.
0:15:21 So, inventor Ealdon Ailes, que era un señor que estaba encerrado en una cerda de la prisión de Newgate por Dictorios V.
0:15:31 Se puso a pensar en que si iban a dar la vida cuando lo largaran.
0:15:35 Y una mañana cuando se lavarse la cara, empezó a lavarse los dientes.
0:15:39 Lo hizo como todo el mundo en aquella tiempo por un trapo.
0:15:43 Agarró un trapo y se lavará los dientes.
0:15:47 ¿Cómo se lava uno los dientes cuando no tiene cepillo?
0:15:54 Tal vez porque ya tenemos incorporada la idea del cepillo.
0:15:58 Y lo más parecido de cepillo de dientes es un dedo, más que un trapo.
0:16:02 Un dedo peludo que había mejorado.
0:16:08 Pero el sistema del imprimero se con un trapo era muy antiguo.
0:16:11 Y a mí me estaba feliz que había aconsejado a su discípulo, Alejandro Macedonia, que se limpiará con telas blancas.
0:16:18 Pero bueno, John Ailes estaba utilizando este trapo.
0:16:25 Algo me lo ponía un poquito de yeso para que respara la romita.
0:16:30 Y este muchacho tuvo una idea.
0:16:33 Se paró un hueso de la carne que le habían servido, le hizo unos pequeños agujeros,
0:16:38 y las cerdas duras a través de un guardia de la prisión metió estas cerdas en los agujeros, a presión,
0:16:46 y construyó el cepillo de dientes.
0:16:49 Cuando los soltaron se dedicó al negocio de la fabricación de este invento y el éxito fue inmediato.
0:16:55 Se hizo un millonario.
0:16:58 Y a los pocos años, su cepillo de hueso y cerdas estaban todos los hogares de Europa.
0:17:04 Y no impidió las infecciones ni la caída de los dientes porque faltaba todavía mucho para la invención de la pasta dentífrica.
0:17:13 Uno se lavaba los dientes con cepillo pero sin nada.
0:17:17 A lo sumo, tomó cari un poco, con un poquito de agüita o salivita.
0:17:24 Pero el cepillo de dientes sin pasta dentífrica es como limpiarse el cutis sin haberse maquillado.
0:17:33 Este es el informe acerca de algunas costumbres islánicas y cosméticas de Europa del siglo XVII y XVII.
0:17:41 ¿A quién dedicaron estas pequeñas informaciones?
0:17:45 Bueno, al amigo Jean-Élion está mal, dio buenos inventos, era a favor.
0:17:50 Y me gusta a esas personas alejando que se siguen preocupando todo el tiempo por verse mejor.
0:17:57 No me parece una familia, pero para estar uno con el otro, no?
0:18:05 Está bien, entonces yo le dedicaré a esto.
0:18:08 A Luis XIV se compró 500 frases cremas.
0:18:11 Al pobre Enrique IV, cuya esposa estaba corta nada por el dolor de su habitación.
0:18:17 A Marán de Montespán se tenía el pelo andara con esquema.
0:18:21 Es un saco, un saco de lejos.
0:18:27 Hemos buscado tango para el ultra resto.
0:18:32 No hay tangos de limpiarse, no hay.
0:18:36 Tu pasta dentífrica.
0:18:45 Me elongan el desodorante.
0:18:49 Aquí el cepillo de bien.
0:18:51 Aquí el cepillo de bien.
0:18:55 Me llena la mente, pero si no ahora, es perfuma de mujer, que es un bello tango.
0:19:01 Un lindo tango, pero no.
0:19:03 Hemos tenido que recurrir a don Miguel de Molina, que va a cantar Agüita del Cere.
0:19:09 Agüita del Cere tiene mucha relación con la higiene.
0:19:13 Es más altera de la higiene.
0:19:16 Es que la higiene es hecha con calles de Cere, con excremento de edad, todo eso.
0:19:22 Si no el agua, el Agüita.
0:19:25 El Agüita no está mal.
0:19:27 Y Afriné aquella corcesana griega,
0:19:32 cuya virtuos hicieran presentarse a cara navada.
0:19:38 Así que Afriné también.
0:19:42 Y lo echaremos entonces a don Miguel de Molina, en esta versión que se llama Agüita de Cere.
0:20:21 Y el velero piensan la tumba.
0:20:26 Y si quiero olvidarte mi momento tan pronto, te alejaste por lo que hará.
0:20:32 Si sabe por qué esperar, mi hijo de él me lo explica.
0:20:38 Y es que a un sorbo te ateni, de la gloria te ateni.
0:20:45 Y al menos el elucir, ya le crees de lucha que la dulca lentecha,
0:20:50 y amarguita puede suelir y les falta boluca para dejarla de bebé.
0:20:57 Que toco toco de nori, un bebé no para niña.
0:21:03 En tu lado no vení, en la rica de lucha.
0:21:11 Que te dejen de irse, mi gente, que capaz de mi corazón.
0:21:16 Si sabéspera en luz de noí te y de mi flor, resperdúme el color.
0:21:22 Cuando salga la cantela del frío, y cuando el milio no toque en abril.
0:21:32 Y se te dejen los mares de mi, de esta cara en polvo, en morguita de grito.
0:21:38 Me irás y te mires, y me besas y te desces.
0:21:44 Y es que a un sorbo te ateni, de la gloria te ateni.
0:21:51 Y al menos el elucir, ya le crees de lucha que la dulca lentecha,
0:21:57 y amarguita puede suelir y les falta boluca para dejarla de bebé.
0:22:04 Que toco toco de nori, un bebé no para niña.
0:22:09 En tu lado no vení, en la rica de lucha.
0:22:27 Era dulce de pesca y amarguita fue destruida y me falta boluca para dejarla de bebé.
0:22:35 Que toco toco de nori, un bebé no para niña.
0:22:40 En tu lado no vení, en la rica de lucha.
0:22:46 Hemos escuchado a Miguel de Molila interpretando Agüita de Vigiela.
0:22:57 Subtítulos por Miguel de Molila
No hay comentarios. ¡Podés ser el primero en comentar!