Transcripción automática
0:00:00 Continuamos, la venganza será terrible.
0:00:06 Bajo el cielo de París estamos aquí en el auditorio del Río del Plata, E.B. 30, Gorriti 5, Hueve 6, Tresos Ruta.
0:00:12 Sí, señor, mañana estaremos en Lomas de Zamora, en el teatro municipal de Lomas de Zamora.
0:00:16 Atención al Loma de la Mija.
0:00:17 A las 9 de la noche, ahí en Manuel Castro, 2262, y aquí la gente está tomando mate de Conyerba Amanda.
0:00:23 ¿Lo están compartiendo o no?
0:00:24 No, está de antes, no.
0:00:26 Sí, señor, vale cambiarse de mesa, pasarse el mate.
0:00:33 ¡Ojo, igual a la gente!
0:00:44 Te recuerdo Amanda, claro, si no estás tan bien.
0:00:46 Hablaremos hoy del Conde d'Orsay.
0:00:50 Es un personaje que tuvo una gran importancia en la vida del emperador Luis Napoleón, cuando todavía no lo era.
0:01:03 Algunos llegan a decir que si no fuera por este hombre, el segundo imperio no hubiera existido.
0:01:09 Alfred Orsay había llegado a Londres en el año 1821, y así lo encontramos.
0:01:17 Tenía 20 años, había nacido en París, pero aterrizó el Londres en 1821, y tenía fama de elegante.
0:01:28 Algunos copiaban sus peinados, sus chalecos, sus corbatas, incluso su forma de sonreír, porque se había hecho famoso justamente por su elegancia.
0:01:40 Enseguida, lo empezaron a invitar a los salones, la aristocracia de Londres quiso apropiárselo, y un día lo invitaron al salón más paquete de la ciudad, que era el de Lord and Lady Blesenthal.
0:01:57 Alfred Orsay, con su cabecera risada, estatura de atleta, elegancia exquisita, causó gran impresión entre las damas presentes.
0:02:13 Pero la más impresionada fue la dueña de casa Lady Blesenthal, que se llamaba Margaret.
0:02:20 Tenía 30 años y estaba en todo el esplendor de su belleza.
0:02:24 Y entre otras cosas, el marido la aburría, parece que Lord Blesenthal era un plomo.
0:02:31 Entonces se enamoró enseguida, ella de él y él de ella.
0:02:40 En el caso de este hombre, del amigo Dolce, era la primera vez que se enamoraba en su vida.
0:02:47 Pero no se convirtió inmediatamente en amante Lady Blesenthal, porque tenía miedo de que un adulterio perjudicase su imagen.
0:02:57 Así era de...
0:03:00 ¿Mildendroso?
0:03:02 Sí, sí, de Tilinga.
0:03:05 Sí, el tipo, ¿no?
0:03:08 Entonces, además había llegado a Londres para competir con el rey de los Dandis, que estaba de moda en Londres en aquel momento,
0:03:17 George Brummel, de quien hemos hablado aquí alguna vez, Bob Brummel, ¿no?
0:03:23 Amante amigos, vicipe de Gales, que después incurrió en su desagrado, y eso le varió su decadencia.
0:03:32 Cada tanto, no, en la película por televisión, en la película donde trabaja Stuart Granger.
0:03:36 Sí, en la película de Bob Brummel, el más famoso de todos los Dandis.
0:03:41 Bueno, Alfredor C. quería competir con él, entonces no quería andar en un lío, y no anduvo con Lady Blesenthal, al menos por el momento.
0:03:53 Pero sí se ocupó de otras cosas.
0:03:56 Por ejemplo, le pasaba a sus trajes nuevos papel de lija para que el tejido pareciera una nube,
0:04:01 llevaba guantes finos y estrechos que le quedaban ajustados, como si fuese en una muselina húmeda,
0:04:08 tanto que se apreciaba el contorno de las uñas.
0:04:13 Él examinaba 14 corvatas antes de ponerse una, tenía una colección de 600 bastones,
0:04:19 saludaba a los mujeres solo con una inclinación de cabeza para no estropear la perfecta inclinación de su sombrero.
0:04:27 Bueno, Alfredo siguió visitando a Lady Blesenthal, y mientras tanto impuso su estilo en Londres, tal como lo había hecho en París.
0:04:36 Todas sus fantasías, incluso las involuntarias, creaban una moda.
0:04:43 Cualquier cosa que le sucedía producía una locura general.
0:04:48 Un día de lluvia le compró para volver a su casa un capote, un marino, una capa muy grosera,
0:04:57 y ese tipo de capas fue adoptado inmediatamente por todos los elegantes, y así se inventó el paleto.
0:05:07 Alfredo estaba a punto de sucumbir frente a los encantos de Lady Blesenthal,
0:05:12 cuando una carta de Francia le advirtió que su padre le había conseguido una plaza de oficial en un regimiento.
0:05:19 Entonces se desplidió de los Blesenthal y se fue a ocupar su puesto en el ejercito de Francia.
0:05:25 A los tres meses Margaret Blesenthal apareció en Francia junto con su marido, el aburrido Blesenthal.
0:05:33 Parece que no había soportado la distancia.
0:05:38 Y lo invitaron los dos, Alfredo a hacer un viaje por Italia.
0:05:42 Entonces Alfredo abandonó el ejercito y se fue junto al matrimonio, y allí fueron a Genova y así a Isi.
0:05:53 Después de mucho traginar se convirtió en el amante de Lady Blesenthal.
0:05:58 Cualquiera de nosotros aquí lo hubiera hecho antes, diría alguno.
0:06:03 Porque veo aquí...
0:06:05 Si me hubiera pasado a mí otro gallo le cantara al doctor Alejabe.
0:06:11 No llegabas a Victoria Station, no llegabas.
0:06:13 Muy bien. Lord Blesenthal no se enteró. Incluso solía decirle a su esposa,
0:06:18 el cambio de aire os va muy bien. Nunca había hice estado tan hermosa.
0:06:24 Y en realidad no era el aire lo que había cambiado.
0:06:27 Y Alfredo escuchaba y hacía que sí con la cabeza.
0:06:31 Parece que en Genova el trío se encontró con otro célebre dandy, nuestro amigo el poeta Lord Byron,
0:06:37 que cuando vio como estaban las cosas, resolvió no tratar de levantarse a Lady Blesenthal y se las tomó.
0:06:46 Un día el señor Blesenthal llamó al Conde y le hizo una propuesta.
0:06:52 Le dijo, tengo una hija de mi primer matrimonio, Javiote.
0:06:58 Le pienso llegar la mitad de mi fortuna. ¿Por qué no se casa con esa?
0:07:08 Sí, sí, sí, un entregador.
0:07:10 Bueno, fue nada.
0:07:11 Y Alfredo, muy contrariado, le pidió un tiempo para pensar.
0:07:14 Al rato apareció Lady Blesenthal y le dijo, mirá, ese fue yo la de la idea.
0:07:23 ¿Vos te casás con la hija de este desgracia?
0:07:26 Que es la hija de otro matrimonio.
0:07:28 Y yo te voy a tener muy cerca siempre.
0:07:31 Y además le podemos sacar la fortuna, este tipo le podemos sacar.
0:07:35 Y entonces se casó.
0:07:37 Se casó Alfredo Orsay con la hija astra de su amante.
0:07:41 El matrimonio se celebró en Nápoles en diciembre de 1827
0:07:47 y cada noche Alfredo Orsay repartía sus horas entre la suegra y la esposa.
0:07:57 En 1829 llegaron a París.
0:07:59 Se instalaron ahí en un hotel de la orilla izquierda del Sena.
0:08:05 Ya sí, a casi siete años que Lady Blesenthal era la querida del cond de Alfredo
0:08:13 y el viejo lord, el marido, el pobre Lord Blesenthal, seguía sin saber nada.
0:08:18 Y un día Alfredo decidió confesable todo al Lord Blesenthal.
0:08:25 Le dijo, mire Lord Blesenthal, no sé cómo lo va a tomar,
0:08:29 pero yo estoy demostrándole mi estimación a su mujer desde hace siete años.
0:08:37 Tanto como su hija.
0:08:40 Y Blesenthal, no es que casi se muere, se murió.
0:08:45 Tipos, sí.
0:08:47 Tuve un ataque de apoplegía y se murió.
0:08:50 Redondamente, nada de metáforas.
0:08:53 El tipo le dijo, vea, ando con su mujer, así, se murió.
0:08:58 Ahora bien, Alfred, la chiquita, la esposa, tampoco sabía que el marido andaba con su madre astra.
0:09:06 Por un tiempo se quedaron los tres ahí.
0:09:08 Pero una noche, esta muchachita, Alfred, se sintió un poco mareada,
0:09:13 se levantó de la catrera y se le ocurrió ir a pedirle ayuda a la madre astra.
0:09:18 Y la encontró, durmiendo, apolillando, muy abrazada, a su marido, con una pata en sí en la calle.
0:09:26 No es lo que vos te maté, ya.
0:09:28 Bueno, entonces, enojo, si llevó su ropa, sus joyas, pero además,
0:09:32 si llevó también todos los títulos de propiedad que había heredado.
0:09:35 Así que quedaron Lady Bledshamtown y Alfredo en la más completa ruina.
0:09:40 Bueno, ante una emergencia como esa, Alfredo se puso a trabajar y ella también.
0:09:46 Ella escribió libros de belleza y Alfredo dibujó, pintó y esculpió.
0:09:51 Sus obras eran una porquería, pero todo el mundo se las diputaba.
0:09:55 Todos continuaban copiando sus trajes, sus modales, etcétera.
0:10:00 Una noche se encontró con un negociante de telas medio arruinado que le pidió su ayuda.
0:10:05 Y entonces, Dorcero dijo, dentro de 15 días todo el mundo usará trajes hechos con sus telas.
0:10:13 Y el cóndio se usó durante una hora un traje hecho con la tela más rústica del lugar
0:10:18 y 15 días después, todos los giles compraban las telas que venía aquel hombre
0:10:22 y usaban los trajes espantosos que se habían puesto de moda.
0:10:26 Alfredo se divertía con la invesibilidad de sus admiradores,
0:10:29 pero también se servía de ella naturalmente, ¿no?
0:10:35 Un día tuvo un problema.
0:10:37 Se había tomado unos vinos, pasó un tipo que tenía orejas grandes.
0:10:43 Y Alfredo, con esa elegancia que lo caracterizaba, dijo,
0:10:49 semejantes orejas sólo pueden servir para recibir un pistoletazo.
0:10:56 Y el tipo se dio vuelta y le dijo,
0:10:59 mañana te voy a mandar mi padre, ¿no?
0:11:02 Y al día siguiente Alfredo se levantó, me dio curda todavía con la boca pastosa,
0:11:06 se acordó del duelo.
0:11:09 Y se dio cuenta de que totalmente borracho había provocado el mejor tirador del hombre.
0:11:14 Entonces, el esperado tuvo una idea genial.
0:11:17 A través de un amigo le dijo al famoso tirador lo siguiente,
0:11:21 el conde continúa decidido enfrentaros con las armas.
0:11:26 Pero ¿os exponéis una muerte segura?
0:11:29 Pues después del duelo va a ser un símbolo de elegancia a batirse con vos.
0:11:33 Todo el mundo provocará y a pesar de vuestra destrella,
0:11:37 más tarde o más temprano moriréis.
0:11:39 Entonces el duelo no se hizo, el máquina se hizo.
0:11:43 ¿Y eso pasaba en el oeste americano?
0:11:46 Y así en el año 1840 el condedor se encontró con Luis Napoléon,
0:11:51 que se había escapado del fuerte de Ham,
0:11:55 sabía que estaba medio perdido en Londres,
0:11:59 le ofreció su ayuda y el príncipe, Luis Napoléon,
0:12:03 le explicó que tenía poco dinero, pocas relaciones,
0:12:06 pero muchos deseos de distraerse antes de preparar un golpe de estado.
0:12:11 Y había estado seis años presos,
0:12:13 si bien tenía algunas aventuras galantes en La Ghana,
0:12:17 que hemos contado aquí también, pero estaba con ganas de divertirse,
0:12:21 y este muchacho Alfredo organizó viladas con muchachas de moral distraída.
0:12:26 ¿Cómo me gusta la distraída?
0:12:29 Se les distrae la moral, y durante la distracción de su moral nos divertimos muchísimo.
0:12:36 Bueno, durante varios meses el conde le consiguió al príncipe muchas diversiones,
0:12:42 y después tuvo que volver a su trabajo de pintura y escultura,
0:12:46 porque se estaba gastando mucho ahí.
0:12:48 Un día entre dibujo y dibujo le hizo a Luis Napoléon un último favor.
0:12:53 Le presentó a una señorita llamada Elizabeth Howard,
0:12:57 más conocida como Miss Howard, era hermosa, tenía 23 años,
0:13:01 y fue ella quien, con sus ideas de propaganda,
0:13:06 y con su dinero y sus esfuerzos, hizo que Luis Napoléon llegara al poder.
0:13:12 Por eso se dice que gracias a Alfredo Orsay, Luis Napoléon se hizo con el poder.
0:13:18 Pero las cosas no fueron bien para el pobre Orsay.
0:13:25 Luis Napoléon se convirtió en emperador,
0:13:29 pero no se casó con Miss Howard, que era su gubernefactora,
0:13:32 sino con el genio de Montijo, como bien sabemos.
0:13:35 Miss Howard murió sola y enferma,
0:13:38 y sabe quien murió también, la pobre Margaret Bleson, allá por el año 1852.
0:13:46 Y Alfredo Orsay, viendo como estaban las cosas, se murió también.
0:13:54 En realidad parece que nunca pudo consolarse de la muerte de aquella mujer,
0:13:59 que fue la única que amonzó.
0:14:03 Qué extraordinario. Finalmente el tipo amó a una sola mujer en su vida.
0:14:09 El tipo que era el frío, lo que nosotros queríamos...
0:14:12 Sí, los vivos.
0:14:13 Los vívulos, los príncipes de la profundidad, que estamos acá, de Osmea.
0:14:20 Bueno, es cierto que era un hombre más enamorado de su propia elegancia,
0:14:24 que de las mujeres, pero me cayó simpático.
0:14:30 Es un personaje simpático.
0:14:32 Aquí un frío de Carlos de Cismín, me pareció muy bien que se casara con la hijastra de su amante
0:14:39 para tenerla ser, que es un gesto de amor.
0:14:41 Es un gesto paternal, de cariño y de familiares.
0:14:44 Yo haría eso también.
0:14:46 Y si a mamí lo proponen, porque tuvo suerte este el día del vuelo, tenía bien hasta ahí.
0:14:51 Pero sabe que sobre el final de su relato, Alejandro,
0:14:53 si toda alguien que nos permite extender la dedicatoria hasta las aguas del río de la Plata,
0:14:58 porque Eugenia de Montijo, la esposa de Napoleón,
0:15:01 fue a mantener a menos que de nuestro general, Lucio Mancilla Padre,
0:15:06 que a su vez, en Buenos Aires, se casó con la que era la muchacha más bella de la aldea,
0:15:11 y por eso nació nuestro querido amigo, Lucio de Mancilla.
0:15:16 A Eugenia de Montijo, que supo tener una mante argentino,
0:15:18 antes de que los argentinos se pusieran de modo en París.
0:15:21 Es casi seguro, Alejandro.
0:15:24 Yo la he visto.
0:15:27 Un malarmé también.
0:15:30 Tuvo algo o compró, pero malarmé.
0:15:36 Sí, sí, pero no está mal la elección igual.
0:15:38 Claro, él estaba enamorado de ella cuando era una jovencita.
0:15:42 Igual no fue una buena elección, la que hizo el matrimonio.
0:15:44 En esa época, esta institución que usted contaba,
0:15:47 tenía un antecedente no oblíbal.
0:15:49 Fíjese que hubo un momento hacia final en el 18
0:15:51 que lo que ponía de moda una prenda, era una novela.
0:15:54 El primer vécela de Occidente,
0:15:56 fue las penas del joven Várcara, de nuestro amigo Guete.
0:15:58 Y después se vendieron todas las chaquetas azules
0:16:00 y todos los panamelos amarillos, como se vieron todos.
0:16:02 Sí, que eso la gente empezó a suficidarse.
0:16:04 Suficidarse, sí, pero no hay drama.
0:16:06 La indignación de Guete, que decía cómo...
0:16:09 No te vieron la novela.
0:16:11 Si no entendieron así, no es la cosa de cierto tipo.
0:16:14 Que había hecho lo contrario, porque que empezaron a cuentan,
0:16:16 se había enamorado de una chica
0:16:18 y había sublimado, que la amo no sé cómo se dice eso,
0:16:22 que había escrito una novela, no para consolarse,
0:16:24 sino con el material que te...
0:16:26 Los amores te dejan material.
0:16:28 Con ese material escribió la aventura del joven Várcara.
0:16:32 Para no insuicidarse él,
0:16:34 suicidó al personaje.
0:16:38 Hay como doctor Yeji, para no ser él un asesino,
0:16:42 hizo que...
0:16:44 Que me acondico.
0:16:45 Se cargará la vieja.
0:16:46 Se cargará la vieja.
0:16:47 Bueno, pero los lectores hacían exactamente lo contrario.
0:16:50 Imitaban directamente.
0:16:52 Se mataban después de haber leído el libro,
0:16:55 incluso sin tener, siquiera, una mujer que justificara el asunto.
0:16:59 Porque se llamaba Carlota, alguna cosa, hermano, pero...
0:17:02 Ahora bien, mientras surgía este espíritu tráfico
0:17:05 del romanticismo europeo,
0:17:07 empezó a haber un segmento de gente
0:17:09 que justamente se burdaba el sentimentalismo
0:17:11 y se lo llamaban los corsarios de Guante Amarillo,
0:17:13 que es el hombre que llevaban los dandis,
0:17:15 y ahí el guante pegado a la piel, etcétera.
0:17:17 También servía...
0:17:18 Decían algunos, un español que suena el nombre Luis,
0:17:22 no recordaré un hombre, no muy noble,
0:17:24 decía que el guante bien pegado a la piel de la mano
0:17:27 servía, no solamente para cariciar,
0:17:29 como si uno tuviese el palma libre,
0:17:31 sino también para agarrar el facón, el florent, en este caso,
0:17:34 y defenderse en los dos casos como un hombre.
0:17:37 Era un español, tenía que ser.
0:17:39 Entonces digo, para el español, este para Luis,
0:17:41 también creo que mereció una dedicatoria.
0:17:43 Y después había un señor llamado Buffon,
0:17:45 que explicó que el hombre era su estilo.
0:17:47 Y justamente lo que demuestran estas cosas,
0:17:49 es que si hay algo que el hombre,
0:17:51 de lo que el hombre carece,
0:17:53 cuando es un hombre mundano y está pendiente
0:17:55 de la mirada ajena, y es más,
0:17:57 se mira más a sí mismo que a su chica,
0:17:59 no a la suya, sino a la del.
0:18:01 Digo, ciertamente, ahí no hay estilo,
0:18:03 y me atrevería a decir que ni siquiera hay hombre.
0:18:05 Porque justamente, a cierta altura de la vida,
0:18:07 uno aprende a extinguir lo aparente de lo esencial,
0:18:11 lo clásico de lo barroco, que decimos siempre.
0:18:13 Y los japoneses han entendido muy bien esto.
0:18:16 Y sabe que aquel que inicia el camino del bullido,
0:18:19 el camino del caballero, el camino del samurai,
0:18:21 no precisa llevar ni siquiera las armas del samurai
0:18:24 para ser un guerrero.
0:18:25 Y entonces, por más que uno esté vestido,
0:18:27 uno puede estar vestido, empichado, súper.
0:18:29 Y entonces, habrá una forma de la mirada,
0:18:31 o un lunar en algún lugar del cuerpo,
0:18:33 que así, donde usted sea, por ejemplo,
0:18:36 un poligrillo, la gente va a saber
0:18:39 que está tratando con un Dandy.
0:18:41 Dandy es el tango que tocará el breve solo de piano,
0:18:45 su autor, Lucio de Mare.
0:19:18 Y la música es muy lenta.
0:19:21 Y la música es muy lenta.
0:19:24 Y la música es muy lenta.
0:20:26 Era Lucio de Mare.
0:20:33 Dandy
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