Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos del rastreador, un capítulo del Facundo que se titula originalidad y caracteres argentinos.
0:00:10 Hay una descripción de lo bárbaro en medio de la cual se armiento hacia un alto
0:00:16 y explica que hay un costado poético de la barbaria y que hay especialidades notables.
0:00:22 Ahí aparece, bueno, hay un montón de subtítulos.
0:00:26 Y una de esas especialidades es la del rastreador.
0:00:30 Y para entender su figura hay que ubicarse un poco antes de la mitad del siglo XIX,
0:00:34 que es cuando el Facundo fue escrito.
0:00:37 En llanuras tan dilatadas, donde las sendas y caminos eran tan confusas,
0:00:45 resultaba necesario un conocimiento de las huellas de un animal
0:00:49 y saber distinguirlas entre muchas otras.
0:00:52 Saber si el animal marchaba despacio ligero, suelto o tirado, cargado o vacío
0:00:59 y esa era la ciencia popular del rastreador.
0:01:02 Escribe Sarmiento.
0:01:05 Hice una vez que hayalló de un camino de encrucijada al de Buenos Aires
0:01:11 y el peón que me conducía, hecho la vista al suelo y dijo,
0:01:16 aquí va una mulita mona muy buena.
0:01:19 Esta es la tropa de Don Zapata, es de muy buena silla.
0:01:23 Ha pasado ayer.
0:01:26 El rastreador era un personaje grave, circunpecto, poseía cierta dignidad reservada y misteriosa.
0:01:34 Todos lo trataban con consideración, los pobres y los propietarios.
0:01:39 Cuando se cometía un robo, los propietarios corrían a buscar la pisada del ladrón.
0:01:44 Una vez encontrada, la cubrían con algo para que el viento no la disipara.
0:01:49 Se llamaba enseguir al rastreador, que veía el rastro,
0:01:52 y lo seguía sin mirar al suelo, cada tanto nomás miraba al suelo,
0:01:59 como si sus ojos vieran en relieve esa pisada que para otros era imperceptible.
0:02:05 Entonces seguía el curso de las calles, atravesaba los huertos o entraba en una casa
0:02:12 y a veces señalando, al nombre que estaba allí, decía fríamente, este es.
0:02:17 Esa indagación era probatoria del delito.
0:02:22 El rastreador era considerado infalible, y raramente el ladrón se resistía a una acusación de su parte.
0:02:30 Para él, más que para el juez, la indagación del rastreador era la evidencia misma.
0:02:36 Negarla era absurdo.
0:02:39 Cermiento cuenta haber conocido a un rastreador famoso.
0:02:43 Dice yo mismo he conocido a Calíbar, no como decía aquí,
0:02:48 que ha ejercido su oficio en una provincia durante 40 años consecutivos.
0:02:54 Tiene ahora cerca de 80, decía Cermiento.
0:02:57 Encorbado por la edad, conserva un aspecto venerable y lleno de dignidad.
0:03:03 Cuando le hablan de su reputación, él responde, ya no va algo nada.
0:03:10 Ahí están los niños, y los niños eran sus hijos que aprendieron de él.
0:03:15 Se cuenta de Calíbar que durante un viaje a Buenos Aires le robaron una vez su montura de gala.
0:03:23 Su mujer tapó y preservó el rastro.
0:03:28 Dos meses después Calíbar regresó, vio el rastro, ya borrado para otros ojos,
0:03:34 y no habló más del caso pero no olvidó.
0:03:37 Año y medio después Calíbar marchaba despacio por una casa de los suburbios,
0:03:43 entró en una casa y encontró su montura.
0:03:46 Estaba enagrecida y era casi inservible.
0:03:49 Había encontrado el rastro de su raptor luego de dos años.
0:03:55 En 1830 un preso condenado a muerte se había escapado de la cárcel.
0:03:59 Calíbar fue el encargado de buscarlo. Todo esto lo cuenta Cermiento.
0:04:03 Entonces el fugitivo previendo que sería arrastreado había tomado las precauciones que se le ocurrieron.
0:04:14 Pero todas fueron inútiles y sólo le sirvieron para caer más pronto.
0:04:21 Es decir, las mismas precauciones eran para Calíbar un rastro.
0:04:26 Trabajó un tiempo.
0:04:30 El prófugo parece que sabía aprovechar los accidentes del suelo para no dejar huesas.
0:04:35 Que aún no se lo ocurre.
0:04:37 Y entonces había pasado leguas enteras pisando sólo con la punta al pie,
0:04:42 o trepaba barrancas o retrocedía, y Calíbar lo seguía sin perder el rastro.
0:04:48 Al fin llegó a una corriente de agua en los suburbios,
0:04:51 que el prófugo había transitado justamente para burlar al rastreador.
0:04:56 Pero Calíbar seguía las orillas sin vacilar.
0:04:59 Se detenía, examinaba unas hierbas y decía, por aquí ha salido.
0:05:04 No hay rastro, pero estas gotas de agua en el pasto lo indican.
0:05:08 Finalmente Calíbar entró en una viña y dijo, adentro está.
0:05:12 Parece que la partida de soldados entró, buscó non-contronada,
0:05:16 y regresó a donde estaba Calíbar.
0:05:19 No ha salido, no está adentro, dijeron.
0:05:23 Calíbar le dijo, no, no, está, vayan que busquen bien.
0:05:27 Y ciertamente estaba, estaba escondido, muy escondido, pero estaba dentro de la casa.
0:05:35 Y así hay muchas historias de Calíbar que cuenta Sarmiento.
0:05:43 Y Sarmiento cierra este apartado de anécdotas de Calíbar y de otros rastreadores,
0:05:52 preguntándose qué misterio es este del rastreador,
0:05:57 qué poder microscópico se desenvolve en la vista de estos hombres, dice Sarmiento.
0:06:02 ¿Cuán sublime criatura es la que Dios hizo a su imagen y semejanza?
0:06:07 Dice toda esta cosa.
0:06:11 Pero contar algo de esa manera a veces es neutralizarlo,
0:06:17 es sacarlo de la realidad y pasarlo a la literatura.
0:06:22 Y cuando Sarmiento elogia a estos personajes, que desde luego pertenecen a la barbaria,
0:06:29 en realidad no deja de decir que son ciencias caseras,
0:06:37 que son producto de unas habilidades populares y no científicas,
0:06:42 porque comprende que el desarrollo de estas destrezas compromete la base de otras destrezas
0:06:48 que vienen en nombre de lo que se llama civilización,
0:06:52 que es funcional a la dominación de unos pensamientos centrales del mundo.
0:06:59 Así que contando esta historia de algún modo se neutraliza estas sabidurías,
0:07:06 les da un carácter ficcional.
0:07:10 Dice que Sarmiento lo contó, pero no diciendo que para estas zonas, para estas regiones,
0:07:16 hay unas soluciones que por ahí no son las de otros lugares.
0:07:21 No es tanto así.
0:07:25 Pero tampoco hay que, por no compartir las ideas de Sarmiento, negarse a lo científico.
0:07:34 Negar la ciencia socolor, de preservar unas prerrogativas soberanas,
0:07:46 lo que me parece fantástico, es un error.
0:07:50 Hay que aceptar la ciencia y mirarla en función de la conveniencia,
0:07:55 no aceptar la ciencia del que viene con el pretexto de ejercer su ciencia allí,
0:08:03 que se nos lleva todo el metal de una mina o contamina de una región entera.
0:08:07 Eso no es abrir, sea la ciencia.
0:08:10 Eso es otra cosa.
0:08:14 ¿A quién quiere dedicar, o a quién podríamos dedicar esta glosa
0:08:20 de este estupendo escritor que fue Sarmiento?
0:08:24 Quizá Sarmiento escritor, que es maravilloso.
0:08:27 Por ahí muchos de nosotros no compartimos la idea,
0:08:31 una visión que tenía Sarmiento de la realidad argentina.
0:08:36 Pero, pero, qué libro es, ¿no?
0:08:41 Y también podemos dedicarle esto a los rastreadores, a los baqueanos,
0:08:46 a los que han tenido esas destrezas.
0:08:49 Puebimos a la discoteca, pedir un disco, le preguntamos al discotecario
0:08:53 si comulgaba con las ideas Sarmientinas.
0:08:56 Sí, pero preguntárselo así, el dijo, nunca falta la escuela.
0:09:01 Sí, no me supo decir, dijo eso.
0:09:07 A mí me decía Sarmiento porque nunca falté a la escuela.
0:09:13 Entonces yo le comenté que a mí me decían Urquiza.
0:09:16 El vencedor de casero.
0:09:20 Así le decían a uno de los caseros.
0:09:23 Ah, ¿se hizo?
0:09:24 Claro, porque había dejado un tendal.
0:09:30 Hay rasgos de la gente de caseros muy parecidos, ¿no?
0:09:34 De las generaciones.
0:09:36 Bueno, al final me dio una huella, dicen ya que usted habló del rastreador.
0:09:41 Del rasgo.
0:09:42 A ver si puede rastrear esta huella.
0:09:44 Está bien, estuvo bien.
0:09:46 Y entonces vamos a escuchar a Alberto Merlo en esta huella,
0:09:50 huella del desierto.
0:10:06 La lopando distancias por el recuerdo
0:10:19 Mi memoria se apea en el desierto
0:10:25 Esa tierra que un día puede el salvaje
0:10:31 Supo de correrías y de coraje
0:10:37 Una huella dejaron los que murieron
0:10:42 Peleando como machos poniendo el cuero
0:10:48 Huella huella de sangre en campo abierto
0:10:53 A los pesillas laridos por el desierto
0:11:00 La la la la la la la la la la la la la la la la la la la la
0:11:05 Galópez y alaridos por el desierto
0:11:22 Iban cortando el viento las bolleadoras
0:11:28 me abandó lo lindo las tercerolas.
0:11:33 Se juntaban lanzazos con un relincho.
0:11:39 Rodaban por dineros, caiban los indios.
0:11:45 Una huella dejaron los que murieron peleando como machos
0:11:53 poniendo el cuero.
0:11:57 Huella huella desangre en campo abierto.
0:12:02 Galopecía al herido por el desierto.
0:12:08 La la la la la la la la la la la la la la la la la.
0:12:13 Galopecía al herido por el desierto.
0:12:18 El Alberto Marlon la venganza será terrible huesa del desierto.
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