Transcripción automática
0:00:00 El destino de la princesa Geles Vinta. Atención porque esta es una historia de amor.
0:00:06 Ubiquiérmonos en Toledo a mediados de siglo VI de Pueblo Cristo.
0:00:11 La ciudad era gobernada por los vicidosos.
0:00:15 El rey por entonces era Atanajildo.
0:00:19 Estaba casado con Gosvinta y el matrimonio real tenía 2 hijas,
0:00:24 Prunequilda y Geles Vinta.
0:00:29 Las princesas, hermosas y maravillosamente educadas,
0:00:35 dejaban al sorto de admiración a los embajadores y estarteros que llegaban a Toledo.
0:00:41 Las hermanistas conversaban con discreción y con simpatía
0:00:47 y eso era verdaderamente asombroso en aquello tiempo de barbaria.
0:00:51 El año 566 fue muy venturoso para la familia del rey Atanajildo.
0:00:58 La fama de Richesa y Brisantez de su corte y también la fama de Esquisita Beleza
0:01:05 por parte de sus hijas había llegado muy lejos.
0:01:09 Hasta el reino de Austrasia, a orillas del rey, allá donde Judas perdió el poncho.
0:01:15 En Austrasia regaba el joven Sijiberto, que enseguida mandó en misarios atoleos,
0:01:23 atoleos no, atoleos solamente, a pedir la mano de Brunequilda, una de las dos hermanitas.
0:01:31 Leé en el rey Biscidodo Atanajildo, que recibió regalos maravillosos,
0:01:36 no tardó en conceder gustosamente la mano de Brunequilda al rey Sijiberto.
0:01:43 Así la princesa viajó inmediatamente a la corte de Austrasia y, según la crónica,
0:01:49 deslumbró a Sijiberto en el tal amulupcial.
0:01:53 ¡Puau! Muy bien, carambola y palita.
0:01:59 Ahora bien, Sijiberto, el rey de Austrasia, que se había casado con la Biscidodo Atanajildo,
0:02:03 tenía un hermano que era nada menos que Silperico, el rey de Neustria.
0:02:11 Reynaba allá por la zona de lo que luego fue París, o que ya era Lutetia, o que se llamaba.
0:02:19 Silperico, que se había enterado del casamiento aventuroso de Sijiberto, se moría de envidia.
0:02:27 Y yo chequeo suerte que tiene mi hermano Sijiberto, que se ha casado con Brunequilda.
0:02:33 Él tenía en verdad muchas amantes, el Silperico, ¿no?
0:02:38 Entre ella, una que se llamaba Estrelegunda.
0:02:42 Pero él quería una reina hermosa como la de su hermano.
0:02:45 ¿Vio cómo es la cosa entre los hermanos?
0:02:47 No basta que un hermano se case con una princesa, para que al otro hermano ya se le ocurra que él también quiere una princesa.
0:02:54 Princesa veo, princesa lo quiero.
0:02:58 Como Silperico tenía la imaginación bastante obtusa,
0:03:01 su propuso buscarlo había en el mismo lugar en que le había buscado su hermano.
0:03:05 Y así mandó a mis carios a la corte visibodal del regga Tanajildo
0:03:10 para preguntarle si no tenía otra hija casadera para llevarse.
0:03:15 Y sí, nosotros ya sabemos que tenía la otra chica, la Gelefinza,
0:03:21 que tenía 25 años, un poco vieja para la época, pero era más linda todavía que Brunequilda.
0:03:28 El regga Tanajildo recibió a los embajadores del Silperico
0:03:31 con un poco de estríaldad y suplicacia, porque sabía que el rey de Neustria, Silperico, era un hombre disoluto.
0:03:40 Los enviados, sin embargo, llevaban bien aprendida la respuesta a la sospecha del rey.
0:03:48 Le dijeron, nuestro rey quiere seguir en todo el ejemplo de su hermano
0:03:54 y promete solemnemente, a partir de tarde siga, todas las mancebas que tiene,
0:03:59 que a todas las minúsimas y nobias, unirse ante Dios con vuestra hija como única esposa
0:04:04 para tener de ella prole dignas su cereales.
0:04:07 Es decir, Silperico promete sentar cada vez.
0:04:10 Y el rey a Tanajildo aflojó.
0:04:13 Y Gelefinza viajó a Neustria a reunirse con Silperico.
0:04:19 Muy bien, a su paso por patié, la caravana visiboda se detuvo.
0:04:24 En aquella ciudad, la princesa Gelefinza trató y conoció y trató al poeta de enancia oportunato.
0:04:32 Y es este poeta el que nos contó, poeta.
0:04:36 Pues bien, llegaron a Rwanda, donde esperaba a Silperico.
0:04:40 Los preparativos de la boda fueron rápidos.
0:04:43 El rey recibió la adopte, encantado, dio inicio a una fiesta.
0:04:48 Y luego, según el cronista, Gelefinza satisfijo a Silperico en sus íntimas solicitudes.
0:04:56 Así que las tenemos a la Bruna Kilda, casada con Silperico y a la Gelefinza con Silperico.
0:05:06 Ahora bien, había quedado en la corte de Neustria, la corte de Silperico, una favorita desplazada.
0:05:13 Y ve, aquella fregunda que hemos nombrado.
0:05:16 Esta favorita pensaba que Silperico se iba a cansar rápidamente de la visiboda.
0:05:23 Pero los frecuentes y sonoros en encuentros amorosos de los reyes parecían demostrar que en el rey o en la nueva reina no había ningún astillo.
0:05:33 La legunda decidió entonces actuar para recuperar su jerarquía, el amante y favorita en la corte de Neustria.
0:05:43 Y son las crónicas, que la muchacha empezó a hacerse la encontraviza, a cruzarse a Silperico cada vez que podía.
0:05:50 Parece que tenía espléndidos medios de seducción, todos ellos acumulados en el gusto.
0:05:57 Y que desplegaba esta región ante los ojos del soberano cada vez que podía, juntando de suelo monedas de 50 centavos.
0:06:10 Un día, subyuzado por su antigua favorita, Silperico la siguió hasta sus aposentos y aquí, fregunda entre lágrimas, caricias y estremecimientos, logró una victoria total.
0:06:23 Supo atrapar a Silperico con promesas tan seductoras que a partir de entonces el rey abandonó al lecho de Celesvínica.
0:06:33 La princesa hizo cuanto pudo para recuperar a su esposo, pero no consiguió nada.
0:06:39 Fregunda en cambio apareció ostentosamente junto al rey que sólo tenía para esa calicia hacia la agos.
0:06:45 Y para Celesvínica no quedaban más que malos inmobiles.
0:06:49 La infericia de Celesvínica encaró entonces a Silperico y le rogó que le permitiera regresar a Tolero con su padre.
0:06:56 Si no me amas más a Silperico, déjame regresar con mi papá, que su nombre era Atalajillo.
0:07:09 Si el perico se ha sorprendido, pensó inmediatamente en la adote que tendría que devolver con ella.
0:07:15 Entonces le pidió a Celesvínica un poco de paciencia para ver cómo solucionaba el asunto.
0:07:22 Sitemos a nuestro historiador.
0:07:25 Para tranquilizar a la princesa, el rey prometió que aquella noche le haría una visita amorosa para visitar sus penas.
0:07:32 Y las penas de Celesvínica ciertamente se visitaron.
0:07:36 La visita a la princesa le afectaron unos higurros que la estrangularon.
0:07:41 La pobre tenía 27 años.
0:07:44 A la mañana siguiente la dama de compañía, visigoda de Celesvínica, descubrió el calado de su señora
0:07:51 y corrió a avisarle a Silperico que fingió una onda, fricción y hasta derramó algunas lágrimas.
0:07:58 La dama de compañía se preguntó en voz alta que iba a decirle a su rey en Toledo.
0:08:05 Silperico le aborró esa situación.
0:08:08 Al día siguiente también ella apareció muerta en la cama.
0:08:13 Ocho días más tarde Silperico se casó con Fredegunda, que recibía todos los honores como reina de Neaustria.
0:08:21 La muerte de Celesvínica se entendió rápidamente en otras regiones como productos de los celos de la reina nueva.
0:08:28 A tan afildo el rey visigodo murió antes de enterarse de este asesinato.
0:08:36 Pero Brunejilda, la hermánica de la finada, la que estaba casada con Silperto, jubo vengarla
0:08:44 y empezó a vengarle la cabeza al marido para que declarara la guerra a Silperico.
0:08:49 Y eso fue lo que sucedió.
0:08:51 Silperto le declaró la guerra a su hermano Silperico, pero no les volvieron esa guerra.
0:08:58 En realidad entró en París, pero ahí nomás cayó muerto atacado a piñaladas por hombres de Fredegunda.
0:09:06 Así Silperico pudo sostenerse como soberano de Neustria junto a sus reinas de Edegunda.
0:09:13 Brunejilda se quedó sin esposo y sin hermana, junto más odios.
0:09:19 Pero lo que sucedió luego se desparte de otra historia.
0:09:23 De otra historia que si quiera era San Tisico.
0:09:27 Brunejilda fue a la corte de Silperico y enamoró sedujo al hijo de Silperico y de su hermana.
0:09:40 Y una vez que los sedujos les fueron matados.
0:09:44 Pero no pertenece a esa historia.
0:09:46 Esta es la historia de dos hermanas muy hermosas que se casaron.
0:09:53 Y en realidad tuvieron bastante mala ayuda a este conmigo.
0:09:57 La mataron y a la otra la dejaron vivenla.
0:10:03 Así que para casarse así, más vale, no quiere decir solitar, mamá.
0:10:07 ¿A quién quiere dedicar Rolón esta charla de hoy?
0:10:11 A nadie. Rolón no se encuentra si hubiese como vio mucho Rolón con este chóvil.
0:10:17 Porque a Rolón le comove mucho las historias largas y complicadas.
0:10:25 Y sobre todo, su historia de hermanas.
0:10:28 Sí, su historia de hermanas lo pertuvo a la buena.
0:10:31 Hemos ido a la discoteca y como se trataba de dos mujeres muy hermosas,
0:10:38 el discotecario en un rato de romanticismo,
0:10:42 resolvió que deberíamos escuchar el vals que se llama,
0:10:46 yo no sé qué me han hecho tus ojos,
0:10:48 que es lo que dijeron en distintas ocasiones y en distintos turnos.
0:11:01 Bueno, el delisco, las dos chicas.
0:11:05 Seguramente todos dijeron esto en algún momento.
0:11:09 Gilberto, al ver los ojos de Brunequil,
0:11:12 a ver los ojos de Gilberto,
0:11:15 y luego Chimperico, al ver los ojos de que les vinta
0:11:19 y que les vinta en algún otro momento también lo habrá dicho.
0:11:23 Parece que no se decía otra cosa en el siglo VI después de Cristo,
0:11:30 que la frase, yo no sé qué me han hecho tus ojos.
0:11:33 Francisco Carnado recogió esta verdad histórica y compuso este vals.
0:11:41 Y vamos a escuchar una versión no usual, que es la de Ignacio Porciini.
0:11:46 Así que, atención a esta, veis, la inusual versión del vals,
0:11:53 yo no sé qué me han hecho tus ojos. Adelante.
0:12:04 Yo no sé qué está el nuevo de tiempo,
0:12:10 yo no sé qué era el nativo,
0:12:14 yo no sé qué al no haberme una pena,
0:12:18 la ronca me ha cortado el corazón,
0:12:22 yo no sé qué le ha hecho tus ojos,
0:12:26 yo no sé qué le ha hecho tus ojos,
0:12:29 y al darle mi mata al amor,
0:12:33 yo no sé qué me han hecho tus labios,
0:12:37 que al besar mis labios se me engañó.
0:12:41 Tus ojos para mí son los del cielo,
0:12:53 el cielo para ti,
0:12:57 tus ojos son los que van retando a ser dueños,
0:13:01 tus ojos son sin las que no tienen credo,
0:13:03 es un hombre de dos,
0:13:05 tus ojos para mí son las que te cocieron,
0:13:09 la noche que eres,
0:13:11 y te recupere sin tus ojos para mí,
0:13:15 serán la luz en mi camino que congrede,
0:13:20 me llaman por un sentero de espera,
0:13:23 y te asesplanan por sus ojos, mi amor.
0:13:30 Yo no sé cuándo se ve en mi mano,
0:13:35 en tus ojos son las que no tienen credo,
0:13:39 pero te hace dormir en mi una noche,
0:13:43 con tus ojos prefiados con el neve,
0:13:47 yo no sé qué le ha hecho tus ojos,
0:13:51 que me engañó con sus brazos y los dos,
0:13:55 yo no sé qué le llevo en el alma,
0:13:58 y más el mar atada con su bebé.
0:14:03 Yo no sé qué le llevo en el alma,
0:14:08 y más el mar atada con su bebé.
0:14:13 Yo no sé qué le llevo en el alma,
0:14:18 y más el mar atada con su bebé.
0:14:23 Yo no sé qué le llevo en el alma,
0:14:29 y más el mar atado con sus brazos y los dos,
0:14:38 y me arrube como un roこの.
0:14:44 Se recupere sin tus ojos para mi,
0:14:47 serán la luz en mi camino que congrede,
0:14:50 me llaman por un sentero de espera,
0:14:53 y te asesplanan por sus ojos, mi amor.
0:14:58 De Canaro, ll ovenos síquem y a estrutinho de ojos
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