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20 de Octubre de 2008

El escuadrón volante de Catalina de Médici

Transcripción automática

0:00:00 Hablaremos hoy, mejor dicho, vamos a destacar que hoy cumplimos una promesa.
0:00:06 Empezamos a hablar del Escuadrón Volante de Catalina de Medici y hoy vamos a hablar más largo del Escuadrón Volante, aunque no sé.
0:00:17 Hemos dicho que el Escuadrón Volante era un conjunto de minas capitaneadas por Catalina de Medici, que era la reina madre en Francia,
0:00:25 allá un poco más allá de la mitad del siglo XVI.
0:00:32 Una burocracia erótica.
0:00:33 Una burocracia erótica, ya que estas chicas traficaban sexualmente con los enemigos políticos de Catalina y les sacaban, por decirlo así,
0:00:47 toda clase de datos, confidencias, para contárselo a Catalina que les pudiera usarlo.
0:00:56 Por ejemplo, el tipo de lo mejor del asunto dice que estamos conspirando para apoderarnos del cóndenose de cuanto.
0:01:02 Muy bien, la mina de IVA era así.
0:01:05 Incluso en las maniobras eróticas, medio que los instaban a estos muchachos a la confidencia.
0:01:13 Cuénteme algo antes.
0:01:14 Sigue contando, no te detenga, psicócesis.
0:01:20 Bien, en 1577 reinaba en Francia Enrique III, que era católico.
0:01:27 Era uno de los hijos de Catalina de Medici.
0:01:32 Ya se habían muerto dos hijos de ellas que habían sido reyes, Francisco y Carlos.
0:01:38 Y ya se habían muerto también su marido Enrique II.
0:01:42 Y ella estaba siempre ahí con gran poder político.
0:01:45 Enrique III era católico.
0:01:47 Su madre, Catalina de Medici, tenía tanto poder como él.
0:01:52 Y era como se ha dicho la que manejaba este cuadrón volante compuesto por 200 muchachas hermosas.
0:01:58 Gracias a esa belleza, como se ha dicho, dominaban, sonzacaban.
0:02:04 Incluso sugerían conducta a los ministros y, mayormente, a los adversarios de Catalina.
0:02:10 Su misión, en realidad, era hacer perder la lucidez a estos enemigos políticos.
0:02:15 Porque ya se sabe que cuando un hombre se enamora, pierde la lucidez.
0:02:20 Y especialmente la lucidez política.
0:02:23 Las mujeres del esquadrón volante le vían mantener cebellas, evitar cualquier vicio.
0:02:28 Una de las órdenes de Catalina era saber guardarse para no engordar.
0:02:33 Y los cuidados amorosos eran destinados a no quedar embarazadas.
0:02:37 Sí se embarazaban en expulsadas del esquadrón y también del palacio.
0:02:42 Muy bien, Enrique de Navarra, el cuneado protestante de Enrique III, había huido del lubre hacia Nevaqu.
0:02:52 Ayer o antes de ayer hablamos de esta huida.
0:02:55 Desde esa sede luchó durante años contra el rey.
0:03:00 Apenas llegó a Nevaqu, Enrique de Navarra fue tentado a regresar a París del modo más útil.
0:03:08 La reina madre decidió viajar hasta donde estaba el de Navarra para entablar negociaciones políticas.
0:03:16 Había aparecido en el Languedoc, en el sur de Francia, una agitación inquietante entre los protestantes.
0:03:25 Y para cortar el peligro de una guerra civil, Catalina juzgó prudente ir a negociar con Navarra, que era protestante.
0:03:33 La marcha para el encuentro tuvo lugar con gran pompa en agosto de 1578.
0:03:39 Catalina viajó acompañada de Margot, hija de ella, y esposa de Enrique de Navarra.
0:03:48 Ya habían casado, pero como Navarra había huido, Margot estaba junto a su madre, el palacio del lubre,
0:03:55 junto a los católicos, mientras que su marido, Enrique de Navarra, estaba conspirando junto a los protestantes.
0:04:02 Catalina viajó a encontrarse con Navarra, junto con Margot, que era la esposa de Enrique, y también por el escuadrón volante completo.
0:04:12 Su intención era mejorar las relaciones con los principales jefes protestantes.
0:04:19 El viaje transcurrió sin molestias.
0:04:22 En octubre de 1578, Catalina y Margot se reunieron con Enrique, no lejos de Narac, y para asegurar negociaciones venturosas,
0:04:34 Catalina le acercó de nuevo a Enrique, a su esposa Margot.
0:04:39 Aquí está su esposa, aquí estaba viviendo con nosotros, que se lo dice la crónica,
0:04:46 porque Catalina no comprobó lo siguiente, que Enrique no mostró mucho interés en ver a su esposa, en verdad se odiaban,
0:04:56 pero sí le echaba el ojo, con toda la insistencia, al escuadrón volante.
0:05:02 Por su parte, las damas del escuadrón, con la esperanza de gustarle, también,
0:05:06 medio que se agitaban y miraban, y llaban ojos, todas esas cosas.
0:05:11 De repente, la mirada de Enrique de Navarra se encendió, distingió en el grupo a una morocha muy bella,
0:05:20 llamada Marmóacer de la Hiel.
0:05:23 La joven era griega, su encanto exótico gustó a Enrique, que declaró a su suegra,
0:05:31 que había descubierto en esa dama a uno de las jóvenes más lindas del reino.
0:05:35 Y luego, Enrique, que era muy expeditivo, tomó a su esposa Margot, de Valvá,
0:05:40 por el brazo izquierdo, llamaba a Marmóacer de la Hiel, por el derecho,
0:05:43 y anunció que pensaba costarse temprano.
0:05:49 Esa tarde, Margot se acostó en una cámara y la joven griega en otra,
0:05:54 y Enrique pasó la noche yendo de una pieza a la otra en Calzón Silvio.
0:06:00 Y cada uno de los tres por la mañana mostró el mismo aspecto de felicidad.
0:06:04 Escribió Margot en sus memorias.
0:06:07 Mi esposo se enamoró de Marmóacer de la Hiel,
0:06:12 lo que no impidió que yo recibiese mucho honor y amistad,
0:06:15 ya que el rey me testimonió tanta como yo podía de ser.
0:06:20 Dijo Margot que marcaba 1.34 la medida.
0:06:24 Unos días después, Enrique de Navarra marcó Catalina de Mérici, Marmóacer de la Hiel,
0:06:33 y el resto del escuadrón se instalaron en el castillo de Nérac.
0:06:38 Durante muchas jornadas se hicieron fiestas, bailongos,
0:06:42 la reina madre se esforzó en aprovechar el buen humor general
0:06:46 para hacer aceptar sus propuestas de paz a los jefes protestantes.
0:06:52 Muy sonriente, muy captechana, muy jovial, Catalina parecía la imagen misma de la amistad y la lealtad.
0:07:03 Pero en las sombras estaba preparando un siniestro plano.
0:07:10 Yo se los digo a ustedes confidencialmente.
0:07:14 El plan de Catalina era llevarse a Marmóacer de la Hiel al Luz de París
0:07:20 para atraer a Navarra para que volviera a París y allí hacerlo prisionero nuevamente.
0:07:28 Catalina daba por hecho que el enamoramiento crecería cada vez más
0:07:34 para conseguir a que el propósito Marmóacer de la Hiel utilizó los vicios más besos, dice el cronista.
0:07:46 Dice la crónica, hubo en Nérac noches extraordinarias,
0:07:51 durante las cuales nadie podía cerrar un ojo a causa de los gritos que surgían de los aposentos de Enrique.
0:08:03 A principios de la primavera de 1579, Catalina pensó que había llegado el momento favorable para irse.
0:08:11 Anunció entonces que se marchaba.
0:08:15 Marmóacer de la Hiel fue llorando a manifestarle a Enrique que debía irse, que ella se iba.
0:08:23 Para qué? Y para que el tipo dijera bueno, yo también voy con vos, te acompaño hasta París, entonces viste bien.
0:08:29 Pero Enrique era mucho más hábil y percibió la trampa.
0:08:33 Le dijo a la mina, adiós. Os recordaré toda la vida.
0:08:39 La muchacha nunca había imaginado que podía terminar de ese modo.
0:08:44 Miró Enrique estupefacto y le dijo, y si vinieras conmigo, Enrique sonrió, la abrazó, la besó y la acompañaba hasta la puerta.
0:08:55 Al enterarse de que el fracaso Catalina furiosa apuró la retirada.
0:09:00 Abandonó Nérac al día siguiente, en compañía de todo el escuadrón, estaban todas las chicas tan apenadas como Catalina,
0:09:08 y todas pensaban en el camino más o menos lo mismo.
0:09:11 Hay, si me hubieran elegido a mí, otro gaso cantaría.
0:09:17 En el último de los coches, Marmóacer de la Hiel regresaba al lube más triste que las otras.
0:09:25 No solo porque había sido derrotada en su plan, sino porque ella sí se había enamorado de Enrique de la Barra.
0:09:34 Y entonces lloraba.
0:09:37 Este último detalle es el único que ha sido en la historia.
0:09:41 La tipa que fue atender la trampa se enamoró y el otro no.
0:09:48 La historia de este enfrentamiento entre Catalina y Enrique de la Barra terminó del siguiente modo mucho más adelante.
0:10:02 El rey, Enrique III, hijo de Catalina, murió.
0:10:07 Y hubo una especie de guerra entre los católicos y los protestantes.
0:10:14 Prevalesí en realidad Enrique de la Barra hasta ahí, pero los católicos quedaron en París.
0:10:21 Y, oh, así, él fue sucesor del rey. No fue rey, el siguiente rey fue él.
0:10:27 Ya que muertos todos los hermanos de Valois, él como hijo de Antonio de Borbón quedó como el primer sucesor del trono.
0:10:38 Y le tocó el trono. Pero no podía entrar a París que estaba en mano de los católicos.
0:10:42 Y entonces hizo aquella jugada que la historia recuerda, se hizo católico.
0:10:47 Y dijo, París bien vale una mesa.
0:10:50 Ahí fue.
0:10:52 Dicen, después de los revisionistas encargaron de decir que nunca dijo tal cosa.
0:10:57 Pero conviene a los efectos de este programa que lo haya dicho.
0:11:03 Catalina también murió y hemos contado aquí la curiosa muerte de Catalina que era muy supersticiosa.
0:11:10 Y tenía un mago, no sé quién le había dicho, que se cuidara porque ella iba a morir cerca de Saint Germain.
0:11:21 Ah, sí, a esto.
0:11:22 Y entonces ella pasaba de largo siempre por Saint Germain que es el barrio de París en ese momento sería la locación.
0:11:31 O por todos los lugares que llamaban Saint Germain que son muchos.
0:11:34 Y estaba, me parece a mí en el lubre que soy yo, y estaba enfermo y llamó un médico.
0:11:43 Y el médico la atendió, que sí, yo, fue muy gentil.
0:11:48 Y ella le preguntó cómo es vuestro nombre.
0:11:53 Y el médico dijo, Saint Germain.
0:11:57 Y a los 10 minutos murió esta mujer.
0:12:04 Hemos sido la discoteca y le explicamos esta historia.
0:12:07 Ah, no hay una música de ahí.
0:12:09 No, no sabés, sin que el discotecario la entendiera.
0:12:12 No entiende nada, la verdad.
0:12:14 No entiende nada.
0:12:16 De hecho, cómo, a ver, le explico, era nuevo.
0:12:18 Catalina, quién es Catalina.
0:12:19 Catalina, ¿cómo se llama la mina?
0:12:21 Pero de París hay mucho tango también.
0:12:23 Le quedó que la mina era Morocha.
0:12:25 Ah, ese dato, mío.
0:12:26 Le quedó que la mina era Morocha.
0:12:28 Y me dio esta canción criosa que canta Ignacio Corsini y que se llama Morocha Triste con memoración de esa tristeza final que sentía a la Morocha.
0:12:39 Cuando en el último carro viajaba pensando que ya no vería nunca más a él.
0:12:45 Canta Ignacio Corsini, Morocha Triste.
0:12:49 Agrade.
0:13:09 Morocha Triste.
0:14:09 Han parecido a tu pena, Morocha.
0:14:17 Cuando el sol se esconde, Morocha.
0:14:24 Cuando esta hora llegue fina y a este escribe y yo no te nombre, sola con tu sombra, llorarás de amor, Morocha.
0:14:35 Que grande es tu pena con un pájaro ciego que canta muy cerca de tu corazón.

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