Transcripción automática
0:00:00 Continuamos a la venganza, ¿Será terrible?
0:00:08 Muy amables.
0:00:12 Desde la ciudad de Montemirión, la última noche nuestra aquí, en esta visita al Uruguay.
0:00:19 Yo quiero pedir disculpas porque realmente hoy estaba en un estado lamentable, tal como siempre,
0:00:25 y entonces no pude atender bien algunas personas.
0:00:28 ¿Han venido los de Messina?
0:00:30 Por ejemplo, los de Messina, me llamaron por teléfono y estaba muerto en ese momento.
0:00:35 Si, si. A mí me había comunicado.
0:00:37 No lo voy a poder atender porque en este momento he afinado.
0:00:41 También al amigo Ernesto García, que es un amigo paraguayo que está interesado,
0:00:46 llevar nuestro programa, o llevarlo a nosotros, a Paraguay,
0:00:52 y hoy no lo he podido atender.
0:00:56 Pero igualmente hemos quedado en contacto. Le pido disculpas.
0:00:59 Bien, echas esta salvedad. Levanten a mano aquella persona que yo trate mal durante el día de hoy.
0:01:08 A ver. Lo dicho.
0:01:13 Una gigantesca mayoría.
0:01:16 Bueno, vamos entonces a la charla central del programa.
0:01:22 Encuentro entre reyes y profetas.
0:01:26 Ah, charla.
0:01:28 Contaremos historias relacionadas con príncipes poderosos
0:01:34 y con personajes que aseguraban tener el don de la profecía.
0:01:38 Si el profeta y el príncipe siempre son una relación difícil.
0:01:42 Muy difícil. Vamos a ver.
0:01:44 Hemos citado muchas veces este caso que es muy famoso.
0:01:47 El encuentro entre Luis I de Francia y su astrólogo, llamado Galeotti.
0:01:54 Parece que el rey no se separaba nunca de aquel clarividente.
0:01:58 Y un día Galeotti predijo a Luis la muerte de la favorita Margarit de Sasselma.
0:02:06 Y una semana después la muchacha se vio atacada por un mal desconocido.
0:02:10 Entonces Luis I se enojó con el astrólogo y dio orden de que lo arrojaban por una ventana.
0:02:18 Que lo defenestran.
0:02:21 Y cuando le iban llevando a morir, el rey lo desafió para escarmecerlo.
0:02:28 Aún más le dijo, todo lo que pretende ser un hombre tan hábil
0:02:32 y que te pronuncias con tanto furor sobre la suerte de dos demás,
0:02:35 dime cuál será tu suerte ahora y cuánto tiempo te queda de vida.
0:02:40 Dijo dos, te agora.
0:02:42 Y el astrólogo lo respondió,
0:02:44 ahora moriré tres días antes que vos.
0:02:50 Y Luis aterrado suspendió el lanzamiento por la ventana
0:02:55 y dio orden al instante de que Galeotti fuera bien atendido siempre y que no faltara nada.
0:03:01 Qué bueno eso.
0:03:04 Federico II, el emperador del sacro imperio romano germánico, allá por el siglo XIII,
0:03:09 tenía fe ciega en los astrólogos.
0:03:12 Pero la verdad es que los dictámenes acerca del futuro del rey o del emperador
0:03:17 se adecuaban siempre a sus deseos.
0:03:20 Los astrólogos que trabajaban para él le decían lo que él quería oír.
0:03:24 No, pero el mente, eso es un astrólogo.
0:03:26 Para qué te contrato?
0:03:28 Qué descubrimiento es esto.
0:03:30 La afición de Federico II por la astrología fue notable
0:03:36 y tuvo mucho que ver con la segunda boda que contrasto.
0:03:40 El emperador había estado casado con constanza de Aragon, que murió en 1222.
0:03:46 En 1225 se casó con Isabel de Bien, que era muy joven, tenía apenas 14 años, disculpame.
0:03:52 Y ese detalle, la juventud de su prometida...
0:03:56 ¿Isabel de Bien?
0:03:58 Claro, no le importaba mucho a Federico.
0:04:00 Y cuando llegó la noche de bodas, se aprestó a unirse,
0:04:05 a su nueva esposa sin más trámites.
0:04:09 Pero el padre de Isabel de Bien, Juan de Bien,
0:04:13 habló con los astrólogos del emperador y les pidió desesperadamente
0:04:18 que intercedieran para sostener por un tiempo más la virtud de su hija.
0:04:23 Entonces los astrólogos le señalaron a Federico
0:04:26 que no era tiempo aún de emprender a sañas eróticas
0:04:29 y que ya vendrían constelaciones más propicias.
0:04:33 El emperador aceptó las indicaciones, desde luego con frustración
0:04:37 y en el ojo les aceptó.
0:04:39 Claro, los astrólogos estaban un poco aterrorizados
0:04:42 porque tenían miedo de perder el favor imperial, sino lo complacían.
0:04:46 Entonces conversaron con el padre de Isabel
0:04:49 y le indicaron que para Federico era decisivo tener trato carnal con alguien.
0:04:56 Así que había que satisfacer su deseo de algún modo.
0:05:01 Entonces, junto con Juan de Bien, hicieron un sospechoso diseño sodiacal
0:05:07 y le sugirieron a Federico que podría ser beneficioso para su porvenir
0:05:12 el encuentro con una prima de Isabel, que actuaba como dama de honor
0:05:17 y así Federico unos días después, por indicación de sus astrólogos,
0:05:21 se unió a una prima de su mujer, a la que tuvo por favorito durante un tiempo.
0:05:27 Mientras tanto, yo esperando que la buena estrella indicara el momento
0:05:30 en que pudiera unirse a Isabel.
0:05:32 Al final se unió, ¿sabes?
0:05:35 No pudieron sostener la cosa durante tanto tiempo.
0:05:38 En 1235, Federico se casó por tercera vez.
0:05:43 Lo hizo con Isabel, princesa de Inglaterra.
0:05:45 El emperador hizo determinar por los astrólogos
0:05:48 cuál sería la hora más adecuada para engendrar un hijo varón.
0:05:53 Él creía que realizado el trato sexual a una hora determinada
0:05:58 ayudaba que el niño fuera varón, que fuera una neña si uno lo deseaba.
0:06:03 Preguntó entonces, exigió que le dijera con exactitud
0:06:09 cuáles eran las horas para engendrar hombres
0:06:12 y los astrólogos prepararon un horario.
0:06:15 A cierta hora, que era justamente la de la salida del sol,
0:06:20 el soberano debía seguir los procedimientos indicados.
0:06:27 Estuvo con la mujer mientras el sol salía
0:06:31 y luego le dijo mientras acarizaba sus cabellos,
0:06:35 lleva usted un hijo, lo dijo con total seguridad.
0:06:39 Ahora bien, el dictamen de los astrólogos fue equivocado.
0:06:43 Primero porque la emperatriz tardó dos años en dar a luz
0:06:47 y segundo porque tuvo una hija.
0:06:50 Bien, el equipo de astrólogos fue cambiado.
0:06:55 Enrique VII de Inglaterra reñó entre 1485 y 1509.
0:07:03 Enrique Tudor, en primer lugar.
0:07:06 Un día de 1509, Enrique se enteró de que un astrólogo había abaticinado
0:07:12 que el rey muriría dentro de aquel año.
0:07:15 Furioso, imagina, se pone uno.
0:07:17 Furioso lo mandó a llamar y le dijo,
0:07:19 si eres tan hábil en predicciones, dime si puedes decirme
0:07:24 dónde te encontrarás en las próximas navidades.
0:07:28 El astrólogo vaciló, se quedó callado.
0:07:31 Enrique volvió a hablar y dijo,
0:07:33 os demostraré que soy tan buen astrólogo como vos.
0:07:37 Estarás en la torre del hondre, expreso, y lo mandó en cara.
0:07:41 En realidad los dos acertaron, porque Enrique murió en aquel año 1509
0:07:46 y el astrólogo lo estuvo preso en las navidades que siguieron.
0:07:50 Hablemos para terminar de Abdulhamid II, el último sultan turco,
0:07:54 que vivió entre 1842 y 1918.
0:07:58 Tería un astrólogo llamado Nast.
0:08:01 Y aquel astrólogo lo volvió a loco,
0:08:04 porque para mantener al sultan bajo su influjo,
0:08:07 le decía que cada uno de sus días era nefasto y que la muerte andaba cerca.
0:08:11 Lo cual es cierto siempre.
0:08:14 Esto producía una sensación de miedo en el príncipe
0:08:17 y de ese modo el astrólogo mantenía su poder sobre él.
0:08:22 Así las cosas, el príncipe Abdulhamid II
0:08:28 resolvió eludir a la muerte, llenando sus palacios
0:08:31 de toda clase de artificios de seguridad.
0:08:36 Usaba un fez, con el sombrero turco,
0:08:45 con alma de fierro, tenía cero por dentro.
0:08:48 Todas sus ropas estaban disimulando planchas y blindajes.
0:08:52 Estaba blindado hasta la pera para evitar que alguien lo matara.
0:08:56 No solo la comida destinada tenía que ser revisada
0:08:59 hasta los últimos extremos, en caso de espárragos y bananas, por ejemplo.
0:09:07 Sino también todos los papeles y cualquier objeto relacionado con su intimidad.
0:09:12 Ante cada predicción de Nast, Abdul respondía con más cuidados.
0:09:18 Y hay que decir que Nast, todos los días, le pronosticaba una muerte cercana y terrible.
0:09:22 Bueno, el príncipe llenó sus edificios de refugio secretos,
0:09:26 encargó la construcción de distintos recovecos, a 12 arquitectos
0:09:30 que no se conocían entre sí para que no fuera plural el conocimiento de los escondites.
0:09:36 Los grupos de trabajadores actuaban bajo la voluntad deliberada
0:09:40 de que no supiera ninguno de ellos lo que hacía la cuadrilla del lado.
0:09:44 Se multiplicaron las paredes falsas, las cámaras cerradas, los pasillos,
0:09:50 las escaleras engañosas.
0:09:53 Se sabe que muchos de los artificios que montó para herir a los presuntos agresores
0:09:58 causaron la muerte de servidores inocentes.
0:10:01 Otros supuestamente invitados a visitar a Sultan eran en realidad enviados a la muerte
0:10:06 por el propio astrólogo Nast y que hayan en las trampas del palacio.
0:10:10 Con estas muertes cercanas a las cámaras de Abdul, el astrólogo certificaba
0:10:15 los peligros que él predecía y felicitaba al Sultan por la eficacia de su cuidado.
0:10:21 En 1908, Abdul fue destituido.
0:10:24 Lo enviaron al Exilio en compañía de siete mujeres de Suarem y del astrólogo.
0:10:30 Se instalaron en Salónica y allí Abdul desesperaba
0:10:35 por construir los mismos dispositivos que habían conservado su vida mientras detentaba el poder.
0:10:42 En su demencia llegó a pensar que sólo con esos artificios podría sostener la vida.
0:10:50 Cuando enfermó, tenía cerca de 80 años y se quejaba por no poder obrar como lo había hecho en Istanbul,
0:10:57 pedía que llamaran arquitectos y pensaba diseños descondites para erudir lo inevitable.
0:11:03 Nadie le daba bolisa.
0:11:05 Antes de morir le dijo al astrólogo Nast que sus predicciones eran correctas
0:11:09 y que seguramente por confiados e inoperantes, por no poder construir los refugios indispensables
0:11:14 llegaría irremediablemente la muerte y la muerte llegó.
0:11:18 Pero es interesante la idea de que la muerte llega por nuestra ineptitud para evitarla.
0:11:23 Justamente, es tremendo.
0:11:25 Hay un amigo de este programa que ha dejado de escribir hace tiempo, Martin Heidegger, se llamaba, el hombre,
0:11:30 y que justamente decía que la muerte era algo inminente, siempre que había dos clases de personas.
0:11:35 Las que estaban pensando todo el tiempo en la muerte.
0:11:38 El Dasein, el Ser Aí.
0:11:40 Y las otras que vivían inauténticos.
0:11:44 Y esa gente que estaba pendiente de la opinión de los demás.
0:11:47 Por eso Heidegger decía que lo peor era la publicidad, sin pensar en el asismo que le andaba cerca.
0:11:51 Pero bueno, y después los chimes.
0:11:53 Que la gente que repetía chimes era malvada, siniestra, cobarde.
0:11:57 Y estaba tratando de olvidarse de que se iba a morir.
0:12:01 Impresionante que usted se ha acordado de eso.
0:12:03 Me impresionaba mucho.
0:12:11 Hemos elegido, ya que de las estrellas se trata,
0:12:15 esta hermosa canción que se llama Estrellita.
0:12:19 En la versión guitarrística de Don Roberto Grenda.
0:12:22 Escucharemos Estrellita.
0:12:24 Y pediremos a nuestros astrólogos personales,
0:12:27 que ya que están, ya que no les cuesta nada.
0:12:30 Una lotería y al azar.
0:12:33 Predigan amores.
0:12:36 Un castigo como el del turco, ¿no?
0:12:38 Que mandarlo a Alex y le conciete a mí.
0:12:40 ¿Acuáles es el castigo?
0:12:42 Bueno, quiero ver ese castigo.
0:12:44 En Salónica con 7 minas y un astrólogo.
0:12:47 Es estrellita.
0:12:49 Así cualquiera divina.
0:12:51 Estrellita toca a Don Roberto Grenda.
0:13:13 Estrellita.
0:13:43 Estrellita.
0:14:13 Estrellita.
0:15:13 Era Roberto Grelha en La Venganza, será terrible estrellita.
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