Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy de Enrique II de Inglaterra, que no debe ser confundido con Enrique II de Francia.
0:00:07 Enrique II de Francia era de la familia Valois y era uno de los plantas yenets.
0:00:17 Pero para empezar casi podríamos ir más al trastro todavía y tomar una leyenda celta.
0:00:27 Decía la leyenda que el rey Gerla concurrió con su séquito a la boda del rey de los pigmeos.
0:00:36 Esta boda tuvo lugar desde luego en el palacio subterráneo que tenían los pigmeos.
0:00:41 Ya sabía usted que vivían bajo tierra.
0:00:43 Muy bien, se metieron ahí, asistieron a los festejos y al terminar la farra, el rey pigmeo ofreció a Gerla un perrito de regalo.
0:00:54 Dijo, te regalo este perrito o rey Gerla. Debe llevarlo en tus brazos.
0:01:00 Y cuando Gerla se subió al caballo junto al perro, el rey pigmeo le advirtió, casi lo maldijo, le dijo lo siguiente.
0:01:10 Que nadie de los tuyos se baje del caballo hasta que este perro haya saltado a tierra.
0:01:15 Bueno, dijo Gerla y se fue.
0:01:18 En medio del camino encontraron un pastor e interrogaron a ese pastor acerca de la reina, Wenda, la mujer de Gerla, y el pastor se insolentó.
0:01:27 Dijo, que Wenda ni que Wenda.
0:01:29 Inmediatamente algunos de los varones del séquito del rey se bajaron del caballo para darle sumerecido al pastor insolente.
0:01:36 Pero no bien lo hicieron, quedaron reducidos a polvo.
0:01:39 Entonces el rey Gerla recordó a todos la prohibición del rey pigmeo y seguieron su camino.
0:01:46 Pero sucedió que aquel perrito nunca dejó los brazos de Gerla y lo condenó andar eternamente por llanuras y colinas junto a todo aquel séquito.
0:01:57 En 1185 los que contaban la leyenda le agregaron un final.
0:02:02 Decían que la cabalgata maldita había terminado su andar, entrando en la corte del rey Enrique II, Plantagenet, que desde luego era un rey maldito.
0:02:15 Había sido, Enrique, un hombre muy bien dotado, rey de Inglaterra y de Normandía, con de Danjou, un jinete incansable, un hombre ambicioso, atuto, docto, finamente docto.
0:02:31 Fogoso en el amor, también en la guerra, era un hombre que aparecía en cualquier parte de improviso.
0:02:38 Descocia a los pirineos, se lo veía surgir de pronto, sin saber de dónde venía, y ahí el tipo hacía lo que tenía que hacer.
0:02:47 Si era guerrar, guerraba.
0:02:49 Si era construir una iglesia, la construía, y si era administrar justicia o arreglar algún litigio, lo arreglaba.
0:02:56 Se decía que pasaba más tiempo a caballo que en la cama, y por eso les llamaba Enrique Capacorta, porque solamente podía imaginarse lo vestido de viaje.
0:03:06 En aquellos años los viajeros llevaban capas cortas.
0:03:12 Encarnaba en extremo los rasgos de su linaje, si es que uno tiene la superstición de creer que las conductas están relacionadas con el linaje.
0:03:25 Se casó.
0:03:28 Se casó con Leonor de Aquitania, nada menos una amiga de este programa.
0:03:32 Bueno, usted, Leonor, según decían, era la mujer más hermosa de su época, era hija del duque de Aquitania, y se había casado previamente con el rey de Francia, con Luis Séptimo.
0:03:43 Fíjese que vina, primero se casó con el rey de Francia, y después con el de Inglaterra.
0:03:48 Se casó muy jovencita con Luis Séptimo de Francia, tenía 15 años.
0:03:52 Tuvo dos hijos con Luis Séptimo, llevó como Dote el sudoeste de Francia.
0:03:58 Recuerdo que los reyes no eran tan poderosos en aquel entonces, estaban recién comenzando a prevalecer sobre los varones, sobre los señores regionales.
0:04:08 Pero en 1152, cuando ya tenía 30 años, Luis Séptimo la repudió. La repudió de arriba abajo.
0:04:18 Parece que llevaba a casa medio mamá o Luis Séptimo y le dijo, te repudió.
0:04:23 En realidad todo esto lo digo porque no sé por qué la repudió.
0:04:31 No es que no se sepa, no lo sé yo.
0:04:35 No por estéril, por estéril desde luego, porque ya le había dado dos hijas, tal vez por no darle un hijo varón, pero bueno.
0:04:44 Y ya se casó entonces con el rey de Inglaterra. Nada de poligriso, ¿no?
0:04:50 Fíjese, aprendan muchas que se casan con un yesero y ya creen que estás haciendo un gran negocio.
0:04:57 Esta mena se casó con dos reyes, uno atrás del otro, si me permite, la expresión.
0:05:06 Bueno, y ahí me dio, se casó.
0:05:11 Y enrique, al poco tiempo de casorio, se empezó a volver loco.
0:05:18 Notaron que estaba un poco loco, qué sé yo, ¿no?
0:05:22 Parece que el poder hizo su desgracia.
0:05:25 Tenía un amigo, por ejemplo, un amigo de la juventud que pertenecía a la iglesia
0:05:30 y en una disputa de orden político, este amigo elició servir a su dios y no a su rey.
0:05:36 Y su rey, que era su amigo, Enrique II, lo hizo liquidar ahí mismo, en el coro de su catedral.
0:05:42 Era un amigo de la infancia desde el adolescente y ese amigo se llamaba Thomas Beckett.
0:05:47 Bueno, lo escomulgaron, fue maldito, fue castigado por mil remordimientos y ya no volvió a ser nunca el mismo.
0:05:56 Perdió toda medida, empezó a ponerse furioso cada vez que lo contrariaban
0:06:02 y parecía encontrar en la tempestad y en el desafío un amargo placer.
0:06:08 Repito esto, encontrado en la tempestad y en el desafío un amargo placer.
0:06:14 Se refugió entonces en sus hijos, tenía cuatro.
0:06:18 Dos de ellos son muy famosos, el primero era Enrique el joven, el segundo se llamaba Godofredo,
0:06:24 el tercero se llamaba Ricardo y muchos lo conocían por su apodo, corazón de león.
0:06:30 Y el cuarto se llamaba Juan, también conocido como Juan Sintiérra.
0:06:36 ¿Por qué le llamamos Juan Sintiérra? Bueno, no por desmadrao, sino porque como era el menor,
0:06:43 no le habían asignado ningún territorio en dominio.
0:06:48 Pero además este Juan no era muy bueno.
0:06:54 Igualmente no tuvo suerte con casi ninguno este muchacho Enrique, porque el primero murió,
0:07:01 entonces se volcó hacia el menor, volcó su preferencia hacia el menor que era Juan Sintiérra,
0:07:06 pero era realmente el que menos lo merecía, era un tipo un verdadero miserable.
0:07:14 Como lo sabe cualquiera que haya visto Robin Hood.
0:07:18 Era muy intrigante, ahora el rey lo amaba mucho, pero de gusto.
0:07:24 El rey mostraba un cuadro en donde había un señor con tres cuervos que lo picoteaban
0:07:30 y otro cuervo montado en su cabeza que le arrancaba los ojos.
0:07:34 Y el rey decía, con mucha simpatía, estos son mis cuatro hijos
0:07:38 y el que me está arrancando los ojos es el menor, el que yo más quiero.
0:07:43 Bueno, a pesar de que había sido muy feliz con Leonor de Aquitania,
0:07:47 un día se le ocurrió al rey Enrique empezar a salir con otra mena.
0:07:55 Y se llamaba, yo voy a salir con otra mena.
0:07:59 Rosa Mund se llamaba la otra mena, la bella Rosa Mund era, no sé.
0:08:08 Parece que era muy linda.
0:08:10 Y si bien Leonor de Aquitania era la mujer más hermosa de su época, esa época había pasado.
0:08:21 Entonces nuestro amigo Enrique se metió nomás con Rosa Mund,
0:08:25 que también le da dos hijos, pero murió Rosa Mund.
0:08:29 Entonces ya, ya, el rey con el caballo cansado por decirlo de algún modo,
0:08:34 vuelve a solicitar el perdón de Leonor de Aquitania, pero Leonor no lo perdona.
0:08:39 Y más que eso, toda la fuerza que había puesto antes en tratar de elevar a su marido,
0:08:44 la puso para tratar de destruirlo.
0:08:47 Y Leonor hizo lo peor, lo peor que se le puede hacer a un rey,
0:08:50 en amistadlo con sus hijos, que son la sucesión, que son el futuro también del rey.
0:08:56 Ella fomentó la enemistad entre los hijos y el rey y dividió al reino,
0:09:00 contribuyó para que cada uno se hiciera fuerte en un territorio,
0:09:04 y esto desde luego, acresentó la amargura del rey Enrique.
0:09:10 Pero hay otra cosa más, la última y la más terrible de las desgracias.
0:09:15 Resulta que Felipe Augusto, el rey de Francia, tenía una hermana, Alicia.
0:09:22 Y entonces esos matrimonios de Estado, ¿no?
0:09:27 Habían reservado Alicia cuando tenía 10 o 11 años para el hijo de Enrique II para Ricardo,
0:09:32 corazón de Leon.
0:09:34 Y se la dieron en custodia al propio Enrique.
0:09:39 Enrique estaba enemistado con su mujer, tan enemistado que le hizo meter en cana.
0:09:46 Viendo que la mujer o pareciéndole que la mujer conspiraba junto con los hijos, la metió presa.
0:09:52 Y está muchos años en cana.
0:09:56 Y para completarla, este hombre que no encontraba placer en ninguna parte,
0:10:04 lo encuentra precisamente en esa chiquilina que le habían mandado a custodiar
0:10:08 y que estaba destinada a su hijo.
0:10:10 Y sí su amante de la neña, según parecen instancias de la neña.
0:10:14 Y parecen también que fueron muy felices, ya era un poco más grande la neña.
0:10:18 Se llamaban tiernamente, en fe.
0:10:21 Y encontró el pobre Enrique, sosiego, paz y cariño,
0:10:24 el que no había encontrado en su mujer ni en sus hijos ni en ningún lado,
0:10:28 en esa chiquilina que al parecer fue la única que lo quiso hasta su muerte.
0:10:32 Pero claro, imagínense, esta situación era muy delicada
0:10:38 y era el rey cartón legador en todos los chantajes que usted pudiera imaginar.
0:10:44 Todo el mundo le pedía cosas y le recriminaba que anduiera con la prometida del hijo, fíjese.
0:10:53 Los príncipes de todo el mundo le pedían cosas y los chantajeaban.
0:10:57 En una ocasión vino uno al que le salió mal el chantaje.
0:11:03 Era clio, patriarca de Jerusalén.
0:11:07 Y los últimos años de permanencia de los francos de Jerusalén, como hemos dicho, creo que ayer,
0:11:12 Saladino había puesto sitio a la ciudad y entonces el patriarca era clio,
0:11:17 vino a manguearle dinero y suministros al rey de Francia.
0:11:22 Y bueno, el rey de Francia no le dio mucha bolilla, al rey de Inglaterra, disculpenme, ¿no?
0:11:33 Enrique II le dijo, bueno, mire, Enrique, vengo de Jerusalén, las cosas están muy mal por allá,
0:11:41 necesitamos 5.000 hombres, un poco de dinero y oro, ¿cómo no tengo?
0:11:46 Pero vale que me lo dé porque yo sé muy bien que usted anda con la mina,
0:11:49 con la que hice vacasar su hijo y yo tengo influencia.
0:11:53 Miren si en una de estas lo salimos comulgando otra vez, ¿qué sé yo?
0:11:56 Y parece que este Horacio era clio, también andaba con una y Enrique II lo sabía.
0:12:03 Así que le dijo, usted quede sepiola, que bien que anda con una, que yo mejor que no hable.
0:12:08 Así que el santajista tiene que estar también, lo digo para los amigos santajistas,
0:12:13 tiene que estar acubierto de contra chantaje.
0:12:18 Usted me viene a chantajear a mí y dice, bueno, mira, si no me da 20 pesos,
0:12:22 cuento la historia que vos tenés con Fulana.
0:12:25 Yo te digo, bueno, dame 30 porque si no, yo cuento la que vos tenés con Vengar.
0:12:32 Usted tiene que venir a uno de todos pecados, cosa que no hizo el patriarca.
0:12:36 Pero bueno, no importa.
0:12:41 Las cosas, y yo, este hombre hablaba francés, ¿eh, Enrique II?
0:12:46 Si bien era el rey de Inglaterra, hablaba francés, porque como saben ustedes,
0:12:51 los reyes de Inglaterra hablaron francés durante bastante tiempo,
0:12:58 creo que hasta Eduardo II por lo menos, ¿eh? Por lo menos.
0:13:02 Bueno, los reyes que hablaban inglés no eran tantas, porque esta última dinastía,
0:13:10 esta última familia, por mejor decir que reina, provenen de Alemania, eran los Hannover.
0:13:17 Y los primeros reyes de la dinastía de la familia de Hannover no hablaban nada de inglés.
0:13:24 No hablaban alemán, después fueron aprendiendo inglés.
0:13:27 Tal el caso también de Carlos I de España, Carlos V de Alemania,
0:13:33 que aprendió a hablar el castellano, pero él no lo hablaba de chico.
0:13:38 No hablaba su lengua madre, no era el castellano. Hablaba alemán.
0:13:43 Así que pasaba mucho eso, que el rey de un país no se hubiera hablado el idioma correspondiente.
0:13:50 Bueno, ahí quedó amante de una niña, despreciado por sus hijos, despreciado por su mujer,
0:13:58 despreciado por todos los príncipes, ¿qué iba a ser un tipo así, si no, Rolón, volverse loco?
0:14:04 Así que, primero se volvió loco, y después se murió.
0:14:09 Y aquí viene esta recordación, tal vez algo que hemos dicho muchas veces aquí.
0:14:15 El poder Rolón, a veces cae sobre los reyes como una maldición.
0:14:19 Y así como Alma Fuerte escribió alguna vez,
0:14:22 gravita sobre mi testa, la maldición del laurel,
0:14:25 queriendo decir que aquel dom poético que había recibido era por un lado,
0:14:33 un regalo favorable, pero por el otro una maldición.
0:14:37 Y que esa misma sensibilidad que le permitía ver belleza de donde otros nada veían,
0:14:43 le hacía también sufrir más que a cualquiera.
0:14:46 Y este poder del rey que parece un don, el don de hacer uno lo que le venga en gana,
0:14:52 de disponer a placer de la vida y de la hacienda de los demás, suele también ser una maldición.
0:15:00 Bien vendrían aquí más que los ingleses, los griegos,
0:15:03 que sabían desconfiar de los demasiados dones,
0:15:07 los griegos y también nosotros en este programa,
0:15:10 que desconfiamos de la demasiada suerte, del demasiado poder,
0:15:15 de la demasiada destreza, de la demasiada belleza.
0:15:22 ¿A quién quiere dedicar la historia de Enrique II de Inglaterra?
0:15:31 La pobre Leonor de Aquitania le dijo, salió de la cana recién cuando murió Enrique.
0:15:37 Salió de la cana y sobrevivió incluso a sus hijos,
0:15:41 a uno Ricardo lo vio morir frente a un castillo.
0:15:47 Y un flechazo, le metieron un flechazo en el espacio.
0:15:50 Cuando el combate estaba ya ganado.
0:15:52 Ya estaba ganado.
0:15:53 Un flechazo innecesario.
0:15:55 Se dio vuelta ahí, le con padrón.
0:15:56 Con padrón.
0:15:57 Le dio vuelta al que un padrón se fue caminando y uno que había ahí parado le tiró unas flechas y no más todo.
0:16:00 Y estaba Leonor.
0:16:02 Hay que cuidarse hoy.
0:16:03 Sí, especialmente de los giles.
0:16:05 De los giles hay que cuidarse mucho.
0:16:06 Sí, los estúpidos y los cobardes son por ahí más dañinos que los poderosos.
0:16:12 Y ya que hablaba de poder Alejandro y al comienzo hablábamos un poco de la locura.
0:16:16 Mustería marcar la relación, pero la fuerte relación que hay entre el poder y la locura.
0:16:23 Muchas veces la gente piensa que alguien se vuelve loco por un gran dolor, por una gran pérdida.
0:16:28 Es más común que alguien, digo, que un psicótico desencadene cuando le toco una situación muy favorable
0:16:33 y que tiene que encarnar un lugar de poder.
0:16:36 Sí, ahí es donde aquello que debería tener para que los sostuviera no aparece, no está.
0:16:41 Y ahí es donde se desencadena la locura.
0:16:43 Por eso van contra usted muchos reyes que llegaron el momento y se volvieron locos.
0:16:47 Para no hablar de algo obvio, que es la locura de alguien que no tiene poder, finalmente tiene una influencia corta, tiene pequeños horizontes.
0:16:57 La locura del príncipe afecta a todos.
0:17:00 A toda una nación.
0:17:01 Por eso se lo dedico a Alejandro, dos dedicándose en particular.
0:17:05 Primero aquella chiquilina que supo amarlo hasta último momento, Alicia, y después a los reyes que hablan el mismo idioma que su pueblo.
0:17:16 El tango que escucharemos también se relaciona con esta muchachista y se llama Pequenia.
0:17:24 Ni siquiera son tangos o bales.
0:17:26 Y lo vamos a escuchar en la hermosa versión de nuestro amigo Horacio Molina.
0:17:32 Pequenia, en atención, a Alicia, aquella que estaba destinada a Ricardo, pero que al final alegro las penurias de Enrique.
0:17:44 Adelante Horacio.
0:17:56 Yo sé que la luna se va, donde nadie ha llegado a mi puede llegar, donde juegan con mi color sosen color.
0:18:09 Tengo un nido de plumas y un canto de amor, tú que tienes los ojos mojados de luz,
0:18:20 y empapada las manos de tanta inquietud con la sala de tu fantasía, me afuelca las vidas de mi juventud.
0:18:35 Pequenia, te digo Pequenia, te llamo Pequenia con todos amigos,
0:18:45 mi sueño que tanto te suena, te espera Pequenia con esta canción.
0:18:55 Una luna que saa de una luna, la dulce fortuna de amar como yo,
0:19:05 mi sueño que tanto te suena, te espera Pequenia con esta canción.
0:19:15 Hace mucho que espero, y hará mucho más, porque tanto te quiero que vuelte a llegar,
0:19:36 no es posible que tenga la luna y la flor, y no tenga conmigo tu beso de amor,
0:19:46 donde el río se quede y la luna se va, donde nadie ha llegado a mi puede llegar,
0:19:56 con la sala de tu fantasía, será la alegría de mi corazón.
0:20:06 Pequenia, te digo Pequenia, te llamo Pequenia con todos amigos,
0:20:16 mi sueño que tanto te suena, te espera Pequenia con esta canción.
0:20:26 Una luna que sabe la luna, la dulce fortuna de amar como yo,
0:20:37 mi sueño que tanto te suena, te espera Pequenia con mi corazón.
0:20:48 En la venganza será terrible, hemos escuchado Horacio Molina interpretando de Maderna y Espósito Pequenia.
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