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18 de Agosto de 2008

Ermitaños

Transcripción automática

0:00:00 Tenemos una charla, una más de las muchas que tenemos sobre hermitáneos.
0:00:05 Nos fascinan los hermitáneos.
0:00:09 Algunos asistas, hemos hablado, ya varias veces.
0:00:14 Me acuerdo cuando habló de Simón.
0:00:17 Sí, se subió a Rybun Palo.
0:00:19 Si hubiera un estilista, claro, que se subió a Rybun Palo y se quedaba ahí para ponerle 30, 40 años.
0:00:24 ¿A quién molesta esa gente?
0:00:27 A la familia.
0:00:30 Los sobrinos llevando de sal.
0:00:34 Algunos asistas, como por ejemplo Arceño el Romano, se mortificaban del siguiente modo.
0:00:42 Se rodeaban de basura y agua podrida.
0:00:45 No, qué feo.
0:00:47 O sea, se trasladaban a Buenos Aires.
0:00:50 Para crear una pestilencia, el amigo Arceño creía propia de los infiarnos.
0:01:03 Y pensaba que, suportando ese dolor en vida, le iría mucho mejor cuando muriera.
0:01:10 Qué curioso pensamiento. Cuanto peor huele a uno mientras vive, mejor le irá cuando se muera.
0:01:17 Muy bien. Algunos que yo conozco tienen el cielo asegurado.
0:01:24 Pero otros cermitaños se mortificaban de otros modos.
0:01:28 Algunos prometían, por ejemplo, no levantar nunca la vista del suelo, etcétera.
0:01:34 Cuenta Teodoretto que Simón el viejo y Judicículo vieron en el desierto las manos de un tipo
0:01:43 que sobresalían de un ojo elevadas hacia lo alto.
0:01:47 Es decir, había a alguien enterrado y de esa persona sólo se veían las manos hacia lo alto.
0:01:56 Se acercaron y notaron que junto al orificio había otro más pequeño por donde salía una caña con una pajita.
0:02:05 Un anacoretas llamado Severo se había hecho enterrar y había tomado una cañeta para respirar y alimentarse.
0:02:14 Cuando lo encontraron, le gritaron, oh, ché, ¿qué estás haciendo?
0:02:19 Desde abajo salió un insulto.
0:02:22 Con la cañita salió el insulto.
0:02:24 Sí, un insulto.
0:02:26 Un insultito.
0:02:28 Parece que la anacoreta esperaba en su pozo la llegada de Los Ángeles.
0:02:33 Y como usted bien sabe, si llegan hombres, Los Ángeles no se acercan.
0:02:38 Algunos en verdad sí creyeron ver ángeles cuando en realidad los que se acercaban eran hombres.
0:02:46 Incluso por ahí era otro anacoreta.
0:02:49 Y por el desierto, por el calor, por las fiebres, por ese afán místico,
0:02:56 venía un tipo de cualquier híbo, te creías que era un ángel.
0:03:00 Dice postumiano, que era historiador, que una vez dos hermitáneos tuvieron una alegría efímera y luego un gran desengaño.
0:03:08 Cuando se encontraron en medio del desierto y cada uno de ellos se prosternó ante el otro,
0:03:14 cada uno creía que el otro era un ser celestial.
0:03:18 Ambos pensaron, este que viene aquí es un ángel,
0:03:22 cuando advirtieron que ambos eran hombres, terminaron trabándose en lucha.
0:03:27 ¡Que mal!
0:03:29 ¡No es un ángel! ¡Que me hace prosternar aquí!
0:03:33 Macario, que también era un hermitario, un hermitáneo, eludía a los halagos.
0:03:41 Un visitante del desierto que quería conocerlo, ya que se había hecho famoso por su piedad, ¿no?
0:03:48 Macario, se acercó un día hasta la cueva de este hombre y le preguntó si él era Macario.
0:03:54 Le respondió que no, y que no conocía a nadie de ese nombre.
0:03:58 Así el visitante recorrió todas las cuevas de la zona y todo respondía inmediablemente,
0:04:03 no, yo no soy Macario.
0:04:06 El visitante retornó entonces a Alejandría, de donde había salido, sin haber encontrado a la Zeta que buscaba.
0:04:13 En realidad, Macario solo aceptaba la visita de quienes lo insultaban.
0:04:19 Sado más sofista.
0:04:21 Tipo, ¿van a entrar a veces...?
0:04:24 ¿Qué hace? ¿Juna que la siente? ¿Qué se yo?
0:04:27 Y el tipo pase.
0:04:28 Soy Macario.
0:04:29 Soy Macario.
0:04:31 Había solitarios que trabajaban en la misma cosa durante 20 o 30 años, como todos sabemos.
0:04:38 En el desierto, ¿no?
0:04:40 Por ejemplo, Pablo El Simple.
0:04:42 Qué lindo nombre, Pablo El Simple.
0:04:44 Y Juan Pablo El Compuesto.
0:04:51 Pablo El Simple.
0:04:53 Hacía y deshacía un canasto de mimbre.
0:04:57 Juan de Egipto contaba granos de arena durante 30 años.
0:05:03 Oh, ¿por qué deshaste de si infinita la cantidad de arena de arena?
0:05:07 San Apolo repetía incansablemente la palabra Jesús desde que se despertaba hasta que se dormía todo el día.
0:05:17 Y así, durante 21 años, solo usó esa palabra y la pronunció sin detenerse.
0:05:24 Jesús, Jesús, Jesús, Jesús.
0:05:28 Jesús.
0:05:30 Cierta vez, la Zeta Benjamin enfrentó a San Doroteo.
0:05:36 Parece que Doroteo se castigaba no durmiendo.
0:05:40 A mí me pasaba algo de eso.
0:05:42 ¿Y usted, a propósito, no duerme?
0:05:45 Uno de los mejores hermetáneos que vi.
0:05:47 Parece que estaba en una conducta burguesa, dormir.
0:05:50 Y Doroteo pensaba lo mismo, porque jamás durmió, según cuentan.
0:05:53 No durmió nunca.
0:05:55 Vivió parado como un vigilante provincia.
0:06:00 Y sin acostarse, desde luego.
0:06:05 Y se pasaba la noche haciendo cuerdas con hojas de palmera.
0:06:11 A veces, cuando se agarraba alguna enfermedad, porque por ahí le tanto no dormir, medio se enfermaba.
0:06:17 Andaba por ahí medio zigzagueando, pero no se acostaba.
0:06:21 Un día apareció Benjamin y se plantó junto a Doroteo y se puso a hacer cuerdas de palmera.
0:06:29 Por un lado, para ver si era cierto que Doroteo no dormía.
0:06:32 Por el otro, para demostrar que a él tampoco le iba a vencer el sueño.
0:06:35 Ahí me empezó a dar sueño.
0:06:37 La presencia del otro me parece que no le da sueño.
0:06:39 Ya le da sueño.
0:06:40 No. Pasaron varios días y según la tradición, Benjamin cayó desplomado.
0:06:45 Que cayó.
0:06:47 Lo primero que escuchó al despertar fue un saludo, unos buenos días, que le dio a Sando Doroteo como cargándolo.
0:06:54 Benjamin supo que había sido derrotado y se fue muy avergonzado el desierto a la ciudad,
0:07:03 donde se hizo comerciante y durmió todo lo que quiso.
0:07:08 Estas son las historias que tenía que contarle.
0:07:13 Y a mí me gustó la de Macario, que solo respondía si lo insultaban.
0:07:18 Todas me gustaron las que decía Jesús, Jesús, Jesús también.
0:07:23 Siempre los hermitáneos leían como finalidades religiosas.
0:07:30 Ayer esos sacrificios como...
0:07:32 Claro, castigarse de tal modo que Dios se compadresciera, que sufrimiento,
0:07:39 y lo acreditaba, lo acreditara para ser descontado o deducido de las penas del purgatorio del infierno.
0:07:46 Para salvar el alma no había mejor que esa clase ascesis.
0:07:50 A mí siguen sorprendéndome más los estilitas, esos que usted citó a comenzar la charla,
0:07:56 los que se quedaban parados arriba en la columna como 30 años.
0:08:00 Eso me impresiona mucho.
0:08:02 30 años abajo el felpudo es una cosa...
0:08:06 El infierno tiene eso.
0:08:09 Lo que molesta realmente el infierno es su duración, dice Borges.
0:08:14 Que no termine nunca, eso molesta.
0:08:18 Durarán dos años el infierno, pero salgo de acá macho y sabe qué es.
0:08:24 Así que lo que molesta también de estar parado arriba en la columna son los 30 años, no la columna.
0:08:31 Molesta también de estar parado aquí durante 30 años.
0:08:38 Hemos ido a la discoteca cuyo titular evidentemente es ermitaño,
0:08:44 y se ha cobrado de un pie y atiende cabeza abajo.
0:08:49 Pero no debe tener música de acetamide ermitaño.
0:08:53 Sí, sí, solamente atiende si lo insultamos.
0:08:57 Cosa que en la radio han comprendido perfectamente.
0:09:01 Le hemos pedido un disco sobre estos asuntos y fascinado por Doroteo,
0:09:07 donde estás que no te veo, aunque era aquel que dormía y dormía.
0:09:11 No, no dormía nunca.
0:09:13 Mejor dicho aquel que no dormía, pero que tenía justamente la habilidad de permanecer despierto,
0:09:19 me dio un disco que tiene que ver con el sueño.
0:09:25 Casi se llama el sueño, pero se llama astutamente ensueño.
0:09:31 Y el ensueño tiene más que ver con los anacoretas que el sueño.
0:09:38 Es un estado de ensueño, ese que nos permite estar en una duerme vela de 30 años,
0:09:44 o estar colgado de una pata durante 10, o enterrado en un hoyo respirando por una cañita.
0:09:53 Es necesario para la actitud mística un poco de duerme vela, pero también un poco de ensueño.
0:10:01 En sueño es una obra de Robert Schumann, que es mi novio.
0:10:08 Se lo confieso.
0:10:10 Y a todos los periodistas no le confesó nunca nadie, ahora lo dice así abiertamente.
0:10:14 Sí, sabe que cuando los periodistas usen hablar de Schumann están en corriendo.
0:10:18 Entonces, escucharé con sentarse y le doy la canción, me llama el sueño.
0:10:23 Y sucede algo muy extraño con el pianista.
0:10:27 El disco dice por la fila armónica de Berlín.
0:10:31 Usted oye el disco y hay un pianista que toca.
0:10:35 Un solista de piano, por cierto.
0:10:37 Necesita con un piano.
0:10:39 Es decir, toda la fila armónica de Berlín tocando el mismo piano es intensa.
0:10:43 Ah, no, estar en la fila... estarán escuchando ahí.
0:10:47 Pero ¿y quién es el pianista? podrían decirlo.
0:10:50 No lo dicen.
0:10:51 Un solo de piano o de una chica de Berlín?
0:10:53 Un solo de piano de un pianista tan humilde, probablemente una anacoreta,
0:10:58 que no ha querido que se supiera su nombre.
0:11:01 Pero esta canción es específica, es una de mis preferidas.
0:11:07 Y vamos a escucharla ahora mientras pensamos en ir a la tebaida y hacernos hermitáneos para siempre.
0:11:14 Adelante, quien quiera que sea.
0:11:44 La fila armónica de Berlín
0:12:14 La fila armónica de Berlín
0:12:44 La fila armónica de Berlín

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