Transcripción automática
0:00:11 Hablaremos hoy de espadas mágicas.
0:00:17 Una ipálaje es una figura retórica que consiste en transmitir a un objeto las virtudes de quien lo usa.
0:00:29 Por ejemplo, las lámparas estudiosas de Lugones, la bandera invencible.
0:00:39 Desde luego ni las lámparas estudian ni las banderas vencen, pero la eficacia del recurso es innegable.
0:00:48 Algunos pueblos de la historia han creído en la retórica de un modo literal
0:00:54 y así llegaron a pensar que el valor de un hombre podía residir no en su espíritu, sino en su espada.
0:01:05 La espada del héroe legendario albanés Iskander Bell era un perfecto ejemplo de la relación espiritual entre el arma y el guerrero.
0:01:18 Cuando esta espada la blandía un soldado valeroso, se hacía automáticamente más afilada, más resistente y más letal.
0:01:28 En cambio, si la manejaba un hombre sin instinto matador, la hoja se redondeaba de tal modo que apenas si podía aranear la piel de un enemigo.
0:01:41 El guerrero Franco Roldán, que derrotó casi solo a un enorme ejército de infieles, esgrimía la espada llamada Duranderte,
0:01:50 en cuya vaina de oro, lleno de reliquias, había un diente de San Pedro en la empuñadura, o en la vaina, en la vaina y en la empuñadura también.
0:02:03 Había un diente de San Pedro. Sangre de San Basilio, vaya llevando cabellos de San Dionisio y un pedazo etúnica de la Virgen María.
0:02:17 Replandecía esta espada Duranderte de tal forma que no era posible fijar la vista en ella. Su origen parece sobrenatural.
0:02:28 Según la leyenda, un ángel ordenó a Carlos Magno que se la diera a uno de sus condes principales, que le diera la espada.
0:02:37 Sí, señor, no, por favor.
0:02:41 Carlos Magno la asignó entonces al costado de Roldán, quien conquistó con ella cientos de pueblos y tierras.
0:02:50 Era un arma tan bien templada que cuando Roldán iba a morir trató de partir la hoja golpeándola contra una roca.
0:02:58 No pudo, entonces debió esconderla. Se trataba de que no cayera en manos de los enemigos, ¿no?
0:03:06 Y todavía está escondida la espada Duranderte que, señor Roldán, en algún lugar de los Pirineos, la cadena que separa España de Francia,
0:03:17 cuyos pasos principales son los de Somport y Canfrán.
0:03:22 Digo todo esto porque lo tengo tatuado.
0:03:26 No, tatuado, así cualquiera.
0:03:29 La espada de Sigmund Folksung, repito, Sigmund Folksung, apareció clavada por Odín, el príncipe de los dioses nórdicos,
0:03:42 en el tronco de un árbol, y Sigmund fue el único guerrero con fuerza suficiente para desclavarla.
0:03:51 Nada podía romper esa espada y defendía a quien la portara de todos los golpes de los enemigos.
0:03:58 Sigmund blandió la espada hasta que Odín decidió que debía morir.
0:04:03 E hizo que el arma se partiera en dos durante una batalla.
0:04:07 Pero el hijo de Sigmund, no me diga que no se asustó, Sigmund frío, hizo que el herrero mime la reparada.
0:04:18 Solo con ella, con esta espada pudo darse muerte al dragón Fathnir, un ser monstruoso que asolaba la región.
0:04:27 De todos modos, Sigmund no tuvo un buen fin.
0:04:31 Un tal Guthrum lo mató mientras dormía.
0:04:34 El hido de muerte de Sigmund tomó su espada y la arrojó con las fuerzas que le quedaban al asesino y lo partió en dos.
0:04:42 Eso que no tenía mucha fuerza.
0:04:45 Con la muerte de Sigmund se perdió el rastro de su espada mágica.
0:05:15 Una poragui de Robá.
0:05:27 Ah, por donde estará la espada de mí.
0:05:37 Papá, por que un gran dolor medio obceado me quiere bajar.
0:05:55 Otra espada mágica fue la de Tir, nada menos que el señor de la guerra, de los mitos nórdicos.
0:06:03 También era hijo de Odín y de Friga.
0:06:06 Había sido fabricada esta espada por los enanos.
0:06:11 Y tenía la virtud de otorgar la victoria segura a su pocedor.
0:06:16 A su pocedor, dije, qué extraordinario.
0:06:19 Recuerde que Tir era un dios manco.
0:06:22 Pero tiraba las famosas puñaladas de manco.
0:06:28 Como el cortito que era de Aján.
0:06:32 Cuando los dioses de Lászgaard quisieron atar al lobo Fenris, debieron recurrir a un engaño.
0:06:39 Estoy contando por qué era manco Tir.
0:06:42 El lobo era tan enorme que podía abrir su boca, haciendo que los maxilares superiores tocaran el cielo y los inferiores el infierno.
0:06:51 Los dioses fabricaron una soga que no podía romperse.
0:06:55 Y se va hecha con el sonido de los pasos de un gato, la barba de una mujer, las raíces de una montaña, los tendonos de un oso, la voz de los peces y la saliva de los pájaros.
0:07:07 Después le pidieron al lobo que se dejara atar para probar su fortaleza con la promesa de desatarlo.
0:07:15 Después después de desatarlo.
0:07:17 Fenris exigió una garantía.
0:07:21 Y dijo, mirá, a mí me parece que ustedes no me van a desatar.
0:07:24 Así que mientras estoy atado, uno de ustedes me pone la mano en la boca, me pone.
0:07:31 De este modo ante cualquier infracción, el lobo les comería la mano al garante.
0:07:37 Y nadie se atrevía a efectuar aquel depósito, ¿no?
0:07:42 Hasta que apareció Tir.
0:07:44 Y con todo valor puso la mano en la boca de Fenris.
0:07:48 El lobo se dejó atar y cuando vio que no podía librarse aquella soga, le comió la mano a Tir.
0:07:54 Manco y todo el dios pudo meter su espada en la boca del lobo con la empuñadura apogiada contra la mandíbula inferior y la punta en el paladar.
0:08:06 Y así quedó para siempre.
0:08:08 La boca de Fenris hizo brotar tanta sangre que terminó creándose un río al que se llamó Fong.
0:08:17 De todos modos Fenris se soltará un día, el día del Ragnarok, el día de los casos de los dioses.
0:08:26 Y se comerá el sol y la luna.
0:08:30 Entre los piratas de la Isla Tortuga se creía que algunas espadas poseían el don de asegurar el regreso del poseedor.
0:08:42 Las mujeres que esperaban a sus hombres preparaban unos ungüentos volvedores que les parramaban por la hoja, por la empuñadura y a veces por su marido.
0:08:57 Después esperaban confiadas en que el hombre volviera.
0:09:03 Las mujeres no solían else en tiempos de los Vikings, los que se iban eran los hombres.
0:09:12 La mujer permanecía y pertenecía también al solar, de modo que no se ausentaba jamás.
0:09:23 La vida de nuestros tiempos produjo el nuevo fenómeno de las mujeres yéndose.
0:09:32 Y fue necesario crear nuevos ungüentos para untar, no ya la espada de las mujeres, ya casi nadie usa espada ni siquiera los hombres.
0:09:45 Pero sí alguna prenda personada.
0:09:51 Por eso cuando una novia me abandona, o sea que ocurre tantas veces como tengo novia,
0:10:00 aprovecho y en algún momento, cuando está distraída, en el talón, que es la parte de los zapatos que está relacionada con la ida, con la fuga, con la evasión,
0:10:15 le pongo sin que se dé cuenta un poquito de un huento volvedor.
0:10:21 Y entonces más tarde o más temprano, generalmente más tarde, mis ungüentos no son de muy buena calidad.
0:10:32 Y yo soy una persona tan desagradable que aunque usara los mejores ungüentos de Bélgica, igual les costaría volver.
0:10:41 Y muy tarde y todo, de mala gana y todo a veces, casi arrastradas por sus propios zapatos, las noias vuelven.
0:10:52 Y hoy vamos a escuchar ilustrando esta idea de la espada que hace volver al guerrero y de un huento que hace volver a la novia fugitiva,
0:11:05 o de algo que no es ni la espada ni el ungüento que hace que a veces volvamos.
0:11:10 Una milonga que voy a cantar Nelio Mar y que se llama Tu Vuelta.
0:11:35 Él está vivo esperando y a pesar de tu tardanza, acaricio la esperanza de que me sigas amando de noche al nivel mi coruño,
0:11:51 cuando un galo para escucho y se me hace que estupucho cual izquierdo y chisto el hubo.
0:12:05 A veces he visto a mamá como sus lágrimas secas, porque ando en medio culéca y toso mucho en la cama,
0:12:22 besón, sagar de imprescencia, en la última pamperada por salir desabrigada creyéndose había chiflado.
0:12:38 Mi trenza negra es amata, que jueran de tus besos y lo anan pausencia de esos mal llamados y los geplatas,
0:13:04 lejos del poncho platea de la luna mi aparcera que alguna noche de espera me los abrajo seciao.
0:13:26 A veces se me figura un mostrado la tranquera, ha de borrallo mi espera entre vasos de amargura.
0:13:40 No quería incomodarte, pero hoy me animé a escribirte, porque tengo que decirte que somos dos a esperarte.
0:14:01 Era Anelio Mar, en la venganza será terrible tu vuelta.
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