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6 de Julio de 2007

Expiaciones extravagantes

Transcripción automática

0:00:00 Hablaremos hoy queridos amigos de expiaciones extravagantes, digo yo abusando de la X.
0:00:07 O sea, distintas de las penitencias usuales. ¿Cuáles son las penitencias usuales?
0:00:13 Bueno, qué es eso, mándese 30 Padre Nuestro y 20 Ave María o vaya hasta la Meca y vuelva esas penitencias.
0:00:23 No, estas son expiaciones que incluso eran realizadas para evitar un encierro, incluso para evitar la pena de muerte.
0:00:32 Vamos a ver cómo es la cosa. Empecemos con la primera historia.
0:00:37 Dos caballeros llamados Mildred y Juan de Riel dieron muerte a mediados del siglo XI,
0:00:50 a Conrado, que era obispo de Burgsburgo.
0:00:54 Aprovecho ya que hablamos del casero y de Conrado para honrar la memoria de Conrado Bertagnini.
0:01:00 Muy bien, pero este no era Conrado Bertagnini, sino Conrado, obispo de Burgsburgo.
0:01:07 Había sido asesinado por estos caballeros llamados Mildred y Juan de Riel.
0:01:12 Arrepentidos estos caballeros de haber matado a Conrado confesaron y fueron a pedir perdón al Papa León Noveno.
0:01:22 Fueron recibidos y perdonados por el Papa a condición de que se presentaran solamente con calzoncillos y una soga al cuello.
0:01:35 Cuando pidieron la audiencia para entrevistarse con el Papa le dieron, bueno, está bien, el Papa acepta entrevistarse,
0:01:42 pero presenten 100 calzoncillos y con una soga al cuello.
0:01:46 El Papa les impuso a estos caballeros la penitencia de no volver a hacer uso de sus armas,
0:01:54 de no usar prendas de color, de no asistir a espectáculos públicos de ninguna clase, etc.
0:02:02 Hay que decir que los dos caballeros quedaban también imposibilitados de volver a casarse si quedaban viudos.
0:02:08 Y como ya, Papa debía entrar a darse a Tierra Santa y permanecer así por cuatro años.
0:02:15 Era mucho realmente.
0:02:17 Yo si hubiera sido uno de ellos le diría, mire, santo padre, métame en cana.
0:02:22 No me ayude más. Me sale más barato y en cana.
0:02:26 Pero además, fíjese que este viaje a Tierra Santa debían hacerlo los caballeros Mildred y Juan de Real,
0:02:34 vestidos de lana, asunando a pan y agua los miércoles y los viernes,
0:02:39 y en el trayecto debían ir rezando a viva a vos mientras caminaban.
0:02:47 Hay que decir que este Papa, León Noveno, cuando trabajaba trabajaba.
0:02:52 Ahora bien, el regreso para Alemania, donde procedían, debían realizarlo ya no en ropas de lana,
0:03:05 sino otra vez en calzoncillos y con una soga al cuello.
0:03:09 Tiene ganas de jorobar el Papa.
0:03:12 Cuando se fueron le dijo a uno de los secretarios,
0:03:15 recién vinieron uno, te vas a matar de risa lo que les hice.
0:03:22 También le dijo, el Papa León Noveno, que debían presentarse ante él de paso para Alemania para certificar que había ido.
0:03:30 Consta en las crónicas que iniciaron tal como se les indicó la pregrinación,
0:03:36 pero ningún archivo se indica si regresaron.
0:03:40 Así que es muy probable que no hayan alcanzado a volver, no ya en calzoncillos sino vivos.
0:03:46 Me gustó este caso.
0:03:48 Otro caso, Frutmundo, un franco de casa ilustre, disputó junto a sus hermanos la herencia paterna.
0:03:58 Un tío de aquellos muchachos sugirió que la herencia también le pertenecía.
0:04:04 De si vino a intervenir también en este asunto.
0:04:07 Entonces Frutmundo y sus hermanos, al ver que se añadía un nuevo pretendiente de la herencia,
0:04:13 mataron al mencionado pretendiente que era el tío.
0:04:17 Pero se arrepintieron, ya como a la semana se arrepintieron.
0:04:21 Entonces fueron a ver al rey Lotar, Lotario, y consultaron de qué modo podían expiar el crimen.
0:04:29 Esto sucedió también en el siglo noveno.
0:04:32 El rey Lotario convocó a los… también no, lo otro no sucedió en el siglo noveno, sino en el siglo XIX era león.
0:04:43 Este no es el orden de un rey sino el siglo noveno.
0:04:50 El rey Lotario convocó a los obispos y le dijo que atara las muñecas de los culpables
0:04:58 y también le atara los tobillos muy juntos, con cadenas pesadas y con un poquito de lastre,
0:05:05 a irito para arrastrar unos 5 o 6 kilos de plomo.
0:05:10 Pero las cadenas estaban muy juntitas y estos criminales solo podían caminar a pasitos cortos,
0:05:18 como esas ramas con pollera tubo que corren el colectivo, con la rodilla junta.
0:05:25 Bueno, y después Lotario los íntimo a ir en aquel estado, así, amarrados, hasta Tierra Santa.
0:05:34 Y Frutmundo y sus hermanos caminaron, pasaron por Roma y allí pudieron ver al Papa Benedicto III,
0:05:42 que les dio unos salvoconductos para que pudieran continuar su expiación sin perturbaciones.
0:05:48 Pero el Papa Benedicto les ordenó que cuando volvieran pasaran por ahí
0:05:53 y que en ese momento les iba a dar el perdón al regreso.
0:05:59 Bueno, cuando vengan piden hablar conmigo, yo lo voy a atender, le voy a dar el perdón, le voy a dar lo que sea.
0:06:05 O algo así habrá dicho.
0:06:07 Bueno, los muchachos llegaron a Jerusalén, pasaron algún tiempo allí,
0:06:10 después visitaron en Egipto otros lugares santos, en Cartago visitaron el sepulcro de San Cipriano,
0:06:19 y al final volvieron a Roma, cuatro años más tarde.
0:06:23 Parece que siempre se tardaba cuatro años.
0:06:26 Seguieron encadenados, cortitos, con pasitos cortos llegaron, ¿no?
0:06:31 La gente se compadecía de su destino,
0:06:36 pero cuando regresaron el Papa no creyó que fuese suficiente aquella travesía para concederles el perdón.
0:06:43 Y lo mandó de nuevo a Jerusalén, y también a Canaán y a Galilea,
0:06:49 e incluso a los montes donde se había detenido el arca, al monte Ararat,
0:06:55 que no queda cerca de los lugares que he mencionado, la Armeña que era.
0:06:59 Y claro que era una Armeña, hay que hacer casi otro tanto de trayecto.
0:07:04 Cumplieron, cheque, estos muchachos, Frutmundo y sus hermanos.
0:07:10 Y regresaron a Roma, después naturalmente de otros cuatro años de travesía,
0:07:14 pero pasó algo terrible.
0:07:17 Benedicto II ya se había muerto,
0:07:20 y el nuevo Papa Nicolás I no estaba enterado de aquella penitencia,
0:07:27 ni de sus crímenes, ni en verdad de nada, y no lo recibió.
0:07:31 Frutmundo y sus hermanos se despojaron de las cadenas,
0:07:36 y regresaron a Francia, tristes y asustados.
0:07:39 Nunca pudieron recibir del Papa la certificación de que la penitencia había sido cumplida,
0:07:45 y para ello la culpa del crimen jamás se borró, así que deben estar en el infierno.
0:07:52 Algunos personajes se las ingeniaban para eludir estas pregrinaciones o estos dictámenes de penitencia.
0:08:01 Es el caso de Guillermo VII de Poitoux, que era el noveno duque de Aquitania,
0:08:07 el famoso trovador, el abuelo de Eleonora de Aquitania, Eleonora de Aquitania.
0:08:12 Ya hemos hablado de este tipo, Guillermo de Poitoux.
0:08:15 Parece que Guillermo se había mandado una estafa.
0:08:19 Había estafado a la condesa de Châtéle-Roll.
0:08:23 El obispo de Angulema lo exhortó a cambiar de conducta.
0:08:28 Le dijo, sí, a ver si cambia de conducta.
0:08:32 Guillermo le contestó que iba a cambiar de conducta cuando el obispo se peinaba.
0:08:38 Y el obispo de Angulema era pelado.
0:08:42 Eso ofendió mucho al obispo, y pidió reparación.
0:08:48 Guillermo se arrepintió de lo que le había dicho al obispo.
0:08:53 Y exigió que le mandara una penitencia.
0:09:01 Le dijo, disculpeme, obispo, mándeme una penitencia.
0:09:06 Pensando que le iban a dar unos cuantos padres nuestros.
0:09:11 Y el obispo lo mandó hacer el viaje a Jerusalén.
0:09:14 Esto pudo haber sido una mala noticia,
0:09:17 pero resulta que Guillermo ya tenía pensado ir a Jerusalén.
0:09:21 Pero no le dijo nada al obispo de Angulema.
0:09:25 Y le dijo, bueno, no muy bien, voy a ir a Jerusalén.
0:09:28 Nada más que para expiar la culpa de haberle dicho penado.
0:09:34 Partió.
0:09:36 Pero partió con una numerosa tropa de amigas y amigotes.
0:09:40 Y según el cronista, Guillermo convirtió su trayecto santo
0:09:46 en una andanza orgiástica.
0:09:50 Junto con aquella tropa penitente y blasfema al mismo tiempo,
0:09:55 Guillermo cantaba e incluso amaba sobre los lugares más santos.
0:10:02 Dicen que cuando la gente lo veía pasar a Guillermo de Pauatú
0:10:06 y sus amigos, quedaba estupefacto ante tan gratificantes expiaciones.
0:10:14 Y le preguntaban a los muchachos,
0:10:17 ¿a qué obispo había que acercarse para recibir una penitencia de esa característica?
0:10:23 Bueno, y esta fue la última de las penitencias de las expiaciones extravagantes
0:10:29 que hemos contado hoy.
0:10:35 Estaba pensando, Alejandro, que esta gente que imponía las penitencias
0:10:40 hubiera caído muy bien a muchos contemporáneos nuestros.
0:10:43 Porque eran realmente de mano dura.
0:10:46 Claro que esta gente merecía algún castillo.
0:10:49 El último, le digo, es el que más me gusta,
0:10:51 porque en definitiva le dijo pelado al tipo, no mató a nadie.
0:10:54 Y se la arregló a la pregría.
0:10:56 A los unos había estafado antes a una Condesa,
0:10:59 pero no es por eso que lo mandaron a Jerusalén.
0:11:01 En aquello tiempo era más punible decirle pelado al obispo
0:11:05 que estafara a 100 Condesas.
0:11:07 Sí, por eso. Y en medio de este León Noveno, de Benedicto Segundo,
0:11:11 de este obispo, de todas las gente tan susceptibles,
0:11:13 quiero dedicar esto a las personas que no son susceptibles.
0:11:17 Yo, esos tipos lo que hicieron dos veces el viaje
0:11:19 cuando llegaron el Papa se había muerto.
0:11:21 Le habían cambiado de Papa.
0:11:23 Ahora, pero el otro ni siquiera le había dejado una nota.
0:11:27 Che, perdonarlo a esto.
0:11:29 Che, atendé a Estorniato, que prometí que lo llevaba a perdonar.
0:11:34 Ahora, estoy pensando, ¿no?
0:11:36 Habían cumplido con la penitencia,
0:11:38 y van a buscar la certificación.
0:11:40 La certificación, claro.
0:11:42 Pensé que mañana se moría.
0:11:43 Tienen que llevar el papel.
0:11:44 Claro, y bueno, al invierno dice,
0:11:46 Buenas noches, dice, ¿qué es?
0:11:49 ¿Cómo es esto acá?
0:11:51 Dice, mire, nosotros aquí cometimos unos crímenes,
0:11:54 pero nos perdonaron.
0:11:56 A ver, ¿a dónde está la certificación?
0:11:59 Dice el diablo que no lo pasás en eso.
0:12:02 ¿A dónde está la certificación?
0:12:04 No, porque se murió justo el Papa.
0:12:07 Pregúntele a Papa, ¿no?
0:12:08 El Papa está en el cielo, dice.
0:12:10 Yo hasta allá no llego, dice.
0:12:12 O al menos eso debería ser.
0:12:16 Pero bueno, bueno.
0:12:18 Era mucha fe también, esto, dirá,
0:12:19 buscar la certificación para llevarla.
0:12:21 Mucha fe, demasiada.
0:12:23 Nos costó encontrar un tango,
0:12:25 cuyo título remitiera alguna de estas historias,
0:12:28 pero yo creo que sí, eh.
0:12:30 Tengo tango padre nuestro,
0:12:33 que es la penitencia clásica.
0:12:36 Siempre es, es un padre maestro,
0:12:39 una vez María Lluvia había hablado de la iglesia,
0:12:42 pero era un poco osco con la religión.
0:12:46 Ni siquiera osco.
0:12:49 No era para mí, yo era muy respetuoso con eso,
0:12:52 pero no era para mí.
0:12:55 Y cuando veía que...
0:13:01 que algunos cumplían ciertas penitencias,
0:13:04 se rezaban 40 padres nuestros, 25 de María, ¿no?
0:13:08 Me daba una sensación de...
0:13:12 de liquidación, de almacén,
0:13:15 porque no 31, porque no 32,
0:13:18 pero después de todo es así.
0:13:21 Es así, la relación de la Divinidad con los hombres,
0:13:24 ha sido así.
0:13:27 Vas te recordar aquella larga negociación de Mahoma,
0:13:32 con la Divinidad respecto a cuántas demostraciones
0:13:36 de fe por día debían hacer los fieles.
0:13:38 Que creo que le habían impuesto, no sé, 50 o 40,
0:13:41 en un principio y al final Mahoma lo redujo a 5.
0:13:45 Sí, negoció ahí.
0:13:48 Usted lo conoció al...
0:13:50 ¿Qué había hablado de su casa?
0:13:52 El párroco, el que estuvo, sí, los conocía todo, desde luego.
0:13:56 Pero sí conocía García Sabio,
0:13:58 que es un párroco legendario,
0:14:00 y también a Loazo,
0:14:02 Eduardo Loazo, que fue también...
0:14:04 Los dos fueron muchos años curas de ahí.
0:14:07 No, no, no era cliente.
0:14:13 Pero lo trataban, los tipos que te lo verían ahí?
0:14:15 Sí, me trataban.
0:14:17 Me conocían porque mi madre era maestra,
0:14:19 luego director de una escuela.
0:14:21 Y entonces me saludaban con...
0:14:25 Yo calculo que hasta...
0:14:28 con cierta proplegidad,
0:14:30 preguntándose cómo podía ser el hijo de una docente
0:14:33 tan maleducado como era yo,
0:14:36 en aquellos años, era una desgracia, el chico.
0:14:39 Especialmente allí, en el punto donde la iglesia se escandaliza,
0:14:45 ahí...
0:14:46 Ahí era peor, era mucho peor.
0:14:51 Es por eso que me he ido al infierno.
0:14:53 ¿Cómo se iba al infierno?
0:14:55 Hemos estado cerca.
0:14:59 He estado purgando estas penas.
0:15:01 Largamente me las han hecho.
0:15:03 Le dije pelado un día a un obispo,
0:15:05 y me las hizo pagar toda junta.
0:15:07 Pero ya he pagado, eh.
0:15:09 La he pagado.
0:15:11 Aquí estoy de vuelta...
0:15:13 De vuelta de muchos Jerusalenes,
0:15:15 con mi correspondiente Calzoncillo,
0:15:18 con mi soga al cuello,
0:15:20 con las cadenitas que acortan mi paso,
0:15:23 dando pasitos cortitos.
0:15:25 He ido a todas las Jerusalenes que usted quiera,
0:15:28 y aquí estoy.
0:15:30 ¿Qué me ha dicho, en que se fue el tipo?
0:15:32 El que le tiene que dar la certificación,
0:15:34 no de conciencia.
0:15:36 Mala suerte, el cada veranochillo y el pionazo en las aguantas.
0:15:38 Vamos a escuchar el tango que se llama Padre Nuestro,
0:15:41 en una versión instrumental,
0:15:44 una versión...
0:15:49 muy sencilla, diría yo,
0:15:52 pero también...
0:15:54 muy intensa,
0:15:56 que es la versión de Siria Cortís,
0:15:58 el mitológico bandoneonista de Córdoba,
0:16:01 y de nuestro querido amigo Don Ubaldo de Leo.
0:16:04 Así que Siria Cortís y Ubaldo de Leo
0:16:07 tocan este tango,
0:16:10 Padre Nuestro, que ha sido compuesto,
0:16:12 dedicado a Frutmundo y sus hermanos,
0:16:14 que fueron a Jerusalén encadenados,
0:16:16 y que después ni siquiera fueron perdonados.
0:18:42 En la venganza de la terrible,
0:18:44 hemos escuchado Padre Nuestro,
0:18:46 en la versión de Siria Cortís y Ubaldo de Leo.
0:18:48 Un tango de...
0:18:50 un tango de...
0:18:52 un tango de...
0:18:54 un tango de...
0:19:10 Ubaldo de Leo.
0:19:12 Un tango de Enrique del Fino,
0:19:14 y Bacaresa.
0:19:16 Y justamente, el letrista,
0:19:18 la letra más grande, no estaba aquí,
0:19:20 el letrista es nada menos que Alberto Bacaresa,
0:19:22 un autor de Sainetes,
0:19:24 y un autor de tangos que parecen Sainetes.
0:19:28 Por ejemplo, Padrino Pela.
0:19:30 Este es el ejemplo Padrino Pela.
0:19:32 Se lo dedicaron a Lobis, ¿no?

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