Transcripción automática
0:00:00 Vamos a contar hoy algunas extravagancias de ciertos y los locos antiguos, así que mucho de ógenes, la hercio, vamos a volvernos aquí y cálculos.
0:00:11 Para estos buscadores de la sabiduría, dice el cronista, la filosofía no sólo implicaba pensamientos, sistemas lógicos, sino también una forma de vivir y de morir.
0:00:29 En algunos casos, en otros no, pienso si claro en los sínicos o en los estoicos.
0:00:34 Hablaremos de algunos gestos y de algunas acciones de ciertas personas que van a ayudar en sus sistemas filosóficos.
0:00:41 Comencemos por ver qué sucedió con el áquito de Efeso poco antes de su muerte, allá por el 480 a.C.
0:00:50 Aquí, todo uno de los amigos de este programa, el oscuro Efeso, aquel que dijo que no nos variamos dos veces.
0:00:58 En el mismo río.
0:01:00 Ah, ahí nos llegué.
0:01:02 El que dijo que no nos variamos. No nos variábamos.
0:01:08 El áquito se fue a vivir a las montañas, al modo de un heremista, no quería ver a nadie. La humanidad le producía enorme antipatía.
0:01:20 Sostenía que la humanidad era una bestia y remisiblemente hipócrita, autusa y cruel, a la cual no había la pena intentar enseñarle nada.
0:01:33 Y digo con un tono muy parecido al de Mario Máez.
0:01:38 Sus meditaciones están reunidas en un libro titulado sobre la naturaleza que cuando estuvo terminado, depósito era aclito en el templo de arte, en el que es la rosa de la caza,
0:01:50 para desesperación de la posteridad, que debió devanarse los sesos para comprender algo.
0:01:56 Lo que pasa es que, primero que según dice Russell, el desprecio del áquito por los hombres era tal que escribió de un modo que nadie podía comprenderlo, y ahí el oscuro de Efezo.
0:02:10 Pero lo que pasa es que el libro se fue perdiendo, se le fueron perdiendo un chacito.
0:02:16 Y entonces es más difícil y le faltan partes.
0:02:20 O a lo mejor no piensan que le faltan partes y era así. A mí siempre me ha gustado esa idea.
0:02:25 Yo he tenido rocidas en mi vida. La primera me lo olvidé, y la segunda era que los aspectos de áquitos ya habían nacido ruinosos, habían sido preparados así con astucia para sorprender a una posteridad que respeta siempre más lo que se ha perdido.
0:02:45 Entonces preparó el libro así en tiempo, en un lugar de la de Cusano.
0:02:52 En la montaña, habíamos dicho que era aquí, porque se había dado la montaña pura bronca nomás.
0:03:03 En la montaña se alimentaba con hierro, recolectadas al azar en sus caminas.
0:03:09 Y por eso se alimentaba con hierro, recolectadas al azar.
0:03:14 Imagínense que cualquiera de nosotros hiciéramos ese procedimiento.
0:03:20 Se sale a caminar, no a la censura cósmica de Sur ni siquiera por la montaña, sino por la calle...
0:03:28 La calle nuestra señora de la Marseille de Cacé.
0:03:33 Y entonces junto a hierro, por ahí que son pastos, ese escalén, tú las también llamadas de otro modo.
0:03:41 Margaritas que son bichos con herados, ortigues, revienta a caballo.
0:03:50 Ortega, revienta a caballo.
0:03:54 Ay, el segundo día te moriste.
0:03:56 Segura.
0:03:57 Te moriste.
0:03:58 Bueno, Heraclito decía, nada puede interponerse entre esas plantas y yo.
0:04:07 Cortarlas no implica el menor comercio entre los hombres.
0:04:11 Con aquel régimen, Heraclito terminó por perder la salud, como ya se lo habíamos advertido nosotros,
0:04:17 dos oraciones atrás.
0:04:19 Práximo que estuviéramos nosotros allí en eso, y eso, o en la montaña.
0:04:24 En realidad se lincharon las piernas y las manos, por no decir otra cosa.
0:04:30 Ya que es por no decir otra cosa, no.
0:04:32 Se lincharon las piernas y las manos.
0:04:35 Sus tejidos, me refiero a los tejidos que informan el cuerpo humano, ¿no?
0:04:40 A las cosas que él te guía.
0:04:41 Ah, me daba por la crucia.
0:04:43 Sus tejidos estaban repletos de agua.
0:04:46 Sufría de hidropecía, si bien más lejos.
0:04:50 Había que encontrar un remedio antes de que el alma perdiera la secedad que la constituía entre tanta humedad.
0:05:00 Heraclito bajó de la montaña y pidió a los eruristos que según se conjeturan vivían al pie de la montaña.
0:05:08 Y era fácil encontrar eruristos en la antigüedad clásica.
0:05:13 Bastaba con recorrer los pies de las montañas.
0:05:20 Les explicó eráctico a los eruristos, a los hombres sabios.
0:05:25 Le preguntó qué debía hacer.
0:05:28 Le explicó que si el alma era la emanación de un fuego primero, de un fuego peréndez,
0:05:33 mantener la presencia de esa huida en el cuerpo era perjudicial.
0:05:38 Los sabros lo escucharon y aconsecaron reposo.
0:05:43 Con esa...
0:05:49 Con esa rapidez que caracteriza a los sabios, con ese espíritu práctico que también los caracteriza.
0:05:54 Repose.
0:05:57 Si se mueve, por lo menos los deca de crovas.
0:06:00 Heraclito volvió a abandonar la ciudad y, ayudado por sus sirvientes, intentaba transpirar bajo el calor del día.
0:06:10 Pero no se transpiraba, pero no se curaba.
0:06:14 Finalmente se detuvo cerca de un establo y dio la orden de que le cubrieran el cuerpo con estiércol
0:06:21 y lo tiraran al sol.
0:06:24 Nadie había ordenado jamás algo semejante, por suerte.
0:06:29 Heraclito creyó que cubierto de bosta y al sol, la humedad de su cuerpo pasaría violentamente hacia la capa de desperdicios.
0:06:38 A esto les llamaban el pensamiento.
0:06:42 Pues bien, lo untaron con mucho cuidado hasta que no se vieron más que sus ojos.
0:06:50 ¡Qué bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas!
0:06:55 Me dijo alguien.
0:07:02 Bueno, así tirado esperaba que el fuego se apoderara de él.
0:07:08 El fuego debía triunfar siempre.
0:07:11 Bueno, Heraclito se murió asfixiado.
0:07:14 Los dividendes lo abandonaron allí.
0:07:18 Incluso tuvieron que defender su cuerpo de los perros.
0:07:22 Que se intentaron.
0:07:25 Esa es la historia tremenda. Heraclito lo sé si se la siento.
0:07:30 Cuentan que Aristóteles hizo organizar antes de morir la totalidad de saber.
0:07:37 ¡Más siempre lo piso saber!
0:07:39 Para eso debía trabajar sin interrupciones.
0:07:42 En el que empezó por comer mientras leía.
0:07:45 En realidad lo que hiciera era leer mientras comía.
0:07:50 Porque lo que ayudaba era de las mentes a conocir y entrar a la lectura en la comisita.
0:07:58 He enseñado durante las caminatas de un sitio a otro.
0:08:06 Un procedimiento peripartético, pero hijo de la falta de tiempo.
0:08:11 De la creencia de que un recorrido era más propicio al aprendizaje.
0:08:21 En esta tributa piensa como docente respecto de la peripateia y de la situación estática del alumno.
0:08:31 ¿Debe el profesor pasearse con los alumnos o por el contrario permanecer en un lugar fijo?
0:08:38 Me parece que se puede alternar para cambiar los estímulos y que no se faturen en un sitio.
0:08:47 Esto puede atentar contra la ascención.
0:08:50 El único inconveniente de la educación se moviente está en la variada de la ocasión de las casas de estudio.
0:09:08 Yo estudié en Pual, pero empiezo a estudiar en Pual.
0:09:14 A la tercera clase.
0:09:20 Esto es una cosa.
0:09:23 Lo peor de todos modos es la mezcla.
0:09:28 Es lo peor.
0:09:30 Por ejemplo, si el profesor se mueve y los alumnos permanecen fiestos.
0:09:36 Ahí se pierde mucho.
0:09:38 Pero es mucho más frecuente si el caso inverso.
0:09:40 Si el profesor se quede en la clase, pero los alumnos se dispersan en dirección al baño,
0:09:46 a la pared de mapas, a los armarios, incluso ganan la calle y se van a lugares con maquinitas.
0:09:57 Bien, pero al margen de esta discusión, Aristóteles quiso organizar la totalidad del sabre.
0:10:05 Tenía sobre su mesa varios rojos abiertos al mismo tiempo.
0:10:09 Fricha de papillo siempre preparadas, dos escribas a su disposición para dictarle y para que se fueran relevando.
0:10:19 Se impuso a pasar de un estudio a otras varias veces durante la jornada para evitar el tenio.
0:10:25 Pero esa no alcanzaba para catalogar el saber general.
0:10:29 Para reflexionar y escribir, no había otro camino que reducir las horas en suave.
0:10:37 La clausura del borghés.
0:10:41 Entonces inventó un aparato para robarle horas al ciengo.
0:10:45 Se trataba de un instrumento de estímulo y tortura para los amantes del saber.
0:10:51 Era un mecanismo de despertador con el que se incluía a sí mismo tensiones que debían impedir todos suenos.
0:10:59 Aristóteles creía que al sueño se le podían ganar una o dos reflexiones más
0:11:04 antes de que la necesidad de descansar fuera ineluvible.
0:11:07 A la noche un esclavo, sin siquiera hablarles luego,
0:11:11 llegaba hasta la mesa de trabajo de Aristóteles, donde estaba ahí por la moja, tiene cuatro pujados.
0:11:18 Y colocaba sobre su mano izquierda una bola, una bola de bronce.
0:11:24 En el suelo justo donde caían las manos había una especie de goma, una lámina metálica, un sartén.
0:11:32 Cuando Aristóteles se dormía, la bola caía sobre la lámina y producía un video tremegusto,
0:11:39 que según el cronista, vibraba por mucho tiempo y hacía temblar el cráneo del estudioso.
0:11:46 El estudioso era Aristóteles.
0:11:49 Aristóteles hacía funcionar eso dos veces.
0:11:52 Y a la tercera, orgulloso de haber vencido a los primeros embatsos del sueño,
0:11:55 se iba a dormir, dormía tres horas.
0:11:59 Dicen que una noche la bola cayó contra el metal, pero el pensador no pudo despertar.
0:12:08 Es que había muerto.
0:12:12 No pudo despertar porque no se había dormido, es que no se había muerto, Aristóteles.
0:12:15 Y ahí sí que ya no pudo robarle a la muerte una última reflexión.
0:12:20 Cuentan también que existía un mecanismo un poco más elaborado,
0:12:24 una especie de reloj hidráulico que lanzabas,
0:12:27 esa bola u otra bola, vamos a ver, alguna determinada hora para sacar a Aristóteles el sueño cuando debía despertar.
0:12:34 Un despertador.
0:12:37 Y finalmente hablaremos de Platón.
0:12:41 Después de la muerte de Sócrates, Platón viajó a Ejito, donde en esos cerdotes le abrieron algunos papiros agrados.
0:12:49 Llegó a Sirenáica, Megadas y la Cusa, que por cierto no eran Ejito.
0:12:56 Como ninguno de nosotros le hubo.
0:12:59 Platón, después de ir a Ejito, era ahí.
0:13:04 Platón buscaba encontrarse con los pensamientos de Pitagras.
0:13:09 Sabía que el maestro había detentado conocimientos esenciales sobre el orden del universo,
0:13:15 su arquitectura interna y sobre la liberación del alma.
0:13:18 Entonces, ya Platón tenía aquí esa convicción, tenía tempranamente esa convicción que todos vinieron a tener en algún momento,
0:13:25 a saber que Pitagras conocía algunas cosas que después nadie se unió.
0:13:31 Pero las enseñanzas, como bien sabemos, permanecían en estrictos secretos.
0:13:36 Entonces, sabe el cuidado que tenía a Pitagras por ese secreto.
0:13:41 Por ejemplo, los Pitagóricos habían descubierto el secreto de la espera de los de Pentágoras,
0:13:51 que como todos ustedes saben, es el doble caído.
0:13:54 Pero un discípulo pitagórico, un arco-alunno de Pitagras, que su nombre se me escapa,
0:14:03 en los boliches para haciérse pagar unas grapas, empezó a contar cómo se hacía el doble caído.
0:14:14 O sea que ahora ya saben todos los alumnos de sexto grado, ¿no?
0:14:17 Pitagras era una cosa, ¿no?
0:14:20 Y fue condenado a muerte.
0:14:24 En realidad no a muerte. Primero lo condenaron a especie de muerte civil, nadie le hablaba,
0:14:30 y al final el tipo se suicidó.
0:14:33 Algunos dicen que finalmente era la única preocupación de Pitagras, no revelar secretos.
0:14:42 Tanto se preocupaba por no revelar secreto que casi no había contenido en los secretos.
0:14:49 No revelamos secretos, no revelamos secreto, y nunca había nada que revelar ni que cuidar.
0:14:56 Eso suele pasar, eh.
0:14:58 Eso suele pasar cuando se reúnen los pitagores.
0:15:07 Pero bueno, Platón estaba cierto de que Pitagras algo debía saber.
0:15:12 La comunidad pitagórica había sido destruida ya, los alumnos dispersos casaban lo que era el mismo.
0:15:22 Platón nos habla de un cierto filolao, un médico, que parece que había vivido un crotona,
0:15:30 la ciudad donde Pitagras estuvo bastante tiempo,
0:15:34 y que supuestamente había consignado lo esencial de las insuficianzas de Pitagras en tres obras.
0:15:41 Así que había escrito tres libros de muchacho.
0:15:44 Nadie parecía haberlas leído ni visto.
0:15:47 Algunos decían que estos libros no podían existir.
0:15:50 Los que desplegaban los saberes pitagóricos corrían griego de Marte.
0:15:57 El griego Dioniso gobernaba Siracusa, el tirano Siracusa.
0:16:02 Platón fue a buscarlo y en la corte se encontró con un hombre que sabía dónde vivían los palientes de Filolao.
0:16:14 El discípulo de Pitagoras ya no estaba, el trinco de Siracusa, está filolao, no, ya no está acá.
0:16:20 Pero se conservaban sus recuerdos y sus escritos que fueron mostrados a Platón.
0:16:26 Eran tres rosos.
0:16:28 Cuentan que Platón notó que esta gente no sabía de qué se trataba todo aquello.
0:16:33 Y empezó un regateo por los secretos de Pitagoras.
0:16:38 Dioniso, el tirano, le había dado 800 talentos para que se pagara.
0:16:42 Era mucho.
0:16:43 Los palientes de Filolao pidieron ser de cientos.
0:16:46 Y Platón enterado de que estos tipos no sabían muy bien de qué se trataban los rosos,
0:16:52 por presión 600, y se los llevó asustados,
0:16:57 incluso los familiares porque Platón les contaba que todos los que se enteraban de los secretos pitagóricos se morían,
0:17:03 que eso los asustó Platón.
0:17:06 Entonces le vendieron a 600 talentos.
0:17:09 Es muy buena la muchachita, la muchísima.
0:17:12 Se desprendieron entonces los familiares secretos del discípulo de Pitagoras.
0:17:17 Platón se retiró y así creciendo que por pocas monedas
0:17:21 llevaba bajo sus brazos la explicación de los mezcleros universos,
0:17:26 pero revisados los rollo, no desean más que nada.
0:17:31 Así que se gastó los 600 talentos de gusto en el amigo Platón.
0:17:38 No sería el primero que se gasta 700 o 600 talentos para encontrarse que el rollo no es más que si nada.
0:17:47 Esas son las historias de filósofos de la antigüedad griega que hemos los sabos.
0:18:00 A Heraclito.
0:18:02 A los cúros de él.
0:18:04 A los cúros de él.
0:18:05 Un amigo de este programa.
0:18:08 No está el amigo Asilios Zamorín, que es amigo de los protagonistas de la ableda.
0:18:24 ¿Atención a Platón?
0:18:27 Yo me riesgo a Heraclito y a la Iglesia de la Iglesia.
0:18:29 En finado Platón escribían ese libro.
0:18:31 Bueno, hemos ido a la discoteca, le he explicado trabajosamente,
0:18:36 dijo al discotecario, y nos dijo el discotecario lo siguiente.
0:18:46 Y estos filósofos, finalmente eran un poco ingenios,
0:18:53 porque perseguían cosas que son enteramente imposibles.
0:18:58 En Heraclito lo hablaremos.
0:19:00 Quería curarse la hidropecía,
0:19:02 a fuerza, siguiendo procedimientos más adecuados para la fertilización del suelo.
0:19:10 En el otro aristóteles quería clasificar todo el saber humano,
0:19:16 creciendo que bastaba con no dormir.
0:19:20 Y finalmente Platón quiso advenirse de los secretos de Quitágoras,
0:19:25 pensando que bastaba con 600 alentos.
0:19:28 Y en verdad quizá trató de apoderarse de secretos que no existían.
0:19:35 Así que eran perseguidores de Quileras, dijo,
0:19:39 enarcando las cejas enfáticamente.
0:19:42 Nuestro discotecario que contó al de llegar al disco que él te quiere encajar,
0:19:48 es capaz de razonar durante toda una tarde.
0:19:51 Y primero, precisamente, se llama, los hijos,
0:19:55 con fingida sorpresa, este tango de Roberto Brio Vargosa,
0:20:02 que va a cantar en este mismo acto cardáneo.
0:20:18 Y luego, los deliguían a la mi amor y a cosas todas.
0:20:24 Mueno con ellos como en frujados por el crededor.
0:20:30 Miran los veces tan promicores como el sentido y la pasión.
0:20:38 Fuego con gáneos con tu corojo o la lemorada de la ilusión.
0:20:47 Ocita traición en la que masas la ilusión.
0:20:50 De las estas ciberalidas en mi corazón.
0:20:54 Los ojos verdes que vi bajo un sol patinar.
0:21:02 Y el suelo en hasta el día.
0:21:06 A una flor de bici en la.
0:21:10 Quiero juniar al llorar.
0:21:14 Algo traeré en canto y cubrir con un ámbito ideal.
0:21:22 Relapor de la alzada y por el don de un bico.
0:21:27 Y ansios o bujos a sermos mismos para mi opinión.
0:21:33 Con mis auroras e hicieron lo que conté con un fuego en el corazón.
0:21:41 Un cibera de guarda en la alza que aluginaba quiere esperar.
0:21:48 Un cibero de cibero será la calma y todo al resumen no va a subir.
0:21:57 Ocita traición en la que masas la ilusión.
0:22:01 De las estas ciberalidas en mi corazón.
0:22:05 Los ojos verdes que vi bajo un sol patinar.
0:22:13 Y el suelo en hasta el día.
0:22:17 A una flor de bici en la.
0:22:21 Quiero juniar al llorar.
0:22:25 Algo traeré en canto y cubrir con un ámbito ideal.
0:22:33 Relapor de la alzada y por el don de un bico.
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