Transcripción automática
0:00:00 Hablemos por favor de Franz Schubert.
0:00:03 Así que hagámoslo nacer de una vez en el humilde barrio de Lichtenthal, el 31 de enero de 1797.
0:00:13 Esto era en Viena, que entonces era una ciudad de placer, con muchos cafés, con tertulias, cientos de bibliotecas.
0:00:23 Tenía algo del espíritu parisino, pero a diferencia de París, era una ciudad más ordenada, más púlcra, más púlcra en la construcción, en las formas, en el vestir.
0:00:34 Caracterítica central por otra parte del dominio de los Asburgo.
0:00:38 Por todos lados había prolijo jardines.
0:00:41 En los jardines siempre algún quinteto de cuerdas o algún debate público en el que se recitaba, se cantaba, se bailaba, hasta altas horas de la noche.
0:00:52 Un verdadero sueño, porque uno anhela que toda Frankachela tenga un costado groseramente físico y un costado espiritual.
0:01:03 Por un lado bebamos Alicia, bebamos Margote, bebamos hasta caer rendidos de placer.
0:01:11 Y por el otro oigamos un quinteto de cuerdas y tengamos debate.
0:01:17 Y entonces se estaremos en paz con el cuerpo y con el alma.
0:01:22 No será mejor con el alma si tenemos estimulado el cuerpo y no será mejor con el cuerpo si tenemos en orden las cuestiones del alma.
0:01:31 Porque a no engañarse, no se oye música solamente con el alma, ni se está revocándose con una mena solamente con el cuerpo.
0:01:42 Schubert, digo en otro orden de cosas, pertenecía a una familia de campesinos que habían venido desde la Silencia Austríaca.
0:01:50 El padre del compositor también se llamaba Franz y había abandonado el cultivo de la tierra para serse maestro de escuela.
0:01:58 María Teresa de Asburgo organizaba por entonces la enseñanza popular en Austria.
0:02:04 Y el viejo Franz, el papá de Schubert, estaba casado con la hija de un serrajero, María, y de esta unión nacieron 14 hijos.
0:02:15 Bien, de los 14, solo cinco llegaron a la adolescencia y uno de ellos fue nuestro querido Francisco Serafín Pedro.
0:02:24 En esa familia todo el mundo era más o menos músico.
0:02:27 El padre tocaba el violonchillo porque era obligación de todo maestro de escuela austríaco saber música y practicarla.
0:02:35 Y terminada la clase era obligación preparar el coro para la iglesia.
0:02:40 A los ocho años, el chico Franz empezó a estudiar el violín y al año ya tocaba algunos dúos con su padre.
0:02:49 Y entonces los mandaron a estudiar con el maestro Michael Holzer y el maestro dijo, jamás he tenido un alumno semejante.
0:02:58 Parece que cuando quería enseñarle algo nuevo, él aseguraba que ya lo sabía y el maestro lo único que podía hacer era admirarlo en silencio.
0:03:07 Con Holzer, el muchacho aprendió canto y parece que cantaba maravillosamente bien.
0:03:14 Pero cuando era chico, aprendió también órgano y armonía.
0:03:18 A los once años este chico Franz, que tenía un registro soprano de extensión notable, se presentó en el concurso de la Capicia Imperial.
0:03:28 Se buscaba un solista para el coro y en el curado estaba nada menos que Saliere, el amigo de Mozart que era un músico extraordinario.
0:03:39 Cuando apareció el chico de este Franz, lo hizo vestido con un frac gris y viejo que había sido del padre en su niñez.
0:03:47 Y todo el mundo se rió porque tenía mucha pinta de campesino y lo consideraron un pobre molinero.
0:03:55 La gente despreciaba los campesinos en aquel entonces.
0:03:59 Franz tenía el número 21 entre 100 postulantes.
0:04:03 Cuando le tocó cantar, el examen se suspendió.
0:04:06 Salieri lo admitió inmediatamente e ingresó a la capicia como alumno becado.
0:04:11 Para ello tenía que abandonar su casa, lo que el pequeño hizo no sin cierto dolor,
0:04:17 y empezó para llover una tormentada vida dedicada a la música porque la verdad, amigos, es que pocas veces un hombre ha sido tan golpeado como lo fue llover.
0:04:29 Vamos a describirlo.
0:04:31 Era de corta estatura, un metro 50.
0:04:36 Un poco gordo, miope de nacimiento. Tenía la frente a un vida.
0:04:41 De cueso corto, de dos rechonchos.
0:04:44 El caminar con un paso extraño y además era muy tímido como no podía ser de otra manera.
0:04:51 Era la jabulani, parecía la descripción.
0:04:55 Desde 1811, cuando tenía 14, Schubert se había convertido en alumno de Salieri.
0:05:01 Y al año siguiente pudo escribir su primera sinfonía para la orquesta del colegio.
0:05:07 Cuando todo parecía encaminarse hacia el éxito, Franz cambió la voz y lo echaron del coro, quise decir.
0:05:15 Debió abandonar la capilla, regresó a su casa para ayudar al papá en la escuela y se dedicó a enseñar música.
0:05:23 Y enojado por la expulsión para vengarse del destino, se puso a escribir con desesperación.
0:05:30 Escribía a la mañana, a veces abandonaba sus partituras en cualquier parte y no las volvía a encontrar nunca.
0:05:38 Escribía algo, lo dejaba por allí y se olvidaba.
0:05:42 A los 20 años Schubert dejó la enseñanza para dedicarse por entero la música.
0:05:48 Abandonó su casa y nació una vida bohemia en el centro de Viena.
0:05:53 Le pareció entender que sus obras gustaban más a las mujeres.
0:05:57 Y tomó la decisión de someterla solo a la consideración de las damas.
0:06:01 Así empezaron las famosas veladas musicales conocidas como Schubertiadas.
0:06:08 La primera de ellas fue en la casa de las hermanas Pollock, que se llamaban Catalina, Bárbara, José Fallana.
0:06:18 Franz ejecutaba sus melodías y ellas las examinaban con detenimiento.
0:06:25 De ellas dependía la aprobación.
0:06:28 Si esto no sucedía, Schubert rompía lo que había escrito y parece que Catalina le daba algo más que la aprobación.
0:06:37 En esto consistía la Schubertiada.
0:06:40 Vamos a Schubertiada.
0:06:43 Empezó a componer líderes y su reputación como autor de canciones fue creciendo poco a poco.
0:06:48 Las primeras composiciones fueron el rey de los duendes, Margarita Marrueca.
0:06:53 Sin embargo Schubert vivía del socorro de algunos amigos porque la música que hacía no se vendía.
0:07:00 Los leads de la bella Molinera no tenían éxito.
0:07:06 Algunos críticos le reprochaban un estilo demasiado científico.
0:07:11 Lo reconocían pero no les gustaba porque era demasiado complejo.
0:07:14 Mucha modulación, decían los críticos, no suficiente melodía y esto lo deprimió.
0:07:20 La gente esperaba, según palabras de Schubert, un cosquilleo en la oreja, final brillante y pasajes con ornamentos surtidos.
0:07:31 A todo esto un amor furtivo con la condesa de esterazis que lo abandonó, por otra parte,
0:07:38 lo llenó de melancolía por si algo le faltaba.
0:07:41 Solía decir, no hay hombre en el mundo más vencerable y más desgraciado que yo,
0:07:47 que es lo que decimos todos, sólo que no somos Schubert.
0:07:52 Escribía algunas sonatas, variaciones y harto de recibir elogios,
0:07:57 sólo en los banquetes y en las reuniones de amigos, empezó a componer una ópera.
0:08:02 Empezó a trabajar como loco, iba a los amigos a visitarlo, él seguía escribiendo,
0:08:08 logró componer Adolfo y Estrella y lleno de esperanza se lo envió a algunos representantes de Viena
0:08:15 y le respondieron lo siguiente, Carta de Representantes Vieneses.
0:08:20 Señor Schubert, tenemos el infinito a pesar de haceros saber que el libreto no está de acuerdo con el gusto que aquí reina.
0:08:30 Sé pa usted que será convenientemente aceptado lo agradable y lo no muy difícil, firmado los representantes.
0:08:39 Schubert estaba desesperado y pasó algo aún peor.
0:08:43 Había unos tipos que se hacían llamar en Viena, amigos de la música,
0:08:47 y que decidieron dar a Schubert una donación y lograr la interpretación de la Sinfonía de Gaston.
0:08:56 Schubert estaba tan contento que envió a la sociedad una nota llena de logios por proteger todo esfuerzo artístico
0:09:03 y les mandó el original de la Sinfonía.
0:09:06 No solo no se tomaron el trabajo de hacer ejecutar la obra, sino que uno de los miembros de la sociedad,
0:09:12 Borracho, mamá una noche, quemó el manuscrito y Schubert no recompuso la obra nunca más.
0:09:20 Eso eran los amigos de la música. Calcule como tenían los enemigos.
0:09:25 Schubert se hizo muy borracho, recorría todos los boliches de Viena para tomar vino.
0:09:31 Después de esa rutina iba todas las noches a un burdel. Todas las noches son un burdel distinto.
0:09:39 De resulta de esta peregrinación fue indemnizado con una siflis espantosa.
0:09:46 Era el año 1822. Dejó de pensar en la ópera y en grandes sinfonías
0:09:52 y empezó a escribir balces, onatas, fantasías para piano y música coral.
0:09:57 Tomaba por lo general versos conocidos de grandes poetas para ponerles música.
0:10:02 De los 600 líderes que hizo 60 son sobre poemas de Gete.
0:10:06 El resto pertenecen a Schiller, Shakespeare, Heine, Dante y Petrarcha.
0:10:11 Bueno, tenía buenos letristas, por lo menos.
0:10:14 En 1827 conoció a Beethoven y el viejo Ludwig fue el único que reconoció las virtudes del Schubert.
0:10:21 Hay en él una chispa divina, dijo. Y no dijo mal nada.
0:10:26 Al año siguiente Beethoven murió. En el medio dijo otras cosas.
0:10:30 Sí, sí, bueno, pero que no tiene que ver con él.
0:10:34 Al año siguiente Beethoven murió.
0:10:36 Y Schubert se impresionó muchísimo.
0:10:38 Marchó con el cortejo fúnebre y lloró desconsoladamente en el cementerio de Viena.
0:10:43 De aquello a muerte surgió el desolado ciclo de canciones de viaje de invierno,
0:10:48 con una inspiración muy lubre, muy sombría.
0:10:52 En toda su vida dio un solo concierto. Uno.
0:10:57 Fue el 26 de marzo de 1828 y resultó completamente ignorado,
0:11:02 porque ese mismo día tocaba Nicolò Paganini.
0:11:06 No tiene suerte, pobre Schubert.
0:11:08 Sus amigos lo convencieron para que tomara unas vacaciones en Eisenstadt.
0:11:13 Viajó, pasó la mayor parte del tiempo junto a la tumba de Haydn,
0:11:17 sumido en la tristeza. Ya no le importaba nada más, pero seguía componiendo.
0:11:22 No corregía nunca. Casi todo era producto de una improvisación rigurosa.
0:11:30 Ocho meses después de la muerte de Beethoven, terribles fiebres vinieron a postrar a Schubert,
0:11:36 que murió el 19 de noviembre de 1828 a los 31 años.
0:11:41 Sus últimas palabras fueron un pedido. Quiso ser enterrado junto al viejo Beethoven.
0:11:47 Y ahí está, en el cementerio central de Viena, al lado de Beethoven,
0:11:52 cerca también de la fosa común en la que se dice, fue arrojado nuestro amigo Mozart.
0:11:59 Brevísima la vida de Schubert, desgraciada la vida Schubert, y hermosa sus obras.
0:12:05 Así que cabe estar agradecido, un tipo que no hizo más que padecer,
0:12:10 y que dejó al mundo bastante mejor de lo que era antes de él.
0:12:15 Y también podíamos dedicarle esto a las chicas, amigas, a Catalina, a Bárbara, a Josefa y a Ana Polik,
0:12:22 que examinaban las obras del Schubert y lo premiaban con su aprobación o con lo que fue.
0:12:27 ¿Subería un rato? Sí, subería un rato.
0:12:30 A los bieneses de aquel entonces que se habían unido el placer del cuerpo con el placer del espíritu,
0:12:36 bueno, no sería tampoco un paraíso, reinaban allí los asburgos, pero...
0:12:48 Ya que estábamos hablando de un músico, hemos sido a la discoteca,
0:12:55 y el tipo, sin hacer ningún comentario, nos dio un dúo, un quinteto de Schubert.
0:13:02 Así que, pues no estaba el discotecario, nos atendió un señor, un piba nuevo que había ahí,
0:13:10 dijo de quién hablan de Schubert, ah, tome.
0:13:13 El quinteto para piano y cuerdas, en la mayor,
0:13:21 pertenece a la trucha y es una alusión al aspecto de Schubert, si es que pertenece a la trucha.
0:13:29 Todo el mundo puede mirar en los cuadernos históneos que deventan buenas casas de música,
0:13:36 que tienen ahí unas láminas con fotos de músicos, y hay retratos de Schubert.
0:13:45 Tenés que revisar unos cuantos, porque uno puede pedir, démemos uno con Schubert, no,
0:13:49 tenés que revisar, a ver si alguno te toca Schubert, que es un tipo parecido a Riva d'Avia,
0:13:54 pero con anteojos, pero mucho mejor que Riva d'Avia, porque como se ha dicho,
0:13:59 dejó el mundo mejor de lo que era.
0:14:01 Así que, vamos a escuchar entonces el quinteto para piano y cuerdas, en la mayor.
0:18:12 Escuchamos el quinteto para piano y cuerdas, en la mayor de Schubert.
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