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21 de Enero de 2009

Fugas

Transcripción automática

0:00:00 Bueno, vamos a hablar de un espiante, de un lindo espiante. La fuga de Francisco de Alenzón, en realidad, Francisco Duque de Alenzón, hay que todo el mundo llamaba Hércules.
0:00:17 Ese es uno de los que se fugó, y el otro fue Enrique de Navarra, que después fue Enrique IV de Francia. Hablamos ya hace poco, no hace ni un mes, de una conjura contra el Rey Carlos IX de Francia, que tenía tres hermanos, tres hermanos vivos, porque...
0:00:37 Enrique, que iba a ser después el Rey Enrique III, Margot y Francisco, al que todo el mundo llamaba Hércules, y que era el menor de todos, y que era Duque de Alenzón.
0:00:49 El marido de Margot era Enrique de Navarra, otro Enrique, y quiso conspirar contra el Rey, contra el Rey Carlos IX, y ubicar en el trono a Francisco, llamado Hércules, pero le salió mal esa conspiración.
0:01:06 Y entonces, tanto Enrique de Navarra, que era el marido de Margot, como Francisco, llamado Hércules, fueron encerrados en el lubre y vigilados severamente.
0:01:18 Pero en realidad, estos encierros, primero porque eran todos parientes del Rey, se verificaban en sus habitaciones, no los metían en una cárcel, en un caravoso, en una regástula, sino en la pieza.
0:01:35 Y claro, a tal poder poner unos cuantos tipos ahí que lo vigilaban. Les estaba prohibidos salir solos, unos esbirros anotaban todas sus palabras, porque además tenían que conspirar.
0:01:49 Se siguieron conspirando aún de precios, hacían visitar y manejaban por ahí una conspiración, estando ellos en cana, como muchas veces sucedían.
0:01:59 Bueno, el encierro estaba inspirado y ordenado por la reina madre, Catalina de Medici, que era la madre de todos estos.
0:02:07 En realidad, era la madre del Rey Carlos IX, había sido la madre del finado, el rey Francisco II, era la madre también de Enrique de Navarra, de Enrique de Valois,
0:02:24 y de Hércules, llamado Francisco, y de Maragó, a la que cualquier colectivo dejaba la puerta de la tranquila.
0:02:32 Bueno, ahí los tenían cana los dos. En una de las redes alche se muere el Rey Carlos IX y sube al trono Enrique III, Enrique, el hijo era mío.
0:02:44 A pesar de la vigilancia constante, Catalina vivía en quieta porque tenía miedo que estos muchachos que estaban presos, Enrique de Navarra y Hércules, se piantara.
0:02:54 Como conocía los gustos de Enrique de Navarra por las mujeres, a pesar de que estaba casado con su hija, tuvo la idea de entregarle una mena para retenerlo en la corte,
0:03:07 para retenerlo en el parazo para que no se le ocurriera escaparse.
0:03:11 Entonces buscó a una chica de temperamento galante, Madame de Saulte, que aceptó el papel asignado.
0:03:20 Se le acercó a Enrique Navarra, iniciaron encuentros amorosos. De este modo, Enrique siguió detenido, pero además me dio con gusto porque todos los días tenía un entrevero con esta mena.
0:03:35 Pero quedaba el otro, conjurado, Hércules, llamado Francisco, llamado Hércules.
0:03:40 Y Catalina pensó mandarle también a alguna mujer para retenerlo en la corte.
0:03:44 Y le pidió consejo al rey, a su hijo Enrique III, acerca de quién podía cumplir aquel papel.
0:03:50 Y Enrique tuvo una idea impresionante. Le mandarían a la misma mujer que a Enrique de Navarra.
0:03:56 Así los retendrían a los dos y además se pelearían.
0:04:01 Acularon que enseguida se iban a empezar a pelear.
0:04:04 Muy bien. De nuevo Madame de Saulte aceptó.
0:04:09 Y entonces parece que la mena se entregaba en forma alternada a los dos cuneados, dando a cada uno todas las señales del amor sincero, pero sin ocultarle a cada uno que andaba también con el otro.
0:04:25 ¿Para qué aparecieron los cero?
0:04:30 Bueno, el amor de ambos por Madame aumentaba cada día.
0:04:35 Y estaban ahí celándose, odiándose.
0:04:41 Y estos odios de Alcova les impedían distinguir las razones políticas que los unían.
0:04:48 Era más fuerte el amor o el deseo que tenían por Madame que sus convicciones políticas.
0:04:59 Madame por su parte aumentaba este enemistad del modo más tremendo.
0:05:04 Delante de uno alagaba a los ardores del otro.
0:05:09 ¡Ay, qué ardoroso que es Enrique, querido Bércules!
0:05:13 ¡Ay, qué ardoroso que es Bércules, querido Enrique!
0:05:16 ¡Ay, se moría lo donde!
0:05:20 Todo esto salía según los planes del Rey y Catalina.
0:05:31 Entonces, tanto Catalina de Médici y la Rey de la Madre como el Rey creyeron de esto ya los tenemos.
0:05:37 Ya no piensan más en fugarse y conspirar porque están enloquecidos por esta mina y enloquecidos de celos.
0:05:50 Todos creían esto incluso en la mina.
0:05:52 Madame de Salk, que se exactaba de las pasiones que despertaba.
0:05:57 ¡A éstas! Dice. ¡Las tengo!
0:05:59 Comiendo de la mano.
0:06:00 Y comiendo de mi mano.
0:06:01 Pero todos se equivocaban.
0:06:04 Porque el 15 de septiembre de 1575, ayudado por unos amiguetes que tenían en el palacio,
0:06:10 Francisco llamado Bércules, cambió sus ropas tradicionales
0:06:15 y disfrazó de cocos liches, consiguió salir del lube.
0:06:21 Parece que fue a pie tranquilamente hasta la puerta.
0:06:24 Allí lo esperaba una carroza que lo condujo a Dreger, una ciudad de su patrimonio.
0:06:30 Allí fue recibido con júbilo por todos los caballeros de su partido.
0:06:36 Muchas horas después, muchas horas después, el Rey y Catalina fueron a buscarlo,
0:06:41 la habitación donde estaba encerrado y no lo encontraron.
0:06:45 Entonces el Rey, hurioso, ordenó que se los llevaran vivo o muerto.
0:06:48 Era el hermano.
0:06:50 Era el hermano, pero sí era en aquel tiempo.
0:06:53 Nadie logró atraparlo a Francisco.
0:06:55 ¡Jamás!
0:06:56 En medio de aquel trastorno, Madame de Salk tuvo miedo de ser castigada,
0:07:01 porque de algún modo se la había escapado a ella.
0:07:04 Pero Catalina no le hizo ningún reproche.
0:07:07 Tenía que, al ofenderla a esta mina, favorecer la fuga de Enrique de Navarra.
0:07:12 Así que no le dijo nada, no le reprochó nada.
0:07:16 Catalina mandó a llamar a las cortesanas más avispadas
0:07:20 y les ordenó que enseñaran a Madame de Salk unas caricias que tuvieran fuera de los usos habituales.
0:07:31 Y Madame resultó una alumna muy aplicada.
0:07:35 Y luego, algunos días, estaban en condiciones de mostrar su nuevo repertorio a Enrique de Navarra.
0:07:42 Pero no pudo ser, porque Enrique también se espiantó.
0:07:47 En 3 de febrero de 1776, después de haber adormecido la desconfianza de Catalina y del Rey,
0:07:55 obtuvo permiso para ir a casar a un bosque vecino.
0:08:00 ¡También!
0:08:01 ¡Ya está!
0:08:02 ¡Ya está!
0:08:04 Y no lo vieron nunca más.
0:08:07 Atrás del ciervo para hacer.
0:08:10 Y no apareció en París hasta 20 años después.
0:08:16 Eso se llama taparte, ¿no?
0:08:18 Parece que Enrique de Navarra había encontrado caballos y amigos
0:08:24 durante su aventura de casa
0:08:28 y que se había marchado a la Lope a refugiarse en Vendón.
0:08:34 Esta vez, Madame de Sod creyó morirse vergüenza.
0:08:39 Se les piantaron los dos amantes.
0:08:41 Estuvo varios días encerrar temiéndole el enojo de Catalina,
0:08:44 pero la reina madre mantuvo la calma otra vez.
0:08:49 Y entonces, desde lejos, Enrique, por un lado, y Hércules por el otro,
0:08:55 por separado, iniciaron la lucha contra el rey Enrique III,
0:08:59 pero esta ya es otra historia.
0:09:03 Enrique sería el rey siguiente, Enrique IV.
0:09:08 Enrique IV, Hércules, no pasó nada.
0:09:12 Enrique III murió y Enrique IV prevaleció las luchas que siguieron
0:09:19 y fue el rey siguiente y el primero de los borbones.
0:09:22 Enrique Navarra era muy aficionado a las damas,
0:09:26 así que no necesitabas mucho para hacerlo entrar.
0:09:31 Pero Catalina tenía no solamente Madame de Sod,
0:09:36 sino un escuadrón que ella misma llamaba el escuadrón volante.
0:09:41 Era un escuadrón integrado por las muchachas más lindas
0:09:47 y más turras de la corte, no le sentí oriental de la palabra,
0:09:52 no le sentí porteño.
0:09:56 Y entonces se acostaban con los enemigos políticos de Catalina de Médici,
0:10:02 le hacían cantar algunas cosas, le hacían confesar sus planes
0:10:07 en medio de las calicias más atrevidas,
0:10:10 suspiraban cosas tales como confesarme tus planes,
0:10:13 confesarme tus planes, confesarme tus planes.
0:10:16 No te detengas, no te detengas, no te detengas,
0:10:18 y lo tí por allá, te hay compirado, no te hay compirado.
0:10:22 Y no sospechaban nada.
0:10:25 Creían que era un capricho de esos que uno tiene.
0:10:29 Y Iván y Lebatían, todo a Catalina de Médici,
0:10:34 eran chicas que tenían muchas obligaciones con su belleza,
0:10:40 tenían que permanecer, mantenerse en línea,
0:10:45 y más que nada tenían que mantenerse sin embarazos,
0:10:52 tenían que tratar de no embarazarse.
0:10:55 ¿Por qué? Entonces sí, se creaba un vínculo con el tipo al que iban a batir la cana.
0:11:04 ¿Qué institución, no?
0:11:06 Un extraordinario, el escoderón volante era extraordinario.
0:11:09 Entrar allí era muy conveniente, pero además muy alagador,
0:11:16 porque si entrabas a ese escuadrón, es que eras de las más lindas del reino, realmente.
0:11:22 A mí me gustaría haber sido indagado por el cuadrón volante.
0:11:28 No le mato cualquier cosa.
0:11:30 Y por más que nos llevara muy bien con Catalina,
0:11:33 ¿qué me importa?
0:11:34 ¿Le daría algún abrón que encima para hacerse?
0:11:36 No importa más el amor que los secretos.
0:11:39 Si el precio del amor es ser indiscreto, los pagos, ¿sabes cómo?
0:11:43 Quizás fue indagado y no se enteró, o después esa disidencia.
0:11:47 Sí, bueno, mejor he fingido muchas veces tener conocimiento que no tengo,
0:11:51 y saber cosas que no sé, solo para que me indague.
0:11:56 Sé quién está conspirando, digo.
0:11:58 Pero no confíes, se apenas la ve.
0:12:02 Que enseguida escupen y después pierden internet.
0:12:05 No, hay que mantener siempre, tanto en la Corte de Francia del siglo XVI como en la actualidad,
0:12:14 siempre conviene mantener algo sin decir, un chiste sin contar,
0:12:19 un periodo de navidad sin revelar, un casoncillo sin estrenar,
0:12:24 para poder tirar un poco del peorismo.
0:12:29 Pero dedicamos esto, entonces, a los dos fugados, a Hércules, el más chiquito de los Valois,
0:12:35 eran hijos, todos estos chicos más otros, que era Francisco II, el rey, que murió muy joven también,
0:12:40 eran hijos de Catalina de Melchiz y de su finado marido, el rey Enrique II.
0:12:46 Catalina estuvo muy enamorada de ese rey, pero un rey que murió muy joven,
0:12:51 murió en uno de esos torneos, que van con la lanza y armadura.
0:12:56 Un chiste lo hacía, que se sabía en un juego, y un tipo que era el Condemmo Morenzi, se llamaba.
0:13:04 Le acertó justo la lanza en la abertura de esos peritos, le acertó el ojo y lo liquidó al tipo.
0:13:15 Por eso el hielmo completamente hermético, ¿no?
0:13:18 Sí, pero ya era tarde.
0:13:21 Y ella estaba muy enamorada de Catalina de Melchiz y de ese tipo, Enrique II, que andaba con otra.
0:13:27 Tenía una amante que se llamaba Diana de Poitiers, y él la amaba a esa Diana.
0:13:32 Y Catalina lo amaba a él y lo espiaba, la celaba, la sufría.
0:13:37 Tenía una habitación encima justo de la habitación donde se reunían Enrique y Diana,
0:13:46 y tenía un agujero en el piso y lo sepiaba por el tercio.
0:13:51 Y cuando uno va al Louvre ahora, ellos vivían ahora, el Louvre es un museo ahora,
0:13:57 pero en aquel entonces vivía la corte, o al menos de una gran parte del año.
0:14:02 Y en algunas escaleras hay unos escudos grabados muy cantores que dicen H y D.
0:14:11 Y como corazones, el equivalente a corazones en un árbol, pero eran escudos amorosos
0:14:17 que hacía construir el rey Enrique para homenajear a su amada.
0:14:24 Y por ahí pasaba a Catalina y veía los escudos que el marido le hacía para la amante.
0:14:29 Los franceses escriben Enrique con H, ¿verdad?
0:14:34 Bueno, mucho museo, mucha cultura, mucho volter, pero escriben Enrique con H, lo que es el amor.
0:14:43 Bueno, como todas estas cosas ocurrieron bajo el cielo de París, escucharemos este bello malz.
0:14:52 No me acuerdo en qué versión, pero me parece que es la de Julia Greco, es?
0:14:56 Bueno, Julia Greco, adelante.
0:15:04 Sube el cielo de París, envuelve una canción
0:15:13 Que es la nena hoy en el corazón de un garganta
0:15:21 Sube el cielo de París, marcha los amores
0:15:30 El verbener se construye en un arrepé para ellos
0:15:37 Sube el ponde de Bérecy, un filozón, así de musician
0:15:46 Que le va a dofiler los amores miller
0:15:53 Todo el cielo de París, hasta el día de la noche, va a cantar
0:16:01 Y me da un pueblo, los precios de su vieja ciudad
0:16:07 A través de nuestro amor, a veces un gran drama
0:16:15 Sí, pero no, todo puede arrojar
0:16:23 Quellecorellón de cielo de los años, el acorde de marino
0:16:31 El espoir de París, al cielo de París
0:16:40 Sube el cielo de París, el arrojo de la flor
0:16:48 El andar en la noche, el barco de la flor
0:16:55 Sube el cielo de París, el ojo de los pobres
0:17:03 El de los ancianos para haber de rentar
0:17:09 El cielo de París, el atmósquel, el ojo de la flor
0:17:17 Desde el cielo de París, el alhuí
0:17:25 Cuando él, suri, le metió su biblio
0:17:33 Cuando él vio en París, él es maldita
0:17:42 Cuando él, al ojo de los mil millones de amantes
0:17:49 Él fue grondé, su renuncia, el sol era calatán
0:17:56 Pero el cielo de París no se ha entrado
0:18:04 No se hace perdonar, él le ofrece un reconciente
0:18:19 Y la verdad será terrible, va con el cielo de París

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