Transcripción automática
0:00:00 Continuamos, una venganza será terrible, estamos en Lomas de Zamora, en el nuevo teatro municipal de Lomas de Zamora.
0:00:13 El lunes estaremos en el Multiteatro a las ocho de la noche, el martes en el Auditorio del Plata, en Gorritis, en 1963.
0:00:22 El jueves en Munro, en la casa de Armenia, en el multiteatro.
0:00:30 ¿Cordientes de los ocho ocho tres?
0:00:35 Contaremos dos historias de imposturas.
0:00:40 Para la primera uiquémonos en Berlín en el año 1906, un zapatero llamado Birginfoy, de 57 años, vivía obsesionado por los uniformes militares.
0:00:56 Era muy conocedor en la materia, en realidad había estado preso durante más de 20 años por varios delitos menores y se había entretenido estudiando los uniformes militares.
0:01:09 Residenza Lido de la cárcel vio en una vidriera un uniforme de capitán que colgaba en una tienda de prendas de segunda mano y entró a la tienda y se lo compró.
0:01:21 Parece que lo que deseaba Berlín era un poco de respeto y algún dinero.
0:01:29 Entonces tramo algo.
0:01:32 Lo primero que hizo fue un estudio minucioso de la milicia local y después decidió ensayar para ver qué efecto causaba el uniforme cuando se lo ponía.
0:01:46 Había una feria de cerveceros en Berlín y se puso el uniforme de capitán y fue.
0:01:53 Entró majestuosamente y en cada puesto los comerciantes lo saludaban.
0:01:58 Pero lo que lo alagó enormemente era que las damas le dirigían señales de aprobación.
0:02:05 Incluso esa misma tarde se consiguió un amante.
0:02:11 Birgin dio entonces los toques finales de su verdadero plan.
0:02:17 Era una treta para aprovechar al máximo la admiración cruciana por la autoridad y al mismo tiempo para vengarse de los funcionarios gubernamentales del Kayser,
0:02:28 que se habían negado a darle sus documentos y pasaportes después de su periodo en la cárcel.
0:02:34 Un día Birgin se dirigió disfrazado con su uniforme de capitán a uno de los grandes cuarteles de Berlín.
0:02:43 Por ahí, en las inmediaciones, se cruzó con un cabo y cinco soldados que venían caminando.
0:02:50 Birgin le dijo a dónde llegan estos hombres. Al cuartel le respondió el cabo.
0:02:57 Birgin le dijo que me acompañen a mí, que les tengo que encomendar una misión.
0:03:02 Y los tipos fueron.
0:03:04 En el camino ordenó a otros cuatro soldados que encontró suelto por ahí, que se unieran al grupo.
0:03:11 Y ya, con unos cuantos tipos detrás de él, Birgin viajó a Copenhagen, un distrito en las afueras de Berlín, como quien dice San Isidro.
0:03:20 ¿Cómo quien dice lo más de Zamora?
0:03:23 A llegar allí, alineó a la tropa y se encaminó a la municipalidad.
0:03:28 Habló con el burgo maestre, el doctor Langerhaus, y le dijo que estaba arrestado directamente.
0:03:39 Me dijo el burgo maestre, doctor Langerhaus, que está arrestado.
0:03:44 Le explicó que había sido enviado desde Berlín para investigar la desaparición de fondos municipales, y que todos sospechaban del burgo maestre.
0:03:52 Después, se dirigió a donde estaba el tesorero de Copernick. También lo arrestó y confiscó todos los fondos.
0:04:00 El tesorero abrió las cajas fuertes y le entregó al capitán cinco mil marcos.
0:04:06 Más tarde, Birgin se puso en busca de un pasaporte, de un carnet de identidad, el necesitaba pero no encontró.
0:04:14 Después le ordenó al capitán de la policía que requisara por la fuerza varios carruajes de los ricos,
0:04:21 e hizo que metieran a todos los funcionarios municipales del pueblo en esos carruajes, y que los enviaran a Berlín arrestados y con escoltas armadas.
0:04:30 Así se hizo. Llegaron a Berlín y se los entregaron al general Moldke, que enseguida se dio cuenta de lo absurdo de la situación,
0:04:39 lo se vio de vuelta y también mandó una partida armada para arrestar al capitán. Pero era tarde.
0:04:47 Birgin ya se la se había tomado. Allí al siguiente todos los diarios hablaban del misterioso extraño que se había burlado del ejército.
0:04:57 Birgin estaba encantado. Habían ofrecido una recompensa de 25 mil marcos por su cabeza, y eso lo ponía muy contento a este hombre.
0:05:08 Pero pasaban los días y nadie lo encontraba. Entonces Birgin mandó él mismo una foto para ayudar a la policía, y entonces sí, a los días diarios lo arrestaron.
0:05:20 Le dieron cuatro años de prisión, pero no cumplió con toda su condena porque el Kaiser, el mismo Kaiser, al enterarse sus proezas lo perdonó y lo dejó libre.
0:05:34 Birgin fue, abandonó la cárcel, convertido en una figura famosa, con todas sus ambiciones satisfechas, menos la del dinero porque la guita se le hachieron devolver.
0:05:45 Emigró a los Estados Unidos, participó en comedias musicales como actor, una viuda vino a cambiar su vida porque, cautivada por la gracia de sus actos, le concedió una pensión de por vida que le permitió retirarse cómodamente a Luxemburgo, donde murió de viejo.
0:06:06 Una historia fantástica que debe inducir a nuestros niños a cometer esta clase de vida.
0:06:12 Pero me cayó simpático este hombre, el antiguo zapatero Birgin Foy, segunda historia.
0:06:21 En 1921 se produjo un engaño en el edificio de la Real Marina Inglesa, que se conocía como Weimau.
0:06:30 El fin de la impostura era realizar una broma, aquí no había deseo de riqueza ni de fama.
0:06:39 Un hombre, un filósofo miembro de la nobleza, William Devere Coul, se hizo pasar por Herbert Chomboldesli y dijo, perteneciera al Ministerio de Asuntos Exteriores,
0:06:54 y mandó un telegrama a la Marina para planificar la visita de un grupo de príncipes aviscinios.
0:07:00 Aviscinia era el nombre que en ese entonces se le daba, a la que hoy es Etiopía, capital adizaberta.
0:07:09 Bien, los miembros de la Armada dijeron aceptar la llegada de los extranjeros y se dio paso al protocolo.
0:07:16 El 7 de febrero de 1923, cuatro personas difrasadas con barbas y túnicas tomaron el tren hacia Londres en la estación de Paddington,
0:07:28 que es en las afueras del hombre, y llegaron un rato más tarde a Londres.
0:07:33 Lo se había vestido un experto en maquillaje teatral llamado William Claxton.
0:07:39 Bajo los disfrazes, y ya camino al edificio militar, iban cuatro amigos de William Devere Coul.
0:07:48 El atleta Anthony Baxter, el artista Duncan Grant, la escritora Virginia Woolf y el hermano de Virginia, Adrián.
0:07:58 También iba Guy Ridley, que era el hijo de un juez, iba en calidad de su puesto intérprete.
0:08:05 Lo acompañaba también, desde luego, Coul, bajo el nombre de Chombo Desley, como ya se ha dicho, el hombre del Ministerio de Asuntos Eterios.
0:08:17 Y llegaron, llegaron a la estación, la recepción fue mejor de la que los impostores jamás hubieran soñado.
0:08:25 Una alfombra roja se estendía desde el tren hasta una plataforma, y de allí hasta el vestíbulo abierto de la estación.
0:08:32 Más allá, los esperaba una guardia de honor, pasaron revistas, y después llevaron a los príncipes al edificio de la Real Marina,
0:08:41 pero lo llevaron en un barco, en un barco militar a través del támesis.
0:08:47 Mientras paseaban por la nave, repartían tarjetas de presentación, impresas en un idioma inexistente.
0:08:56 En realidad hablaban en latín, entre ellos, con acento extraño, y cada tanto decían,
0:09:01 vinga, ringa, cuando les mostraban algo imponer.
0:09:05 Oh, vinga, ringa, decimos.
0:09:09 Bueno, el edificio de la Armada había sido adornado con banderas para la visita real.
0:09:14 En el salón central tocaba al Orquesta Militar de Londres.
0:09:18 Villcinagulf dijo más tarde que sobreactuaban, hasta el punto que no podían creer que no se quebrara la verosimilitud de sus disfrazes.
0:09:27 A la tardesita solicitaron colchonetas para rezar, durante el ocaso, y conferieron distinciones a visíneas,
0:09:37 algunos de los oficiales de mayor rango, que las llevaron puestas durante largo tiempo.
0:09:42 Tres veces estuvieron a punto de ser descubiertos.
0:09:46 La primera vez cuando se les ofreció una cena a bordo de la nave que lo llevaba, y tuvieron que negarse,
0:09:53 dijeron que las costumbres religiosas de los príncipes se inferían comer o beber sobre el agua.
0:10:00 La verdad era que el maquillador Claxton les había advertido que si trataban de comer cualquier cosa, se les iban a caer los labios.
0:10:08 Después los impostores se asustaron cuando les presentara un ono oficial que justamente era pariente de Villcinagulf, pero no la reconoció.
0:10:21 Y el tercer momento de pánico ocurrió cuando Baxter, el atleta, estornudó y la mitad de uno de sus bigotes salió volando.
0:10:29 Por suerte pudo pegarse lo de nuevo antes de que nadie se diera cuenta.
0:10:33 Bueno, la visita terminó con fotografías para la prensa, saludos del rey Jorge V por Telegrama,
0:10:41 y un tratado de amistad que fue firmado entre el principado de Avicinia y Londres.
0:10:47 Los príncipes se despidieron, recibieron un objeto de arte que era una imitación de la corora británica carísima, se la llevaron, y varios escudos de protocolo.
0:11:00 Luego de la despedida, ya sin disfraces, los impostores redactaron un pedido de perdón a la más alta jerarquía de la Real Marina.
0:11:11 Y la vergüenza de los oficiales fue tal que se limitaron a cobrarles una multa por los gastos y también les pidieron de vuelta los regalos.
0:11:22 Caron y así terminó la aventura.
0:11:26 Lindo tiempos en los que se podían hacer estas bromas.
0:11:32 La gracia, yo creo, está siempre emburlarse de los poderosos, divertirse,
0:11:37 pero con los que podrían enojarse y perjudicarnos, con las personas humildes a quienes les rompemos el auto.
0:11:47 O nos tomamos el pelo por televisión.
0:11:51 Lo gracioso es enfrentarse a tipos como estos de la almirantaje, si se enojaban, podían ponerse pesado.
0:12:02 De al mismo tiempo, cosas que los amigos de Britney Wolf les gustaban, especialmente...
0:12:07 Sí, un gran escritora, claro.
0:12:08 ...el grupo Bloomberg y eran todos estos ojos.
0:12:10 El grupo de Bloomberg.
0:12:11 ¿Qué tenían las ciertas sospechas, las arterias?
0:12:15 Suspechas de que una de las principales imposturas era ese ejercicio de la Majestad y del Poder en un país tan poderoso y tan majestuoso como quieren los británicos que siga haciendo esa isla.
0:12:25 Pero estaba pensando, Alejandro, que esta cuestión de las imposturas no se limita a los simples mortales como nosotros, porque usted muchas veces ha narrado que es un privilegio de los dioses.
0:12:35 Los dioses acostumbraban, por ejemplo, para tomar como amantes a las mortales, justamente a disfrazarse de otras personas.
0:12:43 La impostura consistía en que el príncipe de los dioses, por ejemplo, tomaba la forma del marido de una dama que le interesaba, pero a veces iban más allá.
0:12:54 Se disfrazaban de lluvia de oro.
0:12:58 Pero en realidad, recuerdo este episodio, Zeus se convierte en lluvia de oro para beneficiar a la mamá de Perseo, que luego sería la mamá de Perseo.
0:13:09 Pero en realidad se convierte en lluvia para atravesar unas rejas.
0:13:13 Al llegar junto a esta mujer, volvió a tomar su verdadera forma, que era de un hombre joven y bello.
0:13:20 Una impostura especialmente poderosa y fuerte, es la que usa un rey llamado Arthur Penn Reagan para seducir a la chica que le gustaba que estaba casada.
0:13:29 Entonces hace que un amigo de la casa, el amigo se llamaba Merling y era mago de profesión, le dio la apariencia al verdadero, el marido de la mina.
0:13:36 Entonces el tipo de marido estaba en guerra y el tipo vuelve una noche a la princesa y hierne.
0:13:41 Y bueno, de allí nacerá nada menos que un pibe llamado Arturo, también de los británicos que nos gustan, que no son los miserables, sino esos personajes.
0:13:49 Entonces también toma la apariencia del marido de Aguimena y no, posiblemente, creo que sí, y anfitrión, que estaba en la guerra el tipo.
0:14:06 Entonces el tipo vuelve y cuenta episodios de la guerra y luego se va después de una noche inolvidable.
0:14:17 Pero la sospecha sobreviene, no estoy seguro si es este otro personaje similar, por ejemplo Papa de Aquiles.
0:14:24 Y al regresar al marido, la mujer nota extrañada que le empieza a contar de nuevo las mismas cosas que le había contado en el momento.
0:14:34 Así que, ¡oh damas que escucháis este programa! Cuando vuestro marido regrese y por segunda vez, cuente una historia, es que la primera vez no era él.
0:14:48 Y que de todos modos le pedimos perdón, por si.
0:14:52 Pensaba también Alejandro en una interrupción que se hacen algunas sabidurías populares como esto de si el habituación no al monje.
0:14:59 Y pensaba en esos tiempos, una época maravillosa, donde además de poderle hacer bromas a los poderosos, no tenía nada que comprobar,
0:15:06 la concertiza la propiedad del documento, no era un objeto religioso como ahora.
0:15:10 Y mucho menos sabía cosas tales como la impresión en el vital, la DNA, la diente y todo eso.
0:15:18 Era más fácil la impostura. Y está fenómeno. A mí me gusta un mundo en donde las identidades no sean tan rigurosas.
0:15:25 Y que uno pase de una, pueda pasar de una identidad a otra, ¡livianamente!
0:15:31 Que las fronteras, bien somos realmente, no sean tan adamantinas.
0:15:38 Alguna vez, en este mismo programa, pero hace una pequeña eternidad de 20 años,
0:15:42 tendríamos que sostener que la apuesta más maravillosa es a poder vivir la mayor cantidad de vidas posibles.
0:15:47 Y eso requiere siempre la impostura. Pero hay unos terrenos, fíjese, para ir redondeando esto.
0:15:51 Tomemos un tipo como Faltomas, como el gran ladrón este que cambiaba de apariencia.
0:15:56 Es un delincuente para la mirada social. Tómese ahora la figura de cualquier espía, desde los tiempos de San Martín hasta los nuestros.
0:16:03 No es otra cosa ese personaje que pretender ser otro en proy de un bien para la patria.
0:16:07 ¿Cómo sabemos cuál es el delincuente y cuál es el héroe?
0:16:10 Bueno, hay un...
0:16:11 ¿El héroe que no lo sabe?
0:16:12 No lo sabemos. Pero además, en el caso del héroe, nunca va a necesitar la reivindicación de la fama.
0:16:17 Porque ahí está la trapezonda. ¿Para qué se quería ese tipo de reconocimiento?
0:16:21 La fama. Hay gente que ahora trabaja solo para eso.
0:16:24 Y para ir redondeando, Alejandro, quería decir que la verdad es en realidad,
0:16:27 no otra cosa que aquello que uno quiere que sea cierto.
0:16:30 Digo, no hay otra verdad que era el de sí o finalmente.
0:16:33 Y estaba pensando en el pobre Sarmiento, que a toda costa quería vestirse uniforme.
0:16:37 Se lo encargabas en la sierra.
0:16:39 Y después cuando llegaba ante el general del jefe, justo José de Urquiza,
0:16:42 y el ser de ella, veía que había sido todo en vano, que se iba haciendo un muchacho de provincia.
0:16:46 Pero bueno, en el mejor de los casos, Alejandro, sabemos que el arte y la impostura,
0:16:50 se cruzan todo el tiempo, se confunden.
0:16:52 Y quizás la mejor forma de diferenciarlos, sea ver cuál es el objetivo de esto.
0:16:56 A ellos le aparece el lucro, siempre la cosa se pudre.
0:16:59 Y en vez de un objeto maravilloso, de febrería, tenemos apenas una moneda falsa.
0:17:04 Y moneda falsa es la pequeña y breve canción que va a tocar en solo de piano Federico Mislagio.
0:18:26 Era Federico Mislagio en la venganza. Será terrible moneda falsa.
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