Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy de Ortencia Schneider, una señora muy hermosa, que era tris, era cantante.
0:00:10 Y alcanzó su auge en el segundo imperio en París, allá durante la época de Luis Napoleón,
0:00:16 en Napoleón III. Las llamaban la Reina del Pueblo, las llamaban a Ortencia Schneider.
0:00:22 Presénteme sencilla, Ortencia Schneider, la Reina del Pueblo. Había nacido en 1833, era hija de un sastre.
0:00:37 Tuve una infancia feliz en el taller de su padre, donde hacía toda clase de gracias para los visitantes,
0:00:45 y la obligaban a cantar también para las visitas. Era hermosa, y cuando empezó a crecer, llegó a tener un rostro perfecto.
0:00:52 Cabezo rubio, tirando a rojo, y un busto esplendoroso.
0:00:57 Eso es lo que me gusta a mí.
0:00:59 Su temperamento era ardiente, osado y a menudo insolente.
0:01:05 Cuando tenía 15 años, su padre la recomendó a un taller de modista, con la esperanza de que siguiera la tradición familiar.
0:01:12 Él era sastre, creó una hija modista.
0:01:15 Parece que desde así los Schneider se dedicaban a la confección y arreglo de todo tipo de ropa.
0:01:22 Casa Schneider.
0:01:24 Pero un día se presentó en el negocio un muchacho bastante mayor que Ortencia, que era cajero en una tienda de armas.
0:01:33 Se llamaba Yan.
0:01:35 Y parece que entreí los agujas, ovillos y madejas, el cajero Yan se convirtió en el primer amante de Ortencia Schneider, Plinkaja.
0:01:46 Parece que le hacía muchos regalos al cajero, y en un momento faltándole el dinero para completar el precio de algún regalo,
0:01:54 echó mano a la caja del lugar donde trabajaba, lo descubrieron y fue en cana, y nunca más vio Ortencia, que ni siquiera lo fue a visitar.
0:02:02 Ahí estuvo Mar.
0:02:04 Bueno, ella alternaba su aprendizaje del arte de modista con clases de música, tenía una voz bastante buena,
0:02:10 y en Burdeos no había un teatro importante, pero por unos pocos francos, la juventud de Burdeos podía asistir a una sociedad llamada AT&E,
0:02:21 donde había todo tipo de espectáculos.
0:02:23 En aquella sociedad, Ortencia participó en cientos de actividades, hizo todo tipo de papeles teatrables.
0:02:31 Vodé Vil, ópera, cómica, comedia, melodrama, aprendió a bailar un poco, qué sé yo.
0:02:36 El que se escondía la contrataron para ir a la capital actual.
0:02:41 Llegó a París en 1855, quedó deslumbrada.
0:02:46 A los pocos días, un amigo Sousa llamado Berthelieu le presentó al músico Jacques Offenbach.
0:02:54 Y vamos a detenernos si usted me permite, por un ratito, Offenbach.
0:02:59 En realidad se llamaba Jacob Ebers, había nacido en Polonia, y ya desde muy joven había emigrado a Francia, sería mejor.
0:03:10 Parece que tocaba muy bien el cielo y había logrado que lo aceptaran en el conservatorio.
0:03:17 Offenbach tenía mucha facilidad para crear melodías, y era muy divertido tocando el instrumento,
0:03:25 porque imitaba durante los conciertos, por ejemplo, el cacareo de las gallinas,
0:03:31 si no se divertía tocando las partituras, una nota sí y otra no, y con eso los demás músicos también se divertían mucho.
0:03:39 Formó parte de la orquesta de la ópera Comique, y ahí se empresaron a conocer algunas de sus composiciones,
0:03:47 que eran válcesitos fáciles y sentimentales en aquel tiempo.
0:03:53 Era capaz de componer en cualquier momento y circunstancia.
0:03:57 Sus amigos dicen que lo hacía incluso medio de un baile o en su casa o en un rencón.
0:04:03 Era muy frío lento, esto no tiene nada que ver con la facilidad para la composición,
0:04:08 pero andaba siempre envuelto en abrigos de pieles, salía la calle con frasadas en la espalda, etc.
0:04:16 Parece que un día se le incendió a la casa a Ofenbach, una casa que había construido con enorme sacrificio.
0:04:24 Se le empezó a incendiar y Ofenbach intentó salvar el piano y lo tiró por la ventana,
0:04:31 acción que lo destruyó en forma patética.
0:04:36 Luego tomó una silla, se sentó en el jardín y tranquilamente asistió al espectáculo de la casa devorada por las llamas.
0:04:44 Volvamos al encuentro de Ortencia Schneider con Jacques Ofenbach.
0:04:49 Parece que al compositor le presentaron a la chica y quedó fascinado y la contrató.
0:04:58 A partir de ese momento, Ortencia Schneider y Jacques Ofenbach formaron un binomio muy exitoso en el Teatro de París.
0:05:08 A partir de ese momento empezaron a conocerse las aventuras amorosas de la chica.
0:05:13 No conocen más, con otros.
0:05:15 Parece que esto le valió mucho prestigio.
0:05:21 Se convirtió en la favorita del Duque de Gramond, el Dante más encantador de París.
0:05:28 Era el arquitecto de la época, el Duque de Gramond.
0:05:32 Era el primer restaurante, iba a la Maison d'Orret, al Tortón, pero no a este, sino al de París.
0:05:39 Era miembro honorario del Joaquin Club, pero no a acá, sino al de París.
0:05:44 A los 25 años ya de andar por ahí en fiestas y en francachillas ya estaba desgastado en tantos placeres.
0:05:50 En aquel tiempo la gente se desgastaba y todos creían que era por los placeres.
0:05:54 Era famoso por sus duelos. Se batía siempre a duelo. Eso sí que desgasta.
0:06:00 En otra parte el tipo era tío, agnóstico, no me acuerdo.
0:06:03 No era creyente.
0:06:05 Pero un día se batió con uno que había injuriado a la virgen.
0:06:09 Y después dijo que no lo hacía por creyente, sino porque no podía soportar o ir a hablar mal de una mujer.
0:06:16 Ese era el Con de Gramond.
0:06:19 Cortés se estaba muy enamorada de Gramond y tuvo con él un hijo que resultó un desastre, naturalmente imagínese.
0:06:27 Por ahí se enfermó el duque en 1858.
0:06:31 Le agarró una fulería, le declaró una tuberculosis.
0:06:36 Viajó a Egipto para intentar mejorar su salud en aquel clima. Imagínense, no hay cosa más seca que el Egipto.
0:06:43 Pero no pudo y murió en París, triste y melancólico a los 30 años.
0:06:48 Se murió y le dejó todo a Artencia.
0:06:51 Y ella se olvidó de todos sus contratos, decidió dejar su carrera.
0:06:55 Imagínense contar a Guita que lo habían dejado.
0:06:58 Offenbach, a quien lo habíamos abandonado mirando como se incendía a su casa.
0:07:06 Claro, cuando dejó de cantar la mena trató de que recapacitara.
0:07:13 Él también intentó consolarla de su tristeza,
0:07:16 pero eso sí, nunca quiso sumarse a la lista de amantes de Ortencia Schneider.
0:07:21 Para el músico, Ortencia hacía demasiado ruido o resultaba demasiado espectacular,
0:07:27 sin que aclarara después el significado de sus palabras.
0:07:31 En realidad, a mí me parece que ella no le daba bolís, a ese es el asunto.
0:07:36 Un día retirada a Ortencia en Burdeo, recibió un telegrama de Offenbach,
0:07:40 en el que la invitaba a participar en una de sus obras, y ella acertó.
0:07:45 Y así se creó la bella Elena, que luego dio la vuelta al mundo.
0:07:50 Las óperas cómicas de Offenbach, interpretadas por Ortencia, fueron muy exitosas.
0:07:56 La más famosa debe haber sido la gran duquesa de Gerolstein.
0:08:01 La gran duquesa de Gerolstein coincidió con la exposición mundial de París en 1867,
0:08:07 exposición que reunió a todas las personas más importantes del mundo.
0:08:11 Usted era importante, tenía que ir a la exposición internacional de 1867.
0:08:17 Allí fue el que dibe de Egipto, Ismael Behil, los emperadores de Rusia, emperadores de Alemania, todos.
0:08:27 Lo que debemos decir con respecto a la gran duquesa de Gerolstein,
0:08:31 es que ese educado, el de Gerolstein, no existió nunca, sino la imaginación de Eugenio Xiu en los misterios de París.
0:08:39 Aquella bella obra que todos recordamos.
0:08:41 Pero en la obra de Offenbach aparecía el miedo a la guerra que se aproximaba.
0:08:46 Pronto iba a declararse aquella guerra francocrusiana en 1870.
0:08:51 La obra era medio una porqueria.
0:08:56 El Sara Alejandro II de Rusia,
0:08:59 se había hecho reservar un palco para ver la gran duquesa de Gerolstein por telégrafo.
0:09:08 Se cuenta que durante su estadía en París se lo vio por ahí desaparecer repentinamente de una cena al Sara Alejandro II.
0:09:18 Lavantó en la mesa y dice,
0:09:19 ¡Che! El Sara desapareció, dejó uno.
0:09:22 Lo buscaron por todas partes.
0:09:24 Algunos pensaron que lo habían raptado los patriotas polacos que siempre andan por ahí raptando zares.
0:09:33 Pronto se averiguó que su majestad imperial
0:09:36 se había hecho llevar al hotelito que tenía Ortencia en Saint Denis
0:09:39 y que así pasaban las noches con el Sar,
0:09:44 que no iba nunca al palacio que le habían asignado.
0:09:47 También Ortencia fue visitada por no decir otra cosa,
0:09:51 por el gran duque de Constantino,
0:09:54 el rey Luis I de Portugal,
0:09:56 el príncipe de Gales,
0:09:58 John de Flandes, en fin.
0:10:00 Y la mineta tiranizaba todo con sus caprichos.
0:10:03 Las crónicas dicen que pasaron por aquel hotelito y compartieron su lecho,
0:10:10 tres emperadores, siete reyes, un birrey, nueve grandes duques,
0:10:16 dos archiduques, 22 príncipes
0:10:19 y una cantidad indeterminada de personas particulares.
0:10:23 De todos estos macanudos,
0:10:33 el único que estableció con ella una relación más o menos duradera
0:10:36 fue el que vive de Egipto, Ismael Beguel.
0:10:39 Beil era medio verdoso de Tés,
0:10:41 igual que John,
0:10:43 Rechoncho y Vivaracho
0:10:45 se consideraba un enamorado de París
0:10:49 y un devoto de Ortencia.
0:10:51 El rey era caprichoso como todos los que vive
0:10:54 y despilfarraba dinero por todos los huines.
0:10:57 Un día mientras descansaba en un balneario,
0:11:00 se sintió aburrido,
0:11:02 mandó un telegrama a París que decía,
0:11:04 envíe Melan a Schneider.
0:11:06 Muy bien, Cristo.
0:11:08 Hablaba así porque no sabía bien el idioma.
0:11:11 Y los funcionarios de París lo mandó a la policía de París.
0:11:15 Allí creyeron que se trataba del gran industrial Schneider,
0:11:20 que era la fabricante de la industria pesada de guerra.
0:11:23 Entonces, pensando que el querido de Egipto
0:11:25 iba a cruzar un importante pedido de armas,
0:11:27 lo mandaron buscar a Schneider
0:11:29 y se lo mandaron al balneario.
0:11:31 Yo no fui el tipo.
0:11:33 Imagínense, el fabricante de armas, Schneider.
0:11:35 Allí el tipo con una valija y llegue,
0:11:37 se encuentra con el que vive,
0:11:39 esperando con la toalla en la cintura
0:11:41 y un ramo de flor.
0:11:43 Soy el Schneider, habrá dicho el tipo.
0:11:46 Pero la reunión, pues, se que no prosperó.
0:11:50 Bueno, llegó la guerra de 1870,
0:11:54 que arrasó con el II Imperio.
0:11:57 Y Offenbach también se vio arruinado.
0:12:00 Y se arruinó Ortenischer Schneider.
0:12:03 Los tiempos cambiaron.
0:12:05 Ella se retiró de la vida pública.
0:12:07 Cosa curiosa se casó con un falso conde italiano.
0:12:10 Un gigoló.
0:12:12 Un gigoló de ojos almendrados.
0:12:15 Y lo abandonó en Florencia cuando se dio cuenta
0:12:18 que no se había casado con ella,
0:12:20 solo por su dinero.
0:12:23 Así que, mire, qué raro.
0:12:25 Ella que era tan viva se casó con un goruta
0:12:27 que le iba de gonde.
0:12:29 Lo último que musicalizó Offenbach
0:12:32 fueron los cuentos de Hofmann
0:12:34 que todos ustedes conocen.
0:12:36 Después, atacado por la gota,
0:12:38 murió en 1880.
0:12:40 Dicen que Ortenischer se hubo corriendo
0:12:42 preguntando por la salud del maestro.
0:12:44 Encontró al portero llorando.
0:12:46 El portero le dijo,
0:12:48 «Messier Offenbach ha fallecido sin sufrir,
0:12:52 casi sin darse cuenta».
0:12:54 Ella le contestó,
0:12:56 «¿Qué gran sorpresa tendrá cuando se entere?»
0:13:04 Y no volvió nunca más.
0:13:09 Bueno, Ortenischer murió,
0:13:11 ella también,
0:13:13 el 6 de mayo de 1920,
0:13:15 ya cerca de nuestros tiempos,
0:13:18 a los 86 años de edad.
0:13:21 Esta es la historia de Ortenischer Schneider,
0:13:26 cantante, falsa condesa, falsa princesa,
0:13:30 y enamorada de duques, archiduques,
0:13:33 marqueses, condes y personas de toda índole.
0:13:37 Dedicamos de tachada a ella,
0:13:40 a Offenbach, que era,
0:13:42 muy simpático,
0:13:50 no consideraba su música tan buena,
0:13:53 muchos consideraron mal su música,
0:13:55 pero estaba muy bien.
0:13:59 escucharemos una canción,
0:14:02 que más que un tango también parece una canción de Cámara,
0:14:05 que que ya le hubiera gustado a Offenbach,
0:14:08 que se llama justamente,
0:14:10 como aquella princesa.
0:14:12 Me la dio el discotecario,
0:14:16 ¿Entendió la historia?
0:14:18 Sí, escuchó la historia,
0:14:20 y me dijo que ella no era nada,
0:14:22 comparado con una bailarina que le había conocido...
0:14:25 Siempre tiene que...
0:14:27 ...en la enramada.
0:14:29 Dice que...
0:14:31 Qué egocéntrico, qué es?
0:14:33 No se aporta una historia de nada.
0:14:36 Le ayudaba un poco, por ahí le pagaba a Copetín.
0:14:39 Tampoco, no era una gran ayuda.
0:14:42 Y eso, para mí, es muy importante.
0:14:46 Mucho más que lo que usted me acaba de contar.
0:14:50 Bueno, pues no es una ayuda tan importante para el Copetín.
0:14:53 No tiene que ser otra cosa, el discotecario.
0:14:55 Y me dijo, ya que era una falsa princesa,
0:14:57 entre otras cosas, tome.
0:14:59 ¿Cómo aquella princesa?
0:15:01 Está bien, el tículo, bien.
0:15:03 Quina algo que ver la letra.
0:15:05 Esta canción fue compuesta...
0:15:08 ...en honor, evidentemente, a Authentia Schneider.
0:15:11 No, bueno, entonces así.
0:15:15 La nombra, por lo menos.
0:15:17 No la nombra, porque tampoco hay que ser tan evidente.
0:15:20 ¿Algún elemento de la época?
0:15:22 No, no, no, ningún, no.
0:15:28 Eso justamente es lo que a mí me hace...
0:15:31 ...estar cierto que fue escrita para Authentia Schneider.
0:15:34 Esa obsesión por ocultarlo.
0:15:37 Pero no toma obsesión, es una lejanía total.
0:15:46 Si tanto ocultan es porque, evidentemente, fue escrita para...
0:15:49 No tiene nada que ver.
0:15:51 Casi todos los temas musicales ocultan estar dirigidos a Schneider.
0:15:56 ¿A quién es razón?
0:15:58 Casi todos. Casi todos los temas musicales...
0:16:01 ...están dedicados a Authentia Schneider.
0:16:06 Daré mucho en darme cuenta.
0:16:08 Entre ellos este, que se llama como aquella princesa...
0:16:11 ...y que canta Hugo del Caribe.
0:16:28 Hoy una estrella vez más dada...
0:16:33 ...unto a la luz del dominado.
0:16:37 Como aflije tu quebrando...
0:16:40 ...es que te quiero tanto...
0:16:42 ...que me entriste a cual a verte seria...
0:16:46 ...viva mía...
0:16:48 ...como a juez el cielo de Quimera.
0:16:52 Porque ese dibujante sojera...
0:16:57 ...he visto reflejada...
0:16:59 ...y vida destrozada...
0:17:01 ...porse la ofencia de mi amor.
0:17:09 Como aquella princesa...
0:17:14 ...del hibrito de cuentos...
0:17:16 ...apareciste un día...
0:17:18 ...desplumbraste de luz...
0:17:20 ...suhera el tímido parque...
0:17:22 ...de una corte de mis sueños...
0:17:25 ...uso diosera el ver eso...
0:17:27 ...cuso sueño era tú...
0:17:33 ...como el tímido parque...
0:17:37 ...el hibrito de cuentos...
0:17:39 ...una tarde temblando...
0:17:41 ...te confiaba mi amor...
0:17:43 ...se empañaron tus ojos...
0:17:45 ...un sufiro y un beso...
0:17:47 ...y estofenotando el sé...
0:17:50 ...que no su ni a lobo.
0:17:54 Hoy una estrella que agoniza...
0:17:59 ...un cual soñar de tu vida...
0:18:03 ...estas enamorada...
0:18:05 ...lo dice tu mirada...
0:18:07 ...y en esta duda se consume el alma vía...
0:18:12 ...pero mi fe se tranquiliza...
0:18:16 ...porque tu aliento me acaricia...
0:18:20 ...tus manos en mis manos...
0:18:22 ...y la Dios en tus labios...
0:18:24 ...y mentalmente una oración...
0:18:32 ...como aquisos princesas...
0:18:36 ...del hibrito de cuentos...
0:18:38 ...aparecí que un día...
0:18:40 ...que un verante de luz...
0:18:42 ...suhera el tímido parque...
0:18:44 ...del hibrito de cuentos...
0:18:47 ...uso diosera el ver eso...
0:18:49 ...uso su ello era tu...
0:18:54 ...como el tímido parque...
0:19:00 ...una tarde temblando te confiaba mi amore...
0:19:04 ...se empallaron tus ojos...
0:19:06 ...un sufiro y un beso...
0:19:09 ...y estofenotando el sé...
0:19:12 ...que no su ni a lobo.
0:19:20 Era a Hugo del Carril en la venganza...
0:19:24 ...será terrible como aquella princesa.
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