Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza, será terrible, estamos hoy en la versión sin público presente,
0:00:13 pero con la promesa de que el jueves estaremos en Mar del Plata y el viernes en Villa Gessel
0:00:18 y luego volveremos a Buenos Aires y todo así.
0:00:22 Quiero informar que a partir de marzo en el Boris Club de Jazz de Palermo ha de presentarse
0:00:30 Martín Dañese. Martín Dañese es un músico de jazz o de rock, pero también cuentista
0:00:37 y puesta, autor de canciones. Bueno, este artista habrá de presentarse un sábado de
0:00:45 cada mes en el Boris Club de Palermo. Ya iremos informando, medida que se acerque la fecha.
0:00:52 ¿Cuáles serán los días en que podremos ver a Martín Dañese?
0:00:57 Si no va cualquier sábado al Boris Club, que es un lugar muy lindo, en algún momento
0:01:01 se lo va a encontrar.
0:01:02 En algún momento lo va a ligar. Si va todos los sábados, en alguno de ellos estará Martín
0:01:06 Dañese.
0:01:08 Hablaremos esta noche de Joffrey Riedel. Allá por los siglos XI y XII, en la región
0:01:16 de Provenza, en el país que entonces se llamaba Occitania, nació el amor tal como lo concebimos
0:01:24 hoy. En aquellos años florecieron los trovadores, que eran unos poetas y cantores que cantaban
0:01:33 en las cortes y tocaban el violín medieval o el laud. Hemos hablado muchas veces de este
0:01:41 amor cortés que no existía en la antigüedad clásica, cuyas reglas poéticas se fueron
0:01:48 forjando en los siglos XI y XII.
0:01:51 Bueno, uno de esos trovadores era Joffrey Riedel, un tipo solitario que soñaba con un
0:01:59 amor ideal y aguardaba a la que supiera inspirarlo. Eran los tiempos de las cruzadas. Todo el
0:02:08 mundo hablaba de tierra santa. Los cruzados que volvían de Jerusalén relataban a todas
0:02:16 las peripecias de sus viajes. Hablaban de sus luchas, de la bravura de los turcos y
0:02:21 sarracenos, pero también de la belleza de las mujeres orientales que se congregaban en
0:02:29 los arenes. Algunos señores tenían centenares de esposas y muchas de ellas la anguiesían
0:02:36 esperando la visita de su amo. Joffrey Riedel escuchaba y calculaba el tedio erótico de
0:02:45 aquellas damas. Un aren puede ser un lugar muy triste.
0:03:06 Como ama tu Señor el tiempo se te va. No llega la pasión, ya no soporto más.
0:03:19 Yo necesito un hombre. Ay, lo mismo quiero yo. Un hombre de verdad en medio de esta isla.
0:03:35 Ay, qué grande es este aren. Si me asusto yo también.
0:03:48 Ay, de cierto sin pasión. Ay, cuando llegará el fuego del amor.
0:04:02 Pronto los viajeros comenzaron a referirse a una misma mujer, una cuyo esplendor superaba
0:04:13 al de todas las demás. La muchacha se llamaba Melisenda de Tripoli. Era hermosa y vivía
0:04:21 en un suntuoso palacio a orillas del Mediterráneo. Joffrey Riedel se enamoró de Melisenda, aunque
0:04:29 no la había visto nunca. Esperaba ansioso que llegaran más y más relatos de los cruzados.
0:04:37 Las damas y doncellas de la corte dejaron de importarle. A partir de entonces Melisenda
0:04:43 fue sumusa. Escribía versos pensando en ella. Pasaron algunos años y Riedel pensó en
0:04:52 declararle sus sentimientos. Pero su salud era precaria y no tenía dinero.
0:04:59 Se le ocurrió entonces confiar sus escritos a los caballeros que partían hacia tierra
0:05:04 santa. Le decía Tomás, aquí está esta poesía que es escrito para Melisenda. Andá y se
0:05:13 mostrase la. Pero nunca obtenía ninguna clase de respuesta. Esa es la verdad. Sea por
0:05:19 indolencia de los caballeros o por desinterés de Melisenda. No lo sabía él. Entonces se
0:05:27 resolvió a juntar moneda tras moneda para apagarse el viaje. Y juntó, juntó. Pero
0:05:37 cuando llegó a juntar el dinero su salud no era muy buena y tuvo tanta mala suerte
0:05:44 que el viaje fue tremendo. Y llegó a Trípoli muy enfermo. Tan enfermo que ni siquiera podía
0:05:53 mantenerse en pie. Entonces medio tambaleando quiso ir hacia el castillo donde vivía Melisenda.
0:06:02 Hasta que llegó. Golpió la puerta y solicitó ver a la muchacha. Los guardias naturalmente
0:06:10 lucharon a patadas porque el chofre de Riedel parecía por diosero. Los guardias
0:06:22 acostumbraban a tratar mal a los por dios. Eran como los patoviscas. Así es. Pero el
0:06:31 trovador insistió. Regresó al otro día y los días subsiguientes. Por fin, cuando Melisenda
0:06:38 advirtió su presencia lo hizo entrar de inmediato porque habían llegado hasta ella las canciones
0:06:47 de Riedel a través de otros viajeros. Melisenda estaba enterada de la existencia de aquel
0:06:53 hombre que le expresaba su amor desde hace tantos años y quería conocerlo ella también.
0:07:00 Jofré tembló de emoción cuando fueron a buscarlo. Delgado, pálido, apenas caminaba.
0:07:08 Lo hicieron entrar en el gran salón. Bueno, frente a él estaba Melisenda. Jofré avanzó
0:07:15 lentamente, se arrodilló frente a ella y no pudo hacer nada. Solo permaneció mirándola
0:07:24 durante largo tiempo. La muchacha se inclinó y besó largamente a Riedel en la boca. Lamentablemente
0:07:35 aquí termina la historia. Apenas se separó de la doncella Jofré Riedel, que haya muerto.
0:07:43 Tenía 50 años de edad. Nada más se sabe de Melisenda de Trípoli. Esto ocurrió hace
0:07:54 más de 800 años. Las más bellas canciones de Jofré Riedel, las que escribió para su
0:08:01 princesa lejana, eternizaron su amor e hicieron de él uno de los más grandes poetas de la
0:08:09 edad media. La historia de Riedel fascina aquellos que creen que por un amor vale la pena recorrer
0:08:21 las distancias y los años.
0:08:51 Manto mirarlo poco a poco me hicieron poetas. Yo le hablaba de amor y al rimarlo resolví
0:09:03 las más dulces cuaretetas y en las noches del barrio dormido consuló una de plata que
0:09:14 hacía más romántico el beso rendido, más feliz al saber que era mía. Eran buenas
0:09:29 sus manos de lírio, su cabezo de sol parecía y esos ojos los dulces partiríos yo tan
0:09:42 solo veinte años tenía. En el viejo balcón ya no asoma a escuchar los suspiros de mi alma
0:10:04 ya mi sueño dorado no aroma, se ha enverendido por esa la calma nunca más que de verla
0:10:16 quien sabe no se un bien para mí desenganio no ha de ser la muchacha de entonces ni tampoco
0:10:30 yo tengo veinte años.
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