Transcripción automática
0:00:00 Vamos a ver, hablando de tiranos, tiene Jorge IV de Inglaterra. Así que ubiquemos en el año 1762,
0:00:09 era Jorge IV de Inglaterra el hijo primogénito de Jorge III, como se le ocurrió, aunque no hacía en la monarquía.
0:00:18 Lástima que sea el hijo de Jorge III, porque ahora que me acuerdo la vida de Jorge III, es mucho más interesante que la de Jorge IV.
0:00:26 Así que hablemos de Jorge III, que estaba loco.
0:00:31 A ver, ¿qué hacía Jorge III? Por ejemplo, salía a casar mariposas de nudo.
0:00:37 No está mal, ¿no? La verdad que no. Claro, no sé cómo las casaba.
0:00:44 Pero parece que se iba al parque Zanzanz, mientras cientos de cortesanos trataban de cazarlo a él,
0:01:00 bueno, llevarlos adentro.
0:01:04 A Jorge III, no, a Jorge IV de quien hemos resuelto no hablar, le gustaban los signes,
0:01:12 e intentaba seducirlos.
0:01:16 Entre las mariposas, los signes.
0:01:18 Pero intentaba seducirlos, quiero ser explícito.
0:01:22 Se parece a la seducción de una gallina, digo, para la gente del campo.
0:01:28 Pero es una seducción menos ruidosa que la de la gallina.
0:01:33 El signes es más calladito.
0:01:36 La procesión va por dentro.
0:01:40 Piensa el signes.
0:01:42 ¿Y qué? ¿Se hacía el patito feo? ¿Cómo se congredó el signes?
0:01:46 Efectivamente, el patito feo después de todo era un signes.
0:01:49 Pero bueno, el caso es que si los signes no venían cuando él los amaba,
0:01:56 me refiero al rey, Jorge III, se enojaba y se le subía encima y los ahogaba.
0:02:01 ¡Oh, qué mal! Y era malo, ¿no?
0:02:04 Sigo hablando de Jorge III.
0:02:06 Iba al Parlamento y decía discursos, pero no se le entendían.
0:02:12 Porque hablaba raro y nadie entendía lo que decía.
0:02:16 Un día el señor que le preparaba los discursos
0:02:22 le presentó a su consideración un discurso que le iba a pronunciar, no sé,
0:02:26 en la Cámara de los Comunes o de los Lores probablemente.
0:02:29 Y Jorge III se indignó porque el discurso no decía nada de signes.
0:02:35 Entonces el que preparaba los discursos lo tuvo que modificar.
0:02:39 Y Jorge prepronunció un discurso agitadísimo de la necesidad de cuidar a los signes.
0:02:47 Nadie se le acercaba a Jorge III porque empezaba a hablar y no paraba nunca.
0:02:53 Y consideraba una ofensa mortal que él lo estuviera escuchando se fuera.
0:03:00 Le estoy hablando de charlas de 10 horas.
0:03:03 10 horas, ¿eh?
0:03:05 Tenía el rey, y se daba, ¿Arton, cómo te va?
0:03:08 Y no dejaba espacio para la interrupción o la huida.
0:03:13 Yo que sentí que hablaba así.
0:03:15 Tiene un discurso tan dramado, tan denso.
0:03:19 Sin grietas.
0:03:20 Sin grietas, efectivamente, con una densidad superior a la de la estrella sirio.
0:03:27 Y uno no puede interrumpir.
0:03:29 No hay lugar, ni tiempo.
0:03:31 Ahora, Dorina, de las 10 horas.
0:03:35 10 horas.
0:03:36 ¿Cuántas de sobrecismes tenía?
0:03:38 Probablemente 7.
0:03:40 Bueno, hablemos de Jorge IV.
0:03:45 Pero era mejor Jorge III.
0:03:49 Aparte, no, lo peor de estas charlas es que no sabías lo que te decía.
0:03:56 Porque hablaba medio raro.
0:03:58 Los signes.
0:04:10 Bueno, en esa corte, en la corte de Jorge III,
0:04:13 había nacido el Príncipe de Gales,
0:04:15 que como usted sabe, siempre el futuro rey de Inglaterra,
0:04:18 que iba a ser Jorge IV.
0:04:20 Era un muchacho afable de gustos refinados.
0:04:24 Había pasado, en esos años, por la corte de los hombres,
0:04:27 Mozart, cuando el futuro Jorge IV era muy chico.
0:04:31 Y habían quedado todos enamorados de aquel joven músico y de su talento.
0:04:37 Sin embargo, tiempo después, Jorge IV se olvidó de sus refinamientos
0:04:43 y se transformó en un hombre muy extravagante,
0:04:46 especialmente en asuntos amorosos.
0:04:50 De tal modo...
0:04:55 De tal modo que todos le pusieron como apodo el Príncipe disoluto.
0:05:02 Qué caro que le pongan a uno el disoluto de Príncipe, de apodo.
0:05:07 No puede ser bueno, ¿no?
0:05:09 Ya todos saben que el rey Jorge está de luto.
0:05:12 El disoluto, el disoluto.
0:05:16 Claro, de siguiente modo.
0:05:20 Ya todos saben que el rey Jorge está de luto.
0:05:24 El disoluto, el disoluto.
0:05:28 Ya todos saben que el rey Jorge está de luto.
0:05:32 El disoluto, el disoluto.
0:05:38 Anda, disoluto.
0:05:41 Te gritaba.
0:05:47 No Trail, no.
0:06:39 Nejland,plate,conciniérase y de asomberla,
0:06:43 conjuntiera,
0:06:45 siempre y el no la consentía.
0:06:49 Jorge estaba desesperados.
0:06:52 También el dependía de la autorización de su padre.
0:06:57 ¿Qué lebungan losH Azerbaiyánes?
0:07:00 Polaje este sujeto,
0:07:03 Era gente muy joven. En aquel tiempo, un tipo de 18 años ya pelaba la naranja solo.
0:07:10 No es como ahora.
0:07:13 Sí, soy un muchacho joven del 39 años.
0:07:20 Bueno, Jorge estaba desesperado porque María se había negado a ser su amante.
0:07:26 Dice yo, ¿o me caso o nada?
0:07:29 Jorge le dice, ¿o me caso o nada? Jorge.
0:07:33 Por eso María tenía costumbre decir el nombre de la persona con que hablaba al principio y al final.
0:07:45 Muy bien, con último recurso para convencerla, que volviera a revolcarse con él,
0:07:52 Jorge, que iba a ser Jorge IV, fingió un intento de suicidio.
0:07:58 Ni siquiera fingió un suicidio, fingió un intento.
0:08:03 Cogarde.
0:08:05 Claro. En realidad lo que hizo fue mandar a un mensajero a decirle a la mina que había intentado matarse.
0:08:13 Andó a decirle que me quiso matar, dijo.
0:08:17 Y cuando la mina llegó a Londres, encontró al principio escuchando música, rodeado de unas minas,
0:08:24 se enojó la mina y se fue de Inglaterra.
0:08:27 Se fue de Inglaterra y ya me enojé por todo esto que me hiciste, que no vale la pena repetir porque la gente lo escuchó.
0:08:33 Y me voy a Inglaterra, otro país.
0:08:36 Entonces Jorge se desesperó todavía más, como suele ocurrir cuando una viuda con semejante escote use de Inglaterra.
0:08:43 Y le pidió a su papá del rey vivir en el extranjero.
0:08:48 El rey dijo no.
0:08:50 Después de un año de cartas que le enviaba a María, Fitz Herbert, Jorge la convenció para que volviera.
0:08:58 Y en diciembre de 1785 se casaron en secreto en la sala de la casa de la mina.
0:09:07 En secreto.
0:09:09 Y en secreto, la señora de Inglaterra, que se enojó por la mina, le pidió que la familia de Inglaterra,
0:09:17 que se enojó por la mina, le pidió que la familia de Inglaterra, que se enojó por la mina,
0:09:25 le pidió que la familia de Inglaterra, que se enojó por la mina, le pidió que la familia de Inglaterra,
0:09:36 La pareja siguió viviendo separada para mantener las apariencias, pero esta boda clandestina no puso sosiego a las andranzas eróticas de Jorge.
0:09:47 Siguieron dando cominas, pero además se le ocurrió que tenía que tener la boda secreta y otra oficial, pero con otra mina.
0:09:56 Entonces le dijo a los padres que quería llevar un estilo de vida más propio que deseaba casarse.
0:10:01 Y se fijó en una muchacha llamada Carolina, la hija del Duque de Brunswick, tanto el nombre como el apesido tienen reminiscencias del villar.
0:10:11 Carolina Brunswick, quiero además un poco prima suya como sucede en las dinastías europeas que todos son medio pareja.
0:10:19 Daría la reina Carlota.
0:10:21 Sí, la conozco.
0:10:24 Síntese.
0:10:26 Siempre toca la trompeta.
0:10:29 Es el mismo conjunto de siempre.
0:10:31 Entre Carlota y el disoluto.
0:10:35 La reina Carlota, su madre, se indignó. La madre de Jorge, no dijo. Carolina no te conviene, es una mujer que no es recomiendo para nada.
0:10:44 Parece que la minita era tan apasionada, más que los cisnes y que las gallinas.
0:10:50 Y la tan apasionada, digo que el padre no la dejaba salir, sin alguien que la cuidara y un cinturón de seis vueltas.
0:10:59 Tenía contratadas institutrices para que la vigilaran en los bailongos de la corte, porque acostumbraba a ponerse en ridículo por las indecentes conversaciones con los hombres.
0:11:10 Pune hablar con los hombres y le dice, animal interesante el sancho.
0:11:31 Lo mandaron aún, no ha perdido la mano de la mina al final.
0:11:34 A Lor Málves-Merry le dicen vaya y pida la mano de esta chica Carolina del Bronzebeck.
0:11:42 Y Lor Málves-Merry manda una carta al principio describiendo a Carolina, dijo, es regordeta y de cara más bien grande.
0:11:53 ¡Qué panorama!
0:11:55 Alegre y risueña, presenta cuatro dientes de menos.
0:12:04 No dijo la ubicación de los dientes, ¿no?
0:12:07 El padre de Carolina afirmaba que su hija no era tonta, sino más bien inmadura, y dada a hacer comentarios faltos de tacto.
0:12:17 Finalmente llegó Carolina en la terra, la recebió la condesa de Charsey, que era, además, amante de Jorge IV.
0:12:24 ¡Costra más!
0:12:28 Bueno, cuando se la presentaron a Jorjito no le gustó.
0:12:32 Se abrazó cortesmente y después vomitó.
0:12:42 La peor recenció para una futura persona.
0:12:44 Sí, precisamente.
0:12:46 Pero Carolina se sentía tan poco atraída por Jorge como Jorge hacia él.
0:12:51 En realidad Jorge era gordo y llevaba una botella de Brandy en la mano.
0:12:56 Bueno, pero eso no es una descripción.
0:12:59 A los tres días tuvo lugar la boda y el rey...
0:13:02 No, Jorge estaba tan borracho que tuvo que entrar sostenido por los setejambelanes.
0:13:08 Los esfuerzos por mantenerlo en pie fueron memorables.
0:13:11 Al día siguiente Jorge amaneció de caído enfermo creyendo morirse.
0:13:17 Y escribió un testamento en el que legaba toda su fortuna a María Fitz Herbert, su primera ilegal esposa.
0:13:26 A Carolina le legaba un chelín.
0:13:30 Sin embargo, Jorge no murió y pronto tuvo una hija con Carolina.
0:13:34 Parece que fue fruto de un único encuentro en su noche de bodas.
0:13:38 Después no se estrecharon nunca en el más mínimo abrazo.
0:13:41 Incluso se hablaban por correspondencia.
0:13:44 Y sellaron un pacto en el que se comprometían a no engendrar nunca a otro heredero.
0:13:48 Ni siquiera en el caso de que su hija falleciera.
0:13:53 En el verano de 1797 Carolina se instaló en una casa de campo cerca de Londres.
0:13:59 Allí se rodeó de jóvenes oficiones de marina cuyo entusiasmo es proverbial.
0:14:08 Y también de políticos y escritores como postre.
0:14:13 Jorge también se divertía.
0:14:15 En el año 1811 Jorge III, el papá de Jorge IV, fue destituido por incompetencia.
0:14:22 Y asumió Jorge IV como regente.
0:14:25 Lo primero que hizo fue expulsar a su mujer del trabajo a Carolina.
0:14:30 Carolina regresó a Bromsvik y se entregó a los placeres más mundanos.
0:14:36 En Ginebra, por ejemplo, dicen que se presentó un baile disfrazada de Venus.
0:14:42 Un viaje consistía en una ausencia total de sí mismo.
0:14:53 Un viaje por Milán conoció a un tal Bartolomeo Pérgame, 14 años menor que ella,
0:15:01 y juntos se fueron en peregrinación a Tierra Santa.
0:15:05 Finalmente en el año 1817 Carolina se enteró de que su hija había muerto al dar a luz en Inglaterra.
0:15:11 Jorge IV, que ya no tenía impedimentos para anular el matrimonio,
0:15:16 envió al año siguiente a un grupo de espías para ver cuál era la conducta de Carolina
0:15:22 para obtener pruebas de infidelidad.
0:15:24 Aunque no vivían juntos, había que acercar al asunto del divorcio.
0:15:28 No pudieron encontrar las pruebas.
0:15:32 Cuando murió, Jorge III, recordemos, el papá que había sido destituido por incompetencia murió,
0:15:39 y ya entonces ya Jorge IV dejaba de ser regente y empezaba a ser rey.
0:15:42 Carolina viajó a Inglaterra a reclamar su corona,
0:15:45 y a Jorge IV hasta el turno del partido lo diaban todos.
0:15:50 La gente lo llamaba el nuevo nerón, y todo el pueblo fue en masa a apoyar a la reina Carolina.
0:15:56 Para despojarla del trono, Jorge llevó a Londres, a varios testigos,
0:16:00 a los marineros que habían estado en Tierra Santa, pero no hubo caso.
0:16:05 No haría pudo demostrar el adulterio de Carolina, y no había una votación en la Cámara.
0:16:12 108 se opusieron a la pena de tradición, y 99 votaron por la pena.
0:16:18 Pero Jorge IV tenía la última palabra.
0:16:21 Cuando Carolina se presentó para la coronación, directamente no la dejaron entrar.
0:16:25 El tipo puso unos patos vicas en la puerta, y le infidió la entrada.
0:16:31 La llamaron a Tapuera y a Lachar, más que Cámara de los Común.
0:16:36 Mientras tanto, en la ceremonia de coronación, parece que Jorge IV le hacía guiños a Lady Cunningham,
0:16:43 y en cierto momento sacó un broche de diamantes y se le entregó a la mena.
0:16:48 ¿Pero qué dice, asiable?
0:16:50 Ya tenía 60 años, Jorge IV.
0:16:53 Estaba encorvado, estaba tan gordo que no podía moverse.
0:17:00 La reina rechazada, Carolina, cayó en cama con un desorden intestinal agudo.
0:17:11 Le dijo, ando con un desorden intestinal agudo, que me caigo y me levanto.
0:17:21 Ya la veíamos desordenado.
0:17:24 Los médicos le recentaron sangrías, opio y aceite de ricino, señora.
0:17:30 Lo que era suficiente para matar un caballo y también a una reina.
0:17:36 Así que murió.
0:17:42 Bien, los médicos, no murió de tanta sangría, opio y aceite de ricino,
0:17:47 en 7 de agosto de ese mismo año, que no me acuerdo cuál era.
0:17:50 Pero voto por 1811.
0:18:01 Efectivamente, 1817.
0:18:09 Tal como lo veníamos diciendo.
0:18:12 Jorge IV reinó 9 años más y después, un día, se tomó 3 botellas de aguardiente
0:18:18 y se murió el tambéar.
0:18:21 Dijo algo muy lindo, como últimas palabras.
0:18:25 Dijo, esto debe ser la muerte y era no más.
0:18:33 Seguramente, cualquier cosa les parece a uno la muerte después de 3 botellas de giniebra.
0:18:40 Muy gustos a eso.
0:18:42 Bueno, dedicamos a ese relató, antes que nada, a María, la primera esposa secreta,
0:18:49 mujer que después desapareció de la historia.
0:18:52 Aquí llevamos por la meta y se fue.
0:18:55 A Carolina, que también me gusta.
0:18:58 No para ser su esposo, pero sí para ir a las fiestas a las que ya iba, sobre todas esas fiestas de disfraz.
0:19:06 Y al pobre, no Jorge IV, al pobre, Jorge III, y a sus signes.
0:19:11 Y también a qué jovencito que pasó por la corte de Londres,
0:19:16 cuando el futuro Jorge IV era chico y que el IV se envobaba a los que era nuestro amigo Amadeus.
0:19:24 Bueno, hemos ido a la discoteca y finalmente logramos un estupendo tango que canta Charlo,
0:19:32 que está siempre...
0:19:34 Habla de Jorge IV el tango.
0:19:36 Habla en realidad María Fitzgerber, porque se llama sin ella.
0:19:42 Y sin la mina se quedó el ganso de Jorge IV.
0:19:46 ¿Por qué no la supo tratar?
0:19:49 ¿Ajo por eso?
0:19:53 Así que escucharemos este tango dedicado a ese romance,
0:19:57 de Jorge, de la Inglaterra, y María Fitzgerber,
0:20:02 una señora de un escote tan descomunal que la blusa parecía una insignificancia.
0:20:08 Canta Charlo, el tango que se llama sin ella.
0:20:27 Este cuáles tomo toda su eternura y este espejo reflejo su cara buena.
0:20:40 La fiesta entre las sombras me condena la mano misteriosa del reloj.
0:20:50 Ya se fue me dice todo con tristeza y el vaso de un alcohol ya no me ayuda.
0:20:58 Yo fue el corazón vivir sin ella, sin ella que era todo nada solo.
0:21:08 Y sin ella soy sin ella triste y solo.
0:21:13 Pensar que por querer nada de qué pensar que era la vida de mis ojos.
0:21:21 Pensar que de mis ojos la arranqué.
0:21:27 Jamás ha de saber lo que la lloro.
0:21:32 No de saber que me maté, que bebo mi amargura como un loco,
0:21:40 que muero por la angustia de querer.
0:21:49 Si la encuentran mis amigos no le digan que me vieron solitar y desvelado.
0:21:58 Puntran que las conbras del pasado, las cosas que me hablan de su amor.
0:22:07 Pero inútil es la noche que la esconde y es esta vida cruel que me castiga.
0:22:16 Tan solo es que la sombra me responde.
0:22:20 Desde la subya de la ausencia y de la Dios.
0:22:26 Sin ella, sin ella triste y solo.
0:22:31 Pensar que por querer nada de qué pensar que era la vida de mis ojos.
0:22:51 No de saber que me maté, que bebo mi amargura como un loco,
0:23:03 que muero por la angustia de querer.
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