Transcripción automática
0:00:00 Hablemos de la accidentada entrada a París de nuestro amigo Enrique IV.
0:00:05 Enrique IV por raíz de Francia, desde 1569, pero hizo su entrada a París para instalarse
0:00:15 definitivamente allí en el año 1594.
0:00:19 Sucedía que después de la muerte de Enrique III, el último de Valóas, varias ciudades
0:00:26 entre ellas, la capital, estaban tomadas por nobles que no querían a Enrique como rey.
0:00:33 Eran los de la Casa de Guiza, que con el respaldo de España y del Papa habían formado la Santa Liga
0:00:42 y se negaban a este como rey de Francia.
0:00:46 Este Enrique era protestante y había luchado, había combatido justamente a los guisas y a los
0:00:53 de Lorena, en la Guerra de los Presas Enrique, como protestante.
0:00:58 Pero Enrique empezó a provocar con mucha habilidad unas divisiones entre los miembros de la Liga
0:01:03 y en 1593 disarmó a sus adversarios al anunciar redondamente su conversión al catolísimo.
0:01:11 Así que no van a permitir que un protestante sea rey, bueno, le convierto al catolísimo.
0:01:18 Un año después, se pide la Liga de París para que lo dejara entrar con el ejército y entonces barcioso de la ciudad.
0:01:27 Pero aquella entrada fue un tanto accidentada y provocó nuevos conflictos.
0:01:34 Cuentan que Enrique entró a París de noche, cuentan que ha sido mucho frío y que se podía ver la escarcha en la barba de Enrique.
0:01:44 A pesar de frío, la gente se apretucava en las calles, curiosa, entusiasta para ver al nuevo rey.
0:01:51 Siempre fue un rey muy querido.
0:01:53 En una esquina, un muchacho vestido de negro le preguntó uno de los vecinos, ¿quién era el rey?
0:02:00 Sí, ¿quién es el rey?
0:02:02 Él es el señor Esartel de la Barba con escarcha.
0:02:06 El joven de negro se unió entonces al cortejo y siguió a Enrique hasta el palacio de luchache, Gabriel L.
0:02:19 Y en aquel lugar el rey iba a brindar una pequeña recepción después de entrar a la Segunda Paríba para servir unos licorillos, unos ánguches, algo.
0:02:30 Esto es la agregación, se pongo yo lo menos que podía ser de seguridad.
0:02:36 De Berzal, uno se va a meter, uno se va a rizar, está ahí, va corteando, pone cara de que forma parte.
0:02:48 Y así el cabuchazo se fue colando, sin dejarse observar, consiguió deslizarse junto al rey.
0:02:55 En un momento todos los asistentes tenían la mirada fija en dos recién llegados, que eran los señores de Rani y de Montigny, que se inclinaban al rey en medio de una ronda pretucada de alcahuete.
0:03:07 Cuando Enrique se agachó un poco para hacerlos incorporar, el joven de negro peló un cuchillo y le propinó al rey un violento golpe en el rostro.
0:03:17 Enrique, que quedó acontado, gritó, al diablo con esa loca, creo que me ha herido, y se sacó, actuó continuo, una muela de la boca limpita.
0:03:28 El rey en verdad, pensó que había sido la bujona que lo acompañaba, que había hecho algún movimiento torprendo y o tanto alboroto.
0:03:36 Pero todos se quedaron mirando superfactos al joven de negro, que fue inmediatamente rodeado.
0:03:41 Arrestado al instante, reconoció haber querido matar al rey.
0:03:45 Lo primero que dijo en los casos fue, le dar voy alto, quería darle en el cuello.
0:03:50 El joven fue conducido a la canaveri, allí lo interrogaron unos jueces que creían hallarse ante un atentado político de la pronta.
0:04:02 Pero se encontraron con algo muy distinto.
0:04:07 El joven se llamaba Yann Yastel.
0:04:10 Dice la crónica, la crónica dice que tenía el mismo italiano que su forma horrible de eliminar ciertas preferencias sexuales.
0:04:18 Y que lo había desplegado con éxito en tiempos del rey que el tercero, que también tenía esa misma preferencia por los italianos.
0:04:30 Temeroso de ganarse el infierno, por supuesto por los hombres, se arrepintió, pero no quedó conforme.
0:04:38 Y siguió con su miedo a salinfiarlo.
0:04:41 Se había además que santo Tomás, se había proclamado violentamente contra la asolomía y que moriría en pecado mortal.
0:04:51 Entonces se produjo esa idea, esa locura, Yann Yastel, que en el momento de su ejecución, la ayuda de un sacerdote obligado a absolverlo.
0:05:02 Está claro, ¿verdad? La mayor extrema de este hombre.
0:05:06 Finalmente un homosexual en una sociedad tremendamente represora de esa preferencia.
0:05:16 Y que tiene además la mala suerte de enterarse de un dictamen feroz de santo Tomás.
0:05:23 Bien podría no haber sentido. Yo me acabo de enterar por ejemplo.
0:05:33 Bueno, pero se hinchó.
0:05:35 Y además, en cierto modo parecía compartir al menos el respeto por la autoridad de santo Tomás.
0:05:41 Entonces sí que pensaba que en el cielo aquel producimiento iba a ser como cuenta.
0:05:46 Y por si es que eso lo que se había que en la tierra no le iban a solver, les aculpa al menos.
0:05:52 Entonces pensó en cometer la culpa tan grande que se estuviera por ley asegurada de la solución.
0:06:00 Y entonces ahí metido en su magna de nueva culpa iba a conseguir el perdón para lo que él consideraba importanado.
0:06:12 Así que dice, vamos a masarlo al riquecuánico.
0:06:17 Bien, y su sueño se había realizado dos días después del atentado, después de la confesión y de la recepción de los últimos sacramentos.
0:06:29 Pero, ciertamente antes de morir ya se creía ganador del cielo.
0:06:34 Los jueces no publicaron jamás estos móviles de esa llanza.
0:06:38 Que se han conocido gracias a Jack de Tew, un cronista de sofías.
0:06:43 Prefirieron los jueces hacer creer en un atentado político y como el muchacho había sido educado por los que suitas,
0:06:51 que eran por otra parte encarnizados miembros de la Liga que había combatido Andríguez,
0:06:56 se acusó a los que suitas haber proyectado la conjuga.
0:06:59 Qué tanto pecador al repentino, este era, fueron los que suitas.
0:07:06 Y bueno, Andríguez va a sacarse encima a sus enemigos y el Parlamento va a estar de más temprano siempre alguien ordena el deshiero de lo que suita.
0:07:18 De luego partieron en procesión e insultar.
0:07:21 De día abandonaron la capital en tres días y Francia en quince.
0:07:27 Hubiera sido muy difícil lo contrario.
0:07:30 La persecución fue tremenda.
0:07:38 El bibliotecario del colegio que suita y se ha guiñado, que quiso quedarse,
0:07:43 fue ahorcado porque se le encontró en el armario un viejo libro con notas contra el rey.
0:07:49 El Papa Clemente, con el tocado, enfureció y pidió a Francia por la revocación del decreto.
0:07:56 El asunto fue muy debatido.
0:07:58 Resíen algunos años más tarde, Enrique, yo permitió a la readmisión de lo que suito.
0:08:05 Eso tuvo lugar en 1303.
0:08:08 Para eso, los religiosos más cercanos a la Santa Liga habían dejado de molestar, habían amainado.
0:08:15 Y Enrique estaba bien instalado en los 12.
0:08:19 Esta fue la historia de la entrada al París de Enrique IV.
0:08:26 Y más que nada, la historia de este muchacho, John Chacel, que tenía una idea bien extraña
0:08:37 de las sanciones que le esperaban en el más alto.
0:08:45 Bien, a quién quiere dedicar esto?
0:08:48 A la rufona que andaba al lado del rey, que tiene justamente acusada.
0:08:53 Sí, porque se ve.
0:08:54 A John Chacel también, por más que se ve.
0:08:57 Si le acuñalaba, lo es.
0:08:59 No es como cambiando.
0:09:00 Y a Enrique tampoco.
0:09:01 Enrique, que es amigo de este.
0:09:02 Claro, eso es un día de todo.
0:09:04 No es como bien, no es que hiciera ni arma.
0:09:06 Así que a nadie, que el santo.
0:09:10 No, al chico, al exceso de este que tenía un libro anotado.
0:09:16 Con cosas en contra del rey, versitos.
0:09:19 Sí, en basitos.
0:09:22 Bueno, hemos ido a la discoteca y hemos contado esta historia.
0:09:26 Al discotecario sin tranquilización poco.
0:09:30 Y me pidió un libro de santo Tomás.
0:09:34 ¿Viste la fahermiera?
0:09:37 Empezó a afilar una cuchilla que tenía ahí.
0:09:44 Finalmente, apremiado, no tuvo más remedio que darme un disco que se llama Chau Paris.
0:09:50 Y es una vez la obra de Don Áscar Piazola en la interpretación
0:09:55 en solo de piano de Achilles de Enrique.
0:09:58 Así que Chau Paris es lo que debe haber dicho John Chacel y los que sueltas.
0:10:03 Y también los que sueltas cuando se iban en procesión e insultado
0:10:07 marchaban el paso de Muriela gritando Chau Paris.
0:10:11 Y acto recordando aquella expulsión.
0:10:14 Aquella y otras expulsiones en lo que sueltas.
0:10:17 ¿Aquí fue la expulsión en 1733 o no?
0:10:20 No me pareció a mí. Bueno, me pareció a mí.
0:10:24 Sí, Carlos Arsena, pero era el año 1733.
0:10:27 No me pareció a mí.
0:10:29 Dice que sí, en escribir los estiles de amor.
0:10:32 Bueno, es que con el atilo compartimos esa clase de memoria totalmente inútil.
0:10:38 A cualquier efecto.
0:10:41 ¿Cree que es cierto que sepamos esto?
0:10:44 Somos más felices.
0:10:46 Seguramente no.
0:10:49 Usted me responderá que no aprendí eso para ser feliz.
0:10:52 No me contestaré. Yo tampoco.
0:10:56 El caso es que Chau Paris gritaba lo que sueltas
0:10:59 y Chau Paris ya me acabó de dará.
0:11:01 Porque toca ya mismo.
0:11:03 Aquí les alevisen.
0:14:29 En la venganza será terrible, hemos escuchado Chau Parisia,
0:14:53 por pie sola por aquí les den el vineo.
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