Transcripción automática
0:00:00 Bien, vamos a hablar esta noche con alguna dificultad ya que nos hemos comido unos cuantos manices.
0:00:09 Qué rico, ¿eh? Almendra son. A ver, digo algo interesante.
0:00:13 ¿Qué es lo que estamos comiendo? Son almendras con chocolate blanco.
0:00:17 Ya lo que haremos es continuar con el programa.
0:00:19 Pero vamos a agradezcarlas ya que estamos.
0:00:21 Agraen calos.
0:00:22 Creo que dice Carina aquí, muchas gracias Carina. Dice cómo lo prometí.
0:00:28 Ah, lo había prometido esto, parece.
0:00:31 Bueno, aquí nos trajo estas deliciosas. Bueno, hay un mensaje así, casi privado, le diría.
0:00:36 Yo digo.
0:00:37 Muchas gracias, ¿eh?
0:00:40 La disciplina espartana es el tema de esta noche.
0:00:51 Que Elena de Troya, la mujer más hermosa que haya existido según dicen los mitógrafos,
0:01:03 tiene una gran influencia en la historia de Esparta.
0:01:07 Elena llegó a la edad de casarse. Era muy linda, la más linda.
0:01:12 Hubo muchos pretendientes que acudieron desde todas las regiones de Grecia, todas las ciudades,
0:01:18 pequeñas ciudades de Estado.
0:01:21 Venían todos entusiasmados por la fama de la gran belleza de Elena.
0:01:28 Y además porque era cierto que el esposo de Elena iba a reinar junto a ella en Esparta.
0:01:36 Así que todos se querían casar con ella.
0:01:39 El papá de Elena, Tindario, temiendo provocar una guerra entre los pretendientes rechazados,
0:01:47 porque venían los príncipes, eran todos tipo poderosos, lo rechazaban en Chau Guerra.
0:01:53 ¿Cómo me rechazas a mí?
0:01:56 Entonces siguió un consejo que le había dado odiseo, Ulises, y el consejo era este.
0:02:07 Arrancar a los pretendientes el juramento de acatar la decisión que se adoptase sobre quién sería el esposo de Elena
0:02:16 y la obligación de acudir en auxilio del elegido si en algún momento su esposa le fuera disputada.
0:02:23 Venían todos los tipos de enfermos.
0:02:25 Yo voy a elegir a uno, y eso es Tindario.
0:02:27 Pero no voy a elegir a ninguno hasta que todos prometan que van a reconocer a que yo elija.
0:02:34 Además, que si alguno viene a querer avanzar sobre los derechos del elegido,
0:02:40 ustedes van a acudir en defensa del legítimo esposo.
0:02:45 Bueno, sí, que se yo, ejerón todo.
0:02:49 Tindario eligió entonces, y eligió como marido, amenelado el hermano de Gamenón, rey de Messenas.
0:03:01 Gamenón estaba casado con la otra hija de Tindario, Clitenestra.
0:03:08 En algunas versiones es Elena la que eligió a Menelado. No me parece, pero bueno.
0:03:15 Menelado y Elena tuvieron una hija, el mío, y según algunos autores también un hijo, un costrato,
0:03:20 y después ya sabía usted lo que pasó.
0:03:24 Vino todo el asunto. Un día viene de visitas, el príncipe de Troya,
0:03:32 y le toca la gamba por abajo de la mesa, Elena, empiezan a mirarse, vio cómo son estas cosas,
0:03:40 y el marido, Menelado, dice, momento que me voy de viaje, por tres días, que sé ya.
0:03:47 Pero mejor imposible.
0:03:50 Menelado, Caricia, va, aquí ni no viene, cuando quisieron acordarse le había llevado a Troya.
0:03:58 Y ahí vinieron todos los príncipes, aquellos que habían jurado aliarse en defensa del marido,
0:04:08 elegido por Tindario, si es que alguno le ponía en duda sus derechos.
0:04:14 Y ahí empezó la guerra de Troya. Todos estos príncipes, contratrosa.
0:04:21 Bueno, pero eso no importa. Ahí fue en Esparta.
0:04:27 Ahora, Esparta tenía, la Esparta Real, no tanto a la Esparta América,
0:04:36 tenía un conjunto de leyes que la caracterizaron.
0:04:41 Alguien sostiene, licurgo, fue el primer legislador, y algunos sostienen que las leyes de licurgo
0:04:47 no fueron escritas jamás, es decir, que ya venían hechas de antes.
0:04:53 Pero fueron observadas muy rigurosamente.
0:04:57 Licurgo reconocía que la esencia de sus leyes era el desprecio por lo cómodo y por lo agradable.
0:05:04 O sea, la vida tenía que ser una porquería.
0:05:07 En Esparta había dos reyes, por falta de uno.
0:05:10 Debían sentarse en el trono de modo que uno pudiese vigilar al otro.
0:05:14 Y si existía una discrepancia entre ambos, la resolvía el Senado.
0:05:19 Los senadores debían tener más de 60 años.
0:05:22 Cuando alguno moría, los candidatos a la sucesión defilaban por la sala
0:05:29 y el que resultaba más aplaudido era elegido.
0:05:33 Es decir, era como una especie de aplausómetro.
0:05:36 El Senado de Esparta.
0:05:40 A los siete años, el niño era arrancado del seno familiar y entraba en el colegio militar, ahí en el Palomar.
0:05:49 No, sería de otro lado.
0:05:52 En cada clase elegían un paidónomo, es decir, el alumno más variedoso,
0:05:58 el que había resistido mejor los latigazos de sus instructores,
0:06:03 el frío de las manianas, las noches en los chiqueros junto a los chanchos.
0:06:08 A los alumnos se les enseñaba a leer y a escribir y nada más.
0:06:12 La única cosa notística que hacían era el canto.
0:06:15 Pero estaba prohibido el canto individual.
0:06:18 No podía escantar solo.
0:06:20 Sólo se admitía el coro que consolidaba la disciplina.
0:06:25 Como la educación que se daba a los jóvenes no permitía desarrollar, entre ellos, a conductores de coro,
0:06:33 porque eso era sobresalir, importaba de otras ciudades directores para los coros, ¿no es cierto?
0:06:42 Víceles fue terprando y Timoteo, que llegó después,
0:06:48 eran conductores de coro que venían de otras ciudades griegas,
0:06:51 donde uno podía destacarse personalmente.
0:06:54 Los partanos no podían dirigir.
0:06:57 El terprando fue muy famoso porque quiso aumentar las cuerdas de la lira de 7 a 11.
0:07:05 No de 7 a 11 de la mañana.
0:07:07 No de 7 a 11.
0:07:08 Y no de 7 cuerdas que eran a 11.
0:07:10 Pero los éforos que no querían novedades en ningún terreno se lo prohibieron.
0:07:15 Si la lira tiene 7 cuerdas, sigue teniendo 7 cuerdas.
0:07:18 Ya aprendimos a tocar con 7 cuerdas, ahora 11. ¿Cómo hacemos?
0:07:21 Era cero evolución.
0:07:24 Incluso los reyes también participaron de los coros y tenían que cantar su parte.
0:07:30 Aquel que pretendía lanzar su voz como principal, ¿verdad?
0:07:35 Para destacar por más rey que fuera, era incluso destronado.
0:07:42 Hemos destronado a este rey.
0:07:46 Porque cantaba muy fuerte.
0:07:52 Los espartanos tenemos todos la cara negra y el manto rojo que nos comemos, que nos dormimos, que no bebemos, ni nos regimos.
0:08:09 Cantá el partano, cantá.
0:08:13 Aorilla hace el río Eurotas.
0:08:17 Cantá el partano, cantá.
0:08:20 Aorilla hace el río Eurotas.
0:08:24 Que al que se queda callado aquí lo cuelga, me la soporta.
0:08:33 El espartano vivía en Barracas militarmente, hasta los 30 años.
0:08:49 Después tenía que hacer otros 23.
0:08:56 Si no se había muerto recién podía volver a su casa y tomar esposa.
0:09:02 No, era así, está mal escrito.
0:09:06 Te tomaban a los 7.
0:09:08 23 años después, es decir, cuando cumplías 30, te sacaban un rato de las barracas.
0:09:14 Hasta ahora no había visto más que muchachos.
0:09:17 Y tenía que elegir esposa.
0:09:19 Bueno, flaco, elegí esposa.
0:09:21 Las muchachas estaban obligadas a presentarse desnudas en las paletas.
0:09:27 La mejor manera de elegirlas.
0:09:29 Sí, señor, a ver, vamos a ver.
0:09:31 Se tenía entonces libertad de elegir mujer.
0:09:34 Pero quién se casaba con una dama poco apta para la reproducción,
0:09:39 pagaba una multa.
0:09:41 Así que no tiene hijo, multa.
0:09:45 Y bueno, pagaba una multa.
0:09:47 Bueno, sí, después de un tiempo sería igual.
0:09:49 Si el marido estaba obligado a tolerar la infidelidad de la esposa,
0:09:54 si la adulta era la cometida con un hombre más alto y fuerte que él.
0:09:58 Sonamos.
0:10:00 O sea que las mujeres, cuando querían enganear al marido,
0:10:03 se elegían unos grandotes y altos,
0:10:06 tal como hacen ahora.
0:10:08 Qué extraordinario, nada de extraordinario.
0:10:13 Lycurgo había dicho que en ese caso los silos eran ridículos e inmorales.
0:10:19 Tener silos de un tipo que te faja es inmoral.
0:10:25 El silhuato era un delito.
0:10:27 Se castigaba obligando a quien caía en él,
0:10:31 a la desnudez en invierno y al canto diario durante esa época invernal,
0:10:36 de un himno en el que reconocía haber desobedecido al rey.
0:10:42 Un himno que usé la letra decía,
0:10:44 reconozco haber desobedecido al rey.
0:10:50 Era el único momento en que alguien podía cantar solo.
0:10:56 Desnudo en invierno.
0:10:58 Otro detalle acerca del rigor.
0:11:01 Quien engordaba hasta rebasar un límite era confinado, encanado, preso por gordo.
0:11:08 Pero qué mal.
0:11:09 Todo lujo era considerado como un ultraje a la sociedad.
0:11:13 Los espartanos no conocieron nunca el oro ni la plata,
0:11:17 porque estaba prohibido importarlos.
0:11:20 Sus monedas eran de hierro.
0:11:22 El rey Cleómenes mandó repatriar a un embajador en Samos,
0:11:26 porque había oído decir que usaba bajilla de oro.
0:11:30 Esparta fue una formidable potencia militar
0:11:34 que durante siglos hizo temblar a los vecinos.
0:11:37 Pero después de su derrota sólo quedó un billorio sin carácter
0:11:41 en cuyos pobrísimos museos no hay ni un resto de estatua,
0:11:46 ni un pedazo de columna que vaya en la pena.
0:11:49 Ciertos gestos de valor y austeridad serán más perdurables que sus muros.
0:11:55 El respeto conmovedor que sentían ante los ancianos,
0:12:00 los baños en el helado río Eurotas, perdón.
0:12:05 La sopa negra es la que sólo se atrevían a tragar los héroes.
0:12:11 Y acaso le elegancia de morir sin darle mucha importancia.
0:12:19 Alguien escribió siglos después una milonga acerca de esta elegancia.
0:12:28 Oigámosla.
0:12:51 Me acuerdo fue en Balbanéa, en la noche lichana
0:12:59 que alguien dejó caer el nombre de un tal casinto chicana.
0:13:08 Algo se dijo también de una esquina y de un cuchillo,
0:13:16 los años no dejan ver el entrevero y el brillo.
0:13:26 ¿Quién sabe por qué razón?
0:13:30 Me estaba buscando ese nombre, me gustaría saber
0:13:38 como habrá sido aquel hombre alto lo veo y cabal.
0:13:46 Con el alma comedida capaz de no alzar la luz
0:13:54 y de jugarse la vida.
0:13:58 La la la la la la la la la la la la la la la la la la la la la la la la la.
0:14:18 Nadie con paso más firme
0:14:22 Habrá pisado la tierra, nadie habrá vivo como él en el amor y en la guerra, sobre la huerta y un patio en el torre de Balbanera,
0:14:34 y aquella muerte casual en una esquina cualquiera.
0:14:52 Son los vios puedes saber, tras la fiel de aquel hombre, señores, yo estoy cantando, lo que se cifra en el nombre,
0:15:16 siento el coraje mejor, esperanza nunca es pana, vaya pues esta milonga.
0:15:28 Para Jacinto Chiplano
0:15:58 Era el cuarteto a su pai, en la venganza era terrible Jacinto Chiclana.
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