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18 de Mayo de 2011

La fuente de la eterna juventud

Transcripción automática

0:00:00 Hablemos de los viajes de John de Mandeville.
0:00:03 En el libro del fantasma, me parece que yo he citado a Sir John Mandeville,
0:00:10 como uno de los que había encontrado la fuente de la eterna juventud.
0:00:13 Mandeville aseguró haber bebido de ella no una sino tres veces.
0:00:19 Y hoy tenemos más datos de su persona y de sus viajes.
0:00:23 Algunos dicen que el John de Mandeville era un caballero inglés que nació allá por el año 1300.
0:00:29 Cuando cumplió 24 años, comenzó un viaje que duraría 20.
0:00:36 Los recuerdos y anécdotas de estos viajes fueron registrados en el libro de las maravillas del mundo.
0:00:43 Y este libro era muy popular y muy consultado por príncipes y reyes.
0:00:49 Los copistas trabajaban muchísimo para duplicarlo y estuvo en las principales bibliotecas,
0:00:56 incluso anteriores a la invención de la imprenta.
0:01:00 Parece que la autoría del libro fue disputada a largo tiempo,
0:01:04 primero por algunos que se llamaban a sí mismos el autor,
0:01:08 bueno, naturalmente si pretende decir el autor, como se va a llamar.
0:01:11 Y luego por otros que arguían que todo ese libro eran invenciones fantásticas,
0:01:16 incluso el autor.
0:01:18 Hay quienes suponen que Mandeville no existió nunca.
0:01:21 Bueno, uno de los lugares supuestamente visitados por el señor de Mandeville,
0:01:25 fue la isla de Tracoda,
0:01:28 ubicada en algún mar misterioso, adjacent al Océano Pacífico.
0:01:33 El único aspecto diferencial de este sitio es que sus habitantes no hablaban, sino que silbaban.
0:01:41 A poco de llegar a Tracoda se escuchaban los silbidos de los habitantes.
0:01:47 Y eso es todo lo que dice John de Mandeville de esa isla.
0:01:57 No hay más datos.
0:01:59 La isla de Silga, en el Atlántico, es más interesante.
0:02:04 Por empezar estaba infestada de dragones.
0:02:07 En el centro de la isla había un lago formado por las lágrimas de Adán y Eva
0:02:14 cuando fueron expulsados del paraíso.
0:02:17 Dice el autor del libro que por algún mecanismo extraño que no se explica,
0:02:22 todas las lágrimas del mundo van a parar a ese lago.
0:02:25 Cuando usted llora, por ejemplo, Jules,
0:02:28 las lágrimas van a parar al lago que está en el centro de la isla de Silga.
0:02:32 No es verdad que las lágrimas enjuguen en pañuelos o que se extingan de cualquier modo.
0:02:41 No, todo lo llorado va a parar allí.
0:02:44 Nada de lo llorado se pierde.
0:02:47 Ahora bien, en el fondo de este lago de lágrimas había perlas y piedras preciosas.
0:02:53 Y una vez al año el rey de Silga permitía que los pobres las tomaran.
0:02:59 Claro, bueno, cada año se hacía más difícil encontrar pobres.
0:03:05 Para evitar el ataque de los dragones que vivían en el fondo del lago,
0:03:10 y hay otro detalle.
0:03:12 Los pobres se untaban con unas hierbas que ahuyentaban a estos espantosos seres.
0:03:19 Así que si usted era pobre en Silga, se untaba con estas hierbas,
0:03:23 y luego se arrojaba al lago, recogía piedras preciosas y pasaba a ser rico.
0:03:30 Otro lugar, Mávarón, era un extenso reino que visitó Mándevil en la India.
0:03:37 Era famoso por sus numerosas ciudades, todas ellas muy hermosas.
0:03:41 Y entre ellas sobresalía Calamión, donde supuestamente estaba enterrado el apóstol Santo Tomás.
0:03:48 Mirá donde lo fueron enterrados.
0:03:50 En una urna depositada junto a la tumba,
0:03:54 se conservaba el brazo y la mano, precisamente aquella, porque es con la mano,
0:04:02 con que el apóstol había tocado la herida de Cristo muerto cuando se le apareció.
0:04:08 Ver para creer, y Santo Tomás tocó las llagas del Cristo para ver si era cierto.
0:04:15 Bueno, estas relíquias, me refiero al brazo con su correspondiente mano de Santo Tomás.
0:04:21 Tenía la siguiente virtud.
0:04:23 En los casos de litigio, cada uno de los litigantes colocaba, a la alcance de la mano del santo,
0:04:30 un papel en el que exponía su caso.
0:04:34 Y la mano tomaba el papel que no servía, que no tenía razón, lo abollaba y lo tiraba.
0:04:42 Y este modo, se sabía quién tenía razón.
0:04:47 Partía justicia.
0:04:48 Partía justicia.
0:04:49 Parecía lo del pulpo del Mundial, como se llamaba.
0:04:52 Sí, el pulpo negro.
0:04:56 Una isla curiosa que muchos viajeros han retratado de diferentes modos, es la de Saba.
0:05:03 El Saludón de Mándevil decía lo siguiente.
0:05:07 Saba está en Etiopea.
0:05:09 Estoy casi de acuerdo.
0:05:11 Podían verse campiñas con manzanos que en el estío daban frutos que se transformaban en niños.
0:05:21 Hay una, una forma extraña de nacer.
0:05:24 Dicen que en Saba se encontraba la tumba de Salomón.
0:05:27 El rey que amó precisamente a la reina de Saba.
0:05:31 La tumba de Salomón era de cristal y oro.
0:05:34 John de Mándevil recomendaba a los visitantes que probaran el apiúnrism,
0:05:41 una hierba mediante la cual podía verse a través del mismo cristal de la tumba,
0:05:46 y contemplar a Salomón bailando con la reina,
0:05:49 mientras un grupo de cortesanos se divertían al compadre de la música,
0:05:53 ejecutada por un serafín.
0:06:06 Esa es la música ejecutada por un serafín.
0:06:09 Cerca de Saba se encontraba una región cuyos habitantes nacían con el pelo blanco,
0:06:15 y se les iba poniendo negro a medida que envejecían.
0:06:20 A causa del calor, la gente permanecía en los ríos desde antes del mediodía,
0:06:27 hasta bien entrada a la tarde, dice Mándevil,
0:06:30 diciendo que va a sorprendernos con esto.
0:06:32 Después de haber visto árboles que eran niños,
0:06:35 ¿quién se va a sorprender?
0:06:37 Y que un tipo se pase toda la tarde en el río.
0:06:40 Había una isla llamada la Isla de Cáura,
0:06:44 una isla próxima a las costas de la India,
0:06:47 y que tenían puertos muy importantes que habían sido destruidos por el mar.
0:06:52 El rey de Cáura era tan poderoso que os suele enfrentar nada menos que Alejandro Magno.
0:06:58 En tiempos de la visita de Mándevil,
0:07:00 Cáura solo se destacaba por su diversidad de creencias religiosas.
0:07:05 Sus habitantes adoraban lo primero que veían por la mañana.
0:07:09 Un pie, un manto, un hombre, una mujer.
0:07:14 La consecuencia era una gran confusión a causa del efímero de las religiones de la isla.
0:07:21 Había además ido los nuevos cada mañana,
0:07:24 porque erigían uno para cada depositario de la fe diaria.
0:07:28 En Cáura, además, no se enterraba los muertos, sino que los dejaban consumirse al sol.
0:07:34 Caballet era un reino también insular.
0:07:37 La fauna de la isla contaba con muchas especies de caracoles.
0:07:41 Algunos tan grandes que la gente vivía en los caparazones de los caracoles,
0:07:48 y por toda la isla podía haber ese tipo de residencias.
0:07:52 En el archipiélago Atlántico de Sandim sucedían cosas extrañas.
0:07:57 El rey de la isla principal,
0:07:59 bueno, era también el rey de las otras 50 islas que formaban el archipiélago,
0:08:03 los habitantes de Sandim tenían la costumbre de comercias sus parientes y amigos.
0:08:08 Se los comían solamente si estos se enfermaban de forma irremediable.
0:08:13 Entiendo usted, se enfermaba, ya bueno, está listo, se entenciaban las comadres.
0:08:17 Y entonces sus parientes y amigos se lo morfaban.
0:08:21 Preparaban un guiso que daba lugar a una ágapel solemne,
0:08:26 y finalmente, una vez mondo los huesos, se enterraban eso sí.
0:08:32 En otra isla del archipiélago vivían gente con la cara plana,
0:08:36 sin nariz ni ojos ni boca.
0:08:38 Y había también otra donde los hombres tenían los labios tan grandes
0:08:42 que se tapaban con ellos la cara para dormir al sol.
0:08:45 La isla de la mar y situada en el Océano Índico era peligrosa.
0:08:50 Cuando un muercader se acercaba, los habitantes se ponían contentos,
0:08:54 pero no por sed de comercio, sino por antropófagos que eran.
0:08:58 Respetuosos entre ellos, los habitantes de la mar y devoraban únicamente a los advenedillos.
0:09:05 Eso es todo lo que tengo que decir acerca de este libro de las maravillas de John de Mandeville.
0:09:11 ¿Cuál fue el lugar que más le gustó de todo esto?
0:09:15 La isla de los silbadores estaba linda.
0:09:20 La lagrima que van a llegar.
0:09:22 Las lagrimas, pensar que nuestras lagrimas, las que lloramos cada noche, van ahí.
0:09:28 Yo cada vez que lloro pienso que mis lagrimas van a ir a ese lago.
0:09:33 A mezclarse con otras.
0:09:35 Y me da todavía más me gana de llorar.
0:09:39 Y así el lago está creciendo hasta el borde.
0:09:43 Porque ya en ese lago no se puede distinguir las lagrimas propias.
0:09:46 Está todo es una misma cosa.
0:09:48 No, señor, no, señor, esta es la ley de termodinámica.
0:09:52 Es el llanto humano que está ahí.
0:09:55 La molécula de sus lagrimas se mezclan con las minias, si no la hay manera.
0:10:00 ¿Y no para qué?
0:10:02 Para qué vamos a tomar unos trabajos de llevarlas hasta una isla del Océano Pacífico
0:10:06 para que no se mezclen.
0:10:09 No, que se mezclen.
0:10:11 Para que igual tampoco tiene mucho sentido, ahora que pienso.
0:10:14 Y a la vista humana.
0:10:16 Yo he leído que las lagrimas, para mí es mentira, son simplemente agua con sal.
0:10:21 Y bueno, sí, no, no puede ser.
0:10:24 Como una cosa que proviene de la tristeza, etcétera, va a ser agua con sal.
0:10:29 Ahora que son y me molesto en llorar, agarro una mala noticia,
0:10:34 agarro un vaso de agua, le echo un poco de sal y lo muestro y digo, mirá.
0:10:38 O sea, hoy en un balmar, le escuchan un baldecito.
0:10:43 Voy a los velórios y digo, mira.
0:10:46 No, no se trata de mostrar además.
0:10:49 ¿Será que la tristeza es salada?
0:10:51 Claro, yo llevo siempre un frasquito con agua salada.
0:10:55 Y cuando me deja alguna mina, digo, momentito, me dejo una mina,
0:11:00 me dicen, no te quiero ver más, que yo, lo nuestro no va, etcétera.
0:11:05 Entonces yo agarro un frasquito que incluso dice lagrimas.
0:11:10 Digo, yo ya lloré por anticipado por esto.
0:11:13 Digo, pues yo ya sabía.
0:11:15 Pero, ven.
0:11:16 Ya sabía qué va a pasar esto, fulana.
0:11:19 Entonces, ya digo, viento, cuatro, cinco, mirá, un poco más todavía.
0:11:23 Anda llevándole, digo.
0:11:25 Bueno, ya lloré por hubo.
0:11:27 Pero cómo ya lloré por hubo buenas tardes.
0:11:29 No, no, no, no, no es así, señor.
0:11:31 La manifestación tiene que ser en el momento.
0:11:34 ¿Y si es en tu momento?
0:11:35 ¿Está diciendo?
0:11:36 No, pero no te quiero más.
0:11:38 Te dejo, no te quiero más.
0:11:40 Ya, bueno, listo.
0:11:41 Bueno, con las lágrimas.
0:11:43 ¿Y esa cómo reacciona?
0:11:44 ¿Qué les dice?
0:11:45 Pones solares.
0:11:46 También saca su propio frasquito y dice, ay, y larga un poco.
0:11:51 Y los dos nos miramos como diciendo, ¿cuánto nos hemos querido?
0:11:56 Es mucho más útil, señor, que la lágrimas.
0:11:59 Bueno, cuando termine un amor se da cuenta de cuánto lo han querido y cuánto ha querido uno.
0:12:07 Me dio una llorar.
0:12:10 Hemos ido a la discoteca a buscar algo sobre este y el tipo en sí.
0:12:16 A él le gustó también la de los tipos que chiflaba.
0:12:18 Ah, le gustó esa.
0:12:20 Y qué disco le dio.
0:12:21 Silbando.
0:12:23 El tango que se llama Silbando, que escucharemos en la versión de Carlos Carden.
0:12:26 A ver, Andrés.
0:12:50 Y el tango que se llama Silbando, que escucharemos en la versión de Carlos Carden.
0:12:55 Y el tango que se llama Silbando, que escucharemos en la versión de Carlos Carden.
0:13:00 Y el tango que se llama Silbando, que escucharemos en la versión de Carlos Carden.
0:13:40 Un parón de la calle
0:13:45 Es ahí el
0:13:47 Y se guarda los cipillos
0:13:50 La sombra de nombre que es
0:13:53 Aquí el infiel dejó una vez ayer
0:14:08 Aquí el infiel dejó una vez ayer a tabuosa
0:14:12 Un gemido y un grito para estar
0:14:16 Y por eso halegó entre las sombras
0:14:20 El relumbo un conque un patón
0:14:24 De asustas soparas
0:14:27 Y desde el fondo perdón
0:14:30 Y viendo el ámbito atamendo
0:14:34 El escotero irá haciendo
0:14:37 De un volótono cordío
0:14:41 Y al son que el fue se resonga
0:14:44 En el leco se fueron longas
0:14:48 Y el alma de la milonga
0:14:51 Va diciendo su emoción
0:15:07 Era Carlos Gardel en la venganza
0:15:12 Será terrible Silbando

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