Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos de la importancia de la cabeza y también de historias extrañas protagonizadas por una cabeza.
0:00:09 Comencemos diciendo que muchas comunidades consideraban sagrada la cabeza.
0:00:14 Los yameses, sin ir más lejos, creían que en la cabeza residía el cuán, que era el espíritu guardiano.
0:00:24 Por ese motivo debía ser protegida la cabeza de cualquier clase de daños.
0:00:30 El cuán era sensible respecto a la honra y podía sentirse ofendidos y la cabeza donde residía era tocada por un extraño.
0:00:41 Era un espíritu bien susceptible.
0:00:44 Los camboyanos pensaban que era un insulto mortal, en consecuencia, que les tocara la cabeza.
0:00:52 A mí no me toques la cabeza, habrá oído usted alguna vez, eran camboyanos.
0:00:57 Muchos se preocupaban por no entrar jamás en sitios donde podía haber cualquier cosa colgando sobre su cabeza, por ejemplo la espada de la Mócles.
0:01:10 Aún el camboyano más humilde no consentía en vivir en el piso bajo de una casa.
0:01:16 Justamente porque consideraban que los paseos de los vecinos, de los pisos superiores, constituían ofensas continuas a su dignidad.
0:01:28 Y a cada rato les tocaban el timbre para desafiarlos a pelear.
0:01:34 En Java, con becorta, la gente nunca llevaba sombrero.
0:01:40 Si alguno ponía la mano sobre el marote de otro, lo mataban.
0:01:46 Repito, lo mataban. Nada de 20 años preso, lo mataban.
0:01:50 La misma superstición existía en toda la Polinesia.
0:01:55 En las islas Marquesas, tocar la coronilla era sacrílego.
0:02:01 Al hijo de un gran sacerdote de estas islas se lo había visto rodar por el suelo pidiendo la muerte, porque alguien le había arrojado unas pocas gotas de agua sobre la cabeza.
0:02:12 Igual, es comprensible.
0:02:14 No, como comprensible, señor.
0:02:16 Ni siquiera el padre tenía permitido pasar por la cabeza, la mano por la cabeza de su hijo dormido.
0:02:24 Tan sagrada era la cabeza de un jefe, que si él mismo se la tocaba con sus dedos,
0:02:36 debía llevárselos a la nariz, que incluso guardaban el pelo para disponer del mismo en una sucesiva reencarnación.
0:02:47 Guárdeme en el pelo, no sé qué cosa, que me quede pelado en la reencarnación siguiente, y de este modo yo pueda disponer de él.
0:02:58 Yo guardo también el pelo que me cortan en los cementerios.
0:03:04 Me voy a la chacarita cada vez que me corto el pelo, y encierro allí el pelo para que no caiga en manos de los magos.
0:03:10 ¿Y lo entierras siempre en el mismo lugar?
0:03:12 No, en otras órdenes cosas.
0:03:17 En cuanto a cabezas extrañas, que es casi otro asunto.
0:03:22 Comenzaremos por la mitología griega.
0:03:25 Famosa fue la cabeza de Orfeo, que como sabemos fue el poeta y músico más famoso de todos los tiempos.
0:03:33 Apolo le había regalado una lira, y las musas le habían enseñado a tocar, de tal modo, que encantaba a las fieras,
0:03:42 y además hacía que los árboles y las rocas se movieran de sus lugares para seguir el sonido de su música.
0:03:50 En Tracia, algunos de los antiguos robles de la montaña están todavía en la posición de una de sus danzas.
0:04:04 Bueno, cuando Dioniso, el dios del vino invadió Tracia, Orfeo parece que no le rindió los honores correspondientes,
0:04:12 e incluso enseñó otros misterios sagrados, predicó entre los hombres de aquel lugar,
0:04:20 lo pernicioso que era el homicidio en los sacrificios de los misterios de Dioniso,
0:04:26 y el dios Dioniso se enojó e hizo que lo atacara las ménades unas mujeres enloquecidas,
0:04:34 que siempre iban detrás de Dionisio, y que lo despedazaran.
0:04:39 Bueno, estas chicas lo cortaron en pedacito al pobre Orfeo, arrojaron la cabeza al río Ebro, Ebro con H,
0:04:49 el Ebro sin H es el de España. Bueno, la cabeza quedó allí cantando sobre el río hasta llegar al mar.
0:04:56 El mar la arrastró hasta la isla de Lesbos, y las musas llorando tomaron los pedazos de Orfeo,
0:05:02 y los enterraron en Llevetra, donde hoy en día los ruseñores cantan más armoniosamente que en ninguna otra parte del mundo.
0:05:10 Pero la cabeza quedó en Lesbos. Primero la atacó una serpiente, vio lo indefensa que es una cabeza sola.
0:05:18 Por suerte apareció Apolo y transformó a la serpiente en piedra.
0:05:23 Esta cabeza de Orfeo la guardaron en una cueva de antizas para preservarla de las lluvias y de los niños.
0:05:33 Jugarían a la pelota, me imagino.
0:05:36 Y allí profetizaba día y noche la cabeza, hasta que Apolo se cansó,
0:05:43 porque los oráculos que manejaba Apolo en Delfos, y también en Grineo y en Claro,
0:05:48 habían sido abandonados por la gente que prefería oír la cabeza de Orfeo.
0:05:53 Entonces el mismo Apolo fue hasta allá, separó frente a la cabeza y le advirtió que terminara de jorobar,
0:06:03 y desde aquel entonces la cabeza ya no habló más.
0:06:08 Se recuerda también la cabeza del mítico rey de los alizos, que se llamaba Bendiga y Bran,
0:06:15 que fue aquel rey que, habiendo sido maltratada su hija, fue hasta la corte de Irlanda para rescatarla.
0:06:22 Ahora bien, la lucha de los soldados de Bendiga y Bran para salvar a la hija fue vana,
0:06:28 porque los enemigos tenían nada menos que aquel caldero mágico en el que echaban a los soldados muertos,
0:06:35 y al segundo rebord resucitaban.
0:06:39 El caso es que el propio Bendiga y Bran fue herido con una flecha venenosa,
0:06:43 y pidió a sus hombres que lo decapitaran, y que enterraran su cabeza en ese lugar
0:06:50 con el rostro enfrentado hacia los soldados enemigos.
0:06:54 Allí dijo, mi cabeza será tan agradable compañía como cuando estaba posada en mis hombros.
0:07:02 Entonces, los compañeros, un poco estufados por aquel pedido, le cortaron la cabeza,
0:07:09 mitad para que se dejara colobar, no veo cómo es.
0:07:12 Procedieron como él había indicado, y efectivamente, desde aquel día la cabeza canta melodiosamente
0:07:18 junto a la roca de Harleith.
0:07:23 Recuerde la historia del pobre polícrito.
0:07:27 Era un etolio que se había casado con una muchacha,
0:07:31 una muchacha de locros, aunque sólo pudo estar junto a ella tres noches,
0:07:37 porque antes de la cuarta noche, polícrito se murió.
0:07:42 Al cabo de nueve meses, su viuda dio a luz a un hijo que poseía a la vez el sexo masculino y el femenino.
0:07:52 Asustada, imagínense, la pobre mujer llevó a la criatura a la Plaza del Mercado,
0:07:58 donde estaba el pueblo reunido.
0:08:00 Todos opinaron que se trataba de una maldición divina,
0:08:04 y que lo conveniente era llevarse a la madre y al monstruoso hijo,
0:08:09 más allá de las fronteras del país.
0:08:11 Todos opinaron las piadosa gentes del mercado.
0:08:15 En ese momento apareció nada menos que el finado polícrito,
0:08:19 vestido de negro, y reclamó al hijo, y dijo,
0:08:23 momento, etcétera.
0:08:27 Como el pueblo asustado, asustó al pueblo,
0:08:30 vacilaba en acceder a su ruego,
0:08:33 el fantasma tomó al niño, lo desperazó, se lo comió,
0:08:38 y sólo dejó la cabeza, y después se fue.
0:08:42 Para sorpresa de todos, bueno, si alguna sorpresa quedaba.
0:08:49 La cabeza del niño que había rodado por el suelo,
0:08:52 como suelo ocurrir cuando uno se come el resto del cuerpo,
0:08:55 se puso a profetizar.
0:08:59 Prohibió a los habitantes que visitaran el oráculo de Delfos,
0:09:03 predijo que había una guerra,
0:09:05 y finalmente pidió que no la enterrasen,
0:09:08 me refiero a la cabeza,
0:09:10 sino que la depositaran en un lugar soleado.
0:09:14 Imagínense, y vean los vecinos de aquel lugar no ganaban para asustos.
0:09:19 Y así de cara al sol en una llanura de etolia,
0:09:23 aún permanece la cabeza del hijo del final polícrito.
0:09:30 Las últimas historias de Volter,
0:09:33 parece que en la Italia medieval,
0:09:36 un hermitáneo llamado Pasqual,
0:09:39 qué tal, Pasqual,
0:09:41 conocía a un vecino llamado Jacoelo,
0:09:46 que era muy rico,
0:09:48 en las conversaciones que el hermitáneo tenía con el rico,
0:09:51 le hablaba sobre crucifijos, santos milagrosos,
0:09:55 y Jacoelo llegó a convencerse de que las estatus de los santos,
0:10:00 a veces, dirigen la palabra a los mortales.
0:10:04 Y un día Pasqual le dijo
0:10:08 que estaba esperando recibir de Roma
0:10:11 una cabeza de muerto que el papa la había regalado.
0:10:16 Al parecer, esta cabeza hablaba como hablan los árboles de dos donas.
0:10:21 Cuatro días más tarde,
0:10:35 la cabeza le hablaba.
0:10:37 Y entonces, Jacoelo, el pobre Jacoelo,
0:10:41 que era muy crédulo,
0:10:43 le dijo que había hecho un tubo,
0:10:45 que se introducía en la cabeza,
0:10:47 aquella de muerto,
0:10:49 y él mismo era el que hablaba,
0:10:51 oculto entre unos lluvios.
0:10:53 Cuando Jacoelo se presentó,
0:10:55 la cabeza le dijo,
0:10:57 Dios, trata de recompensar tu piedad.
0:11:02 Te participo que hay un tesoro de 100.000 escudos
0:11:05 en la mitad de tu cabeza,
0:11:07 y el que se presentó,
0:11:09 te participo que hay un tesoro de 100.000 escudos
0:11:12 en la mitad de tu jardín.
0:11:15 Sin embargo, morirás repentinamente
0:11:18 si buscas ese tesoro
0:11:20 sin haber puesto antes ante mí
0:11:23 una olla llena de marcos de oro
0:11:25 en monedas de poco valor.
0:11:28 Jacoelo hizo lo que la cabeza indicaba,
0:11:31 dijo que me cuesta
0:11:33 una cacerola llena de monedas de oro
0:11:36 y que voy a recibir 100.000 escudos.
0:11:39 Entonces tomó la olla,
0:11:42 la puso ahí delante de la cabeza,
0:11:44 y cuando se alejó Jacoelo,
0:11:46 el ermitaño tomó
0:11:48 aquella olla y desapareció para siempre.
0:11:51 Jacoelo nunca encontró el tesoro enterrado.
0:11:55 Había sido víctima de un tismo.
0:11:59 Qué impresionante.
0:12:01 A quién dedicaré esto?
0:12:04 Bueno, a los pobres.
0:12:06 A los pobres tipos,
0:12:08 que no se podían ni tocar ellos mismos la cabeza.
0:12:11 A los peluqueros maoríes,
0:12:13 que tenían toda clase de inconvenientes
0:12:16 para disponer del pelo de aquellos a quienes le cortaban.
0:12:22 Hemos sido el descotecario
0:12:25 que nos recibió enteramente pelado
0:12:28 y dijo que guardaba también el pelo que le cortaban,
0:12:31 porque bien podían hacerle un daño,
0:12:34 o venderlo sin darle a él comisión alguna
0:12:37 en forma de pelucas.
0:12:39 Y en la fábrica entretejida.
0:12:41 O pelucas directamente.
0:12:43 Pelucas se venden en pelucas en Europa
0:12:45 que están hechas con nuestros propios pelos.
0:12:47 Yo reconocí una.
0:12:49 ¿Cómo va a reconocer?
0:12:51 Porque reconocí un pelo,
0:12:52 y ese pelo es mío, dije.
0:12:54 Había un tipo con una peluca.
0:12:56 Y digo disculpe señor,
0:12:58 qué portas, no le voy a acordar nada.
0:13:00 Y ese pelo, no lo digo, este.
0:13:15 Yo lo que le decía a una cabeza de muerto,
0:13:17 tenía también trenzas,
0:13:19 que tiene mucho que ver con todo esto.
0:13:22 Pero decidió darme...
0:13:24 Pon tu cabeza en mi hombro.
0:13:26 Cabeza hinchada.
0:13:30 Había de cabezas.
0:13:32 Había mucho de cabezas.
0:13:34 Señores, escuchamos a Carlos Gardel
0:13:36 por una cabeza.
0:14:00 Y que al regresar, pares y decir,
0:14:04 no olvides ser hermanos,
0:14:06 no sabiendo hay que volar.
0:14:08 Por una cabeza,
0:14:10 me tejó un día
0:14:12 de aquella coqueta,
0:14:14 y le sueña a mujer
0:14:16 que al jurado riendo
0:14:18 que el amor que está mintiendo
0:14:20 que mai no uno vea
0:14:22 todo mi querer.
0:14:25 Por una cometa,
0:14:29 no vas locura.
0:14:33 Por una coqueta,
0:14:36 borra la tricesa,
0:14:38 calma la margura.
0:14:41 Por una cometa,
0:14:45 y el Dios me olvida.
0:14:49 No importa perderme,
0:14:52 mil veces la vida,
0:14:54 para que vivir,
0:14:56 cuantos besenganios.
0:14:59 Por una cabeza,
0:15:01 no pure mil veces,
0:15:03 no vuelvo a insistir.
0:15:05 Pero si un mirar,
0:15:07 me iré al pasar.
0:15:09 Tu boca de fuego,
0:15:11 otra vez quiero estar.
0:15:13 Basta de carreras,
0:15:15 me acabo la cimba,
0:15:17 un final rellido,
0:15:19 yo no vuelvo a ver.
0:15:21 Pero si algún pingo,
0:15:23 llega a ser ficha el domingo,
0:15:25 no me juego entero,
0:15:27 que le voy a hacer.
0:15:30 Por una coqueta,
0:15:35 no vas locura.
0:15:39 Tu boca de fuego,
0:15:41 borra la tricesa,
0:15:43 calma la margura.
0:15:46 Por una coqueta,
0:15:51 y el Dios me olvida.
0:15:54 No importa perderme,
0:15:57 mil veces la vida,
0:15:59 para que vivir.
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