Transcripción automática
0:00:00 La Rija de los Reyes. Este es un cartálogo de los justamente de los fistes preferidos por algunos reyes.
0:00:09 Así que, digamos, no nos referiremos a las demostraciones de los bufones que son las preguntas más bien profesionales, sino de las cosas de las cuales se reían algunos reyes.
0:00:23 Pero sucesos de la vida común, ni comedias ni actuaciones de cómicos profesionales.
0:00:30 Nada preparado.
0:00:31 Nada preparado. Decido que es verdaderamente más gracioso.
0:00:34 Hemos obtenido aquí, adivinando a la opinión de Adolfo y hoy, que un grupo de amigos inteligentes con un código propio es mucho más gracioso que cualquier cómico profesional.
0:00:47 Las mejores gracias, mejores momentos de rija se producen en esas circunstancias.
0:00:53 Estudiantes que comparten un código, amigas que se burlan del novio de una cuarta amiga.
0:00:59 Esas son circunstancias muy graciosas y donde la inteligencia encuentra un campo mucho más propicio que, digamos, en la televisión, donde hay un concurso a ver quién cuenta mejor si.
0:01:15 Si uno tiene un tipo de cuenta, el ya citado chiste del japonés que no encuentra el escuchado.
0:01:23 Primero rey del catálogo.
0:01:25 El rey inglés Eduardo II.
0:01:27 Eduardo II, sí.
0:01:29 Que gobernó entre 1307 y 1317 en Inglaterra.
0:01:32 Era el papá de Eduardo III.
0:01:35 Casi me lo confundo con el Eduardo III, que era el rey amigo de los alba nieves.
0:01:39 Tenía este rey otra afición, que no eran los alba nieves.
0:01:45 Tenía una fan desmesurada por parecer sictorio, como tanto de nosotros.
0:01:52 Era un hombre excéntrico que se divertía muchísimo con los frases, el frasado.
0:01:57 Por ejemplo, se solía vestido de alba nieve y explotaba de risa cuando sorprendía a funcionarios y nobles que lo descubriran en obras en construcción,
0:02:11 incluso pertenecientes al mismo castillo, palacio, etc.
0:02:16 También se disfrazaba de carretero y por ahí lo veían al mismo rey conduciendo un carroaje.
0:02:27 Imagínase si ahora los príncipes tuvieran ese afán.
0:02:32 Este, por ejemplo, va por la calle y pasa hacia el carrito, conducido por quiesnér.
0:02:40 Eduardo participaba constantemente en juegas o luptuosas.
0:02:49 Los cronistas de su tiempo cuentan que recompensó espléndidamente a un pintor de su córple por bailar encima de la mesa en una orquíga.
0:03:00 Para usar la plata la gasto otra cosa. Imagínense, eso no es divertido.
0:03:05 Usted está en una orquíga y va a sacar plata de bolsillo y ponerlo...
0:03:10 Sí, por ejemplo, usted sea tan tonto como para tener el bolsillo en una orquíga.
0:03:18 Toma la placa, usted ve en cien manos y baila hacia arriba de la mesa y pone esto en la mina libre.
0:03:24 Ah, se la va. ¿Vo a bailar arriba de la mesa?
0:03:27 Y de la mina libre.
0:03:31 También pagaba a sus nobles para que se cayera en el caballo de un modo cómico.
0:03:38 Eduardo, incluso, estipulaba a un escalafón o una jerarquía según quién se caía más graciosamente.
0:03:47 El más gracioso que hay en el caballo es, por ejemplo, el Duque del Joaquín.
0:03:52 Es fantástico. Toma, eh, señor Duque. 15 libras por caer del caballo.
0:03:58 Otros medios inglesos que tuvieron formas dadas de divertirse fueron aquellos que acostumbraban a sacarle la cita en el que se iba a sentar,
0:04:10 una clásica diversión.
0:04:13 Bien, el Ray Jorge II molestó a todos sus cortesanos durante 10 años con ese existe.
0:04:19 Parece que era lo único que lo divertía.
0:04:22 Han dado siempre una especie de melancolía que no se le iba nunca, sino cuando le sacaba la cita al que le había sentado.
0:04:32 Si esto lo hacía, cien veces por día.
0:04:35 De modo que ya formaba parte del deber cortesano es de encarce en el suelo.
0:04:42 Desarrolló, Jorge, una serie de estrategias efectivas para sorprender a los que apiraban a sentarse.
0:04:50 Cuando alguien iba a sentarse a su mesa, Jorge II, con una señal minúscula, ordenaba a sus pages
0:04:57 que tiraban destinos y los saltados a las sillas disimulados en pelas y oro pel.
0:05:04 Todos los ministros que tuvo durante 10 años cayeron ante el Ray alguna vez,
0:05:09 y lo que es peor, debieron soportar carcajadas que duraban horas.
0:05:14 No se caía de la silla y el tipo empezaba a reír y se ponía las 2 de la tarde y terminaba 4 y media.
0:05:23 Parece que alguien se vengó, mejor que segundo.
0:05:29 Una de las preceptoras de las princesas, Lady Del Oan, cometió esta usadilla.
0:05:37 Parece que una vez empujó la cita del Ray y el rey se fue al suelo.
0:05:41 Y le dio tanta risa al Ray, estalló una risa tal que se desgració.
0:05:47 Cuando ha vestido otra cosa.
0:05:50 Se desgració de la de la isla.
0:05:52 De cualquier manera.
0:05:54 Le hubiera vestido una tarde maravillosa.
0:06:02 Algunas romas de Luis XIV de Francia eran todavía peores.
0:06:07 Luis regalaba cajitas de dulce que tenían la particularidad de los bombones,
0:06:13 que llevaban cada uno dentro un ratón vivo, como en el cuento de Cortaza.
0:06:20 En realidad, a Luis le gustaban las bromas gastronómicas.
0:06:27 Echaban sal en el dulce de los nobles.
0:06:30 Escondían amigos bajo la mezcla para que gritaran justo en el momento de cortar el pavo.
0:06:37 Se escondían los amigos del rey abajo y hubo cortados el pavo y los amigos que estaban...
0:06:48 Esto me dio risa.
0:06:50 Lo voy a hacer una próxima vez que invite gente distinguida a casa.
0:06:55 Voy a poner algunos de mis amigos y al cortar cualquier mancar,
0:07:00 carne o...
0:07:02 Estos amigos deberán gritar.
0:07:04 Incluso, imitando el grito, la misma encuestión.
0:07:11 Le toca el cancho así.
0:07:14 No tendrá que pulsar, no.
0:07:16 Claro, debo.
0:07:17 Que sale mejor, dice.
0:07:19 Otra diversión de Luis Catorce tenía que ver con el canto.
0:07:23 Luis cantaba canciones o escenas.
0:07:26 Por ejemplo, ese que toca el bombo lo toca de mala gana.
0:07:30 Y adoraba también escuchar canciones o escenas.
0:07:34 En una ocasión, escuchando justamente ese que toca el bombo lo toca de mala gana,
0:07:40 tuvo espasmo de risa que lo ahogaron.
0:07:44 Casi se mueren, tuvieron que sangrarlo, que hacerle una sangría para sacarlo de aquella situación.
0:07:50 ¡No es para menos!
0:07:53 Carlos V, Carlos V de Alemania, Carlos I de España,
0:07:57 se reiría mucho con la reacción que tenían los cortesanos ante una dádiva, una limón, una unfavor.
0:08:04 Y al término de distintas ceremonias, tenía la costumbre de disembainar su espada
0:08:12 y empecé a tocar ligeramente con ella en los hondres de los ciudadanos que tenía cerca
0:08:16 para armar los caballeros.
0:08:18 Los ennoblecía, así, al tuntún.
0:08:21 Y ante la sorpresa de estos ennoblecidos, Carlos se reiría.
0:08:26 Y se reiría con la risa.
0:08:30 Ahora, claro, como ya estos favores se habían hecho célebres,
0:08:36 cada vez que Carlos salía con la espada, se armaban tumultos de gandules
0:08:42 que se remolinaban alrededor del emperador, gritando,
0:08:46 señor, a mí, a mí, aquí, tu mon, aquí, Carlos.
0:08:50 Lo curioso y desagradable de Carlos V,
0:08:53 es que hasta más o mucho tiempo, los descendientes de esos ennoblecidos
0:08:58 sorpresivamente pretendían gozar de nobleces de editaria.
0:09:03 Bueno, era en editaria.
0:09:05 Semejante pretensión con supleitos, demandas, tuyos, alegatos, inícidas.
0:09:12 Ahora, en la corte de los autriás, estamos hablando de esta misma dinastía, ¿no?
0:09:16 Carlos V era alemán.
0:09:20 Era rey de español, pero era de la Casa de Áustria, de los ajúbados.
0:09:25 Pero en esa corte la risa era una cosa difícil, ¿eh?
0:09:28 Estaba mal vista. Así que los reyes debían ocultar su risa.
0:09:33 Antón de Primer, escribió sobre Felipe II, o sea, el hijo de Carlos V, lo siguiente.
0:09:38 ¡Vaya, ningún otro rey que viva como el rey de España!
0:09:42 Todas las insacciones y todas sus ocupaciones son siempre las mismas.
0:09:46 Ya andaron pasos tan igual que día por día sabe lo que hará toda su vida.
0:09:50 Los que se le han acercado aseguran que nunca le han visto sonreír y saben que jamás lo hará.
0:09:57 Probablemente, en caso más cruel de diversión, a costa de un súbdito,
0:10:03 sea el de Federico Guidermo I de Prusia.
0:10:06 Federico se divertía groseramente en la mesa con sus oficiales.
0:10:11 Se recuerda la rureza y la falta de gusto que tenían aquellos degenerados.
0:10:18 El objeto favorito de diversión era un tímilo cronista de la corte llamado Jacobo von Gündling.
0:10:29 Aquí en Los Revinílos hacían objeto de bromas de toda clase.
0:10:34 Por ejemplo, le prendían fuego a las ropas.
0:10:37 Sí, por ahí empezaban. Como aperitivo, le prendían fuego.
0:10:41 Después llevaban a un mono vestido con la misma ropa que la del pobre cronista
0:10:46 y proclamaban que el animal era hijo natural de Gündling
0:10:50 y lo obligaban a abrazar y besarlo delante de esto.
0:10:55 Comparada con estas diversiones resulta fina y manza otra modalidad
0:11:02 que consistía en remitir con la firma de Gündling a los diarios, a los periódicos y boletines literarios
0:11:10 unos artículos grotescos que habían sido preparados por los amigos entre grandes risotadas.
0:11:18 Los malavios los publicaron con el nombre de 10 y a cualquier fila.
0:11:22 En 1731 Gündling murió, pero las bromas continuaron después de muy alto
0:11:28 porque Federico ordenó que el cuerpo de su cronista fuera conservado en un tonel de vino
0:11:33 al cual continuaron dirigiéndose con irrición durante unos días.
0:11:38 Tanto al rey como sus estúpidos compañeros de joven.
0:11:42 Al final hubo presión al infiero, porque no es que se aburrió Federico
0:11:47 y acelió a que Gündling fuera enterrado como cualquier otro.
0:11:52 Estas son las bromas de los reyes.
0:12:00 Enrique IV, por ejemplo, le enseñaba toda clase de bromas obscenas a su hijo, el pequeño Lutres.
0:12:13 Incluso hacía que las muchachas del palacio lo anduieran manoseando ya de muy chico.
0:12:23 Con tan buen éxito que Lutres se da de mucho a su tomó odio a todas las cuestiones relacionadas con el sexo
0:12:31 y nunca se pudo reponer adecuadamente.
0:12:34 Pero se divertía enseriándole chancadas a su hijo.
0:12:39 Esto es una costumbre detestable.
0:12:43 Me imagino, ¿no?
0:12:53 Bueno, alguna de las víctimas de las bromas...
0:12:57 Sí, claro, pues ya no hay que agarrar con Gündling, con los jóvenes y poes.
0:13:02 Y a los carreteros.
0:13:04 Ya que había uno que diputaba y se reía, y se reía a los de carreteros, la broma inocencia.
0:13:09 ¿Qué te ha habido de la broma?
0:13:12 Yo recuerdo también al rey de Napoli, pero no recuerdo cuál era.
0:13:18 Que iba a pescar y se hacía vendernos el pescado a las ferias.
0:13:26 Un rey de Napoli de la casa de Saboy era, creo.
0:13:30 ¿Iba a pescar? Le gustaba.
0:13:33 Era rey, pero le gustaba hacer vendernos el pescado.
0:13:37 Y iba a ir a la presión a la búsqueda.
0:13:51 Hemos ido a la discoteca a buscar discos de risa,
0:13:55 y nos dieron risa loca, que son lindo tango.
0:13:59 Creo que es el primero, Laura, que lo escucharemos en la versión de Horacio Praguell,
0:14:05 igual no de lejos. Adelante.
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