Momento... 49' 49'' "El alma que canta era tu viejo".
Cada uno-a siente y piensa y no puede pasarse la vida dependiendo del juicio y de la aprobación o desaprobación intelectual y emocional de un otro, por más que sea ese otro la persona más importante o la más querida, del ser que uno-a es o fuere : habita el alma, pero no la es; debería bastar que ese amor, esa vida suceda y pueda ser el referente de la verdad propia e intransferible. Antes éramos personas sin público; después parecería que lo público robó espacio y valor que no le pertenece. El arte de amar, el arte de vivir, el arte por amor al arte, acompañó al humano en su historia. Todo empezó a dividirse en aprendiz y profesional, a jerarquizarse desde la competencia, en vez de ser simplemente. A ganarse dinero con el alma.
Llegué a Alejandro, como se llega a una persona : por su voz, por la visión de su presencia sentado a la mesa de un café, por unas palabras escritas,... pero fue su música y su canto, el salto cuántico, la contracción del universo hacia un punto, el allí y entonces que es el aquí y ahora, como en esas películas donde la proyección acelerada retrotrae la escena no a cualquier punto, sino al momento crucial.
"¿Tienes un cuento para mí?" se fusionó con "¡canta para mí!"
Toda esta introducción sin sentido - estoy fuera del tiempo, la puerta abierta del patio deja entrar la luz y los trinos de los pájaros, mientras mi piel me dice que es domingo - es para narrar, no para ser juzgada o criticada o evaluada porque no pueden alcanzarme y lo que digo se desintegrará en las palabras ni bien lo toquen - rodea, elude y aproxima algo que llega a expresarse porque quiere y yo lo siento : Alejandro es y será siempre para mí, música, una voz que toca con lo que dice y con su vibración, como sifuera una mano, entra en mi pecho y toma mi corazón.
Es un músico. Átomos brillantes y sonoros, únicos, que son él y habitan también el cuerpo de sus palabras.
Pero músico.