Alejandro Dolina - 1974
Asentimientos de Alejandro Dolina (revista Satiricon N° 19, Junio de 1974)
Ma sí...
Ma sí es una expresión un poco italianizante que puede reemplazarse ventajosamente con la más castiza: "Bueno, está bien".
Pero el uso de este giro causa un daño mucho más grave que el el mero deterioro del lenguaje. Porque quien dice 'ma sí' no solamente está contestando afirmativamente a una pregunta: Está ortorgando algo que en realidad no quisiera otorgar, está cediendo a una presión, está renunciando a la lucha, está obrando perezosamente.
Así, podemos observar que nadie se sirve del 'ma sí' para las afirmaciones entusiastas: Sí, juro; sí, padre; sí, te quiero, no sonarían contundenes si se transformaran en "Ma sí, juro", o "Ma sí, padre".
Por el contrario incurren en masismo quienes conceden de puro resignados nomás. "Ma sí, yo me lo como igual"; "Ma sí, deme un Simplex".
La deplorable expresión que hoy nos ocupa, pude utilizarse en infinidad de situaciones, casi siempre denigrantes. Trataremos de elucidar someramente las circunstancias más asiduas.
Para dar por concluida una obra defectuosa;
-Ma sí, yo la dejo como está.
Para continuar fumando uno que está en las últimas;
-Ma sí, de algo hay que reventar.
Para mantenerse desprolijo y hasta fétido;
-Ma sí, hoy no me baño tampoco.
Para renunciar a la posesión de un bien en disputa;
-Ma sí, que se lo meta en la parte de atrás.
Para caer en las garras del vicio;
-Ma sí, llevame donde quieras.
Para casarse;
-Ma sí, me caso.
Para hacerse aplazar en un examen;
-Ma sí, la bolilla catorce que la estudien ellos.
Para poner fina a una discusión difícil;
-Ma sí, tiene razón.
Para no cambiarse la ropa interior;
-Ma sí, nadie se va a dar cuenta.
Para conformarse con cualquier basura;
-Ma sí, antes que estar solo...
Y así se podría seguir indefinidamente.
Pero la lectura de estos pocos ejemplos basta para comprender de detrás de cada pusilámine que cae en el 'ma sí', suele haber alguien que extrae beneficios de esta actitud pasiva. Cuidado, jóvenes masistas, basta de resignaciones, nada de renunciar a lo que es justo, caramba. Piensen en lo que hubiera sido de nuestra patria si durante las invasiones inglesas los porteños hubieran dicho:
"Ma sí, ingleses, españoles... todos son la misma cosa."