Me entristeció esa vulgaridad en la voz de Dolina.
Me pareció triste reducir el talento en Borges y en Alejandro Dolina, a un gas mental.
Sentí calor en la cara, del rescoldo, la chispa rotos fuera de lugar, vencidos en la oscuridad, pero tocándome antes.
Y el ruido de un murciélago, devorando a un grillito en mi corazón.
Fue brutal; la primera vez en el programa, y en mi conciencia, porque era su casa y yo (oyente) era la invitada a su casa.
Semejante, pero usó otra palabra en Tarde Negra, provocado por la conductora y amiga. Responderle, tomar esa provocación, no fue valiente, no fue la gentileza hacia ella y su programa, que tal vez él creyó. :-(