Es muy raro leer todo esto. Incluyo a mis desatinados comentarios.
Sin embargo, casi que prefiero el odio a Dorio que semejante fanatismo por Dolina.
Dolina te da un manojo de llaves para abrir miles de puertas, como lo hizo Cortázar en su momento (Rayuela, ponele, que era como un club de aprehender otras cosas y datos y poetas y jazz y formas de arte: le debemos mucho, no por su obra específica, sino por la data que tiraba).
Y Dolina, además, te da los programas de radio, mejores o peores según la ocasión. Pero sobre todo citas, nombres, escepticismos, certezas, puertas hacia nuevas cosas. Escepticismos y certezas que resultarán vanos si no atravesamos las puertas cuyas llaves nos brinda.
Hay algo ahí: "les doy el manojo de llaves. Vayan y hagan algo con él".
Dolina sería dos cosas, creo: él, sus programas, su ser, lo que sea. Y además, su generosidad de dejarlo atrás, que es lo que nos propone ofreciéndonos el manojo de llaves.
No lo sé, me parece casi una traición quedarse viéndolo a él como al "Maestro" for ever e incondicionalmente.
Sería hora ya de cruzar ríos, mares, océanos, a pie, en bote, con alas, con mente.
Y seguir escuchando el programa, por supuesto.