Ayer el Central, el Nación y la ANSES vendieron dólares y el último organismo lo hizo a través de la venta de bonos nominados en dólares. El objetivo fue bajar el precio del “contado con liqui”. Se calcula que se vendieron ayer unos 70 millones de dólares, que tal vez hayan sido más, porque se está mintiendo con los números de la venta diaria desde hace dos días. Es que el BCRA se ha convertido en otro INDEK por la falsedad de sus estadísticas. Además no se sabe si en esas ventas se cuenta o no el goteo diario del retiro de depósitos en dólares que se producen en los bancos por temor a la confiscación de esos dólares, que están como encajes de las reservas del BCRA. Y también están los que quieren cambiar los depósitos por dólares. A éstos les dicen que no y entonces se llevan la plata y compran dólares en el paralelo que está en 4,68/4,74.
De más está decir que estamos en la completa ilegalidad, porque se trata de un control de cambios de facto, arbitrario y además desigual, ya que se permiten algunas pocas operaciones por cualquier motivo. La mayoría de las transacciones terminan entonces haciéndose por el dólar blue.
Una tendencia imparable
La realidad es que, si el gobierno quiere evitar vender, estaría en su derecho de establecer un control de cambios de derecho. Pero su clara ilegalidad fue confirmada por ahora por el Juez Federal de Quilmes Luis Amella, ligado a la Procuradora General de Buenos Aires, María del Carmen Falbo. El magistrado le requirió al Central y la AFIP que informen qué criterios usan para autorizar o negar una operación. La presentación de la jubilada Justa Rupérez sostuvo que no hay una base clara por la cual la AFIP autoriza o no la compra. El organismo no dio a conocer el cálculo exacto por el cual un consumidor puede comprar billetes ni tampoco se aclara por qué a unos los autoriza a comprar determinada cantidad y a otros otra, lo cual viola el derecho de igualdad ante la ley y de propiedad privada.
El riesgo de una cierta cantidad de sentencias de amparo contra las medidas de la AFIP existe, aunque no en la medida de la ola desatada en el 2002, que se puso en marcha cuando un banco se negó a devolverle los dólares al periodista deportivo Horacio García Blanco.
En síntesis, el gobierno no parece tener forma de parar la sangría de dólares porque, aunque finalmente declare el control de cambios directo, los depositantes en dólares podrán retirar los dólares al vencimiento de los plazos, debilitando así los encajes que están el Central. Si el gobierno subiera la apuesta y negara ese derecho a los poseedores de los argendólares, estaría declarando un corralito bancario, además del cambiario en vigencia.