Las líneas de un Mandala : uno no las dibuja, las sigue. Aunque otro sólo vea una baldosa.
Llegamos o retomamos un Umbral.
¿¡ Cómo saber !? Basta desandar los pasos que anteceden. Aunque en ese instante todo desaparece, es absoluto el Aquí y Ahora. Y las transformaciones son evidentes.
Cuando alguien ya hubiera estado en el umbral. Y ese tiempo fuere atraído por el espacio.
Cuando el arco de dos umbrales deben encajar. Y la sombra y el cuerpo.
Cuando el ser es coordinado con una posición. Y la red que sostiene es la Luz.
Cuando algo subliminal sucede y el afuera que no es un pretexto, permite la reconstrucción de una sucesión, redireccionándola. Cuando el motivo es el alma, y el grito de fe a las estrellas, raja con la sustancia de su rechazo, abre una grieta en la tiniebla : una senda.
No es contingente, porque si algo se desequilibra en el campo externo, el equilibrio interno no cambia.
"Por sus frutos los reconocerás" : la reunión del alma con lo perdido, la unión de líneas cortadas.
Algo que dios ha recogido sobre sí; como el lazo que se ha lanzado para ser recogido; como el halcón del silbido, para recoger en el pecho el invisible pasajero.
Hay experiencias, intransferibles; como es intransferible la captación y la completación, por parte del otro.
En lo que existe y puede ser distinto para los actores, algo trasciende mientras tanto y resulta ser el tercer propósito : un milagro del amor.
Tal vez fue el único propósito.
Pero claro, como Dolina, estoy hablando de teatro. ( Aquí un suspiro y risas ).