Mariano, podrías mentir con las palabras, pero no con el segundo y verdadero lenguaje del que los signos son el soporte. Yo no podría explicarme con la claridad que lo hiciste sino con la poesía. Esa poesía que me hace doler el corazón y sella los labios y le da un portazo al intelecto de la cabeza. Yo tengo un cerebro en el corazón. Me quitaste ese dolor : no por mí, por Alejandro.
Explicás lo que yo consideraba implícito, entonces no entendía por qué personas inteligentes parecían un frontón donde rebotaban mis palabras. Implícito "...si Dolina fuera realmente un cínico", más que claro que nadie lo querría como lo quiere, ni lo seguiría como lo siguen.
Explicaste la discapacidad del cinismo.
No me siento bien, por ser apoyada yo : sino por ser defendida una verdad, con delicadeza, elegancia, solvencia, y...compasión. Tenés el lenguaje que caracteriza al intelecto sano, el que está fusionado con el sentimiento y el sentido de lo justo. Sereno, defendiendo sin atacar.
Mi reverencia.
Dijo Adolfo que aquí nadie conoce a nadie y somos extraños : no me puedo sentir extraña con alguien que expresa un espíritu inteligente y compasivo. Y los que se reúnan por lo mejor de Alejandro, tampoco.