Hace años Alejandro sabía cantarla seguido... Ahora, hacía años que no. Así que oírla anoche fue doble celebración. Hablo de la Milonga de Albornoz...
Supe pedírsela al maestro Gancé, una noche en el Multiteatro de Rottemberg, en la calle Corrientes... Yo que nunca le pido nada. Y la cantó (gracias maestro).
Y luego siguió cantándola. Hasta que llegó la noche en que, como cantimplora volcada en la arena, vertió las últimas reservas del agüita fluyente... Aunque, al borde de la boca le guardó unas gotas la geometría que talla en el espacio tiempo.
Anoche, tembló una de las gotas y se oyó la milonga.
Esa letra de Borges le cae a Alejandro tan perfecta como el ala del chambergo a la frente del personaje. El calor que tiene la noche de Buenos Aires, está en su voz. Abriga a la canción. Da coraje a la sombra de la historia.
Lo ha sido y siempre será mi cantor. Lo que ahora es, es cosa mía. Y no me importa en lo más mínimo que no les importe en lo más mínimo. A Borges le importaría. :)
Viyi el viernes, 09 de diciembre de 2016 a las 12:12 PM
en La venganza será terrible del 08/12/2016 dijo: