Me parece que mientras Alejandro se sienta confortable consigo mismo, puede sentirse confortable en lo que otros quieran darle con su presencia o, tomar de la presencia de él.
Nadie es feliz sin nadie ni con todos, a menos que carezca de discernimiento intelectual y afectivo, a menos que prevalezcan el narcisismo y la nula individuación de espíritu.
Nada más lejos de él.
Y acaso también, lejos de su verdad, tantos "dueños de su verdad" - la de él.
Discriminamos, decidimos, del modo que mejor nos representa, lo que él artísticamente representa.
Habría que preguntarle a él, a su mujer, a sus hijos, a los que en la intimidad día y noche asisten a los ciclos de su flor ( "Usted necesita la flor. Usted es la flor." El fantasma VI, pag. 215, 216, El libro del fantasma )
Tal vez Alejandro necesita como muchos en la historia humana -lo necesita la graduación identitaria del canon y lo superlativo que es marca de nacimiento- sentir lo que tiene para dar - que es su mismidad - reconocido por el o los interlocutores, complejo y digno, direccionado a la sabiduría de un arte de ser, de vivir...
Mientra tanto, afuera, la ilusión de imagen concentrada y sin distracción de energía ni atención : el personaje, las idénticas líneas, siempre la misma ropa, el mismo calzado, el mismo peinado, los mismos colores - ¿"cuando un hombre alcanza la sabiduría se vuelve ordinario" ? (común, un exquisito de la sencillez)...
La mejor forma de no ser realmente visto.
Las palabras como puentes, las experimento,las tiendo, las cruzo...
Pero a la hora de la interpelación verdadera : el silencio me basta. Porque una sóla es la vibración que descansa en el fondo de la respuesta. No necesita más, que ser.
En cuanto a él : no sabremos la intención de lo que hace saber. No sabremos lo que no quiera que sea conocido.
El que ha vivido no ignora la posible consecuencia de abrir a otro la fuente del propio ser, de dejarle el lugar en su orilla, de dejarlo beber de ella. ;-) :-) :-( <3