Hola :-)
Acabo de leer y ver el video de Alejandro L.; fue lo primero que llegó a mis ojos, no me importa quién es "primiciante", porque también la muerte tiene primicias. Me basta con la verdad, en boca de alguien que quiere y admira a Alejandro Dolina.
Respecto a la preciosa mujer, con mirada llena de alma, que entrevistó a Dolina...Merece que una mujer que lo mira con mirada transparente, le haga una pregunta transparente, y no una astuta frívola y mediática, en quien nunca las preguntas y las miradas son como un lago de montaña : sin olitas de corrientes internas, sin cruel vulgaridad; sobre todo, sin imprevistos monstruos sumergidos.
Creo que hay que respetar mucho a un hombre, considerarlo lleno de vida, fortaleza y hombría, un fruto dorado que no cae al menor soplo, sino más bien un fruto ante quien el viento se suaviza, lo reconoce de frente, lo saluda y, sigue de largo a voltear raíces podridas, árboles con peluca. Hay que respetar mucho un espíritu, creer en él, para tratarlo sin falsos comedimientos, sin ofensivas blanduras, sin el descarte condescendiente con que se trata lo decadente, lo relativizado al punto de "acomodarlo" en un rincón del lenguaje donde se respira jardín de infantes o cuartel de invierno del pensamiento y la palabra, donde las emociones ya no se renuevan y son carbónico de carbónico, donde el auténtico sentimiento que muestra al ser sucesivo, es encerrado en un corralito y obligado a gatear. A un toro de lidia no se le cepilla el lomo, no se le elogian las cocardas, no se le pregunta si está listo para otro ruedo : se le abre el ruedo,se le avierte en el lenguaje que se lo ha puesto en el medio de la arena; que no se le tiene "piedad", que se ha apostado por él.
Quién sabe...El tiempo dirá, si en las últimas palabras de él y el coqueto, femenino y orgulloso ( tal vez un poco teatral en honor a él) gesto de la cabeza de ella, algo, no ha sido puesto en movimiento...La arena brilla plena de sol, hay silencio en la gran plaza, y en el aire, las palabras de ella, como un pájaro, despertaron con su canto, al toro adormecido y, por el punto áureo del momento, un destino justo y esperado ( nadie sabe de la Musa la forma manifiesta ) abre la puerta en ambos extremos del ruedo.
Una mujer lo ha tratado públicamente como a un hombre valiente. Ha sopesado su paso; es oracular y premonitorio : el camino que viene, puede ser el camino que había resignado.
Corten, desarmen todo,... con una palabra lo "retiró", le quitó el vestuario del montaje, y lo transportó "aquí y ahora" con su impecable traje azul ( tal vez no era azul la tela) y elegante corbata, a la inocencia de lo que no es pregunta ni respuesta, sino un convite al hombre sabio y recién nacido.