BORGES ( La cifra )
Si debo entrar en le soledad
ya estoy solo.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.
Sin que nadie lo sepa, ni el espejo,/ ha llorado unas lágrimas humanas./ No puede sospechar que conmemoran/ todas las cosa que merecen lágrimas.../
Del otro lado de la puerta un hombre/ hecho de soledad, de amor, de tiempo,/ acaba de llorar en Buenos Aires/ todas las cosas.
Otra cosa no soy que esas imágenes/ que baraja el azar y nombra el tedio./ Con ellas, aunque ciego y quebrantado,/ he de labrar el verso incorruptible/ y ( es mi deber ) salvarme./______________________*Y lo es ayudar a que te salves.
Cuando nos anonada la desdicha,/ durante un segundo nos salvan/ las aventuras ínfimas/ de la atención o de la memoria.../ Ocho millones son las divinidades del Shinto/ que viajan por la tierra, secretas./ Esos modestos númenes nos tocan/ nos tocan y nos dejan.
El cómplice
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo. Mi alimento es todas las cosas. Debo justificar lo que me hiere. No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.
...El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
Señor, que al cabo de mis días en la Tierra/ yo no deshonre al Ángel.
Recordar a quien duerme/ es un acto común y cotidiano/ que podría hacernos temblar.
Sé que hay un sabor que prefiere.
Sé que ha mirado lentamente la luna.
No es imposible que haya muerto.
Leerá lo que ahora escribo y no sabrá
que me refiero a él.
He ejecutado un acto irreparable,
he establecido un vínculo. (El tercer hombre)
El que juega con un puñal presagia la muerte de César./ El que duerme es todos los hombres./ Todo sucede por primera vez, pero de un modo eterno./ El que lee mis palabras está inventándolas.
De quién somos los hombres un espejo roto.
No volverás a ver la clara luna.
Has agotado ya la inalterable
suma de veces que te da el destino.
Inútil abrir todas las ventanas
del mundo. Es tarde. No darás con ella.
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Hay que mirarla bien. Puede ser última.
Somos todos. Pero fuimos hechos de a dos.
En la noche y en los brazos de muerte, alguien desteje unos hilos de la gran trama, te acerca a respirar algo que no es oxígeno, a esa ventana. Desciendes de sus brazos, sigues en la noche. Algo sucede que es puesto a dormir en tu memoria.
Pero no olvidarás nunca que la noche es una idea, un telón. Nadie vive en ella, sí detrás de ella.
Los que no dormimos, no es por insomnio : esperamos, como el perro en la puerta.
Como las pupilas del gato, fijas en las pupilas del que ama.