Lo verdadero, lo consolidaddo, lo que no puede variar porque tiene raíces determinantes, no necesita decir y preguntar todo el tiempo quién es, qué es, y si lo quieren o no. Ya fue dicho y confirmado. Parecería tener miedo de una falsedad, miedo de debilidad, despertando cierta sospecha en quien vuelve a oir los mismos argumentos con distinto vestido. No es preciso convencer ni disuadir ni persuadir : lo que es, es. Y está a la vista para quien lo quiera. Si yo debeo decirle a alguien esta es la verdad y no aquella, si debeo decirle a alguien cómo debe mirar, al momento que me calle, lo olvidará : porque no tiene raíz. Y la superficie es mudable. Recién fueron elegidas las candidaturas : dejen que se asiente el efecto, ningún viento lo borrará (lo que se puede borrar está en la superficie, y es bueno entonces que el viento lo pruebe y demuestre ). Es mejor, me parece, cuidar la "tierra", abonar, cuidar el árbol. No está mal, senatrnos en torno, reir, disfrutar, soñar, trabajar por él, mirar bien a los corazones de compañeros que juzgamos mal, mirar bien a los que juzgamos bien y nos equivocamos : conocerse desde adentro hacia afuera.

Estar todo el tiempo en pie de guerra con las palabras, por las dudas, termina por provocar el efecto contrario al deseado; sería bueno atender a ver qué pasa con esa inseguridad de perder lo merecido o poseer lo inmerecido. Más confianza. Eso, y un poco de mejor estilo en el vuelo. Los sueños de los que habla - porque están vigentes- Néstor Kirchner, ya deberían estar libres a esta altura de intrigas de palacio. Salir de eso. Si hay alegría, porque debe haberla si el movimiento es veraz en su fuerza y lo es, lo ES, transmitámosla. Es lo que más atrae, además de la verdad. Porque si estás atrincherado y arrojando misiles con las palabras y sospechando de todo, a pesar de la respuesta de la gente, parecerá que existe miedo. Y se empezará a buscar la causa, no afuera, sino en el sueño y en los soñadores.

Dolina tiene con qué apoyar al movimiento a que pertenece. Cada uno desde su lugar, si tiene con qué, tiene el deber moral de hacerlo cuando surge la necesidad. Hay cosas que ya no bastan. La ausencia elegante, ya no es apreciable. Quien puede más, no siempre es bueno que "vaya a menos". La complejidad e integridad de una persona, de sus capacidades, no pueden mantenerse siempre en los mismos límites. Hay que usar aquello que ha crecido en cada uno. Para eso creció.