El agnóstico no le da entidad al bien; sólo está integrado en la unidad de la inteligencia natural que genera el bien, por lo tanto no es amoral; es coherente e impersonal.
El discurso del mal no proviene de un agnóstico; proviene de un disidente que elige una fuerza a la que le da entidad, porque se la da a su necesidad.
La religiosidad también es impersonal; la religión o cualquier otro motor que estigma, no.
Hoy es jueves santo : pero como la vida en sí es santa, esta semana es otro de sus signos que sobrevive a muchas lecturas.
Hace un rato leí de 2+2=5 a una imagen de boca trituradora que "dice". Lástima justo hoy.
"Por los frutos lo reconocerás"; su pensamiento es un fruto envenenado : es una decisión malvada o, si prefiere, un signo inmoral; propio del cual es la incontinencia caprichosa de su abuso público, incluyendo irracionalmente a mi persona en su pobre pero dañino lenguaje. Se lo adjudico a su carencia e irresponsabilidad.
En cuanto a quién soy, no cambia por experiencias como ésta; porque aprendí a vivir con el dolor que causan.
"El signo es una cosa que, además de la imagen que infunde en los sentidos, hace venir otra cosa diversa de sí al pensamiento".
Créame, no desaprovecho la parte sana del fruto. Y, a veces, como la parte podrida, por piedad de la planta. Y, por saber qué gusto tiene y qué efectos, para reconocerlo la próxima vez. Por arte, por amor y, por supervivencia.
Al margen, estoy seducida, bajo la influencia artística y benéfica que causó esta primera muestra de la nueva creación de A.Dolina, con la ayuda de su equipo y el otro equipo, a los que anoche agradeció.