El cuerpo gira con el mundo. El espíritu tiene un movimiento que el mundo desconoce. Reposamos, nos movemos... y creemos saber cuándo y dónde. Mientras esto sucede, no estamos solos.
Una niña de 5 años camina por la vereda de su barrio. Es de noche. En el cielo brilla la Luna llena.
Ambas se miran y se sonríen. La niña corre. Cada vez más rápido. Deja de mirar el cielo yluego vuelve a mirar y piensa "te he ganado Luna, fui más veloz". Pero la Luna está a la par. La niña no entiende cómo es posible.
Nos pasamos la vida queriendo ganarle al mundo, controlar el universo, encender y apagar, acercar y alejar, apelando el derecho de autor de la propia dramaturgia, las grandes palabras decisivas que detienen o ponen en marcha... Creemos que abrimos los ojos cuando los abrimos y los cerramos cuando los cerramos... Nada de eso : todo cambia en un segundo, el vals sigue sonando, el gran salón abierto, mientras los bailarines pasan por todos los estados en los brazos del otro... Insistimos en reclamar que el otro se ha ido cuando está. Y que está cuando se ha ido. Pero ¿¡a dónde!? No manejamos nada que tenga movimiento. Somos el ser bilocado para siempre, una vez que se amó. Una vez que se jugó riendo una carrera con la Luna. Una vez que el cielo descorre su toldo y nos deja espiar. Si fue así, si es así, debe confiar en el movimiento y en el reposo. Y en que es una ilusión decir, dónde y cuándo.
https://youtu.be/W_Eo6_mnboY
Viyi el martes, 22 de septiembre de 2015 a las 08:09 PM
en La venganza será terrible del 21/09/2015 dijo: