Miro el mar y veo a quien amo. Miro el mar y mi memoria dice, aquí estuviste antes, aquí estarás después. Sin amor, sería algo maldito. Ya existe, lo que es para ser sabido y lo que no. El que amo fue escrito con signos azules y violetas, en las hojas de nácar en el libro del agua. Se cierra mi verdadera mirada - la necesaria para leer cuando el cielo se acerca, cuando entran al campo de mi alma la influencia de la luna y el sol - sin él.
El mar era antes tristeza y enemistad, un espejo opaco y frío.
No había tiempo para mi óvulo que lleva una gota de su estracto; los peces del amado, que son salados.
Porque todo el espacio debe llenarlo el tiempo, cargando con lo imposible, que justifique la superior experiencia.
El cuerpo inaprehensible yacía en el mar, lo atrajo el deseo del otro, la alegría de él. Nunca hubo dudas, ni conflicto. Él era el tiempo.
Él es el tiempo y otros son los frutos. Los frutos dorados del primer día en que pude decidir...