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La venganza será terrible del 22/04/2016

Comentario #66621

Viyi

Viyi el domingo, 24 de abril de 2016 a las 12:22 PM en La venganza será terrible del 22/04/2016 dijo:

Aquí suelen venir seres como perro cimarrón donde huele carne viva o, a ver si hay algo interesante para destruir antes incluso de ver qué es, por las dudas; incluso por las dudas que sea algo bueno. Pero, así es una parte de la especie humana.
Donde está Dolina, siempre hay alguien y algo vivo.
Dos corrientes enfrentadas generan un gasto extra de considerable exceso a quien más que moverse entre ellas, las genera en sí mismo.
Si algo afectaba el aire de Dolina - aún siendo un excelente nadador es mejor artista - es el gasto de esa respiración : entre el pesar, la honestidad y la preocupación por la legítima espectativa del público, público que iría reconociendo en el transcurso de las dos horas (aunque él tomó antes una decisión al respecto).
Volver a encontrarse en La Plata; ¿con quién?, ¿estudiantes, profesores, clase media, nueva gente, pueblo platense en general...?
Después de lo ocurrido en nuestra patria, reencontrarse conllevaba un alto voltaje de ansiedad; un leñito más al fuego, lo echaba la no gratuidad del acceso. Creo que si la respiración de Dolina no hubiera denunciado su espíritu involucrado, me habría decepcionado.
Hay un disco de Cabernet cuya portada es una mano de seis dedos (ellos eran seis entonces y el número de dígitos podría ser metáfora de uno o dos significados más) : hoy, la imposibilidad salvo excepción, de dedos supernumerarios es como la posibilidad de que Dolina y la representación de Dolina, desafine. Incluso en las fallas, está su presencia o el miedo del responsable; está el hombre "en" el arte y la distancia necesaria para que pueda apreciarse.
La carta del final, fue por elevación, entre el pudor del hecho y la petición, una explicación y disculpa por el costo de la entrada. Darla él ("el negro Dolina") - como si fuera necesario entre "familia" y "argentino" que se "tocan" - también lo afectó : tal vez como Anteo echó mano de la Antigua Arena varias veces - en la repetición les estaba pidiendo que ellos también echaran mano - Buscó menos la sorpresa artística y más la honestidad... Dolina sigue creciendo.
¿Que el público se reía menos?... no, de otro modo : lo escuchaba más.
Ejemplificaron (y el público presente era capaz de esa comprensión) que "frotarse" y saludarse entre gritos y risotadas es típico de los actores : y existe también un público que actúa de público y un público que sólo es persona. Me parece que este último, fue el público del viernes 22 (el día de la Tierra). Y Dolina - si es Dolina - tuvo que percibirlo.
Barton (caramba con ladrillo caliente y con la manta marca) al pie y al vuelo : artista, educador, amigo, atento (un abrazo largo).
No estoy de acuerdo (y aquí no fue sincero) con el milagro de volar no trasladado a otras expresiones : porque ¿para qué volaríamos? la Naturaleza es funcional siempre. Y sería lo contrario un humano volador, a menos que le quitemos los huesos, el diseño, la piel, el propósito... Claro que si el pueblo nuestro se irguiera y diera un salto cuántico lo más parecido a un vuelo, sería en el sentido no opuesto a nuestras necesidades... un verdadero milagro sin desplazamiento.
¿Se puede alguien sentir orgulloso de proyectar alguna verdad sin darse cuenta? - condición de la verdad que conoce la imperfección humana, es que no sepamos que está ocurriendo... Puede a través del otro, del efecto exterior y ese derrame dorado y tibio en el plexo, que es interior, llegar después como un consuelo y un estímulo. Siempre se ha sacrificado el ego cuando eso ocurre.
No hay bombos y platillos ni risas celebrantes como pólvora china. Hay, lo que debe haber. Cuando se ha servido a algo, cuando el ofertorio "voló" por encima y más allá del resultado.
Me siento orgullosa (y su mamá, su mujer, sus amantes, sus hijos, sus compatriotas, el cantor alto y sonriente diciendo "¡negro...!" con honda satisfacción desde el fondo del pasillo) de Dolina : son para él las "cinco monedas" y para el Teatro los ciento cincuenta pesos en... calderillas. Porque ¡qué precio puede ponerse a lo que no tiene precio!