"Alumbra muy bien, Juan Alberto querido."
No estuvo un poco caída; estuvo peligrosa, para un "huidor" profesional y, para alguien que no quiere huir, porque el lugat donde está donde llegó, debe iluminarse, debe vivirse.
Badía llegó donde se conocen otras verdades. Y las conocidas reciben otra luz.
Ambos estaban en la línea del fin de las simulaciones, por muy artísticas que fueren.
Dolina se sintió muy incómodo en esa línea; en algún momento, angustiado.
Por un momento Badía se decepcionó; por que de qué sirve lo aprendido, lo vuelto a iluminar, si con un amigo y artista ( el arte está por lo que falta) no lo puedo capitalizar, si no me ayuda a capitalizarlo, si no lo acepta, si no lo puedo llevar a lo que hago- posible sentir de Badía.
Salieron de esa línea; Badía retrocedió. En un momento Dolina sintió cierto remordimiento, y esbozó, amagó, concedió, un paso, una grieta a esa proposición y necesidad implícita de Badía.
Pero son amigos, o eso fue amistad : eso qué ? Que ambos retrocedieran y siguieran en un terreno neutro, convencionalmente amable, proclive a la risotada o la sonrisa.
¿"Por qué te mentiría"?
Por lo mismo que Serrat dijo que sí.
Eso es amistad.
Pero también, que alguien mejore lo que sos y lo que hiciste.
Y que si puede empeorarlo, no lo haga sin amadrinar/apadrinar, la culpa.
Querido Alejandro Dolina. Yo sé que a solas, le habría permitido al amigo, levantar el farol. No habría huido.