En la mitología griega, la ambrosía era el alimento de los dioses. En la mitología de las pampas, si es que existiera, su lugar sería ocupado por la molleja, esa pequeña glándula de los vacunos que solamente con un poco de limón y a la parrilla podría desatar una guerra de Troya entre los comensales.
Si bien es cierto que cuando “talla” el estómago es inútil explicar los fenómenos sensoriales con tecnicismos, “la molleja está constituida por el timo, glándula integrada por una porción cervical y una porción torácica, la que se ubica a ambos lados de la tráquea, lobulada y de color amarillento pálido”[1]. Esto quiere decir, en buen criollo y como lo promocionan los carniceros, que existe una molleja “de garganta” y otra “de corazón”. Ambas son mollejas, aunque la de la región cervical presenta un aspecto más “glandular” y la otra porción una consistencia más grasosa. En raras ocasiones algunas carnicerías también venden “falsas” mollejas obtenidas a partir de las glándulas salivales del vacuno aunque es tan difícil su extracción y tan pequeño su tamaño que el producto es prácticamente inviable.
http://www.fondodeolla.com/nota/14343-mollejas-el-caviar-argentino/