Hoy ocurrió algo extraordinario.
Como lo hago diariamente, salí caminando por el parque junto a mi perro Moro rumbo a la panadería en busca de nuestros desayunos.
Ya de vuelta, cuando llegábamos a una transitada calle, veo que un tipo en bicicleta arroja una factura al aire buscando que Moro la alcance. Éste, reaccionó tal como su instinto lo indicó, elevándose unos 170 cm y cayendo abruptamente en el capó de un automóvil.
Al tipo de la bicicleta no lo vi más. El del auto se bajó increpándome con vehemencia, exigiéndome que le entregue mis datos porque mi perro destruyó parte de su vehículo.
No tenía como defenderme puesto que efectivamente mi can no estaba con correa como debiera ser, sobre todo llegando a una esquina.
Luego, ocurrió lo impensado. Un hombre, con lágrimas en los ojos, vino y me abrazó, diciéndome que el tipo de la bicicleta y Moro salvaron a sus hijos de quedar aplastados por el distraído conductor, que, cosa que supe luego, iba conversando por celular.