Angie : toda mi vida primero me aprovisioné de palabras, colmados borradores eléctricos embriagantes, dictados de alguna parte de mí o hacia mí, para ser tendidos al otro; luego fui al silencio, el que depura, pasa en limpio. Años permanecí en silencio; cuando empecé a hablar, mis palabras resultaron inconvenientes, por eso de nivelar para abajo, de subestimar al interlocutor, del "cuidado" : en la escuela hay que hablar como se habla en la televisión, valerse del código convencional y burgués del ruido seguro, y a los "pobres" ¡ ni se te ocurra hablarles "invitando a sus inteligencias de las que carecen", el superior se dirige al inferior como a un animal o a un débil mental, incluso como a niños en la peor acepción del término"!
No transar con la palabra, negar el ser que viene a la palabra a decir, el apasionado respeto por ser veraz sin otro propósito, tiene un costo, a veces tarda en irse el dolor. ¿Cómo sé que no me equivoqué? : porque ilumina.
En la escuela hablo lo que el otro necesita oir, lo que puede estimularlo a despertar, a pensar y sentir. De algún modo sé lo que debo decir; cuando eso sucede, estaré expuesta. Alguien dijo "soy responsable de lo que digo no de lo que el otro oye". LO que me alienta, es que dentro del gran grupo, hay alguien que escucha, que necesitaba esas palabras, ese trato.
Gracias Angie.
Virginia el lunes, 28 de febrero de 2011 a las 02:58 PM
en La venganza será terrible del 25/02/2011 dijo: