"Yo les deseo a todos ustedes que cada palabra que digan sea recibida, procesada, devuelta, con amor y con buena fe."
Pudo decirlo al público uruguayo, como al chino, casi da igual. Porque Dolina es universal, argentino pero universal. Como el público sin importar dónde nació es también universal, lo escuchará en su universalidad. Habrá comunión desde esa universalidad. La palabra es lo que dice, pero Dolina es lo que suena en lo que dice : y allí está el don, como él mismo lo reflexionó y enunció.
Y habrá algo mayor, habrá amor desde su individualidad.
El público es gente. Y el lazo más poderoso y difícil con la gente no es como la mayoría cree, intelectual.
Simplista sería afirmarse en ese razonamiento para predecir.
Captar intelectos así como captar instintos, garantiza o promete adquisición de influencia y a su través poder, siendo este impersonal y mudable.
Pero el lazo amoroso y moral, el de la inteligencia que unidireccional tiende y propende al bien, vibra en la fusión invisible y vital, libre en tanto desmaterializada. Y es, una de las grandes e inconfesables codicias del poder; frustración combatida por el poder.
Nunca Dolina dejará de ser escuchado. El arte de esa fusión vibrante, es un arte de vivir.
Quienes ya tienen a Dolina con esa semilla en su corazón, se manifestarán a favor de ir tras la superioridad intelectual y otros por la excelencia del saber. Quienes lo contienen en su intelecto, se manifestarán a favor de ir tras los sentimientos, algunos por la superioridad de la lujuria sobre el monje, otros por la excelencia de la fraternidad sobre el artista sensual. Y mientras compiten y discuten, escuchan, acuden, se reúnen por él ( más amorosos, más educados, más sensibilizados, inconscientes de ese hecho ) por distintos Dolinas en el mismo Dolina, el tiempo pasará compartido con su arte de ser y el ser que comparte en su arte. Claro que pasará y nos moveremos con él : pero no pasarán esos lazos; al contrario.