....Después de tanto tiempo, y tomandolo con cierta distancia, no logro entender la legitimidad de los grandes medios de comunicación. Son como la institución eclesiástica, cuyo discurso en el tiempo ya no tiene cabida, ni razón de ser más que la que tiene por tradición y poder, institución que se beneficia de la incapacidad propia de evolucionar frente a la creciente tijera de la postmodernidad; ante la actitud crítica los gajos se deshilachan, su base ideológica se ramifica en la extensión de la renta.
No entiendo esa interminable presencia de los medios que se multiplica en otros, que repiten lo que se repite y no salen de lo mismo por lo mismo, volviendo lo distinto igual y lo genuino banal, porque, justamente, en la virtud de multiplicar se pierde el aura, y en saber lo que se oculta en velar la verdad, por sobreabuncia de verdad e información. ¿Por qué no mejor cortar el cable de una vez por todas, una aunténtica revolución que deje caer la guillotina sobre toda esa peste maniquea audiovisual, y no en la promesa de reeducar a nuestros niños en la pureza moral e intelecutual de diferenciar la verdad de lo falso, lo malo de lo bueno, lo brutal de lo poético? No es más fácil acabar toda esta mierda monumetal que propaga la televisón, aún cuando lo pequeño, la perla del basural emita un destello ínfimo en medio del lodazal? No perdemos demasiado por tan poco?
Quiero que los medios tenga terror, aunténtico pánico de desaparecer, que se les acabe el negocio de la verdad, y la libertad de expresión a cambio de una educación moral inexistente, de una legimitimad nula para dar presencia a la verdad.
carracho el viernes, 30 de agosto de 2013 a las 11:10 AM
en La venganza será terrible del 29/08/2013 dijo: