Me gustó El Árbol de la Vida, con Brad Pitt.
La siento así : una película física que se va experimentando y percibiendo como carne creciendo en torno a una energía ciega que iremos reconociendo como propia, primero pasaremos por ese cuerpo. Las escenas hablan como nos habla el cuerpo, sin el dominio de la razón... Una opresión en el vacío que se irá llenando hasta ser estómago, yendo de interpretación en interpretación. Así el dolor por la exigencia en cada imagen acosa, presiona despertar el sentido que duerme y es el observador que tiene que nacer para que ella viva, con cada parte del tejido de la película que se va poniendo. Esa materia densa en bruto no explica sino en la medida que se construye y madura e ilumina el psiquismo del que carece. Encarna y descarna a cada rato, delira, desanima, va muy densamente hacia algo que todos deberemos alcanzar. Es como ponerse el cuerpo para nacer y luego quitárselo para morir. Y tener tiempo de verlo, de mirar por segunda vez, y reconocer la experiencia y la libertad. Al final de la película perdiste el cuerpo. Y el alma está sola otra vez como al principio. O no. Es tu experiencia del amor.
Mi descripción no te sirve, pero así me afectó. Tal vez, yo sólo soy fascinable. ;-)