Transcripción automática
0:00:00 Continuamos desde el auditorio de Radio del Plata, estamos en la calle Gorriti 5963, entre Arevalo y Rabiniani, mañana también, el lunes también.
0:00:12 Esperencias a la puerta.
0:00:13 Sí, tarda un tiempo.
0:00:15 Sí, tarda.
0:00:18 Señores, vamos a hablar acerca de la vida en el Palacio de Versalles, en la época de los tres luices que allí vivieron, Luis XIV, Luis XV y Luis XVI.
0:00:35 Hemos contado algunas veces que los reyes observaron o hicieron observar costumbres y reglamentos muy precisos prácticamente inmodificables.
0:00:49 La transgresión de aquellas reglas de etiqueta provocaba escándalos que se comentaban en toda Francia.
0:00:57 En fin, también habíamos dicho o nos habíamos olvidado de decir que en realidad toda aquella etiqueta, esas normas impuestas, por Luis XIV en realidad,
0:01:08 no era nunca fricho sino que era un modo inteligente que tenía el rey de imponerse ante los varones, de imponerse ante los nobles,
0:01:17 crear una especie de ansiedad por estar exactamente en regla y desviar la atención en este solo sentido.
0:01:25 Y en la época de Luis XIV los nobles no se ocupaban de otras cosas que no fuese el cumplimiento estricto de las normas cortesanas del Palacio de Versalles,
0:01:35 cosas que no ocurría en otros tiempos donde los nobles más bien se la pasaban conspirando y el poder del rey siempre estaba en entredicho.
0:01:46 Como en la Corte Rusa sin el mal de claro.
0:01:48 Bien, contemos ahora otras cosas de Versalles.
0:01:53 Los amientos eran siempre escasán y claro, si vivían 4.000 personas en aquel Palacio, por más que se trata de un Palacio Grande,
0:02:02 estábamos todos medio apretados como perejiles en maceta.
0:02:06 Y los nobles no pensaban otra cosa que en sacar el mejor partido de las estrechas ocasiones que el rey ofrecía.
0:02:14 O tener un apartamento en el Palacio era un favor muy solicitado.
0:02:18 Y quedar fuera, porque muchos nobles quedaban fuera, era considerado una desgracia,
0:02:25 una de las peores desgracias que le podían suceder a un noble en aquel entonces.
0:02:29 En una oportunidad, refiriéndose al marqués de Saint Germain, Luis XIV dijo,
0:02:35 ese hombre no dispondrá de alojamiento en Versalles mientras yo viva.
0:02:40 Y Saint Germain desapareció, o mejor dicho, se suicidó, sólo por no tener un apartamento en Versalles.
0:02:48 Había duele los disputas judiciales, todo por conseguir una habitación en el Palacio.
0:02:55 En una oportunidad, ya bajo el Reynado de Luis XV, la marquésa de Pompadour se quejó ante el Reynado
0:03:03 por tener que subir 12 escaleras para visitar.
0:03:07 La marquésa Pompadour era amante del rey.
0:03:11 Y en Versalles había un ascensor, un primitivo elevador a cuerda, que cuatro hombres accionaban manualmente.
0:03:20 Sí, que no había maquinalidad, no encuentro ni agua.
0:03:24 Subía, se apretaba ese botón, o a lo mejor no apretaba ese botón, por ahí gritaba.
0:03:28 Arriba.
0:03:29 Arriba, arribeño.
0:03:31 Y los tipos que estaban ahí tiraban de la soga, te subía, no te bajaban, no sé.
0:03:36 El rey nunca subía a ese ascensor, nunca.
0:03:39 Ni tampoco permitía que lo hicieran su querida, porque calculaba y calculaba bien
0:03:44 que el soborno de algún intrigante bastaba para que los encargados de las cuerdas
0:03:48 las soltaran en pleno recorrido y adiós mi plata.
0:03:52 En cuanto a la moda, Versalles consagraba el criterio a seguir.
0:03:58 A comienzos del Reynado de Luis XIV se estaban de moda las calzas
0:04:03 y los jugones, que eran las prendas favoritas de los caballeros de esos tiempos.
0:04:08 Los excesos y adornos señalaban riqueza y creo yo que también mal gusto.
0:04:14 El propio emolía se burló de aquellos cortesanos.
0:04:18 Escribió nuestro amigo Juan Bautista.
0:04:22 Cito, Amoreal.
0:04:24 Allí están esos marqueses que visten en lugar de calzas un guardarropa tan extenso
0:04:29 que puede cubrir el tiempo desde la creación hasta el día del cuicio fita.
0:04:35 Los zapatos eran tan enormes y tan aparatosos y hielo de adornos
0:04:40 que obligaban a sus portadores a caminar con la gamba abierta
0:04:46 y muy lentamente para no caerse.
0:04:50 Entonces se usaba bastón.
0:04:52 El propio Luis XIV impuso el uso del bastón
0:04:56 que en realidad no se brilla más que para salir de los problemas que creaban los zapatos demasiado grandes.
0:05:04 Entonces ya andaba el tipo con el bastón caminando con pasitos cortos, las patas muy abiertas.
0:05:10 Como un esqueador.
0:05:11 Sí, sí, como un esqueador exactamente.
0:05:14 Y además ese era un modo de andar que estaba de moda
0:05:18 porque en aquel entonces se ponían también de moda formas de caminar.
0:05:24 En lo referente a las pelucas eran muy pesadas y voluminosas.
0:05:30 Pesaban un kilo.
0:05:32 Una peluca pesaba aproximadamente un kilo.
0:05:36 Y para encajquetarse bien la peluca, la mayoría de los cortesanos se hacían rasurar el marote.
0:05:43 Para ir a la cama imagines usted se sacaba la peluca porque si no se dañaba.
0:05:50 Así que la impresión que producían estos señores con las miras que lo acompañaban era un poco detestable.
0:05:58 El tipo de saca la peluca y queda con el marote ahí pelado.
0:06:02 Un poco sucio con la goma.
0:06:05 La goma y un tal.
0:06:07 Allá por 1670 Luis XIV estaba muy gordo.
0:06:12 Por tal motivo vestía ropas muy holgadas que le permitían disimular un estómago excepcionalmente enorme
0:06:21 como se comprobó después cuando lo hicieron la autopsia.
0:06:24 Parece que el estómago de Luis XIV tenía dos veces la dimensión del estómago de una persona normal.
0:06:31 Pero bueno el caso es que vestía ropa holgada.
0:06:34 Al poco tiempo todos los cortesanos, imagínese con los alcahuetes que eran, incluso los más flacos,
0:06:41 imitaron a Luis y recorrieron los pasillos sosteniendo unos pesados vestidos que eran anchos.
0:06:48 Se les enredaban por todos los picaportes.
0:06:51 Inventaron el rap en esa época.
0:06:55 En cuanto a las damas, la verdad es que la moda la imponían las queridas reales,
0:07:02 las amantes del rey y Nora Reyes.
0:07:05 En Versalles una dama de las altas esferas no podía menos que usar tres faldas, tres polleras.
0:07:13 Era de riguros etiquetas usar tres polleras.
0:07:17 Sí, señora, sí.
0:07:19 La primera, quiero decirla, que uno ve, la primera que uno quita.
0:07:23 La exerna, sí.
0:07:24 Se conocía como la modesta.
0:07:27 Me voy a sacar la modesta, decía una vez.
0:07:32 Estaba la más adornada naturalmente, con muchas cintas.
0:07:36 La segunda que estaba abajo era la tramposa.
0:07:41 Y la tercera, la más difícil de apartar por los amantes era la secreta.
0:07:48 O sea que era la modesta, la tramposa y la secreta. Deténgase.
0:07:53 Cada una de estas prendas tenía una combinación distinta en su atadura
0:07:59 que solo los maridos y los ayudantes de cámara conocían.
0:08:04 Me diría que saber cuál venía con botones, con pasamanos, con un nudo.
0:08:12 Era una oportunidad a un amante del rey, Luis XIV, madame de Fontàgio.
0:08:19 Era muy bonito y se sacó una liga de encaje y ató su pelo levantándome sobre su cabeza.
0:08:27 Y le quedó un peinado alto.
0:08:29 A Luis le hizo mucho, entonces todas las damas de la corte quisieron peinarse a la Fontàgio.
0:08:35 Y pocas pudieron porque lo primero fue una deliciosa improvisación,
0:08:40 pero después se armó una cosa llena de cuestiones complicadas.
0:08:45 Rataban de hacer el peinado lo más alto posible.
0:08:48 Y hacían construcciones altísimas, con alambre y rulos pegoteados.
0:08:56 El rey terminó por detestar esta moda.
0:08:59 No le gustaba aquello, no?
0:09:02 Una porquería, una enchastre de goma arabica, en grudo, en fin.
0:09:06 Además jugaban a ver cuál de las damas tenía el peinado más alto
0:09:10 y andaban agachándose cada vez que pasaban por una puerta.
0:09:14 La cocina en Versalles era una complicación.
0:09:18 Los tres luces que vivieron en Versalles se encargaron de administrar la huerta del palacio.
0:09:24 Luis XIV quería que le sirvieran espárragos en diciembre, melones en julio y arvejas en mayo.
0:09:30 Fueron necesarios siete años de paciente labor para obtener esos frutos en tiempos precisos.
0:09:36 El rey mismo laboraba en la quinta, andaba ahí agachado, laborando.
0:09:41 Comía mucho, Luis XIV, se le gustaban las arvejas y los huevos duros.
0:09:46 Dice la Marquesa de Sevignier.
0:09:48 Cuando llegaba el tiempo de las arvejas, el rey no resistía el placer de satisfacer su gula.
0:09:56 Devoraba tantos platos de arvejas que al otro día caía enfermo, caía.
0:10:02 Sin embargo, su furor continuaba en la madrugada y la reina solía encontrar algunas arvejas en la cama.
0:10:10 Se llevaba arvejas a la cama al rey para comer.
0:10:15 Por ahí se le caía alguna.
0:10:19 Y la reina decía que es eso y el rey decía una arveja, mi amor.
0:10:24 De todas las frutas triunfaba la pera.
0:10:28 La quinta contaba con 300 variedades de peras. Cada una de ellas bautizaba por el rey.
0:10:34 Mira si le va a poner el nombre a cada pera.
0:10:38 La especialidad de Luis XIV era el cultivo de la Bergamotarallada.
0:10:42 Y ustedes pueden ver en el hall de la radio.
0:10:48 Las naranjas que venían de Grecia.
0:10:52 Qué raro que las naranjas venieran de Grecia estando ellos en Francia.
0:10:57 En Grecia no conocían las naranjas.
0:11:00 Te recuerda el primer capítulo del bellocino de oro.
0:11:06 Los navegantes griegos llegan a España.
0:11:11 Y lo primero que les sorprende son aquellas frutas doradas.
0:11:16 Quizá no eran otras cosas que las famosas manzanas doradas de las Eperias.
0:11:22 Quizá no eran otras cosas que naranjas. Pero ellos nunca habían visto naranjas.
0:11:26 Así que como ahora en la tránsita de Grecia que estamos jugando.
0:11:30 No hay seriedad.
0:11:35 Bueno, pero traían naranjas de Grecia para las damas.
0:11:41 Que decían que las naranjas ponían los labios más rojos.
0:11:44 Y es verdad, pero por la cáscara.
0:11:47 Si pasaban cáscara por el escracho y le ponían los labios rojos.
0:11:53 Hasta boqueras se le hacen a los labios rojos.
0:11:56 Que andan comiendo mandarina.
0:11:59 O los higos.
0:12:03 Fiestas embarzadas.
0:12:06 Allí empezaron a utilizarse los fuegos de artificio.
0:12:10 Bueno, tan buenas fiestas no serían si hay que tirar canitas agradoras.
0:12:14 Pero abundaban las fiestas de rifraz, los baile de báscaras.
0:12:19 Mucha de hombres de bailongos.
0:12:23 Para entrar bastaba con presentarse rifrazado y dar tu nombre.
0:12:28 Si vos venías en mascarados y decías soy el príncipe de Condé.
0:12:33 Nadie te pedía documento.
0:12:36 En una oportunidad Luis XV apareció junto con seis amigos a la fiesta.
0:12:40 Todos disfrazados de árbol.
0:12:43 Era un bosquecillo.
0:12:46 Y resulta que nadie sabía cuál de ellos era el rey.
0:12:49 ¿Cuál será?
0:12:51 El ciprés, el plátano.
0:12:54 La tipe.
0:12:57 El palo borracho.
0:13:00 Pero el rey hacía eso a propósito porque se había un atentado.
0:13:04 Entonces los criminales no sabían a quién, qué árbol talar.
0:13:09 En tiempos de Luis XVI y María Antonieta, la etiqueta, los festejos, las costumbres,
0:13:15 se vinieron abajo.
0:13:17 Primero por la crisis que vivió Francia y segundo porque realmente Luis XVI era un tiempo muy sencillo,
0:13:22 no le gustaban a esas cosas.
0:13:24 Era tímido.
0:13:26 Se despojó de todo lo sumptuoso, encargó a sus astres que le hicieran ocho trajes
0:13:32 de simple lara, painada y chau.
0:13:35 El salón de Luis Catoro, donde se jugaba la lotería,
0:13:41 se convirtió en biblioteca y también construyó un taller.
0:13:46 Luis XVI era muy aficionado a la serrajería y a la reparación de relojes.
0:13:52 Se modificaron también las ceremonias.
0:13:56 Alguna vez contamos aquí cómo despertaban a los reyes.
0:13:59 Venía uno que era encargado de sacudirlo, el otro lo painaba,
0:14:03 el otro le ponía a los cazosillo.
0:14:05 Ya después de Luis XVI no se dispuso una comitiva enorme para esa tarea.
0:14:12 Para terminar digamos que tampoco María Antonieta soportó la rigidez de Versales.
0:14:20 La ceremonia que tenía para que la vistieran dejó de existir.
0:14:25 Una mañana ella estaba muerta de frío esperando que la vistieran
0:14:29 y el encargado que tenía que vestirla no llegaba.
0:14:33 Y la reina allí esperando.
0:14:37 Y al final dijo más, sí, me he visto sola, lo cual era una grave infracción.
0:14:43 Pero en otro tiempo era muy rígido esto, la reina de Francia.
0:14:47 Se moría de sed, si el encargado de servirle la bebida no lo hacía tiempo.
0:14:53 Tenía rigurosamente prohibido servirse ella misma.
0:14:57 Así que si tenías ganas de caviar algo...
0:15:06 ¿A quién quiere que dedicamos este catálogo de costumbres de Versales?
0:15:13 Estaba pensando Alejandro que a la maldita extranjera como le decía María Antonieta,
0:15:18 se mereció una dedicatoria por los brazos porque uno de los problemas de vestirse sola
0:15:23 o una en esa época era que la botonadura estaba detrás.
0:15:26 Y esto lo preferenciaba a los botones de hombres de mujeres.
0:15:30 Así que imagínense la pobre mira lo que habrá tratado de imponerse el corceo de fierro
0:15:33 con remates y tornillos que le correspondería.
0:15:36 Pero estaba pensando más bien en todas esas otras gente,
0:15:40 ese montón de que usted hablaba, esa multitud que serían de los 4.000,
0:15:44 serían digamos 2.500, por lo menos ese montón de adultos,
0:15:48 que en realidad estaban en la corte para no estar en otro lado realmente.
0:15:51 Estar en la corte garantizaban no estar en la guerra,
0:15:53 estar en la corte garantizaban estar en la tierra cultivándola o vigilándola.
0:15:57 Estar en la corte significaba enudir los impuestos porque no había donde ir a cobrarlos.
0:16:01 Estar en la corte significaba estar cerca de la oreja del rey
0:16:04 para abatirle las miserias que supusieran algún tipo de mejoramiento.
0:16:10 Convegamos también que la eventual humildad del 2016
0:16:14 tenía que ver con que ya no quedaba pago en toda Francia.
0:16:17 Así que mucho menos iban a quedar sacridores por ahí dando vueltas.
0:16:20 Estaba pensando que de algún modo había lo que no era tan malo en eso
0:16:24 porque uno sabía por lo menos que estaba todo centrado en torno de la misma ficción.
0:16:28 Alguien a quien supuestamente Dios había desilimado
0:16:31 hasta el punto que le daba a dos estómagos como el caso de 2014
0:16:35 y que esa era la persona sagrada y que en torno de esa mitología se iba a desarrollar todo.
0:16:40 Pensaba en las cosas que nos trajo el republicanismo y occidente
0:16:44 donde en qué lugar podría poner uno un lugar donde estuvieran tan claras las cosas
0:16:48 y probablemente sería la mezcla de alguna feria industrial y la televisión,
0:16:53 una especie de mezcla de ambición, de dinero, de vanidades,
0:16:58 de cosas que pasan con el tiempo y los valores verdaderos.
0:17:01 Digo, sin ningún tipo de alarde, aquellos valores en los que uno se constituye,
0:17:05 en los que uno se va forcando y con los que uno quiere morirse,
0:17:08 quedan siempre en otro barrio.
0:17:10 Frente a eso, un enorme palacio lleno de lujos y lleno de cosas extrañas,
0:17:15 puede ser atractivo para mirarlo.
0:17:17 Ahora para vivir, usted déjenme a mí con mi vieja casa.
0:17:20 Y vieja casa es el balancecito que va a cantar el mundo rivero.
0:17:31 "...y en el casi murido del mundo,
0:17:42 residence de IXVI,
0:17:47 de los cereales mismos de mis ecov Touch Lan Suzuki."
0:17:57 El oleado de plantas te cubre el pollaje de un viejo parral
0:18:03 El alojí de verdeado de mudo recuerda las cosas que no volverás
0:18:12 Vieja casa de De Barrio Santelmo tu recuerdo es diviesa de hogar
0:18:20 Dejos me llegan las doble queridas entorces por donde estarán
0:18:26 Y en mis ojos cansados de pena dos largas tierras quemando al rodar
0:18:35 Vieja casa con muros de adobes, un recuerdo de infantes los años mejores
0:18:55 Vida blanca color de inocencia el alb sin sombra de pelidológen
0:19:02 Que no tal que me traes vieja casa y si vas a ser niño volver a jugar
0:19:10 Olvidarme que existen el mundo el cielo sin sueño de la realidad
0:19:19 Vieja casa de De Barrio Santelmo tu recuerdo es diviesa de hogar
0:19:27 Dejos me llegan las doble queridas entorces por donde estarán
0:19:34 Y en mis ojos cansados de pena dos largas tierras quemando al rodar
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