Transcripción automática
0:00:00 Bien, hablaremos un poquito de las aventuras de Ulysses. El finado Ulysses también conocido como Odiseo.
0:00:09 Ya se sabe que terminada la guerra de Troya, este muchacho volvió a su casa, a su isla de Itaca, una isla cuya ubicación todavía hoy se discute, y no le fue sencillo encontrar el camino de regreso.
0:00:24 Inspirado en las peripecias de este hombre, Homero escribió la Odisea, y se llama justamente Odisea por su protagonista Odiseo.
0:00:35 Anduvo por ahí, ya todos ustedes conocen muchas de sus aventuras, y nosotros vamos a acercar nuestra atención a algunos aspectos de esa aventura, y finalmente desembocaremos en el regreso del tipo.
0:00:51 El regreso de Ulysses, de Odiseo a su patria, a Itaca, donde lo esperaba famosamente su mujer Penélope.
0:01:00 En el medio del viaje, hubo una estación que vale la pena recordar. Fue en la isla de Ea.
0:01:09 Esa isla cuyo nombre parece una invocación. Ea. En Ea, la isla de la Aurora, vivía Sirse, la maga Sirse, la hermana de Eetes, el rey de Colquíe, de larga fama en este lugar.
0:01:27 Sirse era una hábil hechicera, hábil y malevolente, la mayoría de las veces.
0:01:36 Pues llegó Odiseo con su nave a aquella isla de Ea, tiraron suerte para que uno de ellos se bajara a investigar, antes de efectuar un desembarco general.
0:01:50 Le tocó a Euríloco, junto con otros 22. Es decir, se bajaron de entre todos los tripulantes, 23, uno de los cuales el jefe era Euríloco.
0:02:02 La misión que tenían era examinar la isla y cerciorarse de que no hubiera peligro para un desembarco general.
0:02:08 Muy bien. Anduvo por los alrededores, encontraron algunos lobos y aún leones rondando por los bosquecillos, pero estos animales no atacaban. Parecían de una curiosa mansedumbre.
0:02:24 Finalmente vieron un palacio, bastante bien puesto, por cierto, y en la puerta una dama, que no era otra que Sirse.
0:02:34 Sirse les dijo a aquellos exploradores las siguientes palabras.
0:02:39 Pasen, pasen, desean comer algo, con mucho gusto los atenderé, etc.
0:02:45 Euríloco sospechó algo y en lugar de entrar se quedó espiando por una ventana.
0:02:52 Pero los otros 22 que estaban un poco hambrientos se metieron al palacio y fueron agasajados por Sirse.
0:02:59 Sirse sirvió comida, pero esta comida y también algunos, algunos vinos y algunos licores que servía, estaban contaminados por unas ciertas drogas que ella bien conocía, como maga que era,
0:03:17 y al ratito nomás los marinos se durmieron, los 22.
0:03:22 Cuantito se durmieron, Sirse sacó una varita mágica que tenía escondida en el bolsillo y los tocó a estos 22 marinos y los convirtió en chanchos.
0:03:35 Podría decirse, como decimos muchas veces, que muchos de ellos fueron muy fáciles de convertir porque ya venían con el trabajo hecho por la mitad.
0:03:47 Una vez enchancecidos los marinos, Sirse los encerró en una posílega, donde sino, y allí los dejó revolcándose e incluso por piedad o por cortesía o por hospitalidad, les piró una que otra vez otra.
0:04:06 Todo esto fue visto por Euriloco, que inmediatamente al comprobar esta desagradable metamorfosis de sus compañeros, le dio corriendo y fue a contar lo sucedido a Odiseo que estaba en la nave.
0:04:18 Le dijo, bueno, hay una maga y una señora que ha convertido a todos mis compañeros en chanchos.
0:04:25 Odiseo tomó su espada y salió muy decidido, pero no tenía plan ninguno.
0:04:30 En uno de los bosquecillos encontró nada menos que con Hermes, el dios de los pies alados.
0:04:36 De los pies alados, no de los pies salados.
0:04:40 Los pies alados los tiene cualquiera.
0:04:43 ¿Quién era que más a la playa?
0:04:45 Lo difícil es tener los pies alados, es decir con alas.
0:04:50 Hermes, que era un dios del olimpo, le dijo que aconsejaría no atacar sin plan ninguno.
0:04:57 Yo puedo ayudarte porque tengo un remedio.
0:05:01 Es una flor blanca llamada Molly.
0:05:05 Con solo oler esta flor, quedaras a recuerdo de cualquier hechizo y de cualquier hechicera.
0:05:13 Bueno, Odiseo tomó la flor blanca llamada Molly que le había regalado el dios Hermes y encaró nomás para el palacio.
0:05:23 Se repitió la esena anterior, Circe en la puerta, quiere pasar a morfar algo, como no, con mucho gusto.
0:05:30 Circe, aquí unos quexitos, un sadamen, un vinacho.
0:05:37 En un momento dado, Circe ya impaciente, o vio que el tipo no se dormía, sacó la varita nomás y lo tocó.
0:05:45 Y le dijo, ve a la posilga, cerdo.
0:05:49 Pero Odiseo quedaba tan humano como siempre.
0:05:53 Y Circe entonces le preguntó, ¿cómo no te volvés chancho?
0:05:57 Y Odiseo le dice, bueno, he olido la flor Molly y no me volvés chancho.
0:06:02 Y ahí nomás sacó la espada.
0:06:06 No solo no me volvés chancho, sino que andá rompiéndole chiso a mis compañeros, porque si no, tensiarto con esta espada como churrasco de croto.
0:06:19 Circe le dijo, bueno, si me perdonas, te recibiré en mi lecho y reinarás en Ea conmigo.
0:06:31 En Ea.
0:06:32 Odiseo le hizo curar que no intentaría otra, otro hechizo.
0:06:39 Le hizo liberar no solo a todos sus compañeros, sino a aquellos marinos que en épocas anteriores habían sido víctimas de las trampas de Circe.
0:06:49 Y se quedó en Ea.
0:06:51 Muy contentos, los compañeros de Ulises, de Odiseo, no, recuperaron su forma humana.
0:06:58 Y los anteriores están bien, por ejemplo, a aquellos logos y leones mansos que habían visto los marinos al principio de esta historia.
0:07:07 Bueno, Circe le dio a tres hijos a Ulises, quiere decir que se quedó un tiempito.
0:07:13 Pero un día Odiseo manifestó deseos de marcharse.
0:07:18 Y Circe le dijo, tomá tela.
0:07:24 Le tocaron varias estaciones difíciles, después de la isla de Ea.
0:07:29 La primera fue nada menos que el infierno.
0:07:32 Fue al infierno y así habló con Tiresia, Selvago, aquel amigo de este programa, el que fue hombre y mujer.
0:07:38 Y también con algunas sombras de cartel.
0:07:40 Habló con Aquiles, con Agamenón.
0:07:43 Y le dijeron aquello que es eso luego tan célebre.
0:07:46 Es preferible ser esclavo en la tierra que rey en el mundo de los muertos.
0:07:52 Lo que revela que los griegos no tenían demasiada esperanza en el más allá.
0:07:56 Pero Tiresia le dio instrucciones de cómo seguir el camino.
0:08:01 Ulises siguió, pasó, tal vez, por su estación más célebre y renombrada,
0:08:06 a aquel lugar donde cantaban las sirenas, donde seducían a los marinos.
0:08:11 Las sirenas, según parece, no se parecían a las que hoy dibujan los historietistas.
0:08:19 En realidad eran seres, mitad pájaros o mitad mujer, que cantaban y comían marineros.
0:08:25 Marineros que seducidos por el canto se acercaban eran ingeridos por las sirenas.
0:08:32 Es decir, que la belleza de aquel canto tenía por objeto incrementar la dieta de marinos.
0:08:41 Hemos visto también cómo las sirenas se habían suicidado a causa del canto de orfeo.
0:08:48 Pero bueno, algunas parece que quedaban, ya que los argonaltas, como ustedes saben, eran anteriores al viaje de Ulises.
0:08:55 Famosamente Ulises hizo atar al paro mayor, siguió de largo, pasó también ante aquellas rocas, sila y caríbidis,
0:09:04 guarnecidas cada uno por un monstruo espantoso. Estuvo en la isla de la nínfa Calypso,
0:09:09 ella se enamoró de él y lo retuvo también un tiempito, siete años.
0:09:14 Finalmente, consiguió que la nínfa lo dejara ir, hubo tormentas, hubo líos con los vientos,
0:09:21 llegó a la tierra de los Feasios, allí había una chica, Nauseca, y su papá que era el rey de los Feasios, Alcinó.
0:09:30 Gente que se llamaba Sigi, me hace acordar a unas vecinas mías que hablaban de la calle Moreno.
0:09:38 Bien, esta gente lo agasajó, le dieron un barco, se fue con el barco y con los regalos, y llegó a la Plaza de Itaca.
0:09:51 Ahí lo queríamos agarrar.
0:09:53 Al principio no reconoció la isla porque la diosa Atenea había encantado el paisaje para que él no lo reconociera.
0:10:03 Y ella misma, Atenea, disfrazada como una joven pastora, se le presentó y le preguntó a Odiseo quién era.
0:10:10 Odiseo le mentió, le dijo.
0:10:12 Ya había un navegante cretense que viene acá, y Atenea le dijo, eres un mentiroso de maravilla, soy Atenea y sé quién eres.
0:10:19 Lamento que has tardado tanto en volver a tu casa, pero te voy a sudar.
0:10:23 Y asudó a guardar en una cueva los regalos que le habían hecho los Feasios, lo transformó un poco para que no lo reconocieran,
0:10:31 le marcitó la piel, le blanqueó el Cueso Rojizo, es decir, lo hizo más viejo.
0:10:37 Ya era más viejo, se había dicho, hacía mucho.
0:10:40 Pero también lo vistió con Arapos y lo llevó a la choza de Eumeo, el fiel porquerizo del Palacio.
0:10:47 Quiero decir que cuidaba los chanchos.
0:10:49 Y le dijeron, bueno, dice, te hacemos todo esto porque aquí está pasando algo en esta isla.
0:10:56 Tu mujer Penélope tiene 112 pretendientes, me parece que la conozco.
0:11:02 Tiene 112 pretendientes que te dan por muerto y quieren darle a ella...
0:11:09 Los conozco también, también los conozco.
0:11:15 Y quieren, bueno, casarse con ella, quieren ocupar tu trono, así que vos quedate acá, hacerte el Gil, que vamos a ver cómo hacemos.
0:11:24 Efectivamente, dando por supuesto a la muerte de Odysseo, 112 príncipes, jóvenes insolentes, atorrantes, compadritos, sin vergüenza,
0:11:34 cortejaban a Penélope a la mujer de Odysseo.
0:11:39 Tenían ciertamente la esperanza de ocupar el trono y de beneficiarla naturalmente.
0:11:44 Además, se habían convenido en asesinar al hijo de Ulysse Telemaco, que estaba de viaje en Esparta.
0:11:51 Decían, cuando regrese el hijo de Odysseo, lo liquidamos.
0:11:56 Bueno, cuando pidieron por primera vez a Penélope que eligiera entre ellos,
0:12:00 Penélope declaró que Odysseo tal vez vivía aún, que había que esperar un poco.
0:12:05 Pero, saben ustedes los tipos, empezaron a ponerse nerviosos.
0:12:09 Y ella terminó prometiendo que iba a tomar una decisión cuando terminara, no una bufanda cuando dicen como dicen por ahí,
0:12:15 sino una mortaja que estaba tejiendo para su suegro la hertes, el papá de Ulysse, o en supuesto papá de Ulysse,
0:12:24 que no había muerto, pero allí la gente era previsora y te tejían la mortaja con anticipación,
0:12:31 no fuera cosa de ir a la muerte, no escachara desabrigado.
0:12:36 Bueno, durante todo este tiempo los pretendientes se quedaron en el Palacio,
0:12:41 en el mismo Palacio de Odysseo, le tomaban el vino, le morfaban los chanchas, las ovejas, comían de garrón, de llapa,
0:12:48 les seducian a la sirvienta. No se privaban de nada.
0:12:53 Bueno, en eso regresó Telemaco, el hijo, no? Regresó de Esparta, fue directamente a la choza de Humeo,
0:12:59 donde justamente estaba oculto Ulysse.
0:13:02 Se reencontró con su padre, Odysseo le dijo, mirá, no vas a decir nada, que estoy acá, cuantimeno a tu madre,
0:13:10 ¿por qué no? No le digas nada. Soy tu padre, no tengo por qué andar dándote explicación.
0:13:16 Y lo fajó.
0:13:18 Ya se la dio.
0:13:22 Difrasado de mendigo, Odysseo fue a espiar lo que hacían los pretendientes en el Palacio.
0:13:27 A todo esto, en el camino se encontró con un cabrero.
0:13:31 Cabrero.
0:13:33 No, no, cuidado de cabras, llamaba Malenco o algo así.
0:13:37 El cabrero lo trató mal, incluso le encajó una partada, el cabrero, creyendo que era un mendigo.
0:13:42 Lo más telada, mendigo, que se yo.
0:13:44 Ya me había vengado, dijo Odysseo, no, que no quería decir, se odise o que se yo.
0:13:50 Llegó al patio de su palacio y lo reconoció su viejo perro, Argo.
0:13:55 El perro Argo.
0:13:57 Y lo saludó.
0:13:58 Aquí fue el único, en realidad, que lo reconoció.
0:14:02 Eumeo, que cuidaba a los chanchos, condujo a Odysseo a la sala de los banquetes.
0:14:07 Y allí Telemaco, el hijo, fingiendo no conocerlo, le dio hospitalidad,
0:14:12 se hizo pasar entonces Ulysses por Odysseo por mendigo, y así estaban todos los pretendientes de la mujer.
0:14:18 Eran de esos tipos, a quienes les gusta jorobar, contaban chistes, se reían fuerte, volcaban el vino,
0:14:27 se escargaban los dientes con las cobas, con los palitos.
0:14:32 Con la unia, yo qué sé.
0:14:35 Vieron que venía un mendigo y ya saben cómo son esos tipos frente a los mendigos.
0:14:38 ¿Qué sé? Me digo, lo cargaba.
0:14:44 Bueno, y lo cargaba.
0:14:48 Y estaba, meta, tirarse amiguitas, eran solsos, malos pero solsos.
0:14:56 Entonces Ulysses, disfrazado de mendigo, dice, bueno, vamos a ver qué clase de hombre son esto.
0:15:00 Y le voy a manguear algo.
0:15:03 Entonces, extendió la mano y dice, soy mendigo, y dice, vengo acá, ajeté algo para morfar.
0:15:13 Y los tipos resultaron ser tan tacaños como rapaces, porque no le dieron nada o casi nada.
0:15:20 Seguro también otro mendigo, Hiro, que era llamado así porque como iris, hacía todo lo que le mandaban.
0:15:27 Era un ortíbal de eso que hay por ahí.
0:15:30 Entonces lo hicieron pelear a los dos.
0:15:32 A ver, pelea en Sendy, se los dos mendigo, ¿ver quién gana?
0:15:35 A ver quién es más fuerte, al qué gana le damos un pedazo de panto, esa ruindable.
0:15:43 Vedi a hacer pelear a los chicos como hace uno, hacía en pelear a los mendigos.
0:15:50 A Tino de Itaca, el peor de los pretendientes, que seguramente era el que más le gustaba, Penélope.
0:15:58 Eres siempre a la mujer de uno, a la novia de uno, a la amada de uno le gusta el peor de nuestros enemigos.
0:16:05 En realidad lo que pasa es que nosotros damos por peor enemigo a aquel que le gusta a la mujer que amamos.
0:16:12 Este muchacho a Tino le ofreció en las entrañas de una cabra al ganador del combate.
0:16:20 Se armó el combate, Ulis se le metió una piña y lo dejó tirado en el suelo.
0:16:30 Y los pretendientes se fueron.
0:16:32 Terminaba la diversión, dije mañana venimos otra vez y se las tomaron.
0:16:35 Y se ordenó al hijo, a Telémaco, que guardara las lanzas que había colgadas por ahí en la pared.
0:16:40 En esos palacios había muchas lanzas colgadas en las paredes.
0:16:44 Dice, Telémaco guarda las lanzas, que yo voy a ver a tu mamá.
0:16:48 Y la va a ver a Penélope, pero no el dijo, mirá, se obvió un mendigo,
0:16:53 he conocido Odiseo, Odiseo está bien, ya viene para Itaca y te ama mucho.
0:16:58 Sí, le dijo eso.
0:17:01 Tranquilizó un poco a Penélope, viste.
0:17:04 Casi lo vende otra que lo reconoció también, la nodrisa euriclea de las bolas patas al mendigo
0:17:12 y vio una cicatriz que Ulises tenía.
0:17:14 Y ya iba a decir, esa cicatriz que tiene las patas, y usted es Ulise, iba a decir.
0:17:20 Pero no dijo nada, Ulise le dijo, le agarró el cobote y le dijo, todo cariño.
0:17:26 Callate o te reviento, acétele a Otaria.
0:17:29 Al día siguiente otro banquete, total pagaba a Ulises.
0:17:34 Y así, a Gelado, otro de los pretendientes, le preguntó a Telémaco, a Ulises,
0:17:39 ¿por qué no le decía a su madre que decidiera de una vez?
0:17:42 Y apareció Penélope, anunció que aceptaría a cualquier pretendiente que emulara Odiseo
0:17:48 haciendo pasar una flecha entre los anillos de 12 hachas que estaban colgadas en las almas.
0:17:57 El hacha colgada, el hacha tira un anillo, por lo tanto entra el mango.
0:18:02 Alineadas las alchas había que pasar una flecha por los 12 agujeros, no era fácil.
0:18:08 Pero Odiseo lo hacía.
0:18:10 Bueno, esta no era la única dificultad.
0:18:14 El arco a utilizar era el arco que, de Odiseo, un arco que había sido también de Uristo,
0:18:22 el padre de la arquería, y que sólo Ulises podía tensar, o si no alguna persona muy fuerte.
0:18:28 Algunos pretendientes trataron de tensar la cuerda, no lo lograron.
0:18:32 Se decidió entonces a plazar la prueba, pero ahí se oyó un...
0:18:36 ¡Tenga mano!
0:18:37 Y apareció, apareció Odiseo, viejo todavía disfrazado de mendillo,
0:18:42 con apariencia de un pobre hombre.
0:18:45 Estiró el arco che como si nada.
0:18:48 Cosa de maldinga.
0:18:50 Apuntó, poh, y ensartó la flecha entre las 12 anillas de las hachas.
0:19:00 Y ahí nomás entró Telemaco con una espada y con una lanza,
0:19:04 y ahí nomás, Odiseo, se reveló como quien era y dijo,
0:19:08 ¡Terminó este asunto!
0:19:10 ¿Qué pretendientes ni qué pretendientes?
0:19:13 Ahora van a ver.
0:19:15 O sea que el plan que tenia era una porquería a todos modos.
0:19:18 ¿Pelearse solo contra todos en algún momento?
0:19:21 De todos modos, en algún momento tenía que pelear solo contra todos.
0:19:24 ¿Para qué disimuló tanto entonces?
0:19:27 No entiendo, ¿no?
0:19:29 Se disfrazó, se llamó viejo.
0:19:31 ¿Parmó el concurso?
0:19:32 Sí, todo.
0:19:34 Y al final tenía que pelearlo a él a todo.
0:19:36 No ganó nada con semejante disimulto.
0:19:40 Y lo agarró al peor de todos primero,
0:19:42 que la lo tenia montado entre el seja y el seja,
0:19:44 que era ese, a tinoo y lo liquidó nomás.
0:19:47 Los pretendientes corrieron a buscar las lanzas,
0:19:50 pero ahí hay algo planeado, evidentemente,
0:19:53 las lanzas habían sido escondidas por Telemaco.
0:19:56 Se armó una lucha tremenda, Telemaco,
0:19:59 Eumeo y Fileseo ayudaban a Ulysses contra 112.
0:20:05 Y allí, justo, ¿quién aparece?
0:20:09 Quién es cabrero.
0:20:12 Y toma parte por los 112.
0:20:15 Y Ulysses y los liquidó, y digo,
0:20:16 ¿eh, je, je?
0:20:17 ¿Te acordás que te dije?
0:20:21 Finalmente, atenea en forma de golondrina,
0:20:24 voló por la sala,
0:20:25 mientras todos los pretendientes ya hacían muertos, menos dos.
0:20:28 El Heraldo Medonte y el Bardo Pernio,
0:20:31 y no habían sido muertos porque sus profesiones eran sacrosánticas.
0:20:36 Lo que no quiere decir que Ulysses
0:20:38 tuviera exento de crueldad,
0:20:40 porque vamos a ver lo que hizo.
0:20:42 Llamó a Euriclea y le preguntó,
0:20:44 ¿qué dice, cuál es la sirvienta que andaba con estos tipos?
0:20:48 Fulana, Mengan y Sultana, dijo.
0:20:51 Todas las chicas culpables fueron primero obligadas
0:20:54 a lavar la sangre que había en la sala
0:20:56 y después a orcadas.
0:20:59 Mucho más difícil hubiera sido el orden inverso.
0:21:05 Eumeo y Fileseo cortaron al cabrero,
0:21:09 que lo trató mal a Ulysses, en pedacitos,
0:21:13 y le tiraron los pedacitos a los perros, le tiraron.
0:21:16 ¡Qué gente!
0:21:19 Por fin, odiseo reunido con Penélope,
0:21:22 después de tantas, ¿no?
0:21:25 Hemos contado ni una ínfima parte de los sufrimientes de Ulysses.
0:21:30 Se quedó ahí con la mujer.
0:21:33 Supongo que después habrá aburrido.
0:21:35 Y empezaron los verdaderos sufrimientes.
0:21:44 La estructura de esta historia,
0:21:46 el camino lleno de dificultades
0:21:49 que se van sorteando una a una,
0:21:55 se repitió muchísimas veces en la literatura del mundo entero.
0:22:01 A veces con mucha felicidad y otras contorpeza.
0:22:06 Ha habido muchos Ulysses, muchos odiseos
0:22:09 que han recorrido distintos itinerarios,
0:22:15 algunos geográficos,
0:22:19 otros poéticos, mentales, espirituales,
0:22:26 algunos han sido urbanos,
0:22:30 otros han estado dentro de las personas.
0:22:35 Aquí en este programa también
0:22:37 hay uno que alguna vez ha contado historias
0:22:43 de hombres que daban vueltas por ahí buscando algo,
0:22:46 y se encontraban con distintas calamidades
0:22:51 que lo acechaban y parecían alejarlo de sus metas.
0:22:56 Para contar esta última historia,
0:22:58 que termina con la canción,
0:23:01 que ilustrará las charlas,
0:23:04 que comenzó el programa,
0:23:06 voy a convocar al escenario a Federico Misragi
0:23:10 y a María Marta Pizzi.
0:23:16 El legendario Misragi,
0:23:22 que también ha recorrido buscando su propia Itaca,
0:23:26 muchos caminos musicales,
0:23:28 y la deliciosa María Marta Pizzi.
0:23:32 Y lo que debo decir es que entre tantas estaciones,
0:23:38 como recorrió Manuel el El Amorado,
0:23:42 estaba la calle de la duda.
0:23:45 La ubicación de la calle de la duda es discutible.
0:23:51 Los paseantes que la encuentran,
0:23:54 se tornan desde luego, y resolutos,
0:23:58 no saben quiénes son,
0:24:00 ni de dónde vienen ni a dónde van,
0:24:02 de modo que algunos piensan
0:24:05 que todas las calles son la calle de la duda.
0:24:10 Y yo mismo,
0:24:13 ahora comprendo que como si hubiera estado
0:24:17 en la calle de la duda,
0:24:19 soy indeciso,
0:24:21 aunque no estoy seguro.
0:24:24 La verdad es que no,
0:24:26 no soporto la incertidumbre.
0:24:31 Es la incertidumbre
0:24:34 lo que te enamora,
0:24:38 mi beso sin dueño,
0:24:41 bailan en mi boca,
0:24:45 posibilidades,
0:24:48 esperanzas locas,
0:24:51 la duda es la vida,
0:24:54 saberes morir.
0:24:58 Sabien en las heredezas
0:25:03 a barcas de mi suerte,
0:25:08 recuérdame que la muerte
0:25:13 dime, pregunta,
0:25:18 ¿quieres el que decide
0:25:23 pasión sin estirido?
0:25:28 ¿Quién dibuja el camino
0:25:32 de nuestra vida
0:25:34 y de nuestro amor?
0:25:53 hemos escuchado la calle de la duda
0:25:56 de Alejandro Dolina,
0:25:58 interpretado por Alejandro Dolina
0:26:00 María Marta Pizziferito,
0:26:02 mis gracis.
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